Pocas veces en la historia escrita del siglo XX aparecen personajes íntimamente relacionados con la escena artística y con un gran cuerpo de obra que aún no han sido desempolvados del olvido. El arquitecto Armando Franco, protagonista de la escena del movimiento moderno, es uno de ellos. Alumno de los pilares de la arquitectura mexicana, Franco es autor de obras de extrema importancia para el desarrollo del país.
A los 14 años, Franco, que nació en la Ciudad de México en 1921, se matriculó en la Escuela Nacional de Artes, en la Academia de San Carlos; rápidamente se volvió asistente de dibujo de Carlos Alvarado Lang. Sin embargo, cambió la carrera de arte por la de arquitectura, profesión que ejerce hasta el día de hoy.
Franco, que al inicio de su carrera participó en proyectos de vivienda y propuestas de urbanización propios de la modernidad, es uno de los arquitectos que proyectó el plan maestro de Ciudad Universitaria.
La colección COFRAN, el objeto central de Armando Franco: Urbanista, Arquitecto y Diseñador (la exposición que, en el marco del proyecto “Clásicos Mexicanos. Hecho en México de 1929-1999”, se presenta en la calle de Tres Picos 65, en la colonia Polanco), es probablemente la expresión más temprana del llamado diseño artístico industrial. Diseñada en 1955 para ser producida y expuesta en los talleres de la Escuela de Diseño y Artesanías en la Ciudadela, COFRAN, proyecto coordinado por el artista José Chávez Morado, apuntó hacia la producción semi-artesanal y semi-industrial de muebles modulares, hechos con materiales, técnicas y mano de obra locales con un atractivo actualizado en sus formas.
A partir de polines torneados y machimbrados, se construyeron bastidores que sirven para tensar los asientos y respaldos, hechos de piel y correas. En la colección hay influencias directas de los diseños de Le Corbusier y del diseño escandinavo. COFRAN es un conjunto que, contrario a otros ejemplos contemporáneos de diseño de mobiliario, no mira hacia el mueble vernáculo mexicano, sino que a partir de la técnica de obreros y artesanos locales apunta hacia un diseño internacional moderno.
En la muestra los muebles dialogan con fotografías históricas tomadas por el propio arquitecto, así como planos y moldes trazados y cortados para servir de guía al artesano. Lo complejo de las plantillas y los planos translucen la idea de la capacitación profesional del artesano, por no decir obrero industrializado en potencia, y del serio trabajo del arquitecto en el diseño de su mobiliario.
En su día esta colección, que sólo se produjo una vez, no fue un éxito comercial, debido a lo efímero del proyecto de diseño artesanal de la Ciudadela y, también, por lo pequeño del mercado interno; sin embargo, ahora vuelve a través de Clásicos Mexicanos.
La colección COFRAN es un importante trozo de la historia del diseño mexicano; se trata de un caso muy puntual que recoge influencias locales y del movimiento moderno internacional; revela la mexicanización de los principios funcionalistas, pero con la responsabilidad de haber involucrado a artesanos, materiales y técnicas locales.
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