viernes, 29 de marzo de 2019

Letras en la Mar

Del 3 al 6 de abril se llevará a cabo Letras en la Mar – Encuentro Internacional de Poetas y el Arte, en Puerto Vallarta. La novena edición del festival realizará un homenaje al escritor Alberto Ruy-Sánchez; Dante Medina, por otro lado, recibirá el tributo a la obra poética. 

Promovido por la Universidad de Guadalajara y la Cátedra Hugo Gutiérrez Vega a través del Centro Universitario de la Costa y del Instituto Vallartense de Cultura, el encuentro presentará recitales de los poetas Jean Portante, de Luxemburgo; Graham Buchan, de Inglaterra; Antonio Rivero Taravillo, Rafaela Hamen y Balbina Prior, de España; Diti Ronen, de Israel; Sarah Clancy, de Irlanda; Bernard Pozier, de Canadá; así como Dante Medina, Ángel Ortuño, Gustavo Iñiguez, Sayuri Sánchez y Melisa Niño, de México.

Las actividades que conforman el programa de Letras en la Mar –que incluye tertulias, presentaciones de libros, talleres y conversatorios entre escritores con niños y jóvenes– son gratuitas. Aquí, más información. 



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Letras en la Mar

Del 3 al 6 de abril se llevará a cabo Letras en la Mar – Encuentro Internacional de Poetas y el Arte, en Puerto Vallarta. La novena edición del festival realizará un homenaje al escritor Alberto Ruy-Sánchez; Dante Medina, por otro lado, recibirá el tributo a la obra poética. 

Promovido por la Universidad de Guadalajara y la Cátedra Hugo Gutiérrez Vega a través del Centro Universitario de la Costa y del Instituto Vallartense de Cultura, el encuentro presentará recitales de los poetas Jean Portante, de Luxemburgo; Graham Buchan, de Inglaterra; Antonio Rivero Taravillo, Rafaela Hamen y Balbina Prior, de España; Diti Ronen, de Israel; Sarah Clancy, de Irlanda; Bernard Pozier, de Canadá; así como Dante Medina, Ángel Ortuño, Gustavo Iñiguez, Sayuri Sánchez y Melisa Niño, de México.

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Exposiciones de abril

Sunday, de Carsten Höller

Aunque abre hoy de forma oficial, la muestra de Carsten Höller en el Museo Tamayo es uno de los eventos del arte contemporáneo más relevantes y cuya conversación se desarrollará en abril. Para la exposición Sunday, el artista hace uso de la arquitectura única del Tamayo –un edificio brutalista cuyo diseño se basa en las pirámides prehispánicas– para realizar la pieza Decision Tubes, una estructura en red y metal, suspendida delicadamente sobre el espacio central del museo, que permite al visitante “deambular por encima del suelo, constantemente enfrentándose a decisiones de qué camino tomar y qué decisión tomar”. 

Imagen – Vista de ‘Sunday’

Atl, fuego, tierra y viento: sublime sensación

El 11 de abril el Museo Nacional de Arte abrirá su primera exposición del año, dedicada a una de las figuras más interesantes del arte mexicano: Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl. Aunque el tiempo se ha encargado de poner en primer plano la obra plástica del creador, en su día Murillo era más conocido por su trabajo literario. La muestra del MUNAL se propone explorar con amplitud su vasta producción artística. 

Imagen – ‘La nube’ (1931), de Gerardo Murillo “Dr. Atl

Restablecer memorias, de Ai Weiwei

A pesar de la distancia geográfica, Ai Weiwei explora los traumas de las experiencias de China y México en un relato que apela a la obligación de construir la memoria social. Este proyecto une la inquietud que representa la destrucción del patrimonio cultural y nuestra relación con los ancestros; el trauma que significa el atentado contra el futuro, el cual supone la violencia contra los jóvenes. La muestra del creador chino abrirá el 13 de abril en el MUAC.

Imagen – Ai Weiwei



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Exposiciones de abril

Sunday, de Carsten Höller

Aunque abre hoy de forma oficial, la muestra de Carsten Höller en el Museo Tamayo es uno de los eventos del arte contemporáneo más relevantes y cuya conversación se desarrollará en abril. Para la exposición Sunday, el artista hace uso de la arquitectura única del Tamayo –un edificio brutalista cuyo diseño se basa en las pirámides prehispánicas– para realizar la pieza Decision Tubes, una estructura en red y metal, suspendida delicadamente sobre el espacio central del museo, que permite al visitante “deambular por encima del suelo, constantemente enfrentándose a decisiones de qué camino tomar y qué decisión tomar”. 

Imagen – Vista de ‘Sunday’

Atl, fuego, tierra y viento: sublime sensación

El 11 de abril el Museo Nacional de Arte abrirá su primera exposición del año, dedicada a una de las figuras más interesantes del arte mexicano: Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl. Aunque el tiempo se ha encargado de poner en primer plano la obra plástica del creador, en su día Murillo era más conocido por su trabajo literario. La muestra del MUNAL se propone explorar con amplitud su vasta producción artística. 

Imagen – ‘La nube’ (1931), de Gerardo Murillo “Dr. Atl

Restablecer memorias, de Ai Weiwei

A pesar de la distancia geográfica, Ai Weiwei explora los traumas de las experiencias de China y México en un relato que apela a la obligación de construir la memoria social. Este proyecto une la inquietud que representa la destrucción del patrimonio cultural y nuestra relación con los ancestros; el trauma que significa el atentado contra el futuro, el cual supone la violencia contra los jóvenes. La muestra del creador chino abrirá el 13 de abril en el MUAC.

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Agenda de fin de semana

Película

Baño de vida (2016), de Dalia Reyes

Un viaje documental al interior de la vida de los baños públicos a través de las voces de los tres personajes: Felipe, encargado de los baños desde 1984; Juana, barrendera del centro de la Ciudad de México; y Jose, clienta asidua desde hace más de cuarenta años. Baño de Vida, que se puede ver en la Cineteca Nacional, es un confesionario de aquellos que confluyen en un mismo espacio: el cuarto de vapor.

Exposición 

Arte acción en México. Registros y residuos

Acción ritual, poema-acción, acción plástica, artes vivas, arte efímero, evento ambiente, acto visual-sónico. La primera muestra del MUAC de 2019 revisa el inventario de las prácticas artísticas asociadas al performance en México de 1979 a 2014. Curada por Cristian Aravena, Sol Henaro, Alejandra Moreno y Brian Smith, la exposición se nutre del Centro de Documentación Arkheia, que pertenece al museo universitario.

Pieza escénica

Deidades dispares

Con la finalidad de generar un diálogo entre el arte y la moda, Filia presentará Deidades dispares, evento en el que Liz Miller-Kovacs, Marcus Kuiland-Nazario y Yunuen Rhi presentarán performances que abordan la estetización de la violencia en la cultura global, las imágenes fetiche y el exceso de información. La entrada es libre. 

Filia (Berlín 35, colonia Juárez)

Viernes, 19:00 horas

Entrada libre



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Agenda de fin de semana

Película

Baño de vida (2016), de Dalia Reyes

Un viaje documental al interior de la vida de los baños públicos a través de las voces de los tres personajes: Felipe, encargado de los baños desde 1984; Juana, barrendera del centro de la Ciudad de México; y Jose, clienta asidua desde hace más de cuarenta años. Baño de Vida, que se puede ver en la Cineteca Nacional, es un confesionario de aquellos que confluyen en un mismo espacio: el cuarto de vapor.

Exposición 

Arte acción en México. Registros y residuos

Acción ritual, poema-acción, acción plástica, artes vivas, arte efímero, evento ambiente, acto visual-sónico. La primera muestra del MUAC de 2019 revisa el inventario de las prácticas artísticas asociadas al performance en México de 1979 a 2014. Curada por Cristian Aravena, Sol Henaro, Alejandra Moreno y Brian Smith, la exposición se nutre del Centro de Documentación Arkheia, que pertenece al museo universitario.

Pieza escénica

Deidades dispares

Con la finalidad de generar un diálogo entre el arte y la moda, Filia presentará Deidades dispares, evento en el que Liz Miller-Kovacs, Marcus Kuiland-Nazario y Yunuen Rhi presentarán performances que abordan la estetización de la violencia en la cultura global, las imágenes fetiche y el exceso de información. La entrada es libre. 

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Viernes, 19:00 horas

Entrada libre



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S7ete preguntas sobre cine a Jimena Montemayor

Hoy se estrena Restos de viento, el segundo largometraje de la directora mexicana Jimena Montemayor (Salamanca, Guanajuato, 1983). Su película, que cuenta la historia de una mujer –a la que da vida Dolores Fonzi– incapaz de hacerse cargo de sus hijos, fue reconocida con los premios de mejor película y dirección en el Festival de Cine de Guadalajara el año pasado. Aquí, Montemayor responde el siguiente cuestionario, cuya intención es explorar en la experiencia cinematográfica de los creadores fílmicos.

 

¿Cuál es tu primer recuerdo cinematográfico?

Tengo dos. Recuerdo que de niña acompañaba a mi madre viendo películas en blanco y negro que pasaban el viernes por la noche; a veces me quedaba dormida o interrumpía constantemente para que me leyera los subtítulos y otras me dejaba llevar por la historia y las imágenes. También me acuerdo de la sensación de llegar a casa de mi papá cargando tres o dos películas VHS en cada brazo para disfrutar el fin de semana.

¿A qué película siempre vuelves para reconfortarte como espectadora o inspirarte como creadora?

Como creadora a La ciénaga (2001), de Lucrecia Martel; y como espectadora a las sagas de Harry Potter o Los juegos del hambre.

¿Cuál fue la última película que te resultó admirable?

Son dos: First reformed (2017), de Paul Schrader; y Lazzaro felice (2018), de Alice Rohrwacher.

¿Qué desenlace fílmico te afectó más?

El de Pierrot el loco (1965), de Jean-Luc Godard.

¿Streaming o sala de cine?

Sala de cine, aunque veo mucho streaming porque algunas películas no llegan o llegan muy tarde a las salas.

Si el siglo XX fue el siglo del cine, ¿a qué corresponde el siglo XXI?

Cruzo los dedos para que sea el siglo de la evolución de la conciencia humana, pero probablemente sea el siglo de Internet, de las redes sociales y la interconectividad.

¿Cuál es tu imagen fílmica favorita?

Fotograma de ‘El espejo’ (1975), de Andréi Tarkovski



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S7ete preguntas sobre cine a Jimena Montemayor

Hoy se estrena Restos de viento, el segundo largometraje de la directora mexicana Jimena Montemayor (Salamanca, Guanajuato, 1983). Su película, que cuenta la historia de una mujer –a la que da vida Dolores Fonzi– incapaz de hacerse cargo de sus hijos, fue reconocida con los premios de mejor película y dirección en el Festival de Cine de Guadalajara el año pasado. Aquí, Montemayor responde el siguiente cuestionario, cuya intención es explorar en la experiencia cinematográfica de los creadores fílmicos.

 

¿Cuál es tu primer recuerdo cinematográfico?

Tengo dos. Recuerdo que de niña acompañaba a mi madre viendo películas en blanco y negro que pasaban el viernes por la noche; a veces me quedaba dormida o interrumpía constantemente para que me leyera los subtítulos y otras me dejaba llevar por la historia y las imágenes. También me acuerdo de la sensación de llegar a casa de mi papá cargando tres o dos películas VHS en cada brazo para disfrutar el fin de semana.

¿A qué película siempre vuelves para reconfortarte como espectadora o inspirarte como creadora?

Como creadora a La ciénaga (2001), de Lucrecia Martel; y como espectadora a las sagas de Harry Potter o Los juegos del hambre.

¿Cuál fue la última película que te resultó admirable?

Son dos: First reformed (2017), de Paul Schrader; y Lazzaro felice (2018), de Alice Rohrwacher.

¿Qué desenlace fílmico te afectó más?

El de Pierrot el loco (1965), de Jean-Luc Godard.

¿Streaming o sala de cine?

Sala de cine, aunque veo mucho streaming porque algunas películas no llegan o llegan muy tarde a las salas.

Si el siglo XX fue el siglo del cine, ¿a qué corresponde el siglo XXI?

Cruzo los dedos para que sea el siglo de la evolución de la conciencia humana, pero probablemente sea el siglo de Internet, de las redes sociales y la interconectividad.

¿Cuál es tu imagen fílmica favorita?

Fotograma de ‘El espejo’ (1975), de Andréi Tarkovski



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jueves, 28 de marzo de 2019

Daniel Kraus: “Todos somos monstruos en potencia”

Encargado de finalizar la novela inconclusa de George A. Romero, Daniel Kraus (Míchigan, 1975) visitó la Ciudad de México para participar en el Festival Luz & Lit, organizado por MAKE Literary Productions. El estadounidense ha desarrollado su obra a partir de la creación de monstruos contemporáneos; sus criaturas pueblan las hojas y las imágenes de, entre otras historias, Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambas adaptadas a medios audiovisuales.

 

Tu trabajo como escritor está vinculado a la creación de monstruos, ¿éstos son una metáfora de alguna realidad específica?

Crecí en una ciudad pequeña, en Iowa; en casa veíamos en la televisión las viejas películas producidas por Universal, por ejemplo Frankenstein (1931) y El monstruo de la laguna negra (1954), donde salían monstruos por los que sentía gran simpatía; luego llegaron otras cintas con criaturas de apariencia espeluznante que mutaron debido al uso de armas nucleares y que, debido a ello, había que destruir; en los ochenta, con los filmes de Freddy Kruger y Viernes 13, se instaló el cine slasher. Muchas personas dicen que quienes se sienten desajustados en el mundo se identifican con los monstruos; es una hipótesis interesante, pero no estoy seguro de que sea del todo cierta. Como escritor me interesa lo opuesto: en la vida real, cuando alguien es diferente a ti, sientes curiosidad, quieres ayudarlo, deseas entenderlo.

De alguna forma esa es la labor del escritor, ¿no?

Ese es el trabajo, sí, es interesante cómo hacerlos criaturas vivaces, con dimensión. ¿Por qué los monstruos son agresivos? Porque nosotros los agredimos primero. El monstruo de la laguna negra es el gran ejemplo: una criatura que vive su vida en el Amazonas, que no se mete con nadie, y en cuanto los blancos se bajan de su embarcación se obsesionan con él.

Hay un universo entero de monstruos y otras cosas inquietantes, ¿cuáles son tus principales referentes?  

Cuando tenía 10 o 11 comencé a leer a Stephen King, así que es, obviamente, una gran influencia; pero lo que más me impresionó siendo chico fue la serie Twilight Zone (1959-1964), que presentaba historias extrañas, algunas muy inquietantes, pero que no intentaban darte una lección; yo veía sus episodios con mi madre. George A. Romero es otra gran influencia; en sus películas hay algunos aspectos de lo que hablo, de la confrontación de las personas. Ray Bradbury, por supuesto.

Has escrito libros como Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambos llevados a medio audiovisual; ¿de dónde surge una historia como la de, por ejemplo, Scowler, en la que narras la historia de un homicida y del hijo que intenta detenerlo?

Esa historia está basado en una pesadilla muy perturbadora que tuve cuando tenía 12 o trece años; al crecer, olvidé el sueño, pero luego volvió a mí. Muchos de mis libros retoman viejas ideas que tuve hace mucho tiempo; lo que ocurre es que un día todo eso cobra sentido. Scowler es, ahora que lo pienso, similar a Twilight Zone: tiene un par de personajes, todo sucede en un mismo lugar y todos pelean como en una película de Romero. Hablando de Romero, tuve la fortuna de reescribir la novela de zombis que dejó inclusa y que pronto será publicada.

Es muy interesante que retomes tus sueños, ¿llevas un diario onírico?, ¿cuál es tu proceso de trabajo?

Tomo notas; no escribo todo, pero apunto las ideas que tengo, ¡aunque no a mitad de la noche! Las ideas germinan a través de los años; como te decía, escribo y luego pasan los años y algo hace que las ideas regresen y resulten lógicas. Es un proceso muy largo, como te podrás imaginar.

¿Crees que existen monstruos entre nosotros?

Hay gran potencial en eso: una de las cosas que hago en mi trabajo es tomar los personajes de monstruos y preguntar qué siente uno por ellos; eso lo hace más complicado. No hablo de los monstruos fantásticos sino de los monstruos humanos; nunca he estado interesado en la lucha del bien y del mal; me interesa más lo que es potencialmente malo o peor, porque eso nos concierne a todos; todos tenemos momentos en los que elegimos lo malo; como escritor me gusta pensar en qué momento lo malo se convierte en más malo y cuánta simpatía podemos extender en ello. Hay menos monstruos entre otros que monstruos dentro de nosotros; somos monstruos en potencia. Creo que si queremos sentir simpatía por los demás es necesario aceptar que la gente tiene ideas distintas y, también, entender nuestro lado malo, nadie es perfecto; el verdadero entendimiento del extraño consiste en entender lo bueno y lo malo.



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Daniel Kraus: “Todos somos monstruos en potencia”

Encargado de finalizar la novela inconclusa de George A. Romero, Daniel Kraus (Míchigan, 1975) visitó la Ciudad de México para participar en el Festival Luz & Lit, organizado por MAKE Literary Productions. El estadounidense ha desarrollado su obra a partir de la creación de monstruos contemporáneos; sus criaturas pueblan las hojas y las imágenes de, entre otras historias, Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambas adaptadas a medios audiovisuales.

 

Tu trabajo como escritor está vinculado a la creación de monstruos, ¿éstos son una metáfora de alguna realidad específica?

Crecí en una ciudad pequeña, en Iowa; en casa veíamos en la televisión las viejas películas producidas por Universal, por ejemplo Frankenstein (1931) y El monstruo de la laguna negra (1954), donde salían monstruos por los que sentía gran simpatía; luego llegaron otras cintas con criaturas de apariencia espeluznante que mutaron debido al uso de armas nucleares y que, debido a ello, había que destruir; en los ochenta, con los filmes de Freddy Kruger y Viernes 13, se instaló el cine slasher. Muchas personas dicen que quienes se sienten desajustados en el mundo se identifican con los monstruos; es una hipótesis interesante, pero no estoy seguro de que sea del todo cierta. Como escritor me interesa lo opuesto: en la vida real, cuando alguien es diferente a ti, sientes curiosidad, quieres ayudarlo, deseas entenderlo.

De alguna forma esa es la labor del escritor, ¿no?

Ese es el trabajo, sí, es interesante cómo hacerlos criaturas vivaces, con dimensión. ¿Por qué los monstruos son agresivos? Porque nosotros los agredimos primero. El monstruo de la laguna negra es el gran ejemplo: una criatura que vive su vida en el Amazonas, que no se mete con nadie, y en cuanto los blancos se bajan de su embarcación se obsesionan con él.

Hay un universo entero de monstruos y otras cosas inquietantes, ¿cuáles son tus principales referentes?  

Cuando tenía 10 o 11 comencé a leer a Stephen King, así que es, obviamente, una gran influencia; pero lo que más me impresionó siendo chico fue la serie Twilight Zone (1959-1964), que presentaba historias extrañas, algunas muy inquietantes, pero que no intentaban darte una lección; yo veía sus episodios con mi madre. George A. Romero es otra gran influencia; en sus películas hay algunos aspectos de lo que hablo, de la confrontación de las personas. Ray Bradbury, por supuesto.

Has escrito libros como Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambos llevados a medio audiovisual; ¿de dónde surge una historia como la de, por ejemplo, Scowler, en la que narras la historia de un homicida y del hijo que intenta detenerlo?

Esa historia está basado en una pesadilla muy perturbadora que tuve cuando tenía 12 o trece años; al crecer, olvidé el sueño, pero luego volvió a mí. Muchos de mis libros retoman viejas ideas que tuve hace mucho tiempo; lo que ocurre es que un día todo eso cobra sentido. Scowler es, ahora que lo pienso, similar a Twilight Zone: tiene un par de personajes, todo sucede en un mismo lugar y todos pelean como en una película de Romero. Hablando de Romero, tuve la fortuna de reescribir la novela de zombis que dejó inclusa y que pronto será publicada.

Es muy interesante que retomes tus sueños, ¿llevas un diario onírico?, ¿cuál es tu proceso de trabajo?

Tomo notas; no escribo todo, pero apunto las ideas que tengo, ¡aunque no a mitad de la noche! Las ideas germinan a través de los años; como te decía, escribo y luego pasan los años y algo hace que las ideas regresen y resulten lógicas. Es un proceso muy largo, como te podrás imaginar.

¿Crees que existen monstruos entre nosotros?

Hay gran potencial en eso: una de las cosas que hago en mi trabajo es tomar los personajes de monstruos y preguntar qué siente uno por ellos; eso lo hace más complicado. No hablo de los monstruos fantásticos sino de los monstruos humanos; nunca he estado interesado en la lucha del bien y del mal; me interesa más lo que es potencialmente malo o peor, porque eso nos concierne a todos; todos tenemos momentos en los que elegimos lo malo; como escritor me gusta pensar en qué momento lo malo se convierte en más malo y cuánta simpatía podemos extender en ello. Hay menos monstruos entre otros que monstruos dentro de nosotros; somos monstruos en potencia. Creo que si queremos sentir simpatía por los demás es necesario aceptar que la gente tiene ideas distintas y, también, entender nuestro lado malo, nadie es perfecto; el verdadero entendimiento del extraño consiste en entender lo bueno y lo malo.



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Performance entre el arte y la moda

Con la finalidad de generar un diálogo entre el arte y la moda, el viernes a las 7 PM Filia presentará Deidades dispares, evento en el que Liz Miller-Kovacs, Marcus Kuiland-Nazario y Yunuen Rhi presentarán performances que abordan la estetización de la violencia en la cultura global, las imágenes fetiche y el exceso de información.

Se trata de la primera sesión de un programa con el que Filia, un espacio de venta que amalgama la moda, el diseño y las artes, propone ofrecer experiencias que generen reflexión sobre los hilos de unen a las disciplinas creativas. 

La práctica de Liz-Miller-Kovacs, artista interdisciplinaria basada en Los Ángeles, abarca video, performance, fotografía e instalación; en en su obra examina las nociones de comodidad, el rol de los medios de comunicación y la superficialidad de la cultura comercial. Marcus Kuiland-Nazario, también de Los Ángeles, es artista, curador y productor con 30 años en las escenas del arte y el performance que utiliza, entre otros recursos, el humor para explorar el estereotipo del macho latino. Yunuen Rhi, finalmente, es investigadora independiente y traductora cuyo trabajo combina la epistemología indígena con el feminismo y las artes marciales. 

Filia se encuentra en la calle de Berlín 35, en la colonia Juárez.



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Performance entre el arte y la moda

Con la finalidad de generar un diálogo entre el arte y la moda, el viernes a las 7 PM Filia presentará Deidades dispares, evento en el que Liz Miller-Kovacs, Marcus Kuiland-Nazario y Yunuen Rhi presentarán performances que abordan la estetización de la violencia en la cultura global, las imágenes fetiche y el exceso de información.

Se trata de la primera sesión de un programa con el que Filia, un espacio de venta que amalgama la moda, el diseño y las artes, propone ofrecer experiencias que generen reflexión sobre los hilos de unen a las disciplinas creativas. 

La práctica de Liz-Miller-Kovacs, artista interdisciplinaria basada en Los Ángeles, abarca video, performance, fotografía e instalación; en en su obra examina las nociones de comodidad, el rol de los medios de comunicación y la superficialidad de la cultura comercial. Marcus Kuiland-Nazario, también de Los Ángeles, es artista, curador y productor con 30 años en las escenas del arte y el performance que utiliza, entre otros recursos, el humor para explorar el estereotipo del macho latino. Yunuen Rhi, finalmente, es investigadora independiente y traductora cuyo trabajo combina la epistemología indígena con el feminismo y las artes marciales. 

Filia se encuentra en la calle de Berlín 35, en la colonia Juárez.



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Una relectura del dibujo

Narrar historias a través de las imágenes, la afición por el cómic y el manejo de diversos formatos para expresarse a través del dibujo, son algunos de los elementos que caracterizan el proceso artístico y la obra de tres artistas: Víctor Lucero, Mayra León y Gerardo Rivera Kura. La muestra Susurros en la niebla. Punto, línea y mancha, que a partir del 30 de marzo presentará la Galería José María Velasco, recoge sus creaciones. 

Víctor Lucero (Ciudad de México, 1989) –influenciado por la narrativa del cómic y la obra de, entre otros, Henry Darger, Julio Ruelas, Goya y William Blake– exhibirá Antes de que salga la luz, una pieza monumental de 12 metros x 90 centímetros; al remitir a lo matérico e incluir transparencias y destellos pictóricos, el ensamble es una reflexión sobre los límites físicos y conceptuales del dibujo. 

La obra de Mayra León (Ciudad de México, 1970), por otro lado, tiene como protagonista al Zócalo de la capital. De esta manera sus obras establecen un diálogo con el espacio, la arquitectura, la luz, el clima y las distintas actividades que concentra la Plaza de la Constitución; de entre las nueve piezas que León presentará, destaca Susurros, en la que exalta la figura femenina a través de una gráfica que retoma elementos asociados a lo mexicano. 

Necronomicómix, finalmente, es la serie que exhibirá Gerardo Rivera Kura (Ciudad de México, 1967). El artista ha desarrollado un trabajo importante dentro de la pintura tradicional y con esta serie elaborada a manera de cómics, muestra su faceta más experimental y alternativa, cargada de referencias culturales y estéticas que tiene como ejes el erotismo y la muerte. 

Curada por Alfredo Matus, Susurros en la niebla. Punto, línea y mancha se podrá ver hasta el 5 de mayo.



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Una relectura del dibujo

Narrar historias a través de las imágenes, la afición por el cómic y el manejo de diversos formatos para expresarse a través del dibujo, son algunos de los elementos que caracterizan el proceso artístico y la obra de tres artistas: Víctor Lucero, Mayra León y Gerardo Rivera Kura. La muestra Susurros en la niebla. Punto, línea y mancha, que a partir del 30 de marzo presentará la Galería José María Velasco, recoge sus creaciones. 

Víctor Lucero (Ciudad de México, 1989) –influenciado por la narrativa del cómic y la obra de, entre otros, Henry Darger, Julio Ruelas, Goya y William Blake– exhibirá Antes de que salga la luz, una pieza monumental de 12 metros x 90 centímetros; al remitir a lo matérico e incluir transparencias y destellos pictóricos, el ensamble es una reflexión sobre los límites físicos y conceptuales del dibujo. 

La obra de Mayra León (Ciudad de México, 1970), por otro lado, tiene como protagonista al Zócalo de la capital. De esta manera sus obras establecen un diálogo con el espacio, la arquitectura, la luz, el clima y las distintas actividades que concentra la Plaza de la Constitución; de entre las nueve piezas que León presentará, destaca Susurros, en la que exalta la figura femenina a través de una gráfica que retoma elementos asociados a lo mexicano. 

Necronomicómix, finalmente, es la serie que exhibirá Gerardo Rivera Kura (Ciudad de México, 1967). El artista ha desarrollado un trabajo importante dentro de la pintura tradicional y con esta serie elaborada a manera de cómics, muestra su faceta más experimental y alternativa, cargada de referencias culturales y estéticas que tiene como ejes el erotismo y la muerte. 

Curada por Alfredo Matus, Susurros en la niebla. Punto, línea y mancha se podrá ver hasta el 5 de mayo.



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miércoles, 27 de marzo de 2019

Un performance de datos

Los crímenes contra la humanidad son la materia prima de Metrónomos, instalación cinética de Rafael Lozano-Hemmer compuesta por ocho horcas invertidas que se mueven levemente conforme a las estadísticas de los delitos de asesinato, exterminio, desplazamiento forzado, desaparición forzada, esclavitud, tortura, violencia sexual y crímenes contra el medio ambiente. La pieza, que oscila gracias a un metrónomo controlado por una computadora que procesa datos, ahora forma parte de la sala dedicada a la “Memoria” en el Museo de Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México.

Imagen – ‘Metrónomos’, de Rafael Lozano-Hemmer ©Museo Memoria y Tolerancia

Al vivir en un mundo dominado por las métricas y su uso en procesos políticos y de consumo, ¿cómo hacer para que los datos signifiquen algo? Eso fue lo que se preguntó Lozano-Hemmer, cuya trayectoria artística está marcada por un intensivo estudio y análisis de la información, que ahora se conoce como macrodatos o big data. Así lo confirman obras como Tensión superficial (1992) –una instalación interactiva que reflexiona sobre la vigilancia en la que un ojo humano gigante en una pantalla, referencia a Orwell, sigue el movimiento de quien lo observa- y Nivel de confianza (2015) –proyecto en el que a través de la tecnología de reconocimiento facial, una computadora intenta encontrar semejanzas entre la cara quien interactúa con la pieza y los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Inspirado por el trabajo del diseñador Richard Buckminster Fuller, que en los cincuenta visualizó un dispositivo para observar los datos en tiempo real, Lozano-Hemmer reflexiona sobre Metrónomos: “Los métodos para visualizar las abstracciones con las que convivimos son una prioridad, el ejemplo perfecto es el dinero, que antes tenía un equivalente en oro y hoy solo se mueve a través de transferencias; quienes trabajamos en el campo simbólico podemos subrayar el peligro de la manipulación de los datos y hacer que éstos cuenten, que realmente digan algo. Esta pieza señala de lo que somos capaces los seres humanos”.

Para el artista ha sido importante jugar con el artificio; para tales efectos usa la técnica de trampantojo; las horcas de la instalación se balancean levemente, unas más que otras, generando un desequilibrio en quien se encuentra en la sala, sensación se agrava al observar el movimiento de sus sombras en la pared. La pieza, en suma, pretende sensibilizar al espectador y confrontarlo con la violencia. El espectador notará que la horca que más se mueve es la que corresponde a violencia sexual, lo cual indica que se trata de un delito en continuo ejercicio en el mundo.  

Metrónomos es la primera obra permanente de Lozano-Hemmer en México. “Siempre he tenido resistencia a que las piezas se vean de forma permanente porque las obras necesitan desaparecer, es su proceso natural; sin embargo en este caso es diferente porque, justamente, se trata de un performance de datos que irá cambiando conforme el curador elija una nueva categoría y las estadísticas se actualicen”.

La obra del mexicano, por otro lado, es motivo de un filme: Megalodemócrata: El arte público de Rafael Lozano-Hemmer (2018), de Benjamin Duffied, que se pudo ver en la reciente edición de FICUNAM. “Es una película que se realizó en un lapso de diez años, en treinta países, que explora las obras de arte público que he hecho. La promesa del filme, que ahora está proyectándose en festivales y espero que después se aloje en alguna plataforma digital, es reconectar al público son su ciudad, recordarle que puede ocupar el espacio público”, comentó el creador.

MEGALODEMOCRAT TRAILER from Benjamin Duffield on Vimeo.



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Un performance de datos

Los crímenes contra la humanidad son la materia prima de Metrónomos, instalación cinética de Rafael Lozano-Hemmer compuesta por ocho horcas invertidas que se mueven levemente conforme a las estadísticas de los delitos de asesinato, exterminio, desplazamiento forzado, desaparición forzada, esclavitud, tortura, violencia sexual y crímenes contra el medio ambiente. La pieza, que oscila gracias a un metrónomo controlado por una computadora que procesa datos, ahora forma parte de la sala dedicada a la “Memoria” en el Museo de Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México.

Imagen – ‘Metrónomos’, de Rafael Lozano-Hemmer ©Museo Memoria y Tolerancia

Al vivir en un mundo dominado por las métricas y su uso en procesos políticos y de consumo, ¿cómo hacer para que los datos signifiquen algo? Eso fue lo que se preguntó Lozano-Hemmer, cuya trayectoria artística está marcada por un intensivo estudio y análisis de la información, que ahora se conoce como macrodatos o big data. Así lo confirman obras como Tensión superficial (1992) –una instalación interactiva que reflexiona sobre la vigilancia en la que un ojo humano gigante en una pantalla, referencia a Orwell, sigue el movimiento de quien lo observa- y Nivel de confianza (2015) –proyecto en el que a través de la tecnología de reconocimiento facial, una computadora intenta encontrar semejanzas entre la cara quien interactúa con la pieza y los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Inspirado por el trabajo del diseñador Richard Buckminster Fuller, que en los cincuenta visualizó un dispositivo para observar los datos en tiempo real, Lozano-Hemmer reflexiona sobre Metrónomos: “Los métodos para visualizar las abstracciones con las que convivimos son una prioridad, el ejemplo perfecto es el dinero, que antes tenía un equivalente en oro y hoy solo se mueve a través de transferencias; quienes trabajamos en el campo simbólico podemos subrayar el peligro de la manipulación de los datos y hacer que éstos cuenten, que realmente digan algo. Esta pieza señala de lo que somos capaces los seres humanos”.

Para el artista ha sido importante jugar con el artificio; para tales efectos usa la técnica de trampantojo; las horcas de la instalación se balancean levemente, unas más que otras, generando un desequilibrio en quien se encuentra en la sala, sensación se agrava al observar el movimiento de sus sombras en la pared. La pieza, en suma, pretende sensibilizar al espectador y confrontarlo con la violencia. El espectador notará que la horca que más se mueve es la que corresponde a violencia sexual, lo cual indica que se trata de un delito en continuo ejercicio en el mundo.  

Metrónomos es la primera obra permanente de Lozano-Hemmer en México. “Siempre he tenido resistencia a que las piezas se vean de forma permanente porque las obras necesitan desaparecer, es su proceso natural; sin embargo en este caso es diferente porque, justamente, se trata de un performance de datos que irá cambiando conforme el curador elija una nueva categoría y las estadísticas se actualicen”.

La obra del mexicano, por otro lado, es motivo de un filme: Megalodemócrata: El arte público de Rafael Lozano-Hemmer (2018), de Benjamin Duffied, que se pudo ver en la reciente edición de FICUNAM. “Es una película que se realizó en un lapso de diez años, en treinta países, que explora las obras de arte público que he hecho. La promesa del filme, que ahora está proyectándose en festivales y espero que después se aloje en alguna plataforma digital, es reconectar al público son su ciudad, recordarle que puede ocupar el espacio público”, comentó el creador.

MEGALODEMOCRAT TRAILER from Benjamin Duffield on Vimeo.



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Tratado sobre el paso del tiempo

Al Alvarez, qué duda cabe, escribe sobre estados de ánimo. Los terminales, como el suicidio, en su espléndido El dios salvaje (1973), y los alumbradores, como En el estanque (diario de un nadador) (Entropía, 2018), tratado apacible sobre el paso del tiempo. La forma del “diario” (En el estanque se presenta, justamente, como el “diario de un nadador”) es, en todo caso, la excusa para medirse con un calendario que avanza y el modo en que ese movimiento regula la coexistencia entre un cuerpo –el de Alvarez– y el agua de los estanques de Hampstead Heath, donde aquél nada (es decir, entrega su cuerpo a un elemento indescifrable) desde su temprana adolescencia. En el contacto entre la percepción del autor y los ciclos en los que el mundo se mueve o se detiene visto desde el agua, la natación puede ser entendida como una toma de distancia frente a cierto nivel de la vida, una puesta en suspenso del ánimo en el que la inercia de las cosas que quedan en tierra adquiere una significación nueva. En el estanque es, entonces, una reflexión desplazada de lugar y un tratado sobre la constancia humana, ese arte de insistir en un motivo por el puro placer de agitar, levemente, sin que se note demasiado, la existencia propia y la ajena. Pero a la continuidad entre prosa, natación y vida, Alvarez no le pide otra cosa que el placer sensorial, de ahí el recurso al registro minucioso, a la marcación insistente, a la maravillosa expansión de lo mismo en mil matices diferentes, una y otra vez. ¿Por qué la anotación obsesiva de un ritual puede adquirir la consistencia de lo mágico? O mejor: ¿por qué la manía particular ilustra, a veces, mejor el sentido oculto del mundo que cualquiera de esas malas ficciones del “yo” que pretenden tragar la realidad a través del autor? Alvarez, seguramente, no tiene preguntas de este tipo en mente cuando describe con insistencia de naturalista el vuelo o las conductas de las garzas, gaviotas, cisnes y cormoranes que lo acompañan en cada nado. Pero su sensibilidad parece única e intransferible cada vez que lo hace, y es ese don el que transforma su diario en la clase de conexión literaria que, a veces, necesita lo maravilloso oculto en la monotonía para aparecer ante los ojos del lector anestesiado por el ruido y los reflejos del mundo. La intención nunca confesa de cualquier diario publicado en vida –esto es, corregir de maneras más o menos culposas la posteridad del autor– desaparece musicalmente en este ejercicio de sublime rutina literaria, hecho de situaciones inmóviles que permiten, en cada entrada, intuir, cuando no directamente descubrir, lo elemental de “algo” que sólo puede ser capturado con el agua al cuello. Ejercicio náutico de paciencia, entonces, ensayo sobre la capacidad sintáctica de la flotación, En el estanque trae consigo, en cada cifra de los días que registra, una dimensión que nos distancia permanentemente de esa otra que todos conocemos, y en la que resulta cada vez más difícil no ahogarse entre cosas que no tienen ninguna importancia.



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Tratado sobre el paso del tiempo

Al Alvarez, qué duda cabe, escribe sobre estados de ánimo. Los terminales, como el suicidio, en su espléndido El dios salvaje (1973), y los alumbradores, como En el estanque (diario de un nadador) (Entropía, 2018), tratado apacible sobre el paso del tiempo. La forma del “diario” (En el estanque se presenta, justamente, como el “diario de un nadador”) es, en todo caso, la excusa para medirse con un calendario que avanza y el modo en que ese movimiento regula la coexistencia entre un cuerpo –el de Alvarez– y el agua de los estanques de Hampstead Heath, donde aquél nada (es decir, entrega su cuerpo a un elemento indescifrable) desde su temprana adolescencia. En el contacto entre la percepción del autor y los ciclos en los que el mundo se mueve o se detiene visto desde el agua, la natación puede ser entendida como una toma de distancia frente a cierto nivel de la vida, una puesta en suspenso del ánimo en el que la inercia de las cosas que quedan en tierra adquiere una significación nueva. En el estanque es, entonces, una reflexión desplazada de lugar y un tratado sobre la constancia humana, ese arte de insistir en un motivo por el puro placer de agitar, levemente, sin que se note demasiado, la existencia propia y la ajena. Pero a la continuidad entre prosa, natación y vida, Alvarez no le pide otra cosa que el placer sensorial, de ahí el recurso al registro minucioso, a la marcación insistente, a la maravillosa expansión de lo mismo en mil matices diferentes, una y otra vez. ¿Por qué la anotación obsesiva de un ritual puede adquirir la consistencia de lo mágico? O mejor: ¿por qué la manía particular ilustra, a veces, mejor el sentido oculto del mundo que cualquiera de esas malas ficciones del “yo” que pretenden tragar la realidad a través del autor? Alvarez, seguramente, no tiene preguntas de este tipo en mente cuando describe con insistencia de naturalista el vuelo o las conductas de las garzas, gaviotas, cisnes y cormoranes que lo acompañan en cada nado. Pero su sensibilidad parece única e intransferible cada vez que lo hace, y es ese don el que transforma su diario en la clase de conexión literaria que, a veces, necesita lo maravilloso oculto en la monotonía para aparecer ante los ojos del lector anestesiado por el ruido y los reflejos del mundo. La intención nunca confesa de cualquier diario publicado en vida –esto es, corregir de maneras más o menos culposas la posteridad del autor– desaparece musicalmente en este ejercicio de sublime rutina literaria, hecho de situaciones inmóviles que permiten, en cada entrada, intuir, cuando no directamente descubrir, lo elemental de “algo” que sólo puede ser capturado con el agua al cuello. Ejercicio náutico de paciencia, entonces, ensayo sobre la capacidad sintáctica de la flotación, En el estanque trae consigo, en cada cifra de los días que registra, una dimensión que nos distancia permanentemente de esa otra que todos conocemos, y en la que resulta cada vez más difícil no ahogarse entre cosas que no tienen ninguna importancia.



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Y Fellini soñó con Picasso

“Estábamos en una cocina, era claramente la cocina de la casa de Picasso, una enorme cocina repleta de comida, de cuadros, de colores… Hablamos toda la noche”, escribió Federico Fellini en El libro de los sueños, una antología onírica que completó entre noviembre de 1960 y agosto de 1990. Fellini registró cuatro sueños con el pintor español. Y Fellini soñó con Picasso es el nombre de la muestra que estos días presenta el Museo Picasso Málaga, y que se podrá ver en la Cinemateca francesa a partir de abril, que explora los puntos de encuentro entre ambas obras, dos de las cumbres del arte del siglo XX.

Una selección de dibujos, películas, fotografías y otros documentos del director italiano que, junto a pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica de Pablo Picasso, evidencian sensibilidades comunes a ambos gigantes, abordando dilemas como la sexualidad, la exaltación de la vida, la exuberancia y la metamorfosis. Cada uno a su modo desarrolló una mirada particular. Las mujeres, por ejemplo, son representadas en sus obras como figuras divinas, terribles y sublimes, delicadamente sensuales o profundamente carnales, temperamentales o serenas. Tanto para Fellini como para Picasso, el circo fue un espacio de inspiración común y de interacción con la cultura popular, un universo irreverente en donde la sorpresa, el humor, la mentira y la transformación se personifican en acróbatas, arlequines y pulcinellas.

La muestra, que propone un diálogo imaginario entre ambos creadores, también se aproxima a sus procesos de trabajo. Durante toda su vida, Fellini tomó apuntes del mundo que le rodeaba a través de dibujos grotescos, a los que añadía algún comentario y, aunque durante su juventud se ganó la vida como ilustrador y caricaturista, el cine acabaría siendo su técnica de expresión artística. Por otro lado, el cine formó parte de la vida de Picasso, y parece indiscutible que influyó en su pintura. Fue en 1950 cuando Picasso experimenta con el cine dirigiendo junto a Frédéric Rossif la película La mort de Charlotte Corday en la que utilizó cerámicas, esculturas y dibujó sobre los propios actores, cinta que nunca llegó a comercializarse aunque sí fue exhibida en el Festival de Antibes. El autor es español y su obra, por otro lado, fueron explorados en películas de Robert Picault –para la que Picasso preparó una pequeña escenografía en cartón de una plaza de toros y sus personajes– y H.G. Clouzot, que recibió el Premio Especial del Jurado en Cannes por la película Le mystère Picasso (1956). 



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Y Fellini soñó con Picasso

“Estábamos en una cocina, era claramente la cocina de la casa de Picasso, una enorme cocina repleta de comida, de cuadros, de colores… Hablamos toda la noche”, escribió Federico Fellini en El libro de los sueños, una antología onírica que completó entre noviembre de 1960 y agosto de 1990. Fellini registró cuatro sueños con el pintor español. Y Fellini soñó con Picasso es el nombre de la muestra que estos días presenta el Museo Picasso Málaga, y que se podrá ver en la Cinemateca francesa a partir de abril, que explora los puntos de encuentro entre ambas obras, dos de las cumbres del arte del siglo XX.

Una selección de dibujos, películas, fotografías y otros documentos del director italiano que, junto a pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica de Pablo Picasso, evidencian sensibilidades comunes a ambos gigantes, abordando dilemas como la sexualidad, la exaltación de la vida, la exuberancia y la metamorfosis. Cada uno a su modo desarrolló una mirada particular. Las mujeres, por ejemplo, son representadas en sus obras como figuras divinas, terribles y sublimes, delicadamente sensuales o profundamente carnales, temperamentales o serenas. Tanto para Fellini como para Picasso, el circo fue un espacio de inspiración común y de interacción con la cultura popular, un universo irreverente en donde la sorpresa, el humor, la mentira y la transformación se personifican en acróbatas, arlequines y pulcinellas.

La muestra, que propone un diálogo imaginario entre ambos creadores, también se aproxima a sus procesos de trabajo. Durante toda su vida, Fellini tomó apuntes del mundo que le rodeaba a través de dibujos grotescos, a los que añadía algún comentario y, aunque durante su juventud se ganó la vida como ilustrador y caricaturista, el cine acabaría siendo su técnica de expresión artística. Por otro lado, el cine formó parte de la vida de Picasso, y parece indiscutible que influyó en su pintura. Fue en 1950 cuando Picasso experimenta con el cine dirigiendo junto a Frédéric Rossif la película La mort de Charlotte Corday en la que utilizó cerámicas, esculturas y dibujó sobre los propios actores, cinta que nunca llegó a comercializarse aunque sí fue exhibida en el Festival de Antibes. El autor es español y su obra, por otro lado, fueron explorados en películas de Robert Picault –para la que Picasso preparó una pequeña escenografía en cartón de una plaza de toros y sus personajes– y H.G. Clouzot, que recibió el Premio Especial del Jurado en Cannes por la película Le mystère Picasso (1956). 



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martes, 26 de marzo de 2019

Refugio constelar

Extrapolando el lugar común (no por eso menos cierto) de que nadie lee realmente el mismo libro (el sentido se cifra en la mente de cada lector de manera irrepetible), el pensamiento crítico, la disposición singular ante el mundo, se articula siempre a partir de una cartografía de lecturas única. La idea de una constelación como eje rector de un vínculo solidario y con sentido, ha sido el sino de proyectos editoriales que han dado pie a vanguardias, tejido una idea de cultura como la que anhelaba Borges: en todas las latitudes, a través de todos los tiempos. La cartografía personal de lecturas es un testamento del lugar que decidimos asumir en este teatro del absurdo que es la existencia atomizada, individual, carente de relato.

El sentido último detrás de los proyectos editoriales es alcanzar la biblioteca o atraer los ojos de un lector. Incorporarse a la constelación personal que ciñe nuestra identidad interior y exterior. La inmensa mayoría de los proyectos editoriales, librescos o en forma de revista, tienen un sustento nefando en la atracción de capitales privados o públicos que en realidad condenan a la simulación al artefacto artístico: un pérfido y torcido holograma que tergiversa nociones centrales en la vida común como las letras y la libertad, por poner un ejemplo.

Hace ya varias décadas, B. Traven promulgó la muerte de la prensa libre cuando apareció el primer anuncio en un diario alemán. El avance depredador de los aparatos de mercadotecnia, incrustados hoy en día en nuestra cotidianidad de tal forma que nos hemos vuelto todos agentes y consumidores del mercado, ha anulado las posibilidades de establecer circuitos solidarios de búsqueda e intereses comunes. La tiranía de las estadísticas digitales ha atrincherado al contenido de vocación y profundidad, lo único que puede rescatarnos del patíbulo mercantil en el que nos encontramos es la adhesión voluntaria y vocacional a una constelación (editorial, artística, musical y, sobre todo, afectiva). Son las lectoras y los lectores los que en última instancia deben mantener a flote un proyecto editorial. El editor del Acantilado Jaume Vallcorba solía decir que concebía sus libros como cartas de amor a amigos anónimos. Los lectores y las lectoras que coinciden en un libro o en una revista, son los depositarios de esas misivas y son, a la vez, entre sí, cómplices y amigos anónimos.

Debemos ser capaces de sustraernos del asedio y el barullo para mirar, atender y escuchar el sonido justo (Roberto Calasso dixit) que emana de los pocos pero sólidos y urgentes proyectos editoriales constelares, periódicos e impresos.




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Refugio constelar

Extrapolando el lugar común (no por eso menos cierto) de que nadie lee realmente el mismo libro (el sentido se cifra en la mente de cada lector de manera irrepetible), el pensamiento crítico, la disposición singular ante el mundo, se articula siempre a partir de una cartografía de lecturas única. La idea de una constelación como eje rector de un vínculo solidario y con sentido, ha sido el sino de proyectos editoriales que han dado pie a vanguardias, tejido una idea de cultura como la que anhelaba Borges: en todas las latitudes, a través de todos los tiempos. La cartografía personal de lecturas es un testamento del lugar que decidimos asumir en este teatro del absurdo que es la existencia atomizada, individual, carente de relato.

El sentido último detrás de los proyectos editoriales es alcanzar la biblioteca o atraer los ojos de un lector. Incorporarse a la constelación personal que ciñe nuestra identidad interior y exterior. La inmensa mayoría de los proyectos editoriales, librescos o en forma de revista, tienen un sustento nefando en la atracción de capitales privados o públicos que en realidad condenan a la simulación al artefacto artístico: un pérfido y torcido holograma que tergiversa nociones centrales en la vida común como las letras y la libertad, por poner un ejemplo.

Hace ya varias décadas, B. Traven promulgó la muerte de la prensa libre cuando apareció el primer anuncio en un diario alemán. El avance depredador de los aparatos de mercadotecnia, incrustados hoy en día en nuestra cotidianidad de tal forma que nos hemos vuelto todos agentes y consumidores del mercado, ha anulado las posibilidades de establecer circuitos solidarios de búsqueda e intereses comunes. La tiranía de las estadísticas digitales ha atrincherado al contenido de vocación y profundidad, lo único que puede rescatarnos del patíbulo mercantil en el que nos encontramos es la adhesión voluntaria y vocacional a una constelación (editorial, artística, musical y, sobre todo, afectiva). Son las lectoras y los lectores los que en última instancia deben mantener a flote un proyecto editorial. El editor del Acantilado Jaume Vallcorba solía decir que concebía sus libros como cartas de amor a amigos anónimos. Los lectores y las lectoras que coinciden en un libro o en una revista, son los depositarios de esas misivas y son, a la vez, entre sí, cómplices y amigos anónimos.

Debemos ser capaces de sustraernos del asedio y el barullo para mirar, atender y escuchar el sonido justo (Roberto Calasso dixit) que emana de los pocos pero sólidos y urgentes proyectos editoriales constelares, periódicos e impresos.




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El regreso a la empatía

La historia de la Galería de Arte Mexicano (GAM) está aparejada con la historia de México; fundada en 1935 por Inés Amor, fue la primera galería establecida en la Ciudad de México y su labor resultó fundamental para la vida cultural y artística del país, ya que exhibió la obra de, entre otros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Miguel Covarrubias, Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Nahui Olin y Agustín Lazo. “En los últimos años la galería había llegado a un punto difícil; Juan Pérez, nieto de Inés Amor, se vio en una encrucijada: o la galería se volcaba sobre sus ochenta años de historia o buscaba hacer cantera”, dice Bartolomé Delmar, que junto a Pérez dirige el proyecto Sala:GAM, cuyo objetivo es rejuvenecer el espacio y sus opciones artísticas.

Sala:GAM es una iniciativa con apenas unos meses de existencia que consiste en la exhibición de la obra de artistas contemporáneos; ello no implica que la galería los represente. La línea que sigue el proyecto es la de la empatía. “No buscamos al mejor artista, tampoco al que está mejor posicionado ni al que pueda cotizar mejor”, dice Juan, “a mí me enseñaron que no se puede vivir de la manzana sin hacer algo por la manzana, es decir que el trabajo que hacemos se caracteriza por la cercanía con los creadores y los curadores; siempre ha sido así; mi abuela, por ejemplo, empezó a hacer pagos en abonos para que todos los artistas de la galería recibieran un poco de dinero todos los meses; así forjó relaciones de amistad, sí, pero sobre todo de respeto al trabajo”.

La primera consigna para exponer en Sala:GAM es, simplemente, la empatía y la identificación. “Si partimos desde un interés emocional, desde el gusto, no podemos negar la cruz de nuestra parroquia al considerar la gran historia de la GAM, así que seguimos buscando proyectos que regresen al espectador a esa relación con el objeto artístico, que se construye de forma intimista, con una intermediación muy básica, evitando distorsiones que vayan más allá de la obra en términos de la retórica curatorial; es un regreso al trabajo museográfico, a la intervención técnica para exhibir las obras”.

Un aspecto interesante de la iniciativa es que sus directores no están interesados en que el espacio de la GAM funja como un intermediario para generar discursos como, por ejemplo, el de la crítica institucional. El regreso a la visualidad es de alguna forma el catalizador para que se ocupen los espacios de la galería. “Ya hay lugares emergentes con esa bandera de crítica muy en alto; creo que este espacio le da aire a los creadores para que no tengan que verse presionados para hacer algo súper complejo, sino simplemente el trabajo que les interesa”, considera Juan.

 

Los organizadores coinciden en que la postura política de Sala:GAM es la aparente despolitización del arte y “en ese sentido, en un medio reinado por la palabra racional y filosófica de los curadores, aquí ponemos de frente al artista; trabajamos curatorialmente a partir de lo que éste quiere y no de los que otros –nosotros, los gestores, o los curadores– desean”. Al partir de este tipo de relaciones, Juan considera que el trabajo se vuelve muy rico ya que la conversación se puede dilatar en aspectos minuciosos como discutir la elección de un color, en cómo colgar piezas, en el título de las exposiciones, etc.

Pedro Noigandres, Jonathan Miralda Fuksman y próximamente Iván Krassoievitch (en un proyecto en el que Daniel Garza Usabiaga participa como curador) son los primeros artistas en ocupar los espacios de la GAM dedicados a renovar su mirada.



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El regreso a la empatía

La historia de la Galería de Arte Mexicano (GAM) está aparejada con la historia de México; fundada en 1935 por Inés Amor, fue la primera galería establecida en la Ciudad de México y su labor resultó fundamental para la vida cultural y artística del país, ya que exhibió la obra de, entre otros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Miguel Covarrubias, Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Nahui Olin y Agustín Lazo. “En los últimos años la galería había llegado a un punto difícil; Juan Pérez, nieto de Inés Amor, se vio en una encrucijada: o la galería se volcaba sobre sus ochenta años de historia o buscaba hacer cantera”, dice Bartolomé Delmar, que junto a Pérez dirige el proyecto Sala:GAM, cuyo objetivo es rejuvenecer el espacio y sus opciones artísticas.

Sala:GAM es una iniciativa con apenas unos meses de existencia que consiste en la exhibición de la obra de artistas contemporáneos; ello no implica que la galería los represente. La línea que sigue el proyecto es la de la empatía. “No buscamos al mejor artista, tampoco al que está mejor posicionado ni al que pueda cotizar mejor”, dice Juan, “a mí me enseñaron que no se puede vivir de la manzana sin hacer algo por la manzana, es decir que el trabajo que hacemos se caracteriza por la cercanía con los creadores y los curadores; siempre ha sido así; mi abuela, por ejemplo, empezó a hacer pagos en abonos para que todos los artistas de la galería recibieran un poco de dinero todos los meses; así forjó relaciones de amistad, sí, pero sobre todo de respeto al trabajo”.

La primera consigna para exponer en Sala:GAM es, simplemente, la empatía y la identificación. “Si partimos desde un interés emocional, desde el gusto, no podemos negar la cruz de nuestra parroquia al considerar la gran historia de la GAM, así que seguimos buscando proyectos que regresen al espectador a esa relación con el objeto artístico, que se construye de forma intimista, con una intermediación muy básica, evitando distorsiones que vayan más allá de la obra en términos de la retórica curatorial; es un regreso al trabajo museográfico, a la intervención técnica para exhibir las obras”.

Un aspecto interesante de la iniciativa es que sus directores no están interesados en que el espacio de la GAM funja como un intermediario para generar discursos como, por ejemplo, el de la crítica institucional. El regreso a la visualidad es de alguna forma el catalizador para que se ocupen los espacios de la galería. “Ya hay lugares emergentes con esa bandera de crítica muy en alto; creo que este espacio le da aire a los creadores para que no tengan que verse presionados para hacer algo súper complejo, sino simplemente el trabajo que les interesa”, considera Juan.

 

Los organizadores coinciden en que la postura política de Sala:GAM es la aparente despolitización del arte y “en ese sentido, en un medio reinado por la palabra racional y filosófica de los curadores, aquí ponemos de frente al artista; trabajamos curatorialmente a partir de lo que éste quiere y no de los que otros –nosotros, los gestores, o los curadores– desean”. Al partir de este tipo de relaciones, Juan considera que el trabajo se vuelve muy rico ya que la conversación se puede dilatar en aspectos minuciosos como discutir la elección de un color, en cómo colgar piezas, en el título de las exposiciones, etc.

Pedro Noigandres, Jonathan Miralda Fuksman y próximamente Iván Krassoievitch (en un proyecto en el que Daniel Garza Usabiaga participa como curador) son los primeros artistas en ocupar los espacios de la GAM dedicados a renovar su mirada.



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Valoración del diseño mexicano 

Colección de momentos: Diseño en México, 1999-2015 es una publicación que hace un registro del posicionamiento del diseño industrial gestado en el país en las últimas décadas. El libro, una investigación de Cecilia León de la Barra, cuestiona, entre otras cosas, la carencia de una colección institucional de diseño en México, así como la falta de espacios generadores de historia y de entendimiento del contexto económico y social en el que se desarrolla la disciplina. 

El volumen, editado por el Museo Universitario del Chopo, recoge la muestra homónima que el recinto presentó el año pasado y que exhibió obras de, entre otros, Jorge Diego-Étienne, Liliana Ovalle, Maggie Galtón y Emiliano Godoy. 

Desde 2014 León de la Barra, formada como diseñadora industrial, es curadora de la sección de diseño de Zona Maco; trabaja en proyectos independientes de producto, mobiliario, interiores, consultorías de diseño y curaduría. En 2010 presentó la exposición Hecho a mano: nuevos procesos colaborativos de diseño, en Casa del Lago. En 2014 curó las exposiciones Copias: transformación y evolución de procesos creativos, con Jorge Gardoni, en Archivo Diseño y Arquitectura; y Contar el tiempo, en Centro (2004-2014), exposición que celebró el décimo aniversario de la universidad Centro Diseño, Cine y Televisión.

Colección de momentos: Diseño en México, 1999-2015 se dará a conocer el jueves 29 de marzo, a las 18:00 horas, en el Chopo. La autora, Itzel Vargas Plata (curadora del museo universitario) y el arquitecto Juan Jose Kochen presentarán el libro. 



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Valoración del diseño mexicano 

Colección de momentos: Diseño en México, 1999-2015 es una publicación que hace un registro del posicionamiento del diseño industrial gestado en el país en las últimas décadas. El libro, una investigación de Cecilia León de la Barra, cuestiona, entre otras cosas, la carencia de una colección institucional de diseño en México, así como la falta de espacios generadores de historia y de entendimiento del contexto económico y social en el que se desarrolla la disciplina. 

El volumen, editado por el Museo Universitario del Chopo, recoge la muestra homónima que el recinto presentó el año pasado y que exhibió obras de, entre otros, Jorge Diego-Étienne, Liliana Ovalle, Maggie Galtón y Emiliano Godoy. 

Desde 2014 León de la Barra, formada como diseñadora industrial, es curadora de la sección de diseño de Zona Maco; trabaja en proyectos independientes de producto, mobiliario, interiores, consultorías de diseño y curaduría. En 2010 presentó la exposición Hecho a mano: nuevos procesos colaborativos de diseño, en Casa del Lago. En 2014 curó las exposiciones Copias: transformación y evolución de procesos creativos, con Jorge Gardoni, en Archivo Diseño y Arquitectura; y Contar el tiempo, en Centro (2004-2014), exposición que celebró el décimo aniversario de la universidad Centro Diseño, Cine y Televisión.

Colección de momentos: Diseño en México, 1999-2015 se dará a conocer el jueves 29 de marzo, a las 18:00 horas, en el Chopo. La autora, Itzel Vargas Plata (curadora del museo universitario) y el arquitecto Juan Jose Kochen presentarán el libro. 



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lunes, 25 de marzo de 2019

De monasterio a museo

Ubicado en Engadina, un valle alpino al este de Suiza, entre las ruinas de un monasterio medieval, se encuentra el Museo Susch, que abrió sus puertas a inicios de este año. Los arquitectos suizos Chasper Schmidlin y Lukas Voellmy se hicieron cargo de la restauración y la expansión del lugar que consistió en el delicado rescate de las estructuras existentes y su recombinación en nuevas formas. El recinto comprende cuatro edificios interconectados por un túnel.

 

La antigua vicaría, el hospicio y el edificio que conforma el predio formaron parte de un monasterio rural en 1157, en el camino de paso de los peregrinos que se dirigían a Roma y Santiago de Compostela. El desafío para los arquitectos fue unir las estructuras tanto visual como funcionalmente: el proyecto nació con la consigna de permitir la exhibición del arte contemporáneo y también la historia natural del lugar.

A la creadora Sara Masüger se le comisionó la creación de una pieza que combina la escultura, la arquitectura y el pasaje. Su propuesta, que se aprecia en la foto de abajo, consiste en una experiencia meditativa en la que el sonido del río Eno se desprende su origen y transporta el espectador por un pasaje escultórico salpicado por áreas de luz y oscuridad.



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