martes, 5 de julio de 2016

José Luis Bobadilla, entrevista

«Publicar buenos libros nunca enriqueció a nadie», señala Roberto Calasso, editor de Adelphi desde 1962, en La marca del editor (2013). Sin embargo, durante la última década hemos sido testigos del nacimiento de varias editoriales independientes en el país. Pese a la anunciada crisis de los impresos, varias son los sellos que se mantienen en activo. Pero, ¿a qué retos se enfrenta una editorial independiente en México?, ¿cómo sobrevive en un país con los más bajos índices de lectura?, ¿cuál es la razón para seguir publicando? Ante la duda, nos dimos a la tarea de entrevistar a varios editores para conocer cuáles son los problemas a los que se enfrentan y la razón que los lleva a seguir publicando, como parte del reportaje “Tribulaciones de la edición independiente” que aparecerá en la próxima edición de La Tempestad. Aquí la tercer entrega: José Luis Bobadilla, uno de los editores de Mangos de Hacha.

 

 

¿Qué significa ser una editorial independiente?

 

Nada. No significa realmente nada. Si acaso el tamaño. En general las editoriales que llamamos independientes son pequeñas, tienen catálogos breves que crecen lentamente. Tienen pocos empleados, se trabaja como se puede, cada editorial inventa su propio ritmo.

 

 

 

¿Por qué razones se es independiente?

 

Lo de “editoriales independientes” no sé cuándo surgió pero es una denominación fallida. Lo es aún más en México, donde la gran mayoría de las pequeñas editoriales sobreviven de presupuestos del Estado.

 

 

 

¿La independencia realmente significa tener una completa libertad creativa frente al mercado frente al lector?

 

Libertad para publicar hay. Que yo sepa nadie que quiera publicar un libro está impedido de hacerlo. En Mangos de Hacha nos planteamos desde el principio hacer los libros que nos gustaría leer y que no están en las mesas de novedades de las librerías. Son libros de poesía, traducciones de poesía, literatura biográfica y autobiográfica, ensayo, libros de cine. Lo que publicamos no tienen un público extenso, pero eso no es un problema si se toma en cuenta. Por lo mismo hacemos tirajes cortos. Editar libros requiere sensatez. El mercado por otro lado es el mercado, funciona dando a cada uno un porcentaje que es poco o mucho, pero ese es otro problema. El mercado no impide nada, generalmente no deja crecer a los pequeños y favorece a los grandes, pero por lo mismo uno tiene que darle la vuelta a las cosas. Creo que hay que publicar lo que al mercado no le interesa, ahí reside la fuerza de las pequeñas editoriales. Ahí está su capacidad de ampliar lo que puede leerse en un contexto, en nuestro caso, México.

 

 

 

¿Cómo se afrontan los gustos del mercado frente a lo que se quiere publicar?

 

Es imposible. Lo único que puede hacerse es ser fiel a los propios intereses y actuar en consecuencia. Charles Olson es un poeta fundamental del siglo XX y no estaba publicado en español. Su obra es una riqueza que nos estaba negada. Por lo mismo nos propusimos hacer una traducción, una propuesta de traducción que ha permitido que al menos 500 lectores interesados pudieran leer su poesía.

 

 

 

Me gustaría retomar una pregunta que Gilles Colleu plantea en su libro La edición independiente: ¿en qué medida la superproducción de libros representa una amenaza para la independencia de las ideas?

 

Es un problema en la medida que la abundancia de libros impide a un lector que comienza a elegir sus lecturas. Cuando uno está formado o tienen cierta formación, uno decide que leer. Pero esto no es así para todos. Alguien que no lee y llega a una librería con ánimo de empezar a leer, ¿qué escoge? No es lo mismo empezar leyendo a Juan Rulfo que a Juan Villoro. Aunque es muy probable que en la mesa de novedades esté un libro de Villoro y no uno de Rulfo. Por lo mismo las pequeñas editoriales tienen que ser serias y rigurosas para que quienes por casualidad lleguen a alguno de sus libros tengan la referencia de algo, la medida de un trabajo.

 

 

 

¿Por qué hacer libros?

 

Borges citaba muchas veces algo de Angelus Silisius: «La rosa es sin por qué». Hay a quienes se les va la vida en gobernar países, coleccionar estampillas, o pasar horas frente a la televisión viendo partidos de fútbol. Nosotros hacemos libros porque en algún momento nos interesamos por ellos y ese interés nos reveló que era algo lindo en la vida por hacer.

 

 

 

¿Qué anima la idea de una colección?

 

Un interés personal. Durante muchos años me pasé leyendo biografías y autobiografías buscando descubrir como otros habían tomado sus decisiones o en definitiva resuelto sus vidas. Cuando hubo oportunidad de hacer un proyecto editorial, simplemente seguí ese mismo impulso y armamos una colección de literatura biográfica y autobiográfica. Hay que hacer y compartir lo que a uno le gusta que, por lo demás, es lo mejor que uno puede hacer. Melville grabó con su navaja en su mesa de trabajo lo siguiente: “Nunca olvides tus sueños de juventud”. Es un poco así.

 

 

 

¿La selección del catálogo y las colecciones es una declaración de principios?

 

Por supuesto. Como ya dije se trata de traer la menor confusión posible al mundo. No se puede ser serio y armar una colección donde convivan Paul Celan y José Emilio Pacheco. Sería un despropósito

 

 

 

Me gustaría concluir con dos preguntas que se hace Roberto Calasso en La marca del editor. La primera: ¿hasta qué extremo se puede llevar el arte de la edición?

 

Si entiendo bien la pregunta, esta tendría dos aristas. Por un lado, la elección del catálogo; por otro, hacer libros físicamente agradables, es decir, cuidados en su ortografía, en su diseño, etc. Dando por supuesto una mayor relevancia a lo primero ⎯si no hay algo que decir para qué hacer⎯, lo segundo tiene su importancia. Sobre todo en un mundo donde lo visual predomina. Los libros atrayentes no tienen que ser necesariamente caros. Editar libros es cuidarlo todo. Esto no siempre es posible, lo seres humanos muchas veces fracasamos, pero hay que poner la mayor atención y dedicación.

 

 

 

¿Cómo suscitar deseo por algo que es un objeto complejo, en buena medida desconocido y en otra gran medida, elusivo?

 

Eso es una estrategia que cada uno tiene que descubrir. Cuando se editan libros uno tiene que entender que se inserta en un proceso, cada libro nuevo es una posibilidad de acercarse a una hipotética perfección, que afortunadamente nunca llega. El libro perfecto todavía no existe.

 

 



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