lunes, 27 de junio de 2016

Gabriela Jáuregui, entrevista

 

 

«Publicar buenos libros nunca enriqueció a nadie», señala Roberto Calasso, editor de Adelphi desde 1962, en La marca del editor (2013). Sin embargo, durante la última década hemos sido testigos del nacimiento de varias editoriales independientes en el país. Pese a la anunciada crisis de los impresos, varias son los sellos que se mantienen en activo. Pero, ¿a qué retos se enfrenta una editorial independiente en México?, ¿cómo sobrevive en un país con los más bajos índices de lectura?, ¿cuál es la razón para seguir publicando? Ante la duda, nos dimos a la tarea de entrevistar a varios editores para conocer cuáles son los problemas a los que se enfrentan y la razón que los lleva a seguir publicando, como parte del reportaje “Tribulaciones de la edición independiente” que aparecerá en la próxima edición de La Tempestad. Aquí la primera entrega: Gabriela Jáuregui, editora de Sur +

 

 

¿Qué significa ser una editorial independiente?

 

El adjetivo independiente nos parece algo problemático pero significa ser una editorial que sobrevive más allá de las exigencias del mercado o que se mantiene al margen de ellas. Decimos que es un término problemático porque no somos independientes, somos muy dependientes: de nuestros lectores, de nuestros autores y de nuestros colegas. Todos aportan y enriquecen el proyecto.

 

¿Por qué razones se es independiente?

 

Porque dejar que el capitalismo dicte qué se publica o con qué autores trabajas y colaboras es permitir ser censurado.

 

¿La independencia realmente significa tener una completa libertad creativa (selección de temas y autores) frente al mercado y, sobre todo, frente al lector?

 

No creemos que seamos libres frente a nuestros lectores. Frente a ellos somos responsables; pero sí creemos que significa tener una completa libertad creativa frente al mercado.

 

¿Cómo se afrontan los gustos del mercado frente a lo que se quiere publicar?

 

Depende, suponemos que no siempre tienen que ir en sentido contrario, pero en general los “gustos” del mercado no son reales, son números que arrojan estudios de mercadotecnia, son ficciones y artificios del capital. Y a nosotros no nos interesa ni compartimos ese tipo de preocupaciones por las ventas ni las supuestas tendencias y demás palabras vomitivas. Un ejemplo es que nosotros no publicamos libros sobre el narco, pero sí libros sobre el dolor.

 

¿Cuáles son los retos de echar a andar una editorial en un país sin lectores?

 

Somos un país con muy pocos lectores. En efecto, si miramos a nuestro rededor, en el metro hay muy poca gente leyendo, aunque sea la Biblia o una revista de chismes, hay más gente mirando al vacío o las pantallitas de sus celulares. Pero lo más probable es que se deba a que los libros son muy caros. También hay muy pocas librerías que oferten cosas distintas. El acceso a la lectura es muy difícil. Tampoco hay suficientes bibliotecas y las que hay no están muy bien surtidas. Es un tema complejo. Nos ha pasado que en ferias la gente se acerca y platica con nosotros, junta sus pesitos y compra libros. Pero nosotros buscamos hacer libros asequibles.

 

¿Cuál es el lugar de la editorial independiente frente a los grandes grupos editoriales, frente a la digitalización del libro, frente a proyectos como Amazon?

 

La digitalización de los libros no es nuestra enemiga. Varios de nuestros libros están disponibles en la red gratuitamente, esto no ha prevenido que se nos agoten las existencias. Impreso vs. Digital es una falsa dicotomía. Amazon es más complicado, pero quizás son las librerías que deberían estar más preocupadas que las editoriales. Los grandes grupos editoriales tampoco son nuestros enemigos per se, buscamos cosas distintas, publicamos cosas distintas, nuestros objetivos son distintos. Pero donde sí se compite es a la hora de ser exhibidos en librerías, hay una desigualdad y una desventaja enorme entre los grandes grupos y las pequeñas editoriales.

 

Me gustaría retomar una pregunta que Gilles Colleu plantea en su libro La edición independiente: ¿en qué medida la superproducción de libros representa una amenaza para la independencia de las ideas?

 

La sobreproducción siempre es jodida. Vivimos inundados de información y esto no favorece la información ni la calidad del contenido. También depende de qué libros son los que se sobreproducen.

 

Me gustaría concluir con dos preguntas que se hace Roberto Calasso en La marca del editor. La primera: ¿hasta qué extremo se puede llevar el arte de la edición?

 

Hasta que el extremo aguante…y luego sobrepasarlo. La mayoría hace libros rectangulares impresos en offset con letras negras en papel blanco, pero nada dice que siempre tiene que ser así.

 

La segunda: ¿cómo suscitar deseo por algo que es un objeto complejo, en buena medida desconocido y en otra gran medida, elusivo?

 

Precisamente esas características son lo que suscita el deseo. Por otro lado, nosotros no sentimos que vendemos ni ofrecemos meramente objetos. Estamos transmitiendo ideas que alguien más escribió y las hacemos publicas como editores. Lo pensamos más desde la producción y difusión de ideas.

 

 



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