En Colonia, Alemania, la galería Gmurzynska exhibe la mayor retrospectiva que se haya registrado del artista alemán Kurt Schwitters (Hanóver, 1887-Inglaterra, 1948). Las setenta obras que componen la muestra conviven con el último proyecto de la anglo-iraquí Zaha-Hadid, que murió el pasado 31 de marzo: un homenaje arquitectónico a la famosa Merzbau de Schwitters.
«Merz significó –para Schwitters– la posibilidad de integrar a su actividad artística el resto de las disciplinas que practicaba de manera paralela, que solían convivir en un espacio de connivencia, diálogo y fiesta que fueron por algunos años sus llamadas Merz soirées». La Merzbau, obra que trabajará hasta su muerte, es «un ensamblaje tridimensional, una construcción ambiental o, simplemente, una instalación […] un trabajo en constante proceso de transformación […] un escenario en donde todo lo que en algún momento llamó su atención tenía cabida. Una construcción que contaba con distintos nichos y grutas. Una obra que se transformaba a la par de la vida de su creador». La obra, inconclusa, instalada en Hanóver –inició otra en Noruega– fue destruida durante un bombardeo británico en 1943, escribió Víctor Palacios en La Tempestad 79.
En 2010, Hadid realizó un proyecto similar en la sede de la galería en Zurich, transformándola en un espacio suprematista en honor a Kasimir Malevich, artista que influenció profundamente su obra. Su último proyecto lo dedicó a su segunda influencia, Schwitters.
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