Tras sobrevivir al atentado contra el semanario satírico francés, Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, la dibujante Catherine Meurisse publica una novela gráfica «para curarse por un exceso de belleza, salvarse», como anota Javier Pérez Andújar en el diario El País. El evento que transformó su vida y la de sus compañeros de trabajo por diez años se vuelca en La légèreté (La levedad, 2016), su intento por «regresar a la vida a través del arte». Antes, Luz, otro de los sobrevivientes al atentado, compañero y amigo de Meurisse, ya había publicado Catharsis, libro que salió ese mismo año, cinco meses después de la masacre, en donde a través de los dibujos en tinta buscó «reconstruirse, renacer». En ambos, el humor sigue siendo una herramienta poderosa, tanto en sus declaraciones como en algunos de los dibujos que componen sus novelas.
El semanario fue atacado por un grupo terrorista la mañana del 7 de enero del 2015 debido a las críticas al mundo del fundamentalismo islámico en sus tiras cómicas. En ese entonces Óscar Benassini escribía en una nota publicada en Folio. V.012, febrero-marzo de 2015: «En la riesgosa tarea de criticar y denunciar los excesos, las mentiras, los robos y los homicidios a manos de líderes políticos, empresariales, militares o religiosos, los caricaturistas son imprescindibles. Por eso el ataque a las oficinas de la revista francesa Charlie Hebdo provocó la indignación –y la tristeza– de muchos de los que laboramos en medios de comunicación. El asesinato de los dibujantes “Cabu”, “Charb”, “Tignous”, Georges Wolinski y Philippe Honoré, además de revelarnos el espíritu fascista de un buen número de comunicadores que justificaron veladamente el tiroteo, nos recordó el poder de la sátira política gráfica».
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