martes, 19 de julio de 2016

Sobre la foto digital

A propósito del tema de portada del actual número de La Tempestad, “¿Comprendemos las imágenes?”, entrevistamos a Mario Bellatin que además de hallarse entre los principales escritores del idioma, es el autor de una potente obra fotográfica. Aquí, algunas de sus reflexiones sobre el medio.

 

 

Abundan las imágenes fotográficas. ¿Se han extinguido el misterio o el asombro de la fotografía análoga?
No. Es más difícil engañar, eso es todo.

 

 

¿En dónde radica la relevancia de una fotografía, actualmente?
Me parece que, aunque parezca obvio, en el punto de vista. Habría que apuntar entonces qué entendemos ahora por eso. ¿Está en el ojo y en la destreza técnica detrás de la cámara, en el laboratorio fotográfico, en el Photoshop, en la mirada del editor que tiene delante ochocientas fotos aceptables técnicamente y dice cuál queda? En ese ojo que desecha, despreciativo, allí está la imagen. Desde la época de Niepce, las fotografías más actuales son aquellas capaces de otorgar visiones de cómo es la realidad. Apreciar ese recorrido de casi un siglo y medio puede ser hoy la única razón que me llevaría a ver fotos a un lugar determinado.

 

 

En varias ocasiones has dicho que la foto digital no es fotografía. ¿Con base en qué haces esa distinción?
Durante mucho tiempo me interesó saber dónde se encontraba una imagen analógica que todavía no era revelada. El Gel de Existencia que había entre la foto ya capturada pero sin desarrollar. Me fascinaba la existencia de un tercer elemento. Algo que no pertenecía a nadie ni a nada –ni a la realidad ni al fotógrafo ni al espectador, ni siquiera a la foto. Era sólo un químico impregnado de luz. Una masa indescifrable. La existencia del fantasma necesario para que cualquier arte alcance esa suerte de “soplo” que lo hace apartarse del montón, incluso en una obra de arte industrializada, o con intención de serlo. Ahora, la fotografía digital imita al ojo en su totalidad: la retina, la pupila, la luz y los impulsos eléctricos. La foto digital tiene los mismos elementos. No hay un más allá necesario. Un más allá que quizá no sea apreciado por el espectador, pero sí por quien lo produce. Bienvenida esta nueva técnica de reformular la visión del mundo. Sin embargo, me gustaría que se quite la máscara y adopte un nombre propio, y no uno prestado, para poder nombrarla. Sin embargo, la perseverancia de llamar a un arte con el nombre de otro me parece que también tiene el objetivo de impedir que el arte original pueda seguir circulando de manera paralela. El juego presente es el de aniquilar y no el de convivir.

 

 

¿Qué rol juegan los avances tecnológicos, impulsados por los corporativos, en esta supuesta democratización de la imagen?

 No sé si la industrialización tenga que ver con lo democrático. Me parece que lo que sucedió, a partir del final de los años 90, es que se efectivizó de manera acelerada una forma de ver el mundo. Se puede constatar mirando las imágenes de Instagram. Adocenadas el noventa y nueve por ciento. Mascotas, platos de comida, atardeceres intervenidos con filtros.

 

 

¿Cómo conviven el ver y el leer?
Yo, personalmente, antes de leer veo. Confió mucho en el desarrollo de esa aptitud. Lo veo en los cada vez menos libros que adquiero. Lo que me lleva a tomar la decisión es mirar las primeras páginas y descubrir un orden de índole visual, que por razones que intuyo pero para las cuales no cuento con una respuesta adecuada coincide siempre con la calidad del texto elegido.

 

 

¿Es posible que, en un futuro cercano, la imagen, la foto o el icono sustituyan a la escritura?
Hay una búsqueda constante por conseguirlo. Da más guerra que la imagen asesinada por la imagen, pero creo que va ganando la batalla, por ejemplo en la escritura compleja. Ya no hay casi lugar para este tipo de expresión. Sin embargo, no está perdida del todo la escritura. Buena prueba de ello es que se intentan nuevos dispositivos de aniquilación –Siri, los emoticones, los símbolos encriptados– pero de una manera u otra la gente sigue escribiendo y se siguen inventando nuevas estrategias porque ninguna ha logrado el objetivo que tan fácilmente se obtuvo desde la irrupción de la cámara digital.

 



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