viernes, 29 de noviembre de 2019

Agenda de fin de semana

Película

Historia de un matrimonio (2019), de Noah Baumbach

Nicole es una actriz que dejó una prometedora carrera en el cine comercial para trabajar en la compañía teatral de su marido Charlie, un director en pleno auge y del que ahora se está divorciando. Con un hijo en común, la pareja recurre a los tribunales para zanjar una vida en común llena de heridas abiertas. Apoyado en las actuaciones de Scarlett Johansson y Adam Driver, el director Noah Baumbach confecciona una intensa y conmovedora pieza inspirada en sus propias vivencias. La película se puede ver en Netflix y salas de arte.

Exposición

Elements of Vogue

Esta muestra se adentra en la historia política del cuerpo para rastrear los debates, los conflictos y las guerras culturales que dieron nacimiento a la danza vogue; investiga también cómo las minorías utilizan sus cuerpos para crear formas disidentes de belleza, subjetividad y deseo, presentadas como un caso de estudio para entender la emergencia de la pose como forma de resistencia y su capacidad para articular nuevas formaciones sociales. 

Museo Universitario del Chopo

Miércoles a domingo, de 11:30 AM a 7 PM

Obra escénica

A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre

Dirigida por Enrique Singer, la obra es una versión de la obra del filósofo y dramaturgo francés que trata del infierno que viven tres personajes en un cuarto, que se dan cuenta que no pueden vivir aislados. 

Teatro Independencia 

Viernes, 7 y 9 PM; sábado, 6 y 8 PM; domingos 5:30 y 7:30 PM

$550, $450 y $350


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Vuelve Connecting the Dots

Primera edición de la Feria de Arte Individual

Premio anual de escultura para Damián Ortega



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Nicole es una actriz que dejó una prometedora carrera en el cine comercial para trabajar en la compañía teatral de su marido Charlie, un director en pleno auge y del que ahora se está divorciando. Con un hijo en común, la pareja recurre a los tribunales para zanjar una vida en común llena de heridas abiertas. Apoyado en las actuaciones de Scarlett Johansson y Adam Driver, el director Noah Baumbach confecciona una intensa y conmovedora pieza inspirada en sus propias vivencias. La película se puede ver en Netflix y salas de arte.

Exposición

Elements of Vogue

Esta muestra se adentra en la historia política del cuerpo para rastrear los debates, los conflictos y las guerras culturales que dieron nacimiento a la danza vogue; investiga también cómo las minorías utilizan sus cuerpos para crear formas disidentes de belleza, subjetividad y deseo, presentadas como un caso de estudio para entender la emergencia de la pose como forma de resistencia y su capacidad para articular nuevas formaciones sociales. 

Museo Universitario del Chopo

Miércoles a domingo, de 11:30 AM a 7 PM

Obra escénica

A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre

Dirigida por Enrique Singer, la obra es una versión de la obra del filósofo y dramaturgo francés que trata del infierno que viven tres personajes en un cuarto, que se dan cuenta que no pueden vivir aislados. 

Teatro Independencia 

Viernes, 7 y 9 PM; sábado, 6 y 8 PM; domingos 5:30 y 7:30 PM

$550, $450 y $350


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jueves, 28 de noviembre de 2019

No te debemos nada

Fundada en Chicago en 1994 por Daniel Sinker, Punk Planet Magazine abrió un abanico de posibilidades en el que convivieron la música, la política, la estética y el pensamiento crítico; su propuesta fue abrir el juego del punk como concepto y expresión, dejando de lado el elitismo de otras publicaciones de la época como Maximum Rocknroll. Tras 80 ediciones, la publicación dejó de existir en 2007. Publicado por Walden Editora, casa editorial con base en Argentina, el libro No te debemos nada: Entrevistas escogidas de Punk Planet Magazine recupera algunas de las entrevistas más lúcidas y definitorias del proyecto, que tocan temas tan variados como la autogestión, el ecologismo, el feminismo, el antibelicismo, la identidad latina, la homosexualidad y diversas corrientes musicales que se distancian del rock como fenómeno cultural.

Por las páginas del libro desfilan testimonios de bandas como Sonic Youth, Fugazi, Bikini Kill, Hüsker Dü y Dead Kennedys, así como también de cineastas (Miranda July y Jem Cohen), diseñadores gráficos (Frank Kozik), directores de discográficas independientes (Mordam Records y G7 Welcome Comitee Records), activistas políticos (Noam Chomsky) y miembros de colectivos sociales (Fondo de Acceso al Aborto de Ohio Central, Ruckus Society─ONG de acción directa, Voices in the Wilderness─ONG de ayuda humanitaria en Irak y Punkvoter).

El 3 de diciembre se presentará No te debemos nada: Entrevistas escogidas de Punk Planet Magazine en el espacio Palíndromo de la ciudad de Guadalajara (Calle Juan Ruiz de Alarcón 233, col. Americana) a las 9:30 PM.

Aquí, la introducción del libro, cortesía de Walden Editora.

Llevo seis años y medio trabajando en la revista Punk Planet y ni una sola vez, ni por un segundo, tuve la sensación de saber lo que estaba haciendo. Y ahora, de pronto, estoy trabajando en un libro. Fui a la escuela de artes, por el amor de Dios… no es exactamente el pedigrí de un buen periodista –ni siquiera de uno malísimo–. Pero ese es el asunto, ¿no es cierto? No soy un periodista, nunca lo fui y probablemente nunca lo sea. Y le doy gracias a Dios por eso. Pude llevar a cabo más de cuarenta ediciones de Punk Planet no por haber pasado años en una escuela de periodismo, sino porque creí en un sueño llamado punk rock. El punk decía que cualquiera podía participar; de hecho, cualquiera debería participar.

Fue ese espíritu lo que me llevó a comenzar Punk Planet a inicios de la primavera de 1994. La idea de hacer una revista fue el resultado de una frustración creciente con el statu quo del punk. Un grupo de personas –yo incluido– de un foro online habían pasado semanas enteras quejándose de la falta de un fanzine punk de distribución nacional que les prestara atención a las cosas emocionantes que estaban sucediendo en ese momento. Yo quería cambiar eso.

Mil novecientos noventa y cuatro fue un momento interesante en el punk. Por primera vez en más de una década, los medios mainstream le prestaban una especial atención al underground, gracias a la fama de Nirvana y al frenesí de contratos que le siguió. Green Day estaba preparado para despegar hacia el estrellato, y había decenas de nuevas bandas punk con contratos listas para seguirlos hacia la gloria (el hecho de que ninguna de ellas lo haya logrado es una historia que queda para otro día). El principal zine punk nacional de aquel entonces, la venerada Maximum Rocknroll, adoptó una postura reaccionaria a esta nueva exposición, y comenzó a ejercer un firme control sobre qué bandas cubría y qué música reseñaba. Muchas bandas, incluidas algunas de amigos míos, se encontraron desplazadas de las páginas de la Maximum por ser consideradas “poco punk”. De pronto, no tenían un espacio en el que dar a conocer su música. En una escena que dependía de la prensa independiente para vender discos, promocionar giras y llegar a las disquerías, ser desestimado por Maximum era algo que muchos percibían como un golpe mortal.

Al mismo tiempo, había un puñado de movimientos floreciendo muy por debajo del radar mainstream que tampoco estaban apareciendo en el de Maximum: principalmente, el movimiento riot girl y el incipiente sonido conocido como “emo”. Por alguna razón, dos de las cosas más emocionantes que le sucedieron al underground de los noventa no estaban teniendo la exposición que necesitaban dentro de la escena para pegar el salto más allá de sus mundos insulares.

Fue con eso incendiándome la cabeza que se me ocurrió un plan. Sin pensar demasiado en los detalles, escribí un mensaje en el foro. El plan era, simplemente, “¿Por qué no hacemos esto nosotros?”.

Todos los entrevistados de este libro se hicieron su propia versión de esa pregunta infinidad de veces, y la respondieron la misma cantidad. Porque si hervís el punk para quitarle toda la tintura de cabello, los acordes de quintas, las máquinas de escribir, los vinilos de colores, las camperas de cuero, los pomos de pegamento, los afiches de conciertos, las botas, esa pregunta es lo que queda en el fondo de la olla. El punk siempre se trató de preguntarse “¿Por qué?”, y luego hacer algo al respecto.

Se trata de tomar una guitarra y preguntarse “¿Por qué no puedo tocar esto?”. Se trata de tomar una máquina de escribir y preguntarse “¿Por qué mis opiniones no cuentan?”. Se trata de mirar el mundo a tu alrededor y preguntar “¿Por qué las cosas están tan jodidas?”.

Y, después, se trata de mirar hacia uno mismo y preguntarse “¿Por qué no estoy haciendo nada al respecto?”.

Las respuestas a esas preguntas crearon una cultura entera, construida desde las bases por punks. De la nada, las bandas han construido extensas redes que les permiten viajar de ciudad en ciudad –incluso de país en país– tocando en clubs underground como el espacio comunitario Gilman Street, en Berkeley, California, o el Fireside Bowl, la meca punk de Chicago. Cientos, si no miles de chicos manejan sellos discográficos desde sus habitaciones y livings; algunos crecen lo suficiente como para mudarse de sus casas a oficinas. Estos discos se distribuyen mediante distribuidoras punk y se venden, la mayoría de las veces, en tiendas manejadas por punks. Muchos autores punk –algunos en la escuela media, algunos en la universidad, y varios que la dejaron por completo– han publicado sus pensamientos, sus miedos, sus esperanzas en cientos de miles de fanzines impresos con fotocopiadoras o inmensas máquinas de offset. Muchos activistas punk –a menudo, la misma gente que hace discos, fanzines y ese tipo de cosas– formaron movimientos dentro de la escena que resuenan con fuerza en todo el mundo. Y eso es solo el inicio.

En el año 2001, si hay un puesto en el “mundo real”, hay un equivalente punk. ¿Diseñador gráfico? Probablemente haya cinco solamente en tu ciudad. ¿Cineasta? ¿Querés 35 mm, 16 mm, video o Super-8? ¿Relaciones públicas? ¿En qué costa estás? La lista sigue.

El punk ha tejido una enmarañada red a lo largo de los últimos veinte o veinticinco años. Lo que alguna vez fue una gran hazaña, como el hecho de que una banda atraviese el país dando concierto, ahora es una constante. Muchas cosas han cambiado en las dos décadas que de existencia que lleva el punk: la música, la actitud, la moda. Pero hay una que no cambió: la motivación.

Hoy en día, la gente suele referirse a la motivación detrás del punk como “DIY”. Eso quiere decir “Do It Yourself” [hazlo tú mismo]. Se da por hecho en el punk rock, pero son los cimientos sobre los cuales se construyó toda esta cultura. Los escritores punk no se quedan sentados en sus casas esperando que sus textos se publiquen, los publican ellos mimos; los seguidores no esperan que alguien edite un disco de su banda favorita, lo editan ellos mismos; no estamos esperando que abra un club que organice fechas para menores de veintiún años, los abrimos nosotros mismos. El punk nunca esperó la aprobación de nadie para hacer las cosas por su cuenta. El “hazlo tú mismo” es la respuesta al “¿Por qué?”.

Durante los últimos seis años y medio, todos en Punk Planet les preguntamos “¿Por qué?” a cerca de trescientas personas –gente que trabaja dentro de la escena punk y gente cuya ética, cuyas acciones y cuyos ideales ayudaron a darle forma–. Siempre sentimos –incluso al principio, cuando realmente no sabíamos lo que estábamos haciendo– que hablar con las personas que ayudaban a mejorar nuestra cultura era importante.

Siempre publicamos nuestras entrevistas en el formato de pregunta y respuesta porque yo siento que es una aproximación mucho más honesta a las entrevistas. Por lo general, el formato de entrevista desglosada elegido por las revistas de rock masivas te hace saber más sobre quien la escribe que sobre la persona acerca de la que se escribe. Además, nunca tuve la necesidad de editorializar explícitamente, porque, a diferencia de las respuestas que vomitan las bocas de las bandas de rock corporativo, las palabras que transcribimos fueron fascinantes.

Al mismo tiempo, intentamos ahondar más profundo que otros zines, huyendo de las preguntas estándar de entrevistas más clásicas, como “¿Quiénes son y qué música tocan?” o “¿Tienen alguna anécdota interesante de la última gira?”. En cambio, abordamos las entrevistas más como una conversación que como un interrogatorio. En la mayoría de los casos, ese abordaje valió la pena. Ahora mismo tenés la prueba en tus manos.

Lo único que lamento con este libro es no haber podido publicar todas las entrevistas que hicimos a lo largo de los años. Hubiera sido una gran representación, no solo de la revista, sino del punk en sí. Desafortunadamente, para hacer eso tendríamos que haber hecho un libro veinte veces más grande. En cambio, filtramos trescientas entrevistas para llegar a las treinta más esenciales. Estas entrevistas están entre las mejores de las mejores de las mejores. Las pulimos y actualizamos las introducciones. Tomó mucho trabajo, pero creo que creamos la mejor ventana a Punk Planet que podíamos crear en casi cuatrocientas páginas.

Pero también son una ventana a un mundo mucho más grande y mucho más importante que el de una revista. Ofrece una mirada única a lo que creemos que es el corazón del punk. Las treinta personas y bandas escogidas acá han cumplido papeles importantes en la construcción de nuestra cultura. Algunas se hicieron ricas en el proceso, algunas, un poco más famosas, mientras que la mayoría siguen pobres y desconocidas. Sin embargo, todas cumplieron papeles cruciales en la creación de una de las culturas más dinámicas y más importantes del último cuarto de siglo.

Estas entrevistas también cubren gran parte de los temas que los punks afrontaron durante las últimas décadas. Desde debates de género hasta temas de política internacional; desde técnicas de grabación hasta la inclusión (y la exclusión) de la mujer y las minorías en la escena punk, las treinta personas entrevistadas en este libro dan su opinión sobre un gran abanico de asuntos. Lo importante de estas discusiones es que hay pocos puntos de vista que se toman como sagrados. Muchos de los entrevistados de este libro están en desacuerdo entre sí –algunos incluso se han alejado del punk–, pero dejar afuera las diferencias de opinión sería pintar un cuadro incompleto.

Por último, y quizás lo más importante, estas entrevistas te presentan a treinta de las personas más creativas, trabajadoras y fascinantes que emergieron del underground. Sus historias, en definitiva, son la nuestra –historias de personas que constantemente se preguntaron “¿Por qué?”, que nunca aceptaron el statu quo y siempre vivieron su propia vida–. Sus historias, en conjunto, son la historia del punk.

Disfruten.

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No te debemos nada

Fundada en Chicago en 1994 por Daniel Sinker, Punk Planet Magazine abrió un abanico de posibilidades en el que convivieron la música, la política, la estética y el pensamiento crítico; su propuesta fue abrir el juego del punk como concepto y expresión, dejando de lado el elitismo de otras publicaciones de la época como Maximum Rocknroll. Tras 80 ediciones, la publicación dejó de existir en 2007. Publicado por Walden Editora, casa editorial con base en Argentina, el libro No te debemos nada: Entrevistas escogidas de Punk Planet Magazine recupera algunas de las entrevistas más lúcidas y definitorias del proyecto, que tocan temas tan variados como la autogestión, el ecologismo, el feminismo, el antibelicismo, la identidad latina, la homosexualidad y diversas corrientes musicales que se distancian del rock como fenómeno cultural.

Por las páginas del libro desfilan testimonios de bandas como Sonic Youth, Fugazi, Bikini Kill, Hüsker Dü y Dead Kennedys, así como también de cineastas (Miranda July y Jem Cohen), diseñadores gráficos (Frank Kozik), directores de discográficas independientes (Mordam Records y G7 Welcome Comitee Records), activistas políticos (Noam Chomsky) y miembros de colectivos sociales (Fondo de Acceso al Aborto de Ohio Central, Ruckus Society─ONG de acción directa, Voices in the Wilderness─ONG de ayuda humanitaria en Irak y Punkvoter).

El 3 de diciembre se presentará No te debemos nada: Entrevistas escogidas de Punk Planet Magazine en el espacio Palíndromo de la ciudad de Guadalajara (Calle Juan Ruiz de Alarcón 233, col. Americana) a las 9:30 PM.

Aquí, la introducción del libro, cortesía de Walden Editora.

Llevo seis años y medio trabajando en la revista Punk Planet y ni una sola vez, ni por un segundo, tuve la sensación de saber lo que estaba haciendo. Y ahora, de pronto, estoy trabajando en un libro. Fui a la escuela de artes, por el amor de Dios… no es exactamente el pedigrí de un buen periodista –ni siquiera de uno malísimo–. Pero ese es el asunto, ¿no es cierto? No soy un periodista, nunca lo fui y probablemente nunca lo sea. Y le doy gracias a Dios por eso. Pude llevar a cabo más de cuarenta ediciones de Punk Planet no por haber pasado años en una escuela de periodismo, sino porque creí en un sueño llamado punk rock. El punk decía que cualquiera podía participar; de hecho, cualquiera debería participar.

Fue ese espíritu lo que me llevó a comenzar Punk Planet a inicios de la primavera de 1994. La idea de hacer una revista fue el resultado de una frustración creciente con el statu quo del punk. Un grupo de personas –yo incluido– de un foro online habían pasado semanas enteras quejándose de la falta de un fanzine punk de distribución nacional que les prestara atención a las cosas emocionantes que estaban sucediendo en ese momento. Yo quería cambiar eso.

Mil novecientos noventa y cuatro fue un momento interesante en el punk. Por primera vez en más de una década, los medios mainstream le prestaban una especial atención al underground, gracias a la fama de Nirvana y al frenesí de contratos que le siguió. Green Day estaba preparado para despegar hacia el estrellato, y había decenas de nuevas bandas punk con contratos listas para seguirlos hacia la gloria (el hecho de que ninguna de ellas lo haya logrado es una historia que queda para otro día). El principal zine punk nacional de aquel entonces, la venerada Maximum Rocknroll, adoptó una postura reaccionaria a esta nueva exposición, y comenzó a ejercer un firme control sobre qué bandas cubría y qué música reseñaba. Muchas bandas, incluidas algunas de amigos míos, se encontraron desplazadas de las páginas de la Maximum por ser consideradas “poco punk”. De pronto, no tenían un espacio en el que dar a conocer su música. En una escena que dependía de la prensa independiente para vender discos, promocionar giras y llegar a las disquerías, ser desestimado por Maximum era algo que muchos percibían como un golpe mortal.

Al mismo tiempo, había un puñado de movimientos floreciendo muy por debajo del radar mainstream que tampoco estaban apareciendo en el de Maximum: principalmente, el movimiento riot girl y el incipiente sonido conocido como “emo”. Por alguna razón, dos de las cosas más emocionantes que le sucedieron al underground de los noventa no estaban teniendo la exposición que necesitaban dentro de la escena para pegar el salto más allá de sus mundos insulares.

Fue con eso incendiándome la cabeza que se me ocurrió un plan. Sin pensar demasiado en los detalles, escribí un mensaje en el foro. El plan era, simplemente, “¿Por qué no hacemos esto nosotros?”.

Todos los entrevistados de este libro se hicieron su propia versión de esa pregunta infinidad de veces, y la respondieron la misma cantidad. Porque si hervís el punk para quitarle toda la tintura de cabello, los acordes de quintas, las máquinas de escribir, los vinilos de colores, las camperas de cuero, los pomos de pegamento, los afiches de conciertos, las botas, esa pregunta es lo que queda en el fondo de la olla. El punk siempre se trató de preguntarse “¿Por qué?”, y luego hacer algo al respecto.

Se trata de tomar una guitarra y preguntarse “¿Por qué no puedo tocar esto?”. Se trata de tomar una máquina de escribir y preguntarse “¿Por qué mis opiniones no cuentan?”. Se trata de mirar el mundo a tu alrededor y preguntar “¿Por qué las cosas están tan jodidas?”.

Y, después, se trata de mirar hacia uno mismo y preguntarse “¿Por qué no estoy haciendo nada al respecto?”.

Las respuestas a esas preguntas crearon una cultura entera, construida desde las bases por punks. De la nada, las bandas han construido extensas redes que les permiten viajar de ciudad en ciudad –incluso de país en país– tocando en clubs underground como el espacio comunitario Gilman Street, en Berkeley, California, o el Fireside Bowl, la meca punk de Chicago. Cientos, si no miles de chicos manejan sellos discográficos desde sus habitaciones y livings; algunos crecen lo suficiente como para mudarse de sus casas a oficinas. Estos discos se distribuyen mediante distribuidoras punk y se venden, la mayoría de las veces, en tiendas manejadas por punks. Muchos autores punk –algunos en la escuela media, algunos en la universidad, y varios que la dejaron por completo– han publicado sus pensamientos, sus miedos, sus esperanzas en cientos de miles de fanzines impresos con fotocopiadoras o inmensas máquinas de offset. Muchos activistas punk –a menudo, la misma gente que hace discos, fanzines y ese tipo de cosas– formaron movimientos dentro de la escena que resuenan con fuerza en todo el mundo. Y eso es solo el inicio.

En el año 2001, si hay un puesto en el “mundo real”, hay un equivalente punk. ¿Diseñador gráfico? Probablemente haya cinco solamente en tu ciudad. ¿Cineasta? ¿Querés 35 mm, 16 mm, video o Super-8? ¿Relaciones públicas? ¿En qué costa estás? La lista sigue.

El punk ha tejido una enmarañada red a lo largo de los últimos veinte o veinticinco años. Lo que alguna vez fue una gran hazaña, como el hecho de que una banda atraviese el país dando concierto, ahora es una constante. Muchas cosas han cambiado en las dos décadas que de existencia que lleva el punk: la música, la actitud, la moda. Pero hay una que no cambió: la motivación.

Hoy en día, la gente suele referirse a la motivación detrás del punk como “DIY”. Eso quiere decir “Do It Yourself” [hazlo tú mismo]. Se da por hecho en el punk rock, pero son los cimientos sobre los cuales se construyó toda esta cultura. Los escritores punk no se quedan sentados en sus casas esperando que sus textos se publiquen, los publican ellos mimos; los seguidores no esperan que alguien edite un disco de su banda favorita, lo editan ellos mismos; no estamos esperando que abra un club que organice fechas para menores de veintiún años, los abrimos nosotros mismos. El punk nunca esperó la aprobación de nadie para hacer las cosas por su cuenta. El “hazlo tú mismo” es la respuesta al “¿Por qué?”.

Durante los últimos seis años y medio, todos en Punk Planet les preguntamos “¿Por qué?” a cerca de trescientas personas –gente que trabaja dentro de la escena punk y gente cuya ética, cuyas acciones y cuyos ideales ayudaron a darle forma–. Siempre sentimos –incluso al principio, cuando realmente no sabíamos lo que estábamos haciendo– que hablar con las personas que ayudaban a mejorar nuestra cultura era importante.

Siempre publicamos nuestras entrevistas en el formato de pregunta y respuesta porque yo siento que es una aproximación mucho más honesta a las entrevistas. Por lo general, el formato de entrevista desglosada elegido por las revistas de rock masivas te hace saber más sobre quien la escribe que sobre la persona acerca de la que se escribe. Además, nunca tuve la necesidad de editorializar explícitamente, porque, a diferencia de las respuestas que vomitan las bocas de las bandas de rock corporativo, las palabras que transcribimos fueron fascinantes.

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Pero también son una ventana a un mundo mucho más grande y mucho más importante que el de una revista. Ofrece una mirada única a lo que creemos que es el corazón del punk. Las treinta personas y bandas escogidas acá han cumplido papeles importantes en la construcción de nuestra cultura. Algunas se hicieron ricas en el proceso, algunas, un poco más famosas, mientras que la mayoría siguen pobres y desconocidas. Sin embargo, todas cumplieron papeles cruciales en la creación de una de las culturas más dinámicas y más importantes del último cuarto de siglo.

Estas entrevistas también cubren gran parte de los temas que los punks afrontaron durante las últimas décadas. Desde debates de género hasta temas de política internacional; desde técnicas de grabación hasta la inclusión (y la exclusión) de la mujer y las minorías en la escena punk, las treinta personas entrevistadas en este libro dan su opinión sobre un gran abanico de asuntos. Lo importante de estas discusiones es que hay pocos puntos de vista que se toman como sagrados. Muchos de los entrevistados de este libro están en desacuerdo entre sí –algunos incluso se han alejado del punk–, pero dejar afuera las diferencias de opinión sería pintar un cuadro incompleto.

Por último, y quizás lo más importante, estas entrevistas te presentan a treinta de las personas más creativas, trabajadoras y fascinantes que emergieron del underground. Sus historias, en definitiva, son la nuestra –historias de personas que constantemente se preguntaron “¿Por qué?”, que nunca aceptaron el statu quo y siempre vivieron su propia vida–. Sus historias, en conjunto, son la historia del punk.

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Segundo foro internacional Connecting the Dots

La segunda edición de Connecting the Dots (CTD), foro internacional sobre creatividad, arte y cultura digital, se llevará a cabo del 5 al 8 de diciembre en Espacio X, en el Centro Cultural de España en México. Este año, el encuentro propone debates, diálogos y reflexiones en torno a la convergencia entre arte, territorio y tecnología. 

Concebido con la intención de generar redes y vínculos para fortalecer los ecosistemas artísticos, creativos y culturales ya existentes en la Ciudad de México, CDD impulsa el trabajo de artistas y agentes culturales mexicanos y crea intercambios y colaboraciones entre creadores extranjeros y artistas e instituciones culturales de la Ciudad de México. 

En esta ocasión, el programa reúne una serie de artistas contemporáneos cuya práctica entrelaza los ámbitos de la geografía, la geología y la ecología, así como aspectos socio-culturales y cuestionamientos referentes a la condición humana.

De entre los participantes destacan François Quévillon (Canadá), artista enfocado en explorar los fenómenos de la naturaleza y del territorio urbano mediante el uso de tecnologías digitales, y Marcela Armas (México), que actualmente investiga las propiedades magnéticas de minerales y sus posibilidades para almacenar información a través del sonido como medio de interpretación e inducción.

Aquí, más información acerca del programa. 

 

 


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Concebido con la intención de generar redes y vínculos para fortalecer los ecosistemas artísticos, creativos y culturales ya existentes en la Ciudad de México, CDD impulsa el trabajo de artistas y agentes culturales mexicanos y crea intercambios y colaboraciones entre creadores extranjeros y artistas e instituciones culturales de la Ciudad de México. 

En esta ocasión, el programa reúne una serie de artistas contemporáneos cuya práctica entrelaza los ámbitos de la geografía, la geología y la ecología, así como aspectos socio-culturales y cuestionamientos referentes a la condición humana.

De entre los participantes destacan François Quévillon (Canadá), artista enfocado en explorar los fenómenos de la naturaleza y del territorio urbano mediante el uso de tecnologías digitales, y Marcela Armas (México), que actualmente investiga las propiedades magnéticas de minerales y sus posibilidades para almacenar información a través del sonido como medio de interpretación e inducción.

Aquí, más información acerca del programa. 

 

 


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Homenaje a Mahler y Karajan

Siguiendo el ciclo “Homenaje a Herbert von Karajan y Gustav Mahler”, el Foro Cultural de la Embajada de Austria en conjunto con la Sociedad Mahler México proyectará el 2 de diciembre en la Aula Magna del CENART la película Confesiones en el diván (2010), de los directores austriacos Felix y Percy Adlon, seguida de un conversatorio con el cineasta Michael Vetter y el presidente de la Sociedad Mahler México, Francisco Bricio.

En julio de 2019 se cumplió el 30° aniversario del fallecimiento del director austriaco Herbert von Karajan, uno de los directores más conocidos e importantes del siglo XX. Unas de sus obras más destacadas e interpretadas fue la de Gustav Mahler. 

Confesiones en el diván es un filme que dramatiza el encuentro entre Mahler y el fundador de la teoría psicoanalítica Sigmund Freud en Leiden en 1910, donde tuvieron una sesión que duró supuestamente más de cuatro horas.

El ciclo “Homenaje a Herbert von Karajan y Gustav Mahler” consistió en 3 eventos: una conferencia acerca del homenaje, la exposición documental Gustav Mahler y Viena -que estará hasta el 5 de diciembre en el Foro de Plaza Loreto-, y la proyección del filme, de entrada libre. 

Gustav Mahler (1860-1911) fue un director de orquesta, uno de los máximos exponentes del postimpresionismo austriaco y considerado como uno de los mejores intérpretes de Richard Wagner y Wolfgang Amadeus Mozart; fue director de la Ópera de Corte de Viena al igual que de la Metropolitan Opera House y de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Herbert von Karajan (1908-1989) también fue un director de orquesta austriaco que dirigió durante 35 años la Orquesta Filarmónica de Berlín y que su carrera ha sido constantemente polemizada por su filiación al partido Nacional Socialista durante la Segunda Guerra.


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En julio de 2019 se cumplió el 30° aniversario del fallecimiento del director austriaco Herbert von Karajan, uno de los directores más conocidos e importantes del siglo XX. Unas de sus obras más destacadas e interpretadas fue la de Gustav Mahler. 

Confesiones en el diván es un filme que dramatiza el encuentro entre Mahler y el fundador de la teoría psicoanalítica Sigmund Freud en Leiden en 1910, donde tuvieron una sesión que duró supuestamente más de cuatro horas.

El ciclo “Homenaje a Herbert von Karajan y Gustav Mahler” consistió en 3 eventos: una conferencia acerca del homenaje, la exposición documental Gustav Mahler y Viena -que estará hasta el 5 de diciembre en el Foro de Plaza Loreto-, y la proyección del filme, de entrada libre. 

Gustav Mahler (1860-1911) fue un director de orquesta, uno de los máximos exponentes del postimpresionismo austriaco y considerado como uno de los mejores intérpretes de Richard Wagner y Wolfgang Amadeus Mozart; fue director de la Ópera de Corte de Viena al igual que de la Metropolitan Opera House y de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Herbert von Karajan (1908-1989) también fue un director de orquesta austriaco que dirigió durante 35 años la Orquesta Filarmónica de Berlín y que su carrera ha sido constantemente polemizada por su filiación al partido Nacional Socialista durante la Segunda Guerra.


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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Llega ‘Un día lluvioso en Nueva York’ a Salas de Arte Cinépolis

La nueva cinta de Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York, que cuenta las aventuras de una pareja de universitarios de viaje en la Gran Manzana con el mal tiempo como telón de fondo, llegará a las Salas de Arte de Cinépolis este viernes.

Las Salas de Arte Cinépolis son espacios físicos permanentes en 15 ciudades de la República Mexicana dedicados exclusivamente a exhibir los estrenos alternativos de la cartelera. Han proyectado propuestas cinematográficas de autores reconocidos, las películas más celebradas en festivales alrededor del mundo, así como documentales y películas clásicas. Por las pantallas de Sala de Arte Cinépolis han desfilado los trabajos más importantes de directores como Wes Anderson, Sofia Coppola, Lars von Trier, Darren Aronofsky, Pedro Almodóvar, Jim Jarmusch, entre muchos otros. Estas salas, además, reciben cada año al Tour de Cine Francés y al imprescindible ciclo de cine mexicano que se presenta en la Ciudad de México unos días después del Festival de Morelia, Lo Mejor del FICM.

Además de la nueva de Woody Allen, las Salas de Arte Cinépolis albergarán este año Parasite, de Bong Joon-ho, la  ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2019 y  Border, de Ali Abbasi, un inusual thriller romántico premiado el año pasado en el mismo Festival.

 

 


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Llega ‘Un día lluvioso en Nueva York’ a Salas de Arte Cinépolis

La nueva cinta de Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York, que cuenta las aventuras de una pareja de universitarios de viaje en la Gran Manzana con el mal tiempo como telón de fondo, llegará a las Salas de Arte de Cinépolis este viernes.

Las Salas de Arte Cinépolis son espacios físicos permanentes en 15 ciudades de la República Mexicana dedicados exclusivamente a exhibir los estrenos alternativos de la cartelera. Han proyectado propuestas cinematográficas de autores reconocidos, las películas más celebradas en festivales alrededor del mundo, así como documentales y películas clásicas. Por las pantallas de Sala de Arte Cinépolis han desfilado los trabajos más importantes de directores como Wes Anderson, Sofia Coppola, Lars von Trier, Darren Aronofsky, Pedro Almodóvar, Jim Jarmusch, entre muchos otros. Estas salas, además, reciben cada año al Tour de Cine Francés y al imprescindible ciclo de cine mexicano que se presenta en la Ciudad de México unos días después del Festival de Morelia, Lo Mejor del FICM.

Además de la nueva de Woody Allen, las Salas de Arte Cinépolis albergarán este año Parasite, de Bong Joon-ho, la  ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2019 y  Border, de Ali Abbasi, un inusual thriller romántico premiado el año pasado en el mismo Festival.

 

 


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El cine va a Tulum  

En 2012 tuvo lugar la primera edición del Riviera Maya Film Festival (RMFF), un proyecto dirigido por Paula Chaurand que alcanzó 5 ediciones y que en 2016 se despidió del circuito de festivales. Este año Chaurand ha vuelto con una nueva propuesta: el Festival Internacional de Cine Tulum (FICTU), que celebrará su primera edición del 4 al 8 de diciembre.

A diferencia del evento anterior, esta ocasión la directora apuesta por un festival más pequeño y focalizado en una sola sede: Tulum. Chloë Roddick, coordinadora de programación del FICTU, ha creado una programación discreta y congruente que incluye filmes de autores reconocidos del panorama fílmico contemporáneo, por ejemplo Mr. Jones, de Agnieszka Holland; Inna de Yard, de Peter Webber; y Amazing Grace, que Alan Elliot reconstruyó a partir de la filmación que hizo el legendario Sydney Pollack de un concierto de Aretha Franklin en la década de los 70. 

También habrá filmes arriesgados: Breve historia del planeta verde, de Santiago Loza, que ganó el Premio Teddy (que reconoce lo más destacado del cine LGBT+) en la Berlinale; In Search, en el que la directora keniata Beryl Magoko explora la dolorosa práctica de la mutilación genital femenina; y Lingua Franca, de Isabel Sandoval, la primera mujer trans en competir en la selección oficial del Festival de Venecia. La cereza del pastel es Seberg, el filme de Benedict Andrews en el que la célebre Kristen Stewart se mete en la piel de Jean Seberg, la icónica intérprete de la Nouvelle vague.  

Uno de los aspectos más interesantes del FICTU es la traducción de películas al maya peninsular. El experimento se llevará a cabo con filmes documentales de reciente estreno: Tío Yim (2019), de Luna Marán, y Retiro (2019), de Daniela Alatorre. Aún es una incógnita si este tipo de acciones lograrán un vínculo de comunicación real con las comunidades hablantes de maya, pero es, sin duda, un parteaguas en favor de la descentralización del cine.

Aquí, una charla con Paula Chaurand.

Imagen – Paula Chaurand

 

¿Te gusta la idea de que el FICTU sea visto como un festival sucesor del RMFF?

En un inicio la idea era darle continuidad, aunque al mismo tiempo planteaba una reducción porque se trata de una sede. Cuando llegué a Tulum me di cuenta de que no podía ser una continuación, sino un inicio por las características del espacio; a diferencia del Riviera Maya, la ciudad de Tulum marcó la pauta de qué tipo de festival necesitaba. Eso no pasó en el RMFF, ese fue un proyecto diseñado a priori que logramos implementar. Al final decidimos que Tulum merece su propio festival. Lo que sí proviene del Riviera Maya es el equipo y la experiencia de haber planteado el proyecto en una zona compartida, pero es un nuevo comienzo.

¿Qué hará distinto al FICTU?

La naturaleza del proyecto le ha dado una personalidad única al festival. Es un concepto de festival pequeño, boutique, con una programación equilibrada y concentrada. Fue concebido con armonía y balance. Cuando se trata de festivales muy grandes, se abarcan muchas temáticas en muchas secciones, lo que resulta en exceso de películas. Pero en un festival chico te comprometes a tener una línea curatorial pensada. Esos elementos le dan su propia identidad. De entrada es un festival que no cuenta con salas de cine comercial, y eso le da otro perfil y un estilo peculiar. 

“La inclusión y la gratuidad del festival son importantes. Hemos insistido en crear secciones de la programación para cada espacio, no esperamos que la gente llegue a la pantalla sino que la pantalla llegue a la gente, encontrar espacios donde el público se encuentre con ella casi involuntariamente»

¿Qué se buscó en materia de programación para esta primera edición?

Queríamos que la programación fuera completamente congruente con lo que Tulum quiere transmitir a nivel destino. Se trata de un festival comprometido, no es un encuentro de oropel y lujo. Tiene gran contenido. Cuando platiqué con Chloë Roddick (coordinadora de programación) y decidimos que íbamos a trabajar juntas, coincidimos en hacerlo de esa manera.

¿Qué público se busca? 

Es un festival diseñado para acercarse a la población, para conquistar al público local, la gente que realmente vive y convive de forma permanente en Tulum, y, por supuesto, al turismo de periferia. Los festivales que se crean a partir de la misma industria me parecen muy útiles y positivos. Sin embargo, hay festivales de dimensiones como el nuestro que no alcanzan a congregar tanto público. Nos concentramos en formar audiencias e involucrar a las comunidades. Este es un festival abierto e incluyente con una sección para niños, con películas que serán traducidas simultáneamente al maya. Todo eso ya le empieza a dar una apertura diferenciada.

¿Es un festival que busca necesariamente tener el estreno mexicano de las películas? 

Siempre se busca eso: tener la primicia de algunas películas para que la programación se vuelva atractiva. El 70% de nuestros filmes son estrenos. Al pensar en una programación equilibrada, empezamos a bajar la guardia, es decir, a desinflar el ego festivalero y a concentrarnos en encontrar filmes valiosos, sin importar si ya se habían visto antes en México. Antes que todo los festivales son plataformas de difusión del cine que no llega a las salas comerciales. 

¿Cómo se concibió la idea de traducir las películas a lengua maya? 

Iniciamos con la idea de subtitular 5 películas, pero estando en Tulum y hablando con la gente, analizando la intención del proyecto, nos dimos cuenta que el subtitulaje iba a ser accesorio, que no se encaminaba a lograr el objetivo de acercarnos a las comunidades porque en su mayoría son hablantes del maya, pero no tienen incorporada la lectoescritura. Al decidirnos por la traducción simultánea, pensamos que era conveniente condensar la selección: 2 películas mexicanas con la ayuda de 2 intérpretes eficientes encargados de la traducción simultánea. 

¿Cómo ha sido el proceso de encontrar a las personas indicadas para el ejercicio? 

Fue un trabajo hecho de la mano del Instituto Mexicano De Cinematografía (IMCINE) y del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). Gracias a ellos es posible tener a los intérpretes de maya peninsular, gente que no solo sabe hacer una traducción, sino que tiene el compromiso y el reto de crear un diálogo cinematográfico. Es un inicio, queremos ver si eso hace que la gente conecte con la película, porque esa es la finalidad, acercarla de la manera más orgánica. 

Por último, a nivel espacio, ¿cómo se ha trabajado la idea de tomar en cuenta al público nativo de Tulum?

La inclusión y la gratuidad del festival son importantes. Hemos insistido en crear secciones de la programación para cada espacio, no esperamos que la gente llegue a la pantalla sino que la pantalla llegue a la gente, encontrar espacios donde el público se encuentre con ella casi involuntariamente.

En Tulum el espacio de mayor convivencia es la playa, así que buscamos un hotel de fácil acceso, no hay que adentrarse tanto en la zona hotelera para llegar a él; la idea es que la gente sienta que es parte del espacio y no que está fuera de él. Hay un lugar que hace tiempo ofrecía cenas y proyecciones, ese proyecto se acabó, pero intentamos retomarlo porque la gente ya lo tenía ubicado. También habrá cine en las plazas públicas, esperando que sea bien recibido por la gente. 


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El cine va a Tulum  

En 2012 tuvo lugar la primera edición del Riviera Maya Film Festival (RMFF), un proyecto dirigido por Paula Chaurand que alcanzó 5 ediciones y que en 2016 se despidió del circuito de festivales. Este año Chaurand ha vuelto con una nueva propuesta: el Festival Internacional de Cine Tulum (FICTU), que celebrará su primera edición del 4 al 8 de diciembre.

A diferencia del evento anterior, esta ocasión la directora apuesta por un festival más pequeño y focalizado en una sola sede: Tulum. Chloë Roddick, coordinadora de programación del FICTU, ha creado una programación discreta y congruente que incluye filmes de autores reconocidos del panorama fílmico contemporáneo, por ejemplo Mr. Jones, de Agnieszka Holland; Inna de Yard, de Peter Webber; y Amazing Grace, que Alan Elliot reconstruyó a partir de la filmación que hizo el legendario Sydney Pollack de un concierto de Aretha Franklin en la década de los 70. 

También habrá filmes arriesgados: Breve historia del planeta verde, de Santiago Loza, que ganó el Premio Teddy (que reconoce lo más destacado del cine LGBT+) en la Berlinale; In Search, en el que la directora keniata Beryl Magoko explora la dolorosa práctica de la mutilación genital femenina; y Lingua Franca, de Isabel Sandoval, la primera mujer trans en competir en la selección oficial del Festival de Venecia. La cereza del pastel es Seberg, el filme de Benedict Andrews en el que la célebre Kristen Stewart se mete en la piel de Jean Seberg, la icónica intérprete de la Nouvelle vague.  

Uno de los aspectos más interesantes del FICTU es la traducción de películas al maya peninsular. El experimento se llevará a cabo con filmes documentales de reciente estreno: Tío Yim (2019), de Luna Marán, y Retiro (2019), de Daniela Alatorre. Aún es una incógnita si este tipo de acciones lograrán un vínculo de comunicación real con las comunidades hablantes de maya, pero es, sin duda, un parteaguas en favor de la descentralización del cine.

Aquí, una charla con Paula Chaurand.

Imagen – Paula Chaurand

 

¿Te gusta la idea de que el FICTU sea visto como un festival sucesor del RMFF?

En un inicio la idea era darle continuidad, aunque al mismo tiempo planteaba una reducción porque se trata de una sede. Cuando llegué a Tulum me di cuenta de que no podía ser una continuación, sino un inicio por las características del espacio; a diferencia del Riviera Maya, la ciudad de Tulum marcó la pauta de qué tipo de festival necesitaba. Eso no pasó en el RMFF, ese fue un proyecto diseñado a priori que logramos implementar. Al final decidimos que Tulum merece su propio festival. Lo que sí proviene del Riviera Maya es el equipo y la experiencia de haber planteado el proyecto en una zona compartida, pero es un nuevo comienzo.

¿Qué hará distinto al FICTU?

La naturaleza del proyecto le ha dado una personalidad única al festival. Es un concepto de festival pequeño, boutique, con una programación equilibrada y concentrada. Fue concebido con armonía y balance. Cuando se trata de festivales muy grandes, se abarcan muchas temáticas en muchas secciones, lo que resulta en exceso de películas. Pero en un festival chico te comprometes a tener una línea curatorial pensada. Esos elementos le dan su propia identidad. De entrada es un festival que no cuenta con salas de cine comercial, y eso le da otro perfil y un estilo peculiar. 

“La inclusión y la gratuidad del festival son importantes. Hemos insistido en crear secciones de la programación para cada espacio, no esperamos que la gente llegue a la pantalla sino que la pantalla llegue a la gente, encontrar espacios donde el público se encuentre con ella casi involuntariamente»

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¿Cómo se concibió la idea de traducir las películas a lengua maya? 

Iniciamos con la idea de subtitular 5 películas, pero estando en Tulum y hablando con la gente, analizando la intención del proyecto, nos dimos cuenta que el subtitulaje iba a ser accesorio, que no se encaminaba a lograr el objetivo de acercarnos a las comunidades porque en su mayoría son hablantes del maya, pero no tienen incorporada la lectoescritura. Al decidirnos por la traducción simultánea, pensamos que era conveniente condensar la selección: 2 películas mexicanas con la ayuda de 2 intérpretes eficientes encargados de la traducción simultánea. 

¿Cómo ha sido el proceso de encontrar a las personas indicadas para el ejercicio? 

Fue un trabajo hecho de la mano del Instituto Mexicano De Cinematografía (IMCINE) y del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). Gracias a ellos es posible tener a los intérpretes de maya peninsular, gente que no solo sabe hacer una traducción, sino que tiene el compromiso y el reto de crear un diálogo cinematográfico. Es un inicio, queremos ver si eso hace que la gente conecte con la película, porque esa es la finalidad, acercarla de la manera más orgánica. 

Por último, a nivel espacio, ¿cómo se ha trabajado la idea de tomar en cuenta al público nativo de Tulum?

La inclusión y la gratuidad del festival son importantes. Hemos insistido en crear secciones de la programación para cada espacio, no esperamos que la gente llegue a la pantalla sino que la pantalla llegue a la gente, encontrar espacios donde el público se encuentre con ella casi involuntariamente.

En Tulum el espacio de mayor convivencia es la playa, así que buscamos un hotel de fácil acceso, no hay que adentrarse tanto en la zona hotelera para llegar a él; la idea es que la gente sienta que es parte del espacio y no que está fuera de él. Hay un lugar que hace tiempo ofrecía cenas y proyecciones, ese proyecto se acabó, pero intentamos retomarlo porque la gente ya lo tenía ubicado. También habrá cine en las plazas públicas, esperando que sea bien recibido por la gente. 


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Loznitsa sobre el funeral de Stalin

State Funeral es el nuevo documental histórico del cineasta ucraniano Sergei Loznitsa. Con imágenes de archivo nunca antes vistas, el filme relata el evento sucedido el 5 de marzo de 1953 que conmocionó a toda la Unión Soviética: el funeral de Stalin. 

 

En el documental se muestra cada etapa del espectáculo fúnebre, descrito por el periódico Pravda como el “gran adiós”. Loznitsa aborda el tema del culto a la personalidad de Stalin como una forma de ilusión inducida por el terror. También da una idea de la naturaleza del régimen y su legado, que aún atormenta al mundo contemporáneo.

 

Sergei Loznitsa es un cineasta ucraniano nacido el 5 de septiembre de 1964 en Baranovichi, Bielorrusia. Creció en Kiev, y en 1987 se graduó del Politécnico de esa ciudad con un título en matemática aplicada. Sergei trabajó como científico en el Instituto de Cibernética de Kiev, especializándose en investigación de inteligencia artificial e igualmente fungió como traductor del japonés. Estudió cine en el Instituto Estatal de Cinematografía de Rusia (VGIK). Autor de más de 21 filmes, en 2013 lanzó la compañía de producción y distribución de películas ATOMS & VOID.

 

A propósito del filme del ucraniano, actualmente se presenta en el Museo Nacional de las Culturas la muestra La línea del frente, un proyecto que se centra en la creación artística contemporáneo de Ucrania.



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State Funeral es el nuevo documental histórico del cineasta ucraniano Sergei Loznitsa. Con imágenes de archivo nunca antes vistas, el filme relata el evento sucedido el 5 de marzo de 1953 que conmocionó a toda la Unión Soviética: el funeral de Stalin. 

 

En el documental se muestra cada etapa del espectáculo fúnebre, descrito por el periódico Pravda como el “gran adiós”. Loznitsa aborda el tema del culto a la personalidad de Stalin como una forma de ilusión inducida por el terror. También da una idea de la naturaleza del régimen y su legado, que aún atormenta al mundo contemporáneo.

 

Sergei Loznitsa es un cineasta ucraniano nacido el 5 de septiembre de 1964 en Baranovichi, Bielorrusia. Creció en Kiev, y en 1987 se graduó del Politécnico de esa ciudad con un título en matemática aplicada. Sergei trabajó como científico en el Instituto de Cibernética de Kiev, especializándose en investigación de inteligencia artificial e igualmente fungió como traductor del japonés. Estudió cine en el Instituto Estatal de Cinematografía de Rusia (VGIK). Autor de más de 21 filmes, en 2013 lanzó la compañía de producción y distribución de películas ATOMS & VOID.

 

A propósito del filme del ucraniano, actualmente se presenta en el Museo Nacional de las Culturas la muestra La línea del frente, un proyecto que se centra en la creación artística contemporáneo de Ucrania.



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martes, 26 de noviembre de 2019

Primera edición de la Feria de Arte Individual

Casa Equis y Grupo Ache presentan la primera edición de la Feria de Arte Individual (FAIN) que busca apoyar el talento emergente. El encuentro se realizará del 29 de noviembre al 1 de diciembre en Recinto Escandón, que se ubica en Cerrada de la Paz 15, colonia Escandón.

 

Este año se realizará la primera edición de la FAIN en la que participarán artistas y no galerías. FAIN buscará incentivar la creación de nuevas colecciones o brindar oportunidades nuevas a coleccionistas establecidos.

Sunday Baby, 2019. (Beth Frey)

 

Creada por los fundadores de la galería Casa Equis y en alianza con Grupo Ache, FAIN es un espacio para artistas donde existirá un comercio justo, accesible y de primera mano para consumidores que gustan del arte, destacando que ninguna obra dentro de la feria superará los 60 mil pesos. 

Serie Montaña Agua, 2018. (Alejandra Venegas)

 

Un jurado seleccionó 30 artistas de 646 aplicaciones. El comité lo conformaron Dorothée Dupuis (directora de Terremoto Magazine y curadora independiente), Haydeé Rovirosa –gestora y curadora de arte, miembro del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC)–, Mauricio Rocha (arquitecto mexicano), Guillermo Santamarina (fue curador del MUAC, Museo de Arte Carrillo Gil y Ex Teresa Arte Actual), Lucía Sanromán (directora del Laboratorio Arte Alameda) y Ana Segovia (artista mexicana). 

 

Durante la feria los artistas podrán ser ganadores del Premio de Adquisición, dotado con 60 mil pesos.

Serie Montaña Agua, 2018. (Alejandra Venegas)

Fotograma del video de Adrián Regnier

Madonnas Lloronas, 2019. (Nicole Chaput)



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