viernes, 26 de agosto de 2016

¿Es posible la moda sustentable?

En el artículo Consumidores futuros, la agencia WGSN cita a Grace Farraj, vicepresidenta de sustentabilidad y desarrollo público de Nielsen, empresa que estudia las conductas de compra a nivel global, quien comenta que «un número creciente de consumidores en las regiones desarrolladas del mundo consideran que las acciones sustentables son un imperativo, antes que un agregado». La problemática de la sustentabilidad encara la crisis ambiental y social generada por, entre otras, la industria textil, que explota a sus trabajadores, principalmente mujeres, con salarios bajos y malas condiciones en los centros de trabajo. El documental True Cost (Andrew Morgan, 2015) argumenta la problemática social y ambiental –el manejo irresponsable de los químicos que se usan en los procesos de teñido, por ejemplo, y que se vierten en los ríos– en Bangladés, Camboya y Vietnam.

 

«Compramos muchas cosas baratas y poco duraderas, cuya realización afecta negativamente al medio ambiente y a la gente que las fabricó», explica Gustavo Prado, investigador y profesor especializado en diseño textil y de moda, sobre la fast fashion o moda rápida. En el filme Las montañas deben partir (Jia Zhang-ke, 2015), cuyo fondo es la apertura económica de China, se muestra al personaje principal con un colorido suéter en varias etapas de su vida. Un detalle simbólico de la película es que después aparece un perro abrigado con la misma prenda. La tradicional reutilización de las cosas ha cambiado debido a aceleración de los ciclos de la moda.

 

Levis presentó una colección con mezclilla y botellas de plástico recicladas. Marcas como American Eagle y Adidas han hecho cosas similares. «Existen esfuerzos pero no han sido del todo exitosos. Presentar una colección con materiales reciclados no hace la diferencia. Para que la moda sea responsable y sustentable deben cambiar las maneras de producir, de entintar y de contratar personal», argumenta Ana Elena Mallet, curadora de la exposición El arte de la moda y la indumentaria en México, 1940-2015.

 

Según un reporte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), se calcula que en México se producen cerca de cien 800 toneladas de basura al día, lo que significa cerca de 37 millones de toneladas de residuos al año. En la composición de estos residuos el 4% corresponde a plásticos y el 1% a textiles. Said Robles Casolco, investigador en el área de ciencia de los materiales, médica y sustentable, considera que los desechos son el nuevo oro, debido al potencial que tienen. «La etiqueta de una prenda cuyo impacto ambiental y social ha sido menor debería de dar un estatus realmente importante y digno de reconocerse», asegura el investigador, que actualmente trabaja en la reutilización de las bolsas metálicas de las frituras en la industria textil.

 

La sustentabilidad se refiere al manejo responsable del entorno natural, el progreso social y económico. «La colaboración es lo más importante que hay que desarrollar para hacer una industria realmente sustentable», dice Eleazar Guevara, que con la empresa Novabori, que opera en Tlaxcala, realiza textiles a partir del reciclado de fibras y de PET. «La idea es aprovechar que tanto Puebla como Tlaxcala son regiones no sólo de tradición textil sino de reciclaje. Seleccionamos procesos y coordinamos los mismos a través de una red de colaboración con diferentes empresas», explica Guevara. Lo que hace Novabori es utilizar el desperdicio textil que compila otra empresa, separarlo por colores y a partir de eso descomponerlo para crear nuevos hilos. En el caso del PET, otro agente de la región recicla el plástico y lo convierte en fibras que se usan en la creación de textiles, aunque su resultado no se compara con el de materiales vírgenes. Ante esta problemática, Guevara, que presentó el proyecto de Novabori en el encuentro de moda sustentable Copenhagen Fashion Summit, resolvió combinar los hilos de PET con los generados con el reciclaje de algodón.

 

«Hay personas como Ximena Corcuera, que imparte talleres de cero desperdicio; marcas como Inspiración Barrera, Ruta 10 Upcycling y Brito; y asociaciones como Ethical Fashion Space y Fashion Green que comparten el interés por lo sustentable», considera la diseñadora Beaumaris Santillán, que creó la marca Eilean Organic Couture.

 

Sin embargo, el diseño en México enfrenta una problemática de colaboración, que es la parte más relevante de la sustentabilidad. Considerar al diseño como una práctica y no como oficio le otorga una dimensión social y cultural, responsabilizando a los diseñadores de su trabajo. «En México la industria de la moda se divide en dos: la de textileros, que es masiva, y la de diseñadores, que es muy pequeña. Quizá los diseñadores estén más conscientes de la necesidad de los proyectos sustentables», remarca Mallet. «El problema de los diseñadores es que no se vinculan con profesionales de la ecología, la biología o la economía, entre otros. Se debe pensar en producir nuevas fibras a través de procesos viables económicamente. Se trata de un problema de integración y de imaginario», opina Prado.

 

Robles Casoldo lamenta la falta de apoyo a los proyectos científicos: «Las transformaciones mecánicas son importantes para la recuperación de materiales. En México no se ha sabido valorar la posibilidad de enriquecer el conocimiento. La base química para la transformación de residuos está en la separación de la cadena de polímeros. Por ejemplo, separar los nomómeros o moléculas y hacer conexiones con materiales como el teflón, permitiría que la ropa pueda tener una limpieza menor y que tenga componentes orgánicos para la biodegradación. Esto es científicamente posible, aunque los procesos son caros y no reciben apoyo».

 

Según el documento de la WGSN en 2018 será un imperativo global que las marcas incorporen procesos sustentables en la fabricación de ropa. Lo importante es que no se convierta en una estrategia de venta sino en un responsabilidad de las empresas y de los consumidores. «Cuando un jipi nos habla de estas cosas no le creemos. Pero cuando es la realidad quien te lo muestra, las empiezas a creer. Es el presente. Mucha gente de la industria se ha dado cuenta que los desplazamientos y las inundaciones son consecuencia de la falta de viabilidad de las industrias humanas. Nadie va a cambiar por buena voluntad. Se tratará de una cuestión de vida o muerte», remata Prado.

 



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