Domenico Zindato (Italia, 1966) inaugura 31, el próximo viernes 01 de julio en la galería Nixon de la Ciudad de México. Este es un proyecto individual que comprende 31 dibujos del artista realizados los últimos dos años. Radicado en México, específicamente en Cuernavaca, el artista italiano ha desarrollada diferentes piezas en las que construye una larga narrativa sobre la naturaleza, la fuerza del espíritu y una búsqueda sobre lo trascendental, sobre lo que significa ser humano. Buscando un espacio de mayor libertad creativa abandona Italia y se muda a Berlín a finales de los años ochenta, donde se involucró en la vida nocturna de la ciudad, de los raves que se organizaban en edificios desocupados. Tiempo después se convirtió en uno de los organizadores del Love Parade, festival de música electrónica, iniciado en 1989. Nuevas búsquedas lo llevaron a la India en 1993 y a México en 1994. Ambos viajes marcaron una etapa de transición en su trabajo que se percibió en una mayor presencia y densidad del color, así como de la materialidad. En una escala en Nueva York, logró contactar a Phillys Kind a través de un amigo, uno de los primeros defensores del Outsider Art de los años setenta y ochenta, aunque el artista no se identifica particularmente con este movimiento. En México, el pintor autodidacta, Martín Ramírez (1895-1963), fue uno de los representantes de este movimiento, cuya obra fue realizada durante los 33 años que vivió recluido en un sanatorio mental en el norte de California debido a la esquizofrenia que padecía, de donde no saldría con vida.
El encuentro entre Zindato y Kind, marcó un punto de inflexión en su carrera que se catapultó a nivel internacional. Actualmente es representado por la galería Andre Edlin, en Nueva York.
¿Por qué los paisajes de tus obras transmiten la sensación de pertenecer a sociedades distintas a las de Roma, Berlín o Cuernavaca (ciudades en las que has vivido)? No me siento seguro del término, pero la síntesis o el vocabulario pictórico que vemos en tus dibujos es casi “primitivo”.
Seguramente hay algo de cada lugar donde he vivido que se traduce de experiencia a vocabulario pictórico a través de un proceso poético, psíquico e imaginativo. También hay algo muy sutil a nivel material que toma forma en mis trabajos y eso es algo que no se relaciona a los espacios físicos. Creo que son más estas “percepciones”, “transmisiones” y “captaciones” que dan la sensación de algo primitivo o ancestral que también se puede encontrar en expresiones artísticas no occidentales.
¿Qué tan cómodo te sientes con el término Outsider Art, con el que muchos medios describen tu trabajo?
No pienso mucho en los términos que puedan definir lo que hago. Outsider Art creo se relaciona a mi trabajo en el sentido de ser un autodidacta y que visualmente haya similitudes con el proceso creativo a lo que ese término se refiere, es decir un proceso intuitivo, no mediado y no relacionado al canon histórico de las corrientes artísticas.
¿Qué tanto significó la cultura rave para tu obra, originada en los años ochenta, un portal para un misticismo moderno?
Me siento afortunado de haber podido vivir y participar al comienzo de ese momento de la subcultura. Fue una experiencia de nivel energético elevadísimo y místico, algo tribal y algo tecnológico al mismo tiempo, un nuevo horizonte de conexiones psíquicas que estaban dormidas.
¿Es posible decir que tus dibujos son la representación gráfica de esta nueva cosmovisión occidental?
No siento que mis dibujos definan, o ilustren, una nueva conciencia o cosmovisión occidental, pero sí hay algo en ellos que percibo y entiendo como pasajes visuales que amplían, extienden o liberan. Aunque mucho de lo que está presente en ellos me es desconocido y sé definirlo con palabras.
¿Se puede pensar en tu obra como una forma artística de resistencia al afán transformador moderno?
Mi obra invita a la contemplación.
Platícame del trabajo que presentan este viernes en Nixon, ¿fue pensado específicamente para el espacio?
Lo que presentamos el viernes es un set de treinta y un dibujos en los que trabajé los últimos dos años. Cada pieza es una obra en sí misma, y una parte de la serie, al mismo tiempo, puede ser “leída” como un largo poema visual. La instalación es in situ, configuramos el espacio para que haya resonancia entre las partes del todo.
At Time Zero
For All of Us in Each Other
This Transcends That
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