jueves, 8 de diciembre de 2016

Julio Estrada, Medalla Bellas Artes

«Mi búsqueda está encaminada a la captura exacta de mi propia imaginación», señalaba Julio Estrada en una visita a estudio realizada por Nicolás Cabral y que se publicó en la edición 78 de La Tempestad, en 2011. Cinco años después, la noche del pasado martes, específicamente, el creador musical, investigador y docente nacido en la Ciudad de México en 1943, recibió la Medalla Bellas Artes, distinción con la que se reconoce la obra de creadores vivos.

 

En ese entonces y como se lee en la narración de aquella visita, Estrada organizaba su obra en cinco etapas y consideraba a la última, «iniciada con la multiópera Murmullos del páramo (1992-2006), basada en Pedro Páramo», en la que consolida una vía personal. «En la primera etapa estaba muy influido por otros: Prokófiev, Ravel, Bartók, Webern, Stockhausen… En la segunda me hice más autónomo, pero seguía trabajando con la música europea contemporánea, intentando que sonase bien, bajo los parámetros de belleza occidentales, en la búsqueda de una armonía nueva, de una nueva consonancia. A partir de la tercera comencé a ser mucho más directo para intentar descubrir quién soy».

 

Estudió con Nadia Boulanger, Olivier Messiaen, Karlheinz Stockhausen, Iannis Xenakis, György Ligeti y añadió «los micro y macrointervalos de Julián Carrillo y Augusto Novaro, la investigación teórica de Henry Cowell y la adaptación musical que de ésta hizo Conlon Nancarrow, o incluso la idea de “forma abierta” de John Cage».

 

Durante la ceremonia, el creador musical pidió  las instituciones «revisar su mirada sobre el arte y fundar un espacio para que la creación y la interpretación encuentren un sitio más transparente en el siglo XXI», como informó el diario La Jornada.

 



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