miércoles, 8 de febrero de 2017

Entrevista con Santiago Ydáñez

El trabajo de Santiago Ydáñez (Jaén, España, 1967) hace una revisión poética y pitctórica de las pasiones humanas percibidas tanto en los rostros, como en sus acercamientos a la iconografía de la historia del siglo XX y a la naturaleza. Hablamos con él con motivo de su exposición Las cenizas del ruiseñor a inaugurarse mañana 9 de febrero en el Centro Cultural España.

 

Esta serie de pinturas nace para la exposición comisionada por el museo Lázaro Galdiano, en 2016, con el motivo de acercar pasado y presente reinterpretando obras de la colección Galdiano. ¿Cómo reinterpretar sin llegar a la copia o a la réplica?

 

Para mí ha sido un camino muy natural. Cuando Rafael Doctor me invita a colaborar a la segunda edición de Reinterpretada ya había realizado trabajos similares. Yo comencé mi vida artística interviniendo libros antiguos. Luego comencé a trabajar con otro tipo de objetos que encontraba en mercadillos cercanos: cajas de cubiertos, polveras y pequeñas esculturas. El museo Lázaro Galdiano está lleno de piezas muy dispares, desde vajillas y armas hasta joyeros y libros, acoplándolo a mi técnica todo se dio de una manera muy sencilla. Además, en 2013 presenté en Berlín Nieve Sucia en la cual yo empecé a intervenir libros de poesía alemana del siglo XIX. La exposición era muy bella. Había objetos sumamente hermosos, pero tratando con una o dos generaciones antes del nazismo, a través de la obra, se podía observar como ciertas cosas ya apuntaban hacia allá.

 

Se puede considerar a El oso y el roble como tu primera obra política. ¿Es posible encontrar reminiscencias políticas de esa exposición en El canto del ruiseñor? ¿Hay más temas que te gustaría explorar a través del arte como activismo?

 

Mi trabajo siempre ha sido, en teoría, neutro en ese terreno, aunque todo arte es político al fin y al cabo. Más bien los temas que he abordado van por un camino más existencial. He trabajado sobre el vínculo espiritual humano como los animales que somos. El oso y el roble es distinta porque tomó algunos de los objetos más bellos y los transformo en una belleza irónica, porque de esa belleza nació el nazismo. Aquí no, esta colección de objetos es una colección de objetos bellos en sí. Es más estética porque lo considero como un canto al arte.

Sin embargo yo estuve viviendo durante trece años en Berlín y he estado viendo cómo ha ido evolucionando la ciudad. Europa ha ido cambiando para mal porque comienzan a verse nuevamente tintes xenófobos. No solamente hay que ver lo que sucede en Francia, que es la segunda fuerza política de la extrema derecha, sino también en Austria, Inglaterra y Suiza, es una cosa dura a la cual no hay que perder de vista.

Hablemos de Capital Animal, un proyecto de activismo cultural. ¿Qué más se puede se puede hacer desde el ámbito cultural para la defensa de derechos de los animales?

 

En España hay muy poca gente valiente como Rafael Doctor y el grupo de Capital Animal. Ellos son los que están moviendo hilos en ese terreno, como muchos más, con gran fuerza, y a veces, hasta de manera violenta, porque en ocasiones no hay otra manera de hacerlo. Yo no soy ningún activista y lo digo con desgracia porque es mucho lo que hay que dejar ahí para dedicarse a eso y Rafa sí que lo es, muy combativo y muy loable. Si más personas, no solo dentro del arte, se dedicaran a ello la sociedad cambiaría sin lugar a dudas. Capital Animal es un gran inicio para vincular las artes con la defensa los animales.

 

¿Qué injerencia puede tener el arte en la vida política de una sociedad? Estamos viendo cómo varias instituciones culturales y artistas están protestando desde la arena del arte las medidas que está tomando el presidente Trump.

 

Dentro de Las cenizas del ruiseñor hay una primera sala donde están montados los libros y tres piezas grandes. Luego entras a la segunda sala donde hay dos vitrinas con más objetos y otros dos cuadros grandes ¿Qué pasa después? Hay un muro que no se utiliza para nada salvo para crear un espacio distinto. Ese espacio se podía aprovechar para poner otra tela o las mesas con las vitrinas para que no molestaran, pero no, hay un muro limpio que crea un espacio distinto para la galería de retratos. ¿Pero por qué lo hacemos? Si quitas el muro la visión global de la sala es más espectacular; se puede ver la galería desde cualquier punto donde estés y es mucho más potente como entrada. Ese juego de ocultar una parte del recorrido es nuestra manera más sutil de abordar el tema. No me gusta haber jugado con la idea del muro ahora que es de actualidad pero a veces hablar de política a través del arte es inevitable.

 

En tu obra vemos similitudes formales con los trabajos de otros pintores contemporáneos, como Jenny Saville y Luc Tuymans, siendo la tradición pictórica española una de las más importantes para la historia del arte… ¿cómo definirías la salud de la pintura contemporánea española?

 

Es una pregunta compleja. Creo que hoy en día no se puede englobar a los artistas de ningún país. Ya sea la pintura mexicana o la francesa, todos bebemos de la misma fuente. Si bien todos tuvimos una identidad local de crecimiento, unas más fuertes que otras por distintas razones, no creo que se pueda generalizar. Y es que muchas veces más que artistas hay franquicias. Lo mismo que hace uno en Alemania otro lo hace en México muy similar y el padre de ambos es un artista de los sesentas. Se puede hablar de artistas puntuales y de la potencia que pueda tener un país relativo a la pintura contemporánea con respecto a otro. Te podría decir que en México me encanta Francis Alÿs y Carlos Amorales, pero esa potencia es el reflejo de su desarrollo económico o social. Los artistas y los museos más importantes son los norteamericanos. Al final el que parte el bacalao es el que se lleva el pedazo más grande. Políticamente ha habido mucho interés con China, llevar a los artistas chinos hacia el resto del mundo. Todo es política al final.

Las cenizas del ruiseñor estará en exhibición del 9 de febrero al 23 de abril, en la Sala Donceles dentro del Centro Cultural España. La entrada es gratuita.



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