lunes, 31 de agosto de 2020

Diseño y producción local

En medio de la crisis sanitaria global emergen nuevos proyectos de diseño, derivados de la búsqueda de soluciones a los efectos negativos del confinamiento. Km Zero es una colección de mobiliario y objetos creada por siete diseñadores afincados en Madrid y Barcelona. La serie, curada por Sanna Völker, consiste en trabajos conceptualizados durante la cuarentena española y elaborados a menos de un kilómetro de la casa de cada creativo. Völker pidió a los diseñadores que “materializaran sus experiencias e impresiones en una pieza que representara las limitaciones y posibilidades de la situación”. 

Los diseños abordan las consecuencias del distanciamiento social y la importancia de la colaboración en tiempos pandémicos. “Km Zero nace del deseo de documentar un impacto primordial en nuestras vidas y la necesidad de unirnos mientras permanecemos separados”, explica Völker. Los autores de las piezas –Isaac Piñeiro, Júlia Esqué, Marta Ayala Herrera, Omayra Maymó, Paula Clavería, Turbina Studio y la propia curadora– demuestran que las limitantes espaciales no tienen por qué reducir las capacidades creativas. 

Siete piezas creadas desde el confinamiento

La diseñadora industrial Marta Ayala Herrera creó el banco 2/1, dos asientos de madera individuales separados por un reposabrazos que reflejan los carencias e inconvenientes de la sociedad occidental. Aunque los usuarios pueden sentarse de forma independiente, comparten y dependen del mismo soporte. Paula Clavería aprovechó aún más su entorno inmediato: No2 está compuesto por escombros y restos de mampostería que se apilan uno encima del otro para formar un asiento pequeño de tres patas. Völker, por su parte, contribuyó con una tetera alta y cilíndrica llamada Presence, que reflexiona sobre el ritmo de la vida cotidiana a través de la ceremonia del té y el sonido del agua. 

Turbina Studio entiende en Future Archaeology que el futuro sostenible podría encontrarse en el pasado: cuencos y platos elaborados en colaboración con un estudio de cerámica son desprovistos de su funcionalidad. Con una cuerda de esparto hecha por un artesano local, Omayra Maymó enrolla varias piezas geométricas para crear el Taburete 1927, inspirado en una técnica española de casi un siglo de antigüedad. Km Zero también incluye el banco curvo Sabu, en el que Isaac Piñeiro reutiliza una pieza de madera laminada abandonada durante años en su estudio, así como la serie de vasijas Indoor Landscape, creada por Júlia Esqué para inclinarse y permanecer en posición oblicua sin perder el equilibrio.  

Km Zero

Piezas de Sanna Völker, Marta Ayala Herrera, Turbina Studio y Paula Clavería

Repensar la colaboración entre diseñadores

La intención de Km Zero es explorar las oportunidades de producción local en Barcelona y Madrid, las dos ciudades más grandes de España. “Todavía hay muchos artesanos y pequeñas industrias en el país, un patrimonio cultural que es importante preservar. Después de la estricta Fase 0 entramos en la Fase 1, no podíamos exceder el límite de un kilómetro impuesto, pero podíamos recorrer las calles cercanas durante unas horas restringidas cada día. En esta transición, muchos de nosotros sentimos un mayor aprecio por nuestros vecinos y negocios locales, teníamos miedo de perderlos debido a los tiempos difíciles”. 

“Queremos contar esas experiencias vividas durante la cuarentena y reflexionar sobre la situación actual; recopilamos historias de distanciamiento social, salud mental, artesanías tradicionales y contemporáneas, movimientos de diseño transcultural, el uso de retales industriales, el impacto de los seres humanos en la ciudad y cómo la ciudad nos afecta como personas”, agrega Völker. 

La curadora explica que buscaron aprovechar los materiales de su entorno inmediato con originalidad, pero sin perder el sentido de lo local y la tradición. “Los jarrones de Júlia Esqué, hechos con excedentes metálicos, son una perfecta representación del polígono industrial del Poble Nou de Barcelona; el esparto tradicional del taburete de Omayra Maymó expresa el aire de los barrios madrileños; el estudio Turbina y yo nos encontramos en áreas vecinas donde existen muchos talleres pequeños de cerámica; Marta Ayala Herrera, Isaac Piñero y Paula Clavería completaron sus piezas utilizando una combinación de materiales de origen local, colaboraciones con artesanos y su propia contribución”. 

Acceso limitado de materiales y espacio

“Para los diseñadores, la limitación de un kilómetro fue algo que encontraron interesante e inspirador”, admite Völker. “Necesitaban escanear sus barrios a detalle y, por lo tanto, su pieza nacería de descubrimientos personales. Esto naturalmente limitó nuestra gama de opciones y materiales, sin embargo la colección tiene una sensación humilde y natural, que se debe en parte a esos límites, pero también a lo que muchos de nosotros reflexionamos durante este tiempo, porque realmente no se necesita tanto para poder diseñar”. 

“La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre nuestras prioridades personales, nuestro estilo de vida y el tipo de sociedad en la que deseamos vivir. Producir y consumir localmente ha estado en nuestras agendas durante años, pero hasta que no nos vemos obligados a actuar sobre una idea no nos comprometemos completamente con ella. Ahora, y al menos durante algún tiempo más, haremos uso de nuestros recursos y oportunidades locales. Espero que nos demos cuenta de las ventajas de esta oportunidad y continuemos haciéndolo después”.  

Sanna Völker es una diseñadora de objetos y muebles originaria de Suecia. Su obra toma referencias de la arquitectura brutalista, que materializa en piezas de formas puras. En 2018 curó Perception, un proyecto celebrado durante la Barcelona Design Week de ese año que reflexiona sobre la experiencia de visitar exposiciones de diseño y salas de exposición debido a las redes sociales y las compras en línea. La muestra incluyó mobiliario, audio y video de la colaboración entre 16 artistas con sede en Barcelona. 

La exposición Km Zero puede visitarse de forma virtual a través de la cuenta de Instagram del proyecto y el sitio web de la curadora

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Diseño y producción local

En medio de la crisis sanitaria global emergen nuevos proyectos de diseño, derivados de la búsqueda de soluciones a los efectos negativos del confinamiento. Km Zero es una colección de mobiliario y objetos creada por siete diseñadores afincados en Madrid y Barcelona. La serie, curada por Sanna Völker, consiste en trabajos conceptualizados durante la cuarentena española y elaborados a menos de un kilómetro de la casa de cada creativo. Völker pidió a los diseñadores que “materializaran sus experiencias e impresiones en una pieza que representara las limitaciones y posibilidades de la situación”. 

Los diseños abordan las consecuencias del distanciamiento social y la importancia de la colaboración en tiempos pandémicos. “Km Zero nace del deseo de documentar un impacto primordial en nuestras vidas y la necesidad de unirnos mientras permanecemos separados”, explica Völker. Los autores de las piezas –Isaac Piñeiro, Júlia Esqué, Marta Ayala Herrera, Omayra Maymó, Paula Clavería, Turbina Studio y la propia curadora– demuestran que las limitantes espaciales no tienen por qué reducir las capacidades creativas. 

Siete piezas creadas desde el confinamiento

La diseñadora industrial Marta Ayala Herrera creó el banco 2/1, dos asientos de madera individuales separados por un reposabrazos que reflejan los carencias e inconvenientes de la sociedad occidental. Aunque los usuarios pueden sentarse de forma independiente, comparten y dependen del mismo soporte. Paula Clavería aprovechó aún más su entorno inmediato: No2 está compuesto por escombros y restos de mampostería que se apilan uno encima del otro para formar un asiento pequeño de tres patas. Völker, por su parte, contribuyó con una tetera alta y cilíndrica llamada Presence, que reflexiona sobre el ritmo de la vida cotidiana a través de la ceremonia del té y el sonido del agua. 

Turbina Studio entiende en Future Archaeology que el futuro sostenible podría encontrarse en el pasado: cuencos y platos elaborados en colaboración con un estudio de cerámica son desprovistos de su funcionalidad. Con una cuerda de esparto hecha por un artesano local, Omayra Maymó enrolla varias piezas geométricas para crear el Taburete 1927, inspirado en una técnica española de casi un siglo de antigüedad. Km Zero también incluye el banco curvo Sabu, en el que Isaac Piñeiro reutiliza una pieza de madera laminada abandonada durante años en su estudio, así como la serie de vasijas Indoor Landscape, creada por Júlia Esqué para inclinarse y permanecer en posición oblicua sin perder el equilibrio.  

Km Zero

Piezas de Sanna Völker, Marta Ayala Herrera, Turbina Studio y Paula Clavería

Repensar la colaboración entre diseñadores

La intención de Km Zero es explorar las oportunidades de producción local en Barcelona y Madrid, las dos ciudades más grandes de España. “Todavía hay muchos artesanos y pequeñas industrias en el país, un patrimonio cultural que es importante preservar. Después de la estricta Fase 0 entramos en la Fase 1, no podíamos exceder el límite de un kilómetro impuesto, pero podíamos recorrer las calles cercanas durante unas horas restringidas cada día. En esta transición, muchos de nosotros sentimos un mayor aprecio por nuestros vecinos y negocios locales, teníamos miedo de perderlos debido a los tiempos difíciles”. 

“Queremos contar esas experiencias vividas durante la cuarentena y reflexionar sobre la situación actual; recopilamos historias de distanciamiento social, salud mental, artesanías tradicionales y contemporáneas, movimientos de diseño transcultural, el uso de retales industriales, el impacto de los seres humanos en la ciudad y cómo la ciudad nos afecta como personas”, agrega Völker. 

La curadora explica que buscaron aprovechar los materiales de su entorno inmediato con originalidad, pero sin perder el sentido de lo local y la tradición. “Los jarrones de Júlia Esqué, hechos con excedentes metálicos, son una perfecta representación del polígono industrial del Poble Nou de Barcelona; el esparto tradicional del taburete de Omayra Maymó expresa el aire de los barrios madrileños; el estudio Turbina y yo nos encontramos en áreas vecinas donde existen muchos talleres pequeños de cerámica; Marta Ayala Herrera, Isaac Piñero y Paula Clavería completaron sus piezas utilizando una combinación de materiales de origen local, colaboraciones con artesanos y su propia contribución”. 

Acceso limitado de materiales y espacio

“Para los diseñadores, la limitación de un kilómetro fue algo que encontraron interesante e inspirador”, admite Völker. “Necesitaban escanear sus barrios a detalle y, por lo tanto, su pieza nacería de descubrimientos personales. Esto naturalmente limitó nuestra gama de opciones y materiales, sin embargo la colección tiene una sensación humilde y natural, que se debe en parte a esos límites, pero también a lo que muchos de nosotros reflexionamos durante este tiempo, porque realmente no se necesita tanto para poder diseñar”. 

“La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre nuestras prioridades personales, nuestro estilo de vida y el tipo de sociedad en la que deseamos vivir. Producir y consumir localmente ha estado en nuestras agendas durante años, pero hasta que no nos vemos obligados a actuar sobre una idea no nos comprometemos completamente con ella. Ahora, y al menos durante algún tiempo más, haremos uso de nuestros recursos y oportunidades locales. Espero que nos demos cuenta de las ventajas de esta oportunidad y continuemos haciéndolo después”.  

Sanna Völker es una diseñadora de objetos y muebles originaria de Suecia. Su obra toma referencias de la arquitectura brutalista, que materializa en piezas de formas puras. En 2018 curó Perception, un proyecto celebrado durante la Barcelona Design Week de ese año que reflexiona sobre la experiencia de visitar exposiciones de diseño y salas de exposición debido a las redes sociales y las compras en línea. La muestra incluyó mobiliario, audio y video de la colaboración entre 16 artistas con sede en Barcelona. 

La exposición Km Zero puede visitarse de forma virtual a través de la cuenta de Instagram del proyecto y el sitio web de la curadora

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jueves, 27 de agosto de 2020

El premio Booker en cinco libros

Este año el Premio Booker Internacional atrajo una atención inusual en México. ¿La razón? Fernanda Melchor estuvo nominada por la traducción al inglés de su novela Temporada de huracanes. En conjunto con Profética, seleccionamos cinco libros de autores que han recibido este reconocimiento, lo mismo en su versión británica que en la internacional.

Los testamentos, de Margaret Atwood

La secuela del clásico El cuento de la criada recibió el premio ex aequo con Girl, Woman, Other, de Bernardine Evaristo, en 2019. Este regreso a la autocrática Gilead es narrado a través de tres voces, es decir, ya no sólo conocemos la perspectiva de la mítica Offred. Literatura a la vez popular y exigente.

Secretos a voces, de Alice Munro

La maestra del cuento contemporáneo, ganadora del premio internacional en 2009, publicó este libro de relatos en 1994. Con la sutileza habitual de la Nobel, las ocho narraciones transcurren en la localidad canadiense de Carstairs en distintos tiempos, y presentan a mujeres que luchan por hacer oír su voz pese a las circunstancias.

Los errantes, de Olga Tokarczuk

Gracias a este premio, en 2018, el nombre de la escritora polaca comenzó a ser más conocido. Un año después recibió el Nobel. Los errantes (2007) es una de las joyas de la narrativa contemporánea, un libro atravesado por múltiples géneros que de desplaza entre tiempos, lugares y formas de escritura.

Los restos del día, de Kashuo Ishiguro

Como se ve, no son pocos los ganadores del Booker que luego recogen el Nobel. En 1989 fue reconocida una de las novelas más importantes de Ishiguro –adaptada al cine unos años después–, donde su característica mirada del detalle se despliega con maestría. La mejor puerta de entrada a este autor.

El animal moribundo, de Philip Roth

Roth recibió el premio a su trayectoria en 2011. Diez años antes había publicado esta pieza mayor de su obra novelística, poblada de los temas que obsesionaban al escritor estadounidense, entre ellos las relaciones entre profesores y alumnas. Puede leerse por su vibrante actualidad, pero la prosa es un motivo aún mejor.

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El premio Booker en cinco libros

Este año el Premio Booker Internacional atrajo una atención inusual en México. ¿La razón? Fernanda Melchor estuvo nominada por la traducción al inglés de su novela Temporada de huracanes. En conjunto con Profética, seleccionamos cinco libros de autores que han recibido este reconocimiento, lo mismo en su versión británica que en la internacional.

Los testamentos, de Margaret Atwood

La secuela del clásico El cuento de la criada recibió el premio ex aequo con Girl, Woman, Other, de Bernardine Evaristo, en 2019. Este regreso a la autocrática Gilead es narrado a través de tres voces, es decir, ya no sólo conocemos la perspectiva de la mítica Offred. Literatura a la vez popular y exigente.

Secretos a voces, de Alice Munro

La maestra del cuento contemporáneo, ganadora del premio internacional en 2009, publicó este libro de relatos en 1994. Con la sutileza habitual de la Nobel, las ocho narraciones transcurren en la localidad canadiense de Carstairs en distintos tiempos, y presentan a mujeres que luchan por hacer oír su voz pese a las circunstancias.

Los errantes, de Olga Tokarczuk

Gracias a este premio, en 2018, el nombre de la escritora polaca comenzó a ser más conocido. Un año después recibió el Nobel. Los errantes (2007) es una de las joyas de la narrativa contemporánea, un libro atravesado por múltiples géneros que de desplaza entre tiempos, lugares y formas de escritura.

Los restos del día, de Kashuo Ishiguro

Como se ve, no son pocos los ganadores del Booker que luego recogen el Nobel. En 1989 fue reconocida una de las novelas más importantes de Ishiguro –adaptada al cine unos años después–, donde su característica mirada del detalle se despliega con maestría. La mejor puerta de entrada a este autor.

El animal moribundo, de Philip Roth

Roth recibió el premio a su trayectoria en 2011. Diez años antes había publicado esta pieza mayor de su obra novelística, poblada de los temas que obsesionaban al escritor estadounidense, entre ellos las relaciones entre profesores y alumnas. Puede leerse por su vibrante actualidad, pero la prosa es un motivo aún mejor.

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miércoles, 26 de agosto de 2020

Debuts con promesa

Entre la amplia oferta de música anglosajona, nuevos artistas buscan hacerse un espacio en la escena musical. Estos discos debut marcan el inicio de carreras prometedoras que han sorprendido tanto a la crítica como a los oyentes. 

Nubya García, Source

Durante el último lustro Nubya García se ha convertido en una figura clave de la escena del jazz londinense. Con su álbum debut, la saxofonista de 28 años busca su lugar en el mundo a través de nueve composiciones influidas por el afro-soul, el gospel y el caribbean dub. Así, Source navega entre un sonido joven de ánimo progresivo y diversos antecedentes contraculturales, para brindar una nueva perspectiva de la diáspora africana. 

Girl Friday, Androgynous Mary

La banda californiana Girl Friday utiliza bravíos paisajes musicales como base de su tema central: la desilusión en la sociedad normativa. La agrupación busca ampliar la ferocidad sonora de sus dos EPs anteriores –Tiny Hats, de 2017, y Fashion Conman, de 2019. La melancolía contrasta con destellos de entusiasmo, voces suaves y guitarras distorsionadas, que visibilizan a una banda que se abre paso a través de distintos géneros.

Bent Arcana, Bent Arcana

El cerebro de Thee Oh Sees, John Dwyer, sorprende con su nuevo proyecto, Bent Arcana, un supergrupo que abraza las complejidades de Miles Davis o John Coltrane. Su debut homónimo es el resultado de cinco días de improvisación que encontraron un enfoque informal, de ánimo setentero. Los músicos son Ryan Sawyer, Peter Kerlin, Kyp Malone, Brad Caulkins, Tom Dolas, Marcos Rodríguez, Laena “Geronimo” Myers-Ionita, Joce Soubiran y Andres Renteria. 

Maya Hawke, Blush

El álbum debut de Maya Hawke –hija de Ethan Hawke y Uma Thurman– aborda el rubor o la vergüenza desde la perspectiva femenina, pero también expresa una sorprendente madurez emocional que abre paso a la reconciliación individual. Producido por Jesse Harris, el disco cuenta con los arreglos musicales Laurel Canyon, que resultan correctamente discretos para las letras autorreflexivas de la cantante y actriz estadounidense. 

Another Sky, I Slept On The Floor

En el primer trabajo de Another Sky la voz andrógina de la cantante, Catrin Vincent, es la piedra angular por su belleza y fuerza desafiante. Aunque no se abren a ningún terreno nuevo, la banda con sede en Londres encuentra un balance entre lo personal y lo político, en un intento por ser la voz de una generación. En lo musical, encontramos influencias de bandas como Cocteau Twins, U2, Arcade Fire, Mogwai o incluso Radiohead.  

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Debuts con promesa

Entre la amplia oferta de música anglosajona, nuevos artistas buscan hacerse un espacio en la escena musical. Estos discos debut marcan el inicio de carreras prometedoras que han sorprendido tanto a la crítica como a los oyentes. 

Nubya García, Source

Durante el último lustro Nubya García se ha convertido en una figura clave de la escena del jazz londinense. Con su álbum debut, la saxofonista de 28 años busca su lugar en el mundo a través de nueve composiciones influidas por el afro-soul, el gospel y el caribbean dub. Así, Source navega entre un sonido joven de ánimo progresivo y diversos antecedentes contraculturales, para brindar una nueva perspectiva de la diáspora africana. 

Girl Friday, Androgynous Mary

La banda californiana Girl Friday utiliza bravíos paisajes musicales como base de su tema central: la desilusión en la sociedad normativa. La agrupación busca ampliar la ferocidad sonora de sus dos EPs anteriores –Tiny Hats, de 2017, y Fashion Conman, de 2019. La melancolía contrasta con destellos de entusiasmo, voces suaves y guitarras distorsionadas, que visibilizan a una banda que se abre paso a través de distintos géneros.

Bent Arcana, Bent Arcana

El cerebro de Thee Oh Sees, John Dwyer, sorprende con su nuevo proyecto, Bent Arcana, un supergrupo que abraza las complejidades de Miles Davis o John Coltrane. Su debut homónimo es el resultado de cinco días de improvisación que encontraron un enfoque informal, de ánimo setentero. Los músicos son Ryan Sawyer, Peter Kerlin, Kyp Malone, Brad Caulkins, Tom Dolas, Marcos Rodríguez, Laena “Geronimo” Myers-Ionita, Joce Soubiran y Andres Renteria. 

Maya Hawke, Blush

El álbum debut de Maya Hawke –hija de Ethan Hawke y Uma Thurman– aborda el rubor o la vergüenza desde la perspectiva femenina, pero también expresa una sorprendente madurez emocional que abre paso a la reconciliación individual. Producido por Jesse Harris, el disco cuenta con los arreglos musicales Laurel Canyon, que resultan correctamente discretos para las letras autorreflexivas de la cantante y actriz estadounidense. 

Another Sky, I Slept On The Floor

En el primer trabajo de Another Sky la voz andrógina de la cantante, Catrin Vincent, es la piedra angular por su belleza y fuerza desafiante. Aunque no se abren a ningún terreno nuevo, la banda con sede en Londres encuentra un balance entre lo personal y lo político, en un intento por ser la voz de una generación. En lo musical, encontramos influencias de bandas como Cocteau Twins, U2, Arcade Fire, Mogwai o incluso Radiohead.  

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martes, 25 de agosto de 2020

La pandemia en Wuhan, vista por Ai Weiwei

El artista y activista Ai Weiwei estrenó el pasado viernes Coronation, documental que ofrece una mirada reflexiva de la pandemia en Wuhan, donde la vida se paralizó por el primer brote de covid-19 en diciembre del año pasado. Ai dirigió y produjo esta cinta de 113 minutos de forma remota. La grabación fue realizada por ciudadanos de la ciudad china entre enero y abril, y registra la respuesta militarizada y brutalmente eficiente del Estado para controlar el virus. 

El filme muestra cómo los intentos por detener la pandemia exacerbaron el control social, la gestión de crisis a través de la vigilancia y la determinación de gestionar todos los aspectos de la sociedad. Coronation nos lleva al corazón de estos hospitales temporales, mostrando el proceso de diagnóstico y tratamiento”, explica un comunicado en el sitio oficial. “Los pacientes y sus familias fueron entrevistados y expresan sus pensamientos sobre la pandemia, su enojo y su confusión por la insensible restricción de sus libertades por parte del estado”. 

Vidas ordinarias en tiempos extraordinarios

Coronation muestra la vida privada de los ciudadanos chinos durante la contingencia: una pareja que intenta regresar a su hogar se enfrenta a controles policiales y de temperatura aleatorios; un mensajero entrega lo esencial a los residentes que no pueden salir de su comunidad; un médico se pone capas de ropa protectora antes de trabajar en un centro de tratamiento temporal del coronavirus; un trabajador de la construcción se ve obligado a vivir en su automóvil. En otra escena, un hijo afligido navega por la burocracia para recuperar las cenizas de su padre. 

Ai Weiwei visibiliza los cambios de una ciudad afectada por la emergencia sanitaria, pero también muestra el impacto del virus en el espacio individual. Asimismo ilustra el valor de la vida en el entorno político y las dificultades de las personas en la globalización. “Estamos lanzando nuestra película en homenaje a todos los médicos y enfermeras que luchan contra el covid-19”, escribió Ai, de 62 años, en Twitter. “Compartimos nuestras condolencias a las personas que han perdido la vida en esta pandemia”, agregó.

Este trabajo se suma a la serie de documentales con mensaje político que el artista ha realizado desde 2003; uno de los más reconocidos es Human Flow, de 2017, centrado en la crisis de los refugiados en Europa en 2015.

Coronation está disponible a través de Vimeo On Demand. Se renta en seis dólares y puede adquirirse por 18.

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La pandemia en Wuhan, vista por Ai Weiwei

El artista y activista Ai Weiwei estrenó el pasado viernes Coronation, documental que ofrece una mirada reflexiva de la pandemia en Wuhan, donde la vida se paralizó por el primer brote de covid-19 en diciembre del año pasado. Ai dirigió y produjo esta cinta de 113 minutos de forma remota. La grabación fue realizada por ciudadanos de la ciudad china entre enero y abril, y registra la respuesta militarizada y brutalmente eficiente del Estado para controlar el virus. 

El filme muestra cómo los intentos por detener la pandemia exacerbaron el control social, la gestión de crisis a través de la vigilancia y la determinación de gestionar todos los aspectos de la sociedad. Coronation nos lleva al corazón de estos hospitales temporales, mostrando el proceso de diagnóstico y tratamiento”, explica un comunicado en el sitio oficial. “Los pacientes y sus familias fueron entrevistados y expresan sus pensamientos sobre la pandemia, su enojo y su confusión por la insensible restricción de sus libertades por parte del estado”. 

Vidas ordinarias en tiempos extraordinarios

Coronation muestra la vida privada de los ciudadanos chinos durante la contingencia: una pareja que intenta regresar a su hogar se enfrenta a controles policiales y de temperatura aleatorios; un mensajero entrega lo esencial a los residentes que no pueden salir de su comunidad; un médico se pone capas de ropa protectora antes de trabajar en un centro de tratamiento temporal del coronavirus; un trabajador de la construcción se ve obligado a vivir en su automóvil. En otra escena, un hijo afligido navega por la burocracia para recuperar las cenizas de su padre. 

Ai Weiwei visibiliza los cambios de una ciudad afectada por la emergencia sanitaria, pero también muestra el impacto del virus en el espacio individual. Asimismo ilustra el valor de la vida en el entorno político y las dificultades de las personas en la globalización. “Estamos lanzando nuestra película en homenaje a todos los médicos y enfermeras que luchan contra el covid-19”, escribió Ai, de 62 años, en Twitter. “Compartimos nuestras condolencias a las personas que han perdido la vida en esta pandemia”, agregó.

Este trabajo se suma a la serie de documentales con mensaje político que el artista ha realizado desde 2003; uno de los más reconocidos es Human Flow, de 2017, centrado en la crisis de los refugiados en Europa en 2015.

Coronation está disponible a través de Vimeo On Demand. Se renta en seis dólares y puede adquirirse por 18.

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lunes, 24 de agosto de 2020

Líneas sobre ‘Ponette’

Una de las cosas que más detesto del cine es la forma en que trivializa la muerte. Morir, además de nacer, es el único evento realmente trascendental en la vida de todo ser humano. El cine entrena al cerebro para creer lo contrario. En la pantalla un personaje, con el que nos hemos encariñado, muere y el espectador sabe que realmente aquel individuo está vivito y coleando en su yate en Malibú. Es una obviedad incluso ofensiva. Sin embargo, hay seres de filme cuya muerte sí se compara con la de un ser de carne y hueso. Ausencias que dejan un hueco que ninguna otra película llenará. Pienso, qué coincidencia, en dos pianistas: el niño judío de Adiós a los niños (Louis Malle, 1987) y en la Anne de Michael Haneke (Amor, 2012).

Ponette (1996), de Jacques Doillon, empieza así: una niñita tiene el brazo enyesado, le han dejado un agujero para que su pulgar salga. Ella chupa ese dedo y posteriormente nos enteramos que en el accidente que le provocó la lesión murió su mamá. Llora, llora sola en medio de la galaxia. Durante más de hora y media veremos a esta adorable francesita en un mundo en el que su madre ya no existe. Nada más dicho esto y sin miedo a ser apologético: estamos frente a la película más triste de todos los tiempos.

Ponette está perdida. Por un lado están sus ideas infantiles acerca de la muerte, las ideas infantiles de los niños que la rodean acerca de a muerte y las ideas infantiles de los adultos que la rodean acerca de la muerte. El paraíso prometido y la babosada esa de que los muertos están con Dios. Todo esto confunde más a Ponette. Se aleja del mundo. O más bien quiere alejarse. Maltrata a sus adoradas muñecas. El duelo de su padre no aparece a cuadro pero implica dejar a Ponette completamente abandonada. La niña le ruega a una divinidad incongruente y que no acaba de entender que por favor le devuelva a su madre. Para acabarla de chingar, un día después del funeral sueña con ella.

“De día vivo aquí pero de noche estoy con mi madre. Me gusta más la noche”.

La cámara sigue a Ponette en su tragedia, con un intimismo de amigo imaginario. Llora Ponette y se desespera. Su dolor la exime de las travesuras, del hambre, del goce. Se vuelve un suplicio esta película. Cuando Victoire Thivisol interpretó a Ponette tenía cuatro años. Quien esto escribe asegura que la infancia es la más grande e imparable borrachera. Ponette está ebria de muerte, abandono e incomprensión. Los niños se patean en el recreo, las niñas hablan de los niños que les desagradan, los niños que aun no nacen pueden ser atrapados si cierras velozmente la palma de la mano, mamá está enterrada bajo tierra. Ay, dulce Ponette; tu problema no tiene solución. La vida es una fábrica de cadáveres.

¡Entonces acontece la flor de Coleridge! Esta vez en forma de suéter rojo. Hay películas de las que uno sale completamente empapado de sudor. Con Ponette los ojos se anegan de lágrimas.

Una de las cosas que más amo del cine es la forma en que triunfa sobre la muerte.

La entrada Líneas sobre ‘Ponette’ se publicó primero en La Tempestad.



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Líneas sobre ‘Ponette’

Una de las cosas que más detesto del cine es la forma en que trivializa la muerte. Morir, además de nacer, es el único evento realmente trascendental en la vida de todo ser humano. El cine entrena al cerebro para creer lo contrario. En la pantalla un personaje, con el que nos hemos encariñado, muere y el espectador sabe que realmente aquel individuo está vivito y coleando en su yate en Malibú. Es una obviedad incluso ofensiva. Sin embargo, hay seres de filme cuya muerte sí se compara con la de un ser de carne y hueso. Ausencias que dejan un hueco que ninguna otra película llenará. Pienso, qué coincidencia, en dos pianistas: el niño judío de Adiós a los niños (Louis Malle, 1987) y en la Anne de Michael Haneke (Amor, 2012).

Ponette (1996), de Jacques Doillon, empieza así: una niñita tiene el brazo enyesado, le han dejado un agujero para que su pulgar salga. Ella chupa ese dedo y posteriormente nos enteramos que en el accidente que le provocó la lesión murió su mamá. Llora, llora sola en medio de la galaxia. Durante más de hora y media veremos a esta adorable francesita en un mundo en el que su madre ya no existe. Nada más dicho esto y sin miedo a ser apologético: estamos frente a la película más triste de todos los tiempos.

Ponette está perdida. Por un lado están sus ideas infantiles acerca de la muerte, las ideas infantiles de los niños que la rodean acerca de a muerte y las ideas infantiles de los adultos que la rodean acerca de la muerte. El paraíso prometido y la babosada esa de que los muertos están con Dios. Todo esto confunde más a Ponette. Se aleja del mundo. O más bien quiere alejarse. Maltrata a sus adoradas muñecas. El duelo de su padre no aparece a cuadro pero implica dejar a Ponette completamente abandonada. La niña le ruega a una divinidad incongruente y que no acaba de entender que por favor le devuelva a su madre. Para acabarla de chingar, un día después del funeral sueña con ella.

“De día vivo aquí pero de noche estoy con mi madre. Me gusta más la noche”.

La cámara sigue a Ponette en su tragedia, con un intimismo de amigo imaginario. Llora Ponette y se desespera. Su dolor la exime de las travesuras, del hambre, del goce. Se vuelve un suplicio esta película. Cuando Victoire Thivisol interpretó a Ponette tenía cuatro años. Quien esto escribe asegura que la infancia es la más grande e imparable borrachera. Ponette está ebria de muerte, abandono e incomprensión. Los niños se patean en el recreo, las niñas hablan de los niños que les desagradan, los niños que aun no nacen pueden ser atrapados si cierras velozmente la palma de la mano, mamá está enterrada bajo tierra. Ay, dulce Ponette; tu problema no tiene solución. La vida es una fábrica de cadáveres.

¡Entonces acontece la flor de Coleridge! Esta vez en forma de suéter rojo. Hay películas de las que uno sale completamente empapado de sudor. Con Ponette los ojos se anegan de lágrimas.

Una de las cosas que más amo del cine es la forma en que triunfa sobre la muerte.

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Memorial Mundial a la Pandemia

El estudio uruguayo de arquitectura Gómez Platero presentó un diseño para recordar a las víctimas de la pandemia del coronavirus. Se trata del proyecto Memorial Mundial a la Pandemia, que se instalará en la Rambla del Buceo, una zona de Montevideo ubicada frente al Río de Plata. A medio camino entre espacio público y monumento conmemorativo, la propuesta pretende activar los sentidos y crear puentes entre la experiencia del sitio y la memoria individual. 

Tras el visto bueno del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, la firma ha comenzado a tramitar los permisos correspondientes. El memorial tendrá un costo de un millón 300 mil dólares y será financiado por empresas privadas. Se estima que la construcción tomará seis meses. 

“El impacto global de esta pandemia nos ha revelado un nuevo mapa del mundo. Esta nueva realidad ha condicionado nuestros modos de vida, costumbres y la forma en que nos relacionamos. Todas las actividades y disciplinas del conocimiento se están reposicionando para dar respuestas a esta nueva crisis. Desde la arquitectura asumimos el compromiso de pensar y construir una referencia física, testimonio de esta particular coyuntura colectiva”, explica el comunicado de Gómez Platero. 

Diseño a gran escala

En medio del paisaje acuático se extenderá una pasarela peatonal hasta un anillo de 40 metros de diámetro. En el centro habrá un agujero de diez metros de ancho que revelará las rocas del sitio y las variaciones del agua del estuario. La superficie cóncava será construida en concreto, mientras que la parte inferior estará forrada en acero corten para que resista el paso de los años. 

Gómez Platero busca que el monumento, de forma simple y contundente, anime la reflexión sobre el vínculo del hombre y la naturaleza, cuyo dinamismo refuerza la potencia expresiva del espacio. Parte de la estructura se fabricará en el taller de la firma y será trasladada al lugar, en un esfuerzo por minimizar la intervención humana en el entorno natural.  

Memorial Mundial a la Pandemia

Formas simbólicas

El trazo circular alude a los conceptos de unidad y comunidad. “La forma sólo se interrumpe en la grieta que da ingreso al lugar, quiebre y ruptura que nos recuerda un evento singular, un suceso global. El hombre no es el centro, el ojo de este espacio lo ocupa un vacío en donde aflora la naturaleza en estado puro, lo que nos recuerda su omnipresencia y nuestra frágil condición”.

Liderada por Martín Gómez Platero, la firma uruguaya cuenta con más de 100 profesionales que desarrollan proyectos de arquitectura, interiorismo y urbanismo. En su trayectoria han recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales.

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Memorial Mundial a la Pandemia

El estudio uruguayo de arquitectura Gómez Platero presentó un diseño para recordar a las víctimas de la pandemia del coronavirus. Se trata del proyecto Memorial Mundial a la Pandemia, que se instalará en la Rambla del Buceo, una zona de Montevideo ubicada frente al Río de Plata. A medio camino entre espacio público y monumento conmemorativo, la propuesta pretende activar los sentidos y crear puentes entre la experiencia del sitio y la memoria individual. 

Tras el visto bueno del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, la firma ha comenzado a tramitar los permisos correspondientes. El memorial tendrá un costo de un millón 300 mil dólares y será financiado por empresas privadas. Se estima que la construcción tomará seis meses. 

“El impacto global de esta pandemia nos ha revelado un nuevo mapa del mundo. Esta nueva realidad ha condicionado nuestros modos de vida, costumbres y la forma en que nos relacionamos. Todas las actividades y disciplinas del conocimiento se están reposicionando para dar respuestas a esta nueva crisis. Desde la arquitectura asumimos el compromiso de pensar y construir una referencia física, testimonio de esta particular coyuntura colectiva”, explica el comunicado de Gómez Platero. 

Diseño a gran escala

En medio del paisaje acuático se extenderá una pasarela peatonal hasta un anillo de 40 metros de diámetro. En el centro habrá un agujero de diez metros de ancho que revelará las rocas del sitio y las variaciones del agua del estuario. La superficie cóncava será construida en concreto, mientras que la parte inferior estará forrada en acero corten para que resista el paso de los años. 

Gómez Platero busca que el monumento, de forma simple y contundente, anime la reflexión sobre el vínculo del hombre y la naturaleza, cuyo dinamismo refuerza la potencia expresiva del espacio. Parte de la estructura se fabricará en el taller de la firma y será trasladada al lugar, en un esfuerzo por minimizar la intervención humana en el entorno natural.  

Memorial Mundial a la Pandemia

Formas simbólicas

El trazo circular alude a los conceptos de unidad y comunidad. “La forma sólo se interrumpe en la grieta que da ingreso al lugar, quiebre y ruptura que nos recuerda un evento singular, un suceso global. El hombre no es el centro, el ojo de este espacio lo ocupa un vacío en donde aflora la naturaleza en estado puro, lo que nos recuerda su omnipresencia y nuestra frágil condición”.

Liderada por Martín Gómez Platero, la firma uruguaya cuenta con más de 100 profesionales que desarrollan proyectos de arquitectura, interiorismo y urbanismo. En su trayectoria han recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales.

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jueves, 20 de agosto de 2020

Racismo, el verdadero monstruo

Lovecraft Country, la nueva producción de HBO, adaptación de la novela homónima de Matt Ruff, ofrece una mirada crítica del legado del controvertido y original escritor H.P. Lovecraft. La serie, creada por Misha Green y Jordan Peele y producida por J.J. Abrams, utiliza el “horror lovecraftiano” para realizar una poderosa crítica de la historia reciente de los Estados Unidos. 

El relato sigue a Atticus Freeman (Jonathan Majors), un joven veterano de la guerra de Corea, afrodescendiente, que emprende un viaje por carretera cuando se entera de que su padre (Michael Kenneth Williams) ha desaparecido. Junto a su amiga Letitia (Jurnee Smollett-Bell) y su tío George (Courtney B. Vance) se enfrenta a los terroríficos monstruos de los cuentos de Lovecraft, pero también al racismo imperante en los años cincuenta. 

La novela de Ruff, publicada en 2016, conjunta el terror literario de Lovecraft y la situación social de los Estados Unidos durante la era de las leyes de Jim Crow, que impusieron la segregación racial en todas las instalaciones públicas. “La idea era combinar los terrores paranormales con los horrores más mundanos de la vida en los Estados Unidos. En un momento en que la segregación aún era legal, ¿cuál era la mayor amenaza? ¿El monstruo debajo de la cama o el policía blanco que te detiene en alguna carretera?”, se pregunta Ruff en una entrevista para Independent.  

Literatura fantástica y racismo 

La obra de Lovecraft está ligada a imágenes de tentáculos viscosos, monstruos arcaicos y horrores cósmicos. El autor estadounidense murió en la oscuridad en 1937, con 46 años, en bancarrota y con un cáncer terminal. Pero dejó una marca en el género del terror, que sigue vigente. Debajo de esas contribuciones, sin embargo, había un reaccionario: fue editor de The Conservative, periódico casero publicado de 1915 a 1923 donde expresaba sus ideas racistas, elitistas y antisemitas sin ningún escrúpulo.

En 1912 había escrito el brevísimo poema “On the Creation of Niggers” –citado en el primer episodio de la serie–, en el que se refiere a los afroamericanos como “semihumanos” y “bestias”. Lovecraft Country invierte las ideas del escritor, sugiriendo que los blancos son los verdaderos monstruos de la historia: realidad y ficción unidas para ampliar un tema poco explorado por la industria audiovisual.

Los relatos lovecraftianos suelen tener lugar en ciudades ficticias, como Innsmouth, Dunwich o Arkham, donde habitan distintas criaturas mitológicas que aparecen hasta el último párrafo, como un presagio fatal. Tal es el caso del Cthulhu, una entidad cósmica presentada por primera vez en el cuento “La llamada de Cthulhu”.

“El mito de Cthulhu es como una parábola o alegoría del sistema de creencias supremacistas del autor [...] Una forma de leerlo es esta versión ficticia de la fragilidad de la supremacía blanca, los temores del escritor al respecto, y su necesidad de ponerse en guardia contra el mestizaje, la mezcla de razas, la democracia y las ideas liberales según las cuales todas las personas son creadas iguales […] Si el Klan viene por ti vas a estar tan asustado como el Klan tal vez lo esté por la caída de la supremacía blanca. Las historias funcionan en ambos sentidos. No tienes que compartir su sistema de creencias para entender lo que es detenerse en un pueblo de la noche a la mañana y encontrarte de repente como objetivo de una turba de linchamiento. Es algo interesante, explica Ruff a The Seattle Review of Books

Un mensaje necesario

El estreno de Lovecraft Country no puede desligarse del asesinato de George Floyd por un policía blanco de Mineápolis, que ha desatado, en plena pandemia global, una ola de manifestaciones masivas en contra del racismo en distintas ciudades del mundo. Así, los creadores de la serie llevan su mensaje más allá, al incluir  frases de autores afroamericanos como James Baldwin y Ntozake Shange. 

En una sesión de preguntas y respuestas con HBO, Green compartió su reacción inicial a la novela de Ruff. “Me quedé asombrada. Pensé: ‘Quiero explorar estos personajes y sus viajes’”. También comparó Lovecraft Country con su anterior serie, Underground, y explicó cómo ambas aprovechan cuestionamientos similares: “¿Qué estamos dispuestos a hacer por nuestra libertad? ¿Y qué significa realmente la libertad?”. 

Con una hora de duración, los episodios de Lovecraft Country podrán verse cada domingo a través de HBO en punto de las 22:00 horas (tiempo de la Ciudad de México). Por el momento, la serie ya cuenta con elogios de los críticos, que la describen como una de las mejores series del año. 

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A favor de lo bueno, en contra de lo malo

1

Uno creía que el arte, y específicamente la literatura, era el espacio para pensar desde otro lugar. Que la larga tradición de escándalos asociados a las obras innovadoras decía algo sobre la libertad del discurso artístico, cuyas categorías son distintas a las del poder. Pero nos hemos ido convenciendo de otra cosa, y ahora los escritores (o los músicos o los chefs, da igual) son llamados a opinar en las páginas de los diarios. (Especialmente si cuentan con un número razonable de seguidores en redes sociales.) El debate público ha ganado poco; la literatura, nada.

“Quisiera tener una columna en un periódico o blog en una revista y cobrar por decir que estoy a favor de lo bueno y en contra de lo malo”, apuntó alguna vez con ironía Édgar Yepez. La opinión no produce pensamiento, pero forma consensos. (A veces genera tráfico en el sitio.) En su devenir intelectuales, los artistas no han sabido o no han querido entender su práctica como producción de desacuerdo, es decir, como posibilidad de ejercer una retórica distinta a la del Estado. El asunto no es nuevo. Ricardo Piglia señaló en 1987, en una de las entrevistas reunidas en Crítica y ficción: “Los intelectuales hablan como si fueran ministros. Se habla de la realidad con el cuidado y el cálculo y el tipo de compromiso y el estilo involuntariamente paródico que usan los que ejercen directamente el poder […] ¿Por qué voy a tener que pensar yo con las categorías del ministro del Interior?”.

2

Pasemos ahora a la “nueva” televisión. El actor Diego Luna, junto a un equipo de profesionales con buenas intenciones, ha lanzado una serie, Pan y circo. El anfitrión convoca a un grupo de gente a hablar de un tema, mientras los chefs de siempre sirven delicados platillos. Se ha tenido el cuidado de reunir a personas que piensan más o menos lo mismo –incluso funcionarios públicos– a discutir los temas de la agenda, digamos, progresista. Los participantes, faltaba más, están a favor de lo bueno (la legalización de las drogas, la despenalización del aborto, los derechos de los migrantes) y en contra de lo malo (la violencia machista, el calentamiento global, el racismo).

Aclaro, por las dudas, que coincido con esas posiciones. Pero ¿qué sentido tiene leer una columna o ver un programa que valida mis convicciones en lugar de problematizarlas? ¿Y si fueran capaces de sacudir nuestras certidumbres? No se trata de invitar a la cena a un supremacista blanco, sino de sacar la vista del plato y mirar debajo de la mesa. Hace falta una nota discordante, la mueca asqueada de alguno de los comensales. Un sillón menos cómodo, algo que nos descoloque, que haga pensar. Pongámoslo en términos banales, ya que hablamos de televisión: el consenso es aburrido.

3

En un momento en el que incluso los poemas y las novelas tratan los mismos temas que las columnas de opinión –corrupción, violencia, migración, pronto pandemias–, con un lenguaje además no tan distinto, uno termina prefiriendo la sinceridad de los “malos”. Al menos ellos, cuando se sacan la piel de cordero, cuando nos hacen gritarle a la pantalla, nos obligan a revisar nuestras reservas argumentales.

Una secuencia de la quinta temporada de Billions resulta ilustrativa. Dos multimillonarios se sientan a discutir la necesidad de un nuevo capitalismo. Michael Prince, el anfitrión, habla de “devolver” algo a la sociedad gracias a la cual se han enriquecido. De forma no tan sorprendente, pues es un tema central en nuestros días, habla de que ha podido hacer tanto dinero gracias a su privilegio. Pero Bobby Axelrod, que viene de la pobreza, no acepta los términos: “Yo no hago como que soy un tipo normal que tuvo suerte. Soy un monstruo, un jodido monstruo carnívoro. Era el éxito o el olvido para mí”. Un capitalista sin culpa y, sobre todo, sin hipocresía. Es decir, un enemigo respetable. El sistema al desnudo, el lucro como único motor.

A favor de lo bueno, en contra de lo malo: repetirlo nos hace sentir menos culpables, pero también nos adormece. ¿Qué escritor en activo podría armar con sus columnas un volumen como Los libros de la guerra, de Fogwill? Un libro que nos asombre y nos irrite, que nos haga gozar con el texto mientras nos pone contra las cuerdas. “A nosotros, que no somos ni caballeros de la fe ni superhombres”, escribió Roland Barthes, “sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua”. En esta época de juicios morales antes que estéticos, lo que uno espera de un artista no es que cambie de tema, es que cambie la sintaxis.

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Racismo, el verdadero monstruo

Lovecraft Country, la nueva producción de HBO, adaptación de la novela homónima de Matt Ruff, ofrece una mirada crítica del legado del controvertido y original escritor H.P. Lovecraft. La serie, creada por Misha Green y Jordan Peele y producida por J.J. Abrams, utiliza el “horror lovecraftiano” para realizar una poderosa crítica de la historia reciente de los Estados Unidos. 

El relato sigue a Atticus Freeman (Jonathan Majors), un joven veterano de la guerra de Corea, afrodescendiente, que emprende un viaje por carretera cuando se entera de que su padre (Michael Kenneth Williams) ha desaparecido. Junto a su amiga Letitia (Jurnee Smollett-Bell) y su tío George (Courtney B. Vance) se enfrenta a los terroríficos monstruos de los cuentos de Lovecraft, pero también al racismo imperante en los años cincuenta. 

La novela de Ruff, publicada en 2016, conjunta el terror literario de Lovecraft y la situación social de los Estados Unidos durante la era de las leyes de Jim Crow, que impusieron la segregación racial en todas las instalaciones públicas. “La idea era combinar los terrores paranormales con los horrores más mundanos de la vida en los Estados Unidos. En un momento en que la segregación aún era legal, ¿cuál era la mayor amenaza? ¿El monstruo debajo de la cama o el policía blanco que te detiene en alguna carretera?”, se pregunta Ruff en una entrevista para Independent.  

Literatura fantástica y racismo 

La obra de Lovecraft está ligada a imágenes de tentáculos viscosos, monstruos arcaicos y horrores cósmicos. El autor estadounidense murió en la oscuridad en 1937, con 46 años, en bancarrota y con un cáncer terminal. Pero dejó una marca en el género del terror, que sigue vigente. Debajo de esas contribuciones, sin embargo, había un xenófobo: fue editor de The Conservative, periódico casero publicado de 1915 a 1923 donde expresaba sus ideas racistas, elitistas y antisemitas sin ningún escrúpulo.

En 1912 había escrito el brevísimo poema “On the Creation of Niggers” –citado en el primer episodio de la serie–, en el que se refiere a los afroamericanos como “semihumanos” y “bestias”. Lovecraft Country invierte las ideas del escritor, sugiriendo que los blancos son los verdaderos monstruos de la historia: realidad y ficción unidas para ampliar un tema poco explorado por la industria audiovisual.

Los relatos lovecraftianos suelen tener lugar en ciudades ficticias, como Innsmouth, Dunwich o Arkham, donde habitan distintas criaturas mitológicas que aparecen hasta el último párrafo, como un presagio fatal. Tal es el caso del Cthulhu, una entidad cósmica presentada por primera vez en el cuento “La llamada de Cthulhu”.

“El mito de Cthulhu es como una parábola o alegoría del sistema de creencias supremacistas del autor [...] Una forma de leerlo es esta versión ficticia de la fragilidad de la supremacía blanca, los temores del escritor al respecto, y su necesidad de ponerse en guardia contra el mestizaje, la mezcla de razas, la democracia y las ideas liberales según las cuales todas las personas son creadas iguales […] Si el Klan viene por ti vas a estar tan asustado como el Klan tal vez lo esté por la caída de la supremacía blanca. Las historias funcionan en ambos sentidos. No tienes que compartir su sistema de creencias para entender lo que es detenerse en un pueblo de la noche a la mañana y encontrarte de repente como objetivo de una turba de linchamiento. Es algo interesante, explica Ruff a The Seattle Review of Books

Un mensaje necesario

El estreno de Lovecraft Country no puede desligarse del asesinato de George Floyd por un policía blanco de Mineápolis, que ha desatado, en plena pandemia global, una ola de manifestaciones masivas en contra del racismo en distintas ciudades del mundo. Así, los creadores de la serie llevan su mensaje más allá, al incluir  frases de autores afroamericanos como James Baldwin y Ntozake Shange. 

En una sesión de preguntas y respuestas con HBO, Green compartió su reacción inicial a la novela de Ruff. “Me quedé asombrada. Pensé: ‘Quiero explorar estos personajes y sus viajes’”. También comparó Lovecraft Country con su anterior serie, Underground, y explicó cómo ambas aprovechan cuestionamientos similares: “¿Qué estamos dispuestos a hacer por nuestra libertad? ¿Y qué significa realmente la libertad?”. 

Con una hora de duración, los episodios de Lovecraft Country podrán verse cada domingo a través de HBO en punto de las 22:00 horas (tiempo de la Ciudad de México). Por el momento, la serie ya cuenta con elogios de los críticos, que la describen como una de las mejores series del año. 

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A favor de lo bueno, en contra de lo malo

1

Uno creía que el arte, y específicamente la literatura, era el espacio para pensar desde otro lugar. Que la larga tradición de escándalos asociados a las obras innovadoras decía algo sobre la libertad del discurso artístico, cuyas categorías son distintas a las del poder. Pero nos hemos ido convenciendo de otra cosa, y ahora los escritores (o los músicos o los chefs, da igual) son llamados a opinar en las páginas de los diarios. (Especialmente si cuentan con un número razonable de seguidores en redes sociales.) El debate público ha ganado poco; la literatura, nada.

“Quisiera tener una columna en un periódico o blog en una revista y cobrar por decir que estoy a favor de lo bueno y en contra de lo malo”, apuntó alguna vez con ironía Édgar Yepez. La opinión no produce pensamiento, pero forma consensos. (A veces genera tráfico en el sitio.) En su devenir intelectuales, los artistas no han sabido o no han querido entender su práctica como producción de desacuerdo, es decir, como posibilidad de ejercer una retórica distinta a la del Estado. El asunto no es nuevo. Ricardo Piglia señaló en 1987, en una de las entrevistas reunidas en Crítica y ficción: “Los intelectuales hablan como si fueran ministros. Se habla de la realidad con el cuidado y el cálculo y el tipo de compromiso y el estilo involuntariamente paródico que usan los que ejercen directamente el poder […] ¿Por qué voy a tener que pensar yo con las categorías del ministro del Interior?”.

2

Pasemos ahora a la “nueva” televisión. El actor Diego Luna, junto a un equipo de profesionales con buenas intenciones, ha lanzado una serie, Pan y circo. El anfitrión convoca a un grupo de gente a hablar de un tema, mientras los chefs de siempre sirven delicados platillos. Se ha tenido el cuidado de reunir a personas que piensan más o menos lo mismo –incluso funcionarios públicos– a discutir los temas de la agenda, digamos, progresista. Los participantes, faltaba más, están a favor de lo bueno (la legalización de las drogas, la despenalización del aborto, los derechos de los migrantes) y en contra de lo malo (la violencia machista, el calentamiento global, el racismo).

Aclaro, por las dudas, que coincido con esas posiciones. Pero ¿qué sentido tiene leer una columna o ver un programa que valida mis convicciones en lugar de problematizarlas? ¿Y si fueran capaces de sacudir nuestras certidumbres? No se trata de invitar a la cena a un supremacista blanco, sino de sacar la vista del plato y mirar debajo de la mesa. Hace falta una nota discordante, la mueca asqueada de alguno de los comensales. Un sillón menos cómodo, algo que nos descoloque, que haga pensar. Pongámoslo en términos banales, ya que hablamos de televisión: el consenso es aburrido.

3

En un momento en el que incluso los poemas y las novelas tratan los mismos temas que las columnas de opinión –corrupción, violencia, migración, pronto pandemias–, con un lenguaje además no tan distinto, uno termina prefiriendo la sinceridad de los “malos”. Al menos ellos, cuando se sacan la piel de cordero, cuando nos hacen gritarle a la pantalla, nos obligan a revisar nuestras reservas argumentales.

Una secuencia de la quinta temporada de Billions resulta ilustrativa. Dos multimillonarios se sientan a discutir la necesidad de un nuevo capitalismo. Michael Prince, el anfitrión, habla de “devolver” algo a la sociedad gracias a la cual se han enriquecido. De forma no tan sorprendente, pues es un tema central en nuestros días, habla de que ha podido hacer tanto dinero gracias a su privilegio. Pero Bobby Axelrod, que viene de la pobreza, no acepta los términos: “Yo no hago como que soy un tipo normal que tuvo suerte. Soy un monstruo, un jodido monstruo carnívoro. Era el éxito o el olvido para mí”. Un capitalista sin culpa y, sobre todo, sin hipocresía. Es decir, un enemigo respetable. El sistema al desnudo, el lucro como único motor.

A favor de lo bueno, en contra de lo malo: repetirlo nos hace sentir menos culpables, pero también nos adormece. ¿Qué escritor en activo podría armar con sus columnas un volumen como Los libros de la guerra, de Fogwill? Un libro que nos asombre y nos irrite, que nos haga gozar con el texto mientras nos pone contra las cuerdas. “A nosotros, que no somos ni caballeros de la fe ni superhombres”, escribió Roland Barthes, “sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua”. En esta época de juicios morales antes que estéticos, lo que uno espera de un artista no es que cambie de tema, es que cambie la sintaxis.

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lunes, 17 de agosto de 2020

Museos ¡por fin!

Después de más de cuatro meses de permanecer cerrados, en la Ciudad de México, una de las urbes con más museos del mundo, los recintos culturales empezaron a reabrir sus puertas con un aforo limitado al 30 por ciento y estrictas medidas sanitarias.  

Este martes 18 de agosto abrirá el Museo Jumex; el miércoles 19 lo harán tres museos pertenecientes al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), que ha anunciado la reapertura escalonada de sus recintos. Se sabe que los pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como el Museo Universitario del Chopo y el Museo Universitario Arte Contemporáneo, lo harán cuando el semáforo de la Ciudad pase a color amarillo.

A continuación, un recuento de los recintos culturales que esta semana quedarán habilitados, así como las exposiciones que podrán visitarse. En todos los museos el uso de cubrebocas y gel antibacterial será obligatorio. Se han retirado los folletos y el material informativo en papel, facilitando el acceso en línea mediante códigos QR ubicados en las salas.

Museo Jumex 

La muestra Topología salvaje reúne obras de la Colección Jumex de artistas como Francis Alÿs, Matthew Barney o Irene Kopelman, que entrelazan paisajes físicos, psicológicos e históricos en forma y en contenido. Cómo hacer que una pintura se comporte como un paisaje presenta a dos artistas radicados en la Ciudad de México, Wendy Cabrera Rubio y Charlie Godet Thomas, cuyo trabajo se basa en el lenguaje de las historietas y los dibujos animados. La programación se completa con Diseño y pensamiento, una exposición que cuestiona las propuestas y conceptos sobre el diseño extraídos de los textos críticos de Clara Porset

El museo prepara dos exhibiciones para fechas próximas: Al filo de la navaja, que explora temas urgentes de la vida contemporánea a través de la obra de artistas representados en la Colección Jumex, y Gonzalo Lebrija: Breve historia del tiempo, una escultura pública monumental que intenta desafiar la gravedad y perpetuar el sentimiento de suspensión del tiempo. La entrada al recinto es gratuita. El horario es de martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas.

Museo Tamayo Arte Contemporáneo

Reanudará el programa de exposiciones que interrumpió por el confinamiento. En apariencia otro México. Bocetos para murales es un recorrido por los esbozos que Rufino Tamayo realizó a lo largo de su trayectoria como muralista. Además, la muestra incluye once óleos del artista que ahora se despliegan en un espacio dedicado a su trabajo.

Las exposiciones temporales se completan con All and Everything, del artista portugués Alexandre Estrela, una instalación que utiliza el cine y el video como soportes principales para explorar los límites físicos y conceptuales de la imagen, y English for Foreigners, de Stephen Prina, que cuenta una historia familiar marcada por el fascismo, el trabajo y la migración. 

Martes a domingo de 11:00 a 17:00 horas, con un tiempo máximo de visita de dos horas de lunes a viernes, y hora y media de sábado a domingo. El aforo máximo del museo será de 148 personas. 

Museo de Arte Moderno

Se podrá visitar la exposición Manifiestos del arte mexicano 1921-1958, interrumpida debido al confinamiento, que revisa distintos momentos de la plástica en México. También se inaugurará la exposición Juan Soriano. Un océano de poesía, homenaje por el centenario del artista. Se reanudarán las actividades virtuales, que incluyen una charla en torno a la obra del jalisciense el 18 de agosto a las 18:00 horas. 

Martes a domingo, de 10:15 a 17:30 horas, con 6 grupos de 28 personas cada hora. Las visitas de grupo deberán ser de máximo cuatro personas. 

Sala de Arte Público Siqueiros

En la Sala de Arte Público Siqueiros se puede visitar, además de los murales de David Alfaro Siqueiros, la exposición colectiva Murales para un cubo blanco, donde participan Ana Bidart con el estudio Primal, Antonio Bravo, Iván Krassoievitch y Lucía Vidales con obras pictóricas, escultóricas, espaciales y de instalación. Esta exposición toma como punto de partida la oposición entre el cubo blanco y la última etapa del muralismo adscrita a los preceptos de la integración plástica

Miércoles a domingo, de 11:00 a 15:00 horas. El aforo permitido es de 24 personas simultáneamente, las cuales estarán distribuidas en diferentes zonas del edificio en un recorrido de 60 minutos de duración.  

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Museos ¡por fin!

Después de más de cuatro meses de permanecer cerrados, en la Ciudad de México, una de las urbes con más museos del mundo, los recintos culturales empezaron a reabrir sus puertas con un aforo limitado al 30 por ciento y estrictas medidas sanitarias.  

Este martes 18 de agosto abrirá el Museo Jumex; el miércoles 19 lo harán tres museos pertenecientes al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), que ha anunciado la reapertura escalonada de sus recintos. Se sabe que los pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como el Museo Universitario del Chopo y el Museo Universitario Arte Contemporáneo, lo harán cuando el semáforo de la Ciudad pase a color amarillo.

A continuación, un recuento de los recintos culturales que esta semana quedarán habilitados, así como las exposiciones que podrán visitarse. En todos los museos el uso de cubrebocas y gel antibacterial será obligatorio. Se han retirado los folletos y el material informativo en papel, facilitando el acceso en línea mediante códigos QR ubicados en las salas.

Museo Jumex 

La muestra Topología salvaje reúne obras de la Colección Jumex de artistas como Francis Alÿs, Matthew Barney o Irene Kopelman, que entrelazan paisajes físicos, psicológicos e históricos en forma y en contenido. Cómo hacer que una pintura se comporte como un paisaje presenta a dos artistas radicados en la Ciudad de México, Wendy Cabrera Rubio y Charlie Godet Thomas, cuyo trabajo se basa en el lenguaje de las historietas y los dibujos animados. La programación se completa con Diseño y pensamiento, una exposición que cuestiona las propuestas y conceptos sobre el diseño extraídos de los textos críticos de Clara Porset

El museo prepara dos exhibiciones para fechas próximas: Al filo de la navaja, que explora temas urgentes de la vida contemporánea a través de la obra de artistas representados en la Colección Jumex, y Gonzalo Lebrija: Breve historia del tiempo, una escultura pública monumental que intenta desafiar la gravedad y perpetuar el sentimiento de suspensión del tiempo. La entrada al recinto es gratuita. El horario es de martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas.

Museo Tamayo Arte Contemporáneo

Reanudará el programa de exposiciones que interrumpió por el confinamiento. En apariencia otro México. Bocetos para murales es un recorrido por los esbozos que Rufino Tamayo realizó a lo largo de su trayectoria como muralista. Además, la muestra incluye once óleos del artista que ahora se despliegan en un espacio dedicado a su trabajo.

Las exposiciones temporales se completan con All and Everything, del artista portugués Alexandre Estrela, una instalación que utiliza el cine y el video como soportes principales para explorar los límites físicos y conceptuales de la imagen, y English for Foreigners, de Stephen Prina, que cuenta una historia familiar marcada por el fascismo, el trabajo y la migración. 

Martes a domingo de 11:00 a 17:00 horas, con un tiempo máximo de visita de dos horas de lunes a viernes, y hora y media de sábado a domingo. El aforo máximo del museo será de 148 personas. 

Museo de Arte Moderno

Se podrá visitar la exposición Manifiestos del arte mexicano 1921-1958, interrumpida debido al confinamiento, que revisa distintos momentos de la plástica en México. También se inaugurará la exposición Juan Soriano. Un océano de poesía, homenaje por el centenario del artista. Se reanudarán las actividades virtuales, que incluyen una charla en torno a la obra del jalisciense el 18 de agosto a las 18:00 horas. 

Martes a domingo, de 10:15 a 17:30 horas, con 6 grupos de 28 personas cada hora. Las visitas de grupo deberán ser de máximo cuatro personas. 

Sala de Arte Público Siqueiros

En la Sala de Arte Público Siqueiros se puede visitar, además de los murales de David Alfaro Siqueiros, la exposición colectiva Murales para un cubo blanco, donde participan Ana Bidart con el estudio Primal, Antonio Bravo, Iván Krassoievitch y Lucía Vidales con obras pictóricas, escultóricas, espaciales y de instalación. Esta exposición toma como punto de partida la oposición entre el cubo blanco y la última etapa del muralismo adscrita a los preceptos de la integración plástica

Miércoles a domingo, de 11:00 a 15:00 horas. El aforo permitido es de 24 personas simultáneamente, las cuales estarán distribuidas en diferentes zonas del edificio en un recorrido de 60 minutos de duración.  

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