martes, 6 de septiembre de 2016

DOS EXPOS DE ARAKI

Araki ha vuelto a la Ciudad de México. Hace diez años el fotógrafo japonés expuso 1135 polaroids en la galería Enrique Guerrero. El jueves de la semana pasada las fotos del tokiota famoso por las escenas de esclavas sexuales o los catálogos eróticos de flores y órganos sexuales, se montaron en los muros de la cantina Ardalio, parroquia tradicional de la colonia Escandón.

 

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El mismo Araki, que vive en Japón y evade las entrevistas, seleccionó varias pruebas de impresión donde aparecen conjuntos salidos de varias de sus series populares («Eros y Tánatos, desnudos en color, comida y flores radiantes»), especialmente para la Ardalio. Imposible conocer la totalidad de la obra del paparazzi de Godzilla y Chiro (su gato), Araki ha publicado más de 450 libros de fotografía, sin embargo la pátina erótica y misteriosa, hasta lúdica, de sus imágenes es inconfundible. La intervención –más que exposición– en la cantina estuvo organizada por Abraham Cruzvillegas. Lo mundano dentro de lo mundano, Araki se siente natural junto a la barra o a los minúsculos baños; los parroquianos, más que ver las fotos, conviven con las escenas.

 

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Como parte de esta idea de volver pública la obra de Nobuyoshi Araki, la galería Kurimanzutto montó una de las fotos de la serie de flores en el anuncio espectacular, ahora espacio expositivo, de Sonora 128 (en la calle de Sonora y Nuevo León, en la Condesa). Ambas muestras permanecen hasta octubre.

 

 

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Por más de cincuenta años Araki ha querido retratar su cotidianidad, lo que lo rodea (personas, juguetes, comida, la ciudad), ineludiblemente desde una mirada erótica, que desea el roce de los cuerpos, sin que esto signifique, necesariamente, un encuentro sexual. Para el “pornógrafo de Tokio” la felicidad se encuentra en compartir el tiempo con otros, en imágenes.

 

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