Círculo de Lectores y la Secretaría de cultura publican el nuevo libro de la fotógrafa regiomontana Karla Leyva, quien utiliza la fotografía como un «un territorio de investigación y producción para analizar la forma en que observamos, percibimos y nos relacionamos con la imagen» además de poner a dialogar la disciplina con medios como la escultura, la pintura y la instalación. A continuación compartimos el texto que acompaña al libro que estuvo a cargo del curador Daniel Garza Usabiaga.
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De acuerdo a la descripción más puntual que Karla Leyva hace de este proyecto, Razón invadida es una exploración de los “desordenes de ansiedad y lo que esto genera”. En palabras de la artista, las imágenes se centran y profundizan “en los diferentes síntomas que se presentan en loop cuando se tiene un desorden de ansiedad como tensión, presión, anticipación, aislamiento y deseo de huir.”
Objetos ensamblados, escenas montadas, animales y fragmentos del cuerpo humano son utilizados para representar esta condición. Leyva escribe ficción y, en ocasiones, se ha ocupado de describir situaciones en las que objetos parecieran padecer tales estados. En este sentido, Razón invadida puede ser vista como una ficción que busca presentar a través de imágenes las distintas sensaciones que se han enumerado. Con este fin, la artista manipula y ensambla objetos cotidianos así como los sitúa en una particular relación con el cuerpo humano. Los gestos y las escenas resultan, en apariencia, mínimos y sencillos. De esta manera sus imágenes contradicen las expectativas que, por lo general, se tienen en cuanto a la representación de tales estados afectivos.
Las imágenes en Razón invadida denotan una construcción cuidadosa que toca tanto cuestiones formales como ciertas consideraciones relacionadas con la historia de la fotografía y, en términos generales, del arte moderno y contemporáneo, pues los objetos y ensambles de cosas que Leyva emplea en su trabajo cuentan con un fuerte carácter escultórico. Las fotografías son, en algunos casos, prácticamente como un registro de piezas tridimensionales con soluciones destacables. En este sentido, aunque Razón invadida se presente como un proyecto expuesto a través de la fotografía, su articulación considera otras prácticas y disciplinas, como la escultura y el video. También, contempla el registro de acciones que involucran la interacción del cuerpo con distintos objetos a través de una o varias imágenes –lo segundo sucede, por ejemplo, en una serie que registra cómo la hoja de una planta es cortada con un cuchillo.
En sus trabajos , Leyva utiliza un modelo didáctico del cerebro en unicel. Sobre éste, marca el punto donde muchos de los desórdenes se originan. En un juego de edición, la artista ofrece a la par de esta imagen una especie de acercamiento pronunciado, con una solución circular, de una fotografía que se presenta como representación de un mal presagio. Formalmente, este elemento se asocia de inmediato con el punto amarillo sobre el unicel.
En cuanto a los intereses escultóricos presentes en este proyecto, se aprecia una lata de aluminio, aplastada parcialmente por una roca y unida a ella mediante el uso de una liga. La presencia de la banda elástica, de hecho, articula una imagen en la que pareciera que la presión que ejerce entre los dos objetos es lo que causa el impacto y la deformación de la lata. Además de este efecto, el ensamble ofrece un interesante contraste entre las cualidades materiales y formales de ambos elementos; entre, por ejemplo, una forma natural y una industrial, una “orgánica” y una geométrica; así como entre una superficie pétrea y otra metálica, una opaca y una reflejante. En otra captura, un conjunto de pedazos de vidrio se encuentran sobre una almohada. Una articulación de objetos que recurrere, también, a la contraposición entre materiales y que puede evocar múltiples conexiones, así como recordar piezas de otros artistas que, mediante las mismas cosas, han buscado representar el insomnio u otros desórdenes del sueño.
Otros objetos son puestos en tensión y, posteriormente, son registrados. Este tipo de situaciones incluye encuentros de fuerzas, gravedad, balance precario, entre otros; una serie de estrategias presente en varias prácticas escultóricas contemporáneas y modernas, por lo menos, desde las vanguardias históricas. Este tipo de ejercicio se puede apreciar en la fotografía que documenta un vaso con agua, puesto de cabeza sobre otro vaso similar vacío, con un pedazo de cartón entre los dos que evita que el líquido se derrame. En otra capturaun vaso de plástico a medio llenar está situado en la orilla de una mesa cubierta con un mantel blanco. En lo que pareciera ser un salto doble al vacío, un pedazo del vaso se encuentra roto, justo en el límite con el nivel en el que se encuentra el líquido sin que se derrame.
La imagen de un popote anudado recuerda la manipulación de objetos que, por lo general, sucede de manera inadvertida mientras se está en restaurantes o cafés. Pedazos de servilletas y otros fragmentos de papel también suelen ser utilizados con este fin. Elementos de este tipo, como el popote, pueden ser vistos, inclusive, a la manera de un ejercicio de escultura involuntaria.
En algunas imágenes los objetos se muestran en estrecha relación con el cuerpo humano. En una de ellas, las posiciones habituales de un brazo son rechazadas mediante un cordón que sujeta el codo con el dedo meñique. El brazo, así, es doblado, distorsionado, implicando incomodidad. La apariencia de este brazo cuenta con cierto carácter expresionista que puede ser relacionado con un numeroso grupo de referentes provenientes de la historia del arte y de la cultura visual. En otra fotografía, cuatro cajas de cartón de distintos tamaños son apiladas (dispuestas rítmicamente) y sostenidas, por un lado, por la cabeza de un hombre y, por otro, por el techo de una habitación. Con el cuello doblado, la postura del individuo implica, como el registro anterior, cierta incomodidad. En conjunto, la presencia del cuerpo y la solución de las cajas muestran una fuerte carácter escultórico, reminiscente a la de las fotografías que documentan exclusivamente ensambles de objetos.
Aunque presentado en esta publicación como imágenes fijas, Razón Invadida también incluye un par de videos. La solución de Should I Stay or Should I Go (2014) cuenta con un fuerte carácter fotográfico al presentar un retrato del perro de la artista. El animal, frente a la cámara y la presencia de su dueña, se muestra indeciso sobre su posición. Parece titubear constantemente. En momentos pareciera que se quiere mover, sólo para permanecer en el mismo sitio. Su falta de determinación puede resultar, inclusive, hilarante. No obstante, el video –como algunas de las fotografías hacen con los objetos–puede conducir a que el animal sea visto de una manera distinta. Se puede llegar a pensar, incluso, cómo funciona la consciencia de la mascota dentro de esta escena así como su metacognición a través de su particular comportamiento frente a una cámara. El segundo video, Sin título (2014), muestra a un ratón dando vueltas en la típica rueda fija que utilizan cuando se encuentran en cautiverio. Como la indecisión del perro, esta imagen del ratón que se mueve sin desplazarse, es fácil de extrapolar al terreno de la conducta humana.
Como se mencionó, hay algo de ficción en Razón Invadida, pues en su edición se articula una especie de narrativa a través de imágenes, aquella sostenida por momentos, por escenas. Esto no compete exclusivamente a la fotografía, sino que incluye la imagen en movimiento, así como el registro de esculturas y acciones. En éstas, los objetos juegan un papel preponderante. Leyva, por lo general, los lleva a un límite a través de su ensamble o manipulación o su relación con el cuerpo humano. Así, los busca emparentar con distintos estados emocionales.
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