Inaugurada el 23 de noviembre en la White Cube, en Londres, la exposición del artista alemán Anselm Kiefer (1945), Walhalla muestra una interpretación del paraíso mitológico para los muertos en batalla de la mitología nórdica. Una mirada sombría cubierta, literalmente, con plomo. La entrada a la misma, se advierte, queda bajo la responsabilidad del espectador debido al potencial peligro del material utilizado.
La política, la historia y el paisaje son temas que han estado presentes en la obra del artista que aborda desde diferentes perspectivas y formatos. En Walhalla, la vida y la muerte, la creación y la destrucción son temas que se abordan a través de pinturas, esculturas y una instalación a gran escala, en total 17 obras en exhibición ocupando una sola sala de la galería.
Walhalla, que proviene de la palabra Valhöll, del noruego antiguo, y que significa “sala de los muertos”, Kiefer recrea un paisaje mítico e imaginativo de manera sombría. La palabra “ruina”, se cuela por todas las piezas, sobre todo en la instalación de gran formato donde se pueden ver una serie de camas plegables, oxidadas, cubiertas con hojas grises arrugadas y una capa de plomo. Ubicadas en un pasillo gris alumbrado por una mortecina luz blanca, tal vez el dormitorio de un hospital de campo de batalla. Las pinturas muestran paisajes desolados o referencias a la arquitectura neoclásica del monumento construido entre 1830 y 1842, diseñado por Leo von Klenze y construido en Baviera. Kiefer aborda la historia y el nacionalismo como una pesadilla.
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