jueves, 31 de enero de 2019

Exposiciones de febrero

Se acaba enero y con el segundo mes del año llegan nuevas exposiciones al Museo de Arte Carrillo Gil, el MUAC y el MUCA Roma. Gráfica y audio, una revisión de la historia del performance en México y proyectos de carácter participativo son algunas de las propuestas de estos recintos que, aquí, revisamos.

 

Gang Bang y Curupira, criatura del bosque

 

Resultado de un jam entre Bayrol Jiménez, Dr. Lakra, Julio G. Aguilar, Luis Hampshire, Ramón Sanmiquel, Roger Benetti y Toño Camuñas, el Gabinete de Gráfica de Museo de Arte Carrillo Gil presenta imágenes que conjugan referentes de la cultura popular, la etnología, el rótulo, etc. El Gabinete de Audio, por otro lado, proyectará Curupira, documental en el que el investigador sonoro Félix Blume registra un viaje a la comunidad amazónica de Tauray (Brasil), donde habita un ser mítico que protege la selva de los invasores. El creador francés, que en esta obra usa tanto audio como imagen, va en su búsqueda, acompañado por los habitantes del lugar.

Del 1 de febrero al 28 de abril

Imagen – Afiche del documental ‘Curupira’

 

Arte acción en México. Registros y residuos

 

Acción ritual, poema-acción, acción plástica, artes vivas, arte efímero, evento ambiente, acto visual-sónico. La primera muestra del MUAC de 2019 revisa el inventario de las prácticas artísticas asociadas al performance en México de 1979 a 2014. Curada por Cristian Aravena, Sol Henaro, Alejandra Moreno y Brian Smith, la exposición se nutre del Centro de Documentación Arkheia, que pertenece al museo universitario.

Del 2 de febrero al 21 de julio.

Antonio Juárez (registro de la acción), Rocío Boliver “La Congelada de Uva” en C/U, XII Muestra Internacional de Performance, Ex Teresa Arte Actual, 2006. Fondo Antonio Juárez, Centro de Documentación Arkheia, MUAC, UNAM

el vocabulario b y Libros, colecciones y laberintos

 

el vocabulario b es un proyecto de carácter participativo de Verónica Gerber Bicecci que funciona a manera de un libro, es decir, se integra por un prólogo y un epílogo que construyen en el presente un relato sobre la noción del futuro en el lenguaje. La muestra se plantea se plantea como un Work in Progress que se irá construyendo en la sala de exhibición del Muca Roma a partir de una serie de talleres de dibujo/escritura con alumnos de primaria y secundaria de la colonia Roma. El museo universitario también presentará Libros, colecciones y laberintos, muestra  enfocada en mostrar la metodología del trabajo de la diseñadora gráfica Mónica Zacarías, que a lo largo de 20 años ha concentrado su producción en el diseño de libros.

Del 7 de febrero al 12 de mayo.

Imagen – Diseño gráfico de Mónica Zacarías



from La Tempestad http://bit.ly/2MKXOu5
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Exposiciones de febrero

Se acaba enero y con el segundo mes del año llegan nuevas exposiciones al Museo de Arte Carrillo Gil, el MUAC y el MUCA Roma. Gráfica y audio, una revisión de la historia del performance en México y proyectos de carácter participativo son algunas de las propuestas de estos recintos que, aquí, revisamos.

 

Gang Bang y Curupira, criatura del bosque

Resultado de un jam entre Bayrol Jiménez, Dr. Lakra, Julio G. Aguilar, Luis Hampshire, Ramón Sanmiquel, Roger Benetti y Toño Camuñas, el Gabinete de Gráfica de Museo de Arte Carrillo Gil presenta imágenes que conjugan referentes de la cultura popular, la etnología, el rótulo, etc. El Gabinete de Audio, por otro lado, proyectará Curupira, documental en el que el investigador sonoro Félix Blume registra un viaje a la comunidad amazónica de Tauray (Brasil), donde habita un ser mítico que protege la selva de los invasores. El creador francés, que en esta obra usa tanto audio como imagen, va en su búsqueda, acompañado por los habitantes del lugar.

Del 1 de febrero al 28 de abril

Imagen – Afiche del documental ‘Curupira’

 

Arte acción en México. Registros y residuos

Acción ritual, poema-acción, acción plástica, artes vivas, arte efímero, evento ambiente, acto visual-sónico. La primera muestra del MUAC de 2019 revisa el inventario de las prácticas artísticas asociadas al performance en México de 1979 a 2014. Curada por Cristian Aravena, Sol Henaro, Alejandra Moreno y Brian Smith, la exposición se nutre del Centro de Documentación Arkheia, que pertenece al museo universitario.

Del 2 de febrero al 21 de julio.

Antonio Juárez (registro de la acción), Rocío Boliver “La Congelada de Uva” en C/U, XII Muestra Internacional de Performance, Ex Teresa Arte Actual, 2006. Fondo Antonio Juárez, Centro de Documentación Arkheia, MUAC, UNAM

el vocabulario b y Libros, colecciones y laberintos

el vocabulario b es un proyecto de carácter participativo de Verónica Gerber Bicecci que funciona a manera de un libro, es decir, se integra por un prólogo y un epílogo que construyen en el presente un relato sobre la noción del futuro en el lenguaje. La muestra se plantea se plantea como un Work in Progress que se irá construyendo en la sala de exhibición del Muca Roma a partir de una serie de talleres de dibujo/escritura con alumnos de primaria y secundaria de la colonia Roma. El museo universitario también presentará Libros, colecciones y laberintos, muestra  enfocada en mostrar la metodología del trabajo de la diseñadora gráfica Mónica Zacarías, que a lo largo de 20 años ha concentrado su producción en el diseño de libros.

Del 7 de febrero al 12 de mayo.

Imagen – Diseño gráfico de Mónica Zacarías



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Dior en exhibición 

La exposición Christian Dior: Designer of Dreams rastrea la historia y el impacto desde 1947 hasta la actualidad de uno de los diseñadores más influyentes del sigo XX, explorando la influencia perdurable de la casa de modas francesa y la relación de su fundador con Reino Unido. 

La muestra, que se presentará a partir del 2 de febrero en el Museo Victoria & Albert de Londres, se basa en una exposición que se pudo ver en 2007 en París, aunque ampliada con una nueva sección dedicada a la fascinación de Dior por la realeza británica y su aristocracia. “Me encanta estar en un país cuyo pasado está tan vívidamente a mi alrededor”, escribió el creador en su autobiografía sobre Reino Unido. El francés estableció su oficina en Londres en 1952. Fue en esa ciudad donde orquestó una pasarela histórica en el Palacio Blenheim, en 1954.

Docenas de vestidos hechos a mano con sedas suntuosas, plumas y cristales se exhiben en una habitación con efectos de iluminación, simulando constelaciones brillantes y una lluvia de polvo de oro. La muestra presenta la evolución de la casa por la que han desfilado múltiples diseñadores: el propio Dior, Yves Saint-Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano y Maria Grazia Chiuri, la primera mujer en dirigir la marca.



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Dior en exhibición 

La exposición Christian Dior: Designer of Dreams rastrea la historia y el impacto desde 1947 hasta la actualidad de uno de los diseñadores más influyentes del sigo XX, explorando la influencia perdurable de la casa de modas francesa y la relación de su fundador con Reino Unido. 

La muestra, que se presentará a partir del 2 de febrero en el Museo Victoria & Albert de Londres, se basa en una exposición que se pudo ver en 2007 en París, aunque ampliada con una nueva sección dedicada a la fascinación de Dior por la realeza británica y su aristocracia. “Me encanta estar en un país cuyo pasado está tan vívidamente a mi alrededor”, escribió el creador en su autobiografía sobre Reino Unido. El francés estableció su oficina en Londres en 1952. Fue en esa ciudad donde orquestó una pasarela histórica en el Palacio Blenheim, en 1954.

Docenas de vestidos hechos a mano con sedas suntuosas, plumas y cristales se exhiben en una habitación con efectos de iluminación, simulando constelaciones brillantes y una lluvia de polvo de oro. La muestra presenta la evolución de la casa por la que han desfilado múltiples diseñadores: el propio Dior, Yves Saint-Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano y Maria Grazia Chiuri, la primera mujer en dirigir la marca.



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miércoles, 30 de enero de 2019

40 años, 40 voces

A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Diego Mur y Mauricio Rico, fundadores del proyecto artístico de danza contemporánea y arte visual Nohbords.

 

¿Cómo empezó su proceso creativo?

Mauricio Rico: Inicié en una compañía independiente de comedia musical. Después indagué sobre escuelas y entré al Centro de Educación Artística (CEDART), donde hice el bachillerato con especialidad en danza. Posteriormente entré a la carrera de teatro. Al descubrir que tenía potencial para bailar, comencé a tomar talleres en compañías independientes. No tengo una formación académica en danza, aprendí en las tablas. Así es como he construido mi carrera en las dos disciplinas. Nohbords es un espacio que no se cierra a una sola disciplina, aunque su medio principal es la danza contemporánea.

Diego Mur: Mi primera práctica fue la fotografía. A los 14 años empecé a usar Internet y descubrí mi vocación creativa. Inicié haciendo retratos, fotografiando cuerpos. Aprendí a través de la web. Me di cuenta que aunque amaba todo lo que tenía que ver con la imagen, era mayor mi interés por los cuerpos. Quería investigar formas, sí, pero desde los cuerpos. Eso me llevó a la danza, viendo videos en Internet de baile, gimnasia artística y clavados. En un viaje a Hermosillo conocí la danza contemporánea. Se trataba de la Compañía Antares, una de las más importantes a nivel nacional, dirigida por Miguel Mancillas, que tiene una escuela independiente que dirige Isaac Chau. Luego de tomar una clase, me extendieron una beca completa. Al terminar mi formación en Antares, seguí mis estudios en Bruselas.

Mauricio: Al invitarlo a dar un taller, Diego me contó de su proyecto personal y requirió de mi ayuda en temas de casting. Así, poco a poco, sin planearlo, empezamos a trabajar juntos. Coincidimos creativamente. Soy bueno para la producción y la gestión, así que me involucré en la parte ejecutiva. Ambos coordinamos la parte artística.

Diego: Nos interesa trabajar para los intelectuales de la danza, no es parte de nuestras inquietudes. Nuestro proyecto, por otro lado, no ha sido espontáneo, al contrario, todo lo hemos planeado.

¿Consideran que su orientación sexual tiene alguna influencia en su sensibilidad artística?

Mauricio: Definitivamente. Siempre me expreso a través de mi forma de vivir, de mi forma de ser. No es algo voluntario ya que trabajamos con nuestro propio material humano, nuestra vida y cuerpo.

Diego: Sí, todos partimos de nuestras vivencias y del entorno.

¿Cómo es su relación con la comunidad gay mexicana?

Diego: Una de las ideas del proyecto de Nohbords es romper con las ideas de qué es la danza contemporánea, cómo se construye y desde dónde se vive. Un ejemplo: Traición, que es una fiesta popular en la comunidad queer de la Ciudad de México, producida por NAAFI, nos invitó porque en sus eventos realizan performances. Nunca habían presentado danza contemporánea. Accedimos porque pensamos en llegar a personas transgénero, lesbianas, homosexuales, drags. Quizá a muchas de ellas les daría pereza ir a espacios formales para apreciar la danza. El ejercicio funcionó muy bien.

Mauricio: Esa sensibilidad es parte del proyecto.

Diego: Ha generado comentarios divertidos. A veces nos dicen que el proyecto es muy bueno, que les encanta que ambos seamos gays. Yo bromeo y pregunto cómo saben que lo somos; la gente responde que si el proyecto no fuera gestado por gays entonces no sería tan cool. Aunque parecen banales, esos comentarios hacen pensar que los jóvenes entienden una forma específica de crear y que pueden observar una sensibilidad no heteronormativa o machista que comúnmente no existe entre la gente heterosexual.

¿Ustedes creen que el arte tiene alguna relación con los movimientos sociales?

Mauricio: La situación política, económica y cultural nos ha hecho buscar otras formas de producción. No nos acomodamos solamente a partir de los apoyos institucionales o a la forma en que opera el gobierno para poder avanzar.

Diego: Al proponer a chicas transexuales para algunas de nuestras obras, siempre nos responden que no es posible. Hemos estado en procesos o lugares donde no son tan cercanos a temas de género o diversidad, pero nos respetan debido a nuestro trabajo. Eso nos hace alzar la voz para decir sí somos homosexuales. Suena a imposición, pero hay que tomar una postura y exigir respeto para todos. Somos un chingo.

¿Qué piensan del futuro de la danza, para dónde creen que va?

Diego: Yo creo que vamos lento, pero cada vez somos más. Confío en que de cada diez bailarines, hay uno o dos con una visión del arte más actual. Eso me hace sentir que sí podemos hacer un cambio, aunque suene bastante hippie, y acabar con las ideas antiguas de cómo el arte y la danza deben funcionar. Sí, hay muchísimo por delante. No creo en la idea de derribar a los dinosaurios, creo que podemos crear otros estándares, otras formas.

Mauricio: En la medida en que dignifiquemos nuestro trabajo, de forma personal y grupal, las cosas van a mejorar, al menos en este gremio, en esta disciplina. Uno de los puntos de resistencia de Nohbords es hacer esto en México. Cuando te va bien la salida fácil es irte al extranjero. Uno tiene que ser responsable de su proyecto y de su éxito.

¿Cómo ven los futuros de la comunidad LGBT+?

Diego: Vamos bien, pero a veces tengo miedo. Por momentos creo que vamos como un cohete, hacia arriba. El tener amistades transgénero y lesbianas me ha educado. Sin embargo me asusta pensar que vivo en una burbuja.

Mauricio: Si me coloco en el presente creo que vamos bien, estamos recorriendo un muy buen camino que conduce a la aceptación, aunque no es general y, por otro lado, tampoco es una garantía. Me siento libre de no tener que ocultarme, de no tener que fingir algo que no soy.

Diego: Estuvimos en Yucatán, fuimos a nuestra primera clase de voguing. Descubrimos que hay un gran movimiento queer en Yucatán. Gente con outfits increíbles, chicos de 21 años travestidos, heterosexuales acompañados de sus novias que se visten más alocados que los chicos trans. Es maravilloso porque se trata de una comunidad: todos formados para entrar al teatro y gozar. Las nuevas generaciones, que viven empapadas de Internet, viven todo esto con normalidad.

¿Qué recomiendan conocer?

Mauricio: Les recomiendo la película Clímax (2018), de Gaspar Noé. Me voló la cabeza. Es ruda, pero su lenguaje cinematográfico es grandioso.

Diego: Yo recomendaría una película que me cambió completamente la vida y me alejó mucho del peligro: Mysterious Skin (2005), de Gregg Araki. ¡Acérquense a la danza, como espectáculo, como práctica!

 

Aquí, el archivo de la serie 40 Años, 40 Voces



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40 años, 40 voces

A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Diego Mur y Mauricio Rico, fundadores del proyecto artístico de danza contemporánea y arte visual Nohbords.

 

¿Cómo empezó su proceso creativo?

Mauricio Rico: Inicié en una compañía independiente de comedia musical. Después indagué sobre escuelas y entré al Centro de Educación Artística (CEDART), donde hice el bachillerato con especialidad en danza. Posteriormente entré a la carrera de teatro. Al descubrir que tenía potencial para bailar, comencé a tomar talleres en compañías independientes. No tengo una formación académica en danza, aprendí en las tablas. Así es como he construido mi carrera en las dos disciplinas. Nohbords es un espacio que no se cierra a una sola disciplina, aunque su medio principal es la danza contemporánea.

Diego Mur: Mi primera práctica fue la fotografía. A los 14 años empecé a usar Internet y descubrí mi vocación creativa. Inicié haciendo retratos, fotografiando cuerpos. Aprendí a través de la web. Me di cuenta que aunque amaba todo lo que tenía que ver con la imagen, era mayor mi interés por los cuerpos. Quería investigar formas, sí, pero desde los cuerpos. Eso me llevó a la danza, viendo videos en Internet de baile, gimnasia artística y clavados. En un viaje a Hermosillo conocí la danza contemporánea. Se trataba de la Compañía Antares, una de las más importantes a nivel nacional, dirigida por Miguel Mancillas, que tiene una escuela independiente que dirige Isaac Chau. Luego de tomar una clase, me extendieron una beca completa. Al terminar mi formación en Antares, seguí mis estudios en Bruselas.

Mauricio: Al invitarlo a dar un taller, Diego me contó de su proyecto personal y requirió de mi ayuda en temas de casting. Así, poco a poco, sin planearlo, empezamos a trabajar juntos. Coincidimos creativamente. Soy bueno para la producción y la gestión, así que me involucré en la parte ejecutiva. Ambos coordinamos la parte artística.

Diego: Nos interesa trabajar para los intelectuales de la danza, no es parte de nuestras inquietudes. Nuestro proyecto, por otro lado, no ha sido espontáneo, al contrario, todo lo hemos planeado.

¿Consideran que su orientación sexual tiene alguna influencia en su sensibilidad artística?

Mauricio: Definitivamente. Siempre me expreso a través de mi forma de vivir, de mi forma de ser. No es algo voluntario ya que trabajamos con nuestro propio material humano, nuestra vida y cuerpo.

Diego: Sí, todos partimos de nuestras vivencias y del entorno.

¿Cómo es su relación con la comunidad gay mexicana?

Diego: Una de las ideas del proyecto de Nohbords es romper con las ideas de qué es la danza contemporánea, cómo se construye y desde dónde se vive. Un ejemplo: Traición, que es una fiesta popular en la comunidad queer de la Ciudad de México, producida por NAAFI, nos invitó porque en sus eventos realizan performances. Nunca habían presentado danza contemporánea. Accedimos porque pensamos en llegar a personas transgénero, lesbianas, homosexuales, drags. Quizá a muchas de ellas les daría pereza ir a espacios formales para apreciar la danza. El ejercicio funcionó muy bien.

Mauricio: Esa sensibilidad es parte del proyecto.

Diego: Ha generado comentarios divertidos. A veces nos dicen que el proyecto es muy bueno, que les encanta que ambos seamos gays. Yo bromeo y pregunto cómo saben que lo somos; la gente responde que si el proyecto no fuera gestado por gays entonces no sería tan cool. Aunque parecen banales, esos comentarios hacen pensar que los jóvenes entienden una forma específica de crear y que pueden observar una sensibilidad no heteronormativa o machista que comúnmente no existe entre la gente heterosexual.

¿Ustedes creen que el arte tiene alguna relación con los movimientos sociales?

Mauricio: La situación política, económica y cultural nos ha hecho buscar otras formas de producción. No nos acomodamos solamente a partir de los apoyos institucionales o a la forma en que opera el gobierno para poder avanzar.

Diego: Al proponer a chicas transexuales para algunas de nuestras obras, siempre nos responden que no es posible. Hemos estado en procesos o lugares donde no son tan cercanos a temas de género o diversidad, pero nos respetan debido a nuestro trabajo. Eso nos hace alzar la voz para decir sí somos homosexuales. Suena a imposición, pero hay que tomar una postura y exigir respeto para todos. Somos un chingo.

¿Qué piensan del futuro de la danza, para dónde creen que va?

Diego: Yo creo que vamos lento, pero cada vez somos más. Confío en que de cada diez bailarines, hay uno o dos con una visión del arte más actual. Eso me hace sentir que sí podemos hacer un cambio, aunque suene bastante hippie, y acabar con las ideas antiguas de cómo el arte y la danza deben funcionar. Sí, hay muchísimo por delante. No creo en la idea de derribar a los dinosaurios, creo que podemos crear otros estándares, otras formas.

Mauricio: En la medida en que dignifiquemos nuestro trabajo, de forma personal y grupal, las cosas van a mejorar, al menos en este gremio, en esta disciplina. Uno de los puntos de resistencia de Nohbords es hacer esto en México. Cuando te va bien la salida fácil es irte al extranjero. Uno tiene que ser responsable de su proyecto y de su éxito.

¿Cómo ven los futuros de la comunidad LGBT+?

Diego: Vamos bien, pero a veces tengo miedo. Por momentos creo que vamos como un cohete, hacia arriba. El tener amistades transgénero y lesbianas me ha educado. Sin embargo me asusta pensar que vivo en una burbuja.

Mauricio: Si me coloco en el presente creo que vamos bien, estamos recorriendo un muy buen camino que conduce a la aceptación, aunque no es general y, por otro lado, tampoco es una garantía. Me siento libre de no tener que ocultarme, de no tener que fingir algo que no soy.

Diego: Estuvimos en Yucatán, fuimos a nuestra primera clase de voguing. Descubrimos que hay un gran movimiento queer en Yucatán. Gente con outfits increíbles, chicos de 21 años travestidos, heterosexuales acompañados de sus novias que se visten más alocados que los chicos trans. Es maravilloso porque se trata de una comunidad: todos formados para entrar al teatro y gozar. Las nuevas generaciones, que viven empapadas de Internet, viven todo esto con normalidad.

¿Qué recomiendan conocer?

Mauricio: Les recomiendo la película Clímax (2018), de Gaspar Noé. Me voló la cabeza. Es ruda, pero su lenguaje cinematográfico es grandioso.

Diego: Yo recomendaría una película que me cambió completamente la vida y me alejó mucho del peligro: Mysterious Skin (2005), de Gregg Araki. ¡Acérquense a la danza, como espectáculo, como práctica!

 

Aquí, el archivo de la serie 40 Años, 40 Voces



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Cancelan muestra de Jodorowsky en NY

El Museo del Barrio de Nueva York canceló una retrospectiva del cineasta y artista Alejandro Jodorowsky. Activistas locales presionaron a la institución para hacerlo, basándose en declaraciones que el creador hizo en un libro publicado en 1972 donde afirma que violó a la actriz Mara Lorenzio durante la grabación de El topo (1970), su más aclamada película. 

“Estamos comprometidos a presentar temas desafiantes y complejos, pero tenemos la responsabilidad de hacerlo de un modo que genere debates y diálogos constructivos”, dijo el mexicano Patrick Charpenel, director del Museo del Barrio, a Art News. “Sin embargo las declaraciones de Jodorowsky deben ser examinadas. Concluimos que una exhibición no es ahora mismo la plataforma adecuada para hacerlo”.  

En 2007, en entrevista con la revista Empire, Jodorowsky cambió la versión sobre el caso de Lorenzio: afirmó que el acto sexual había sido real pero, reviró, consensuado. En 2017 el chileno volvió sobre la historia: “Realmente la violé. Ella gritó y luego me contó que había sido violada antes. Para mí su personaje es frígido hasta que el Topo la viola y ella tiene un orgasmo”, dijo a The Telegraph. En esa misma entrevista Jodorowsky dijo haber hecho tales declaraciones para escandalizar al público.

“Las palabras no son actos”, dijo Pascale Montandon-Jodorowsky, la esposa del artista, según recoge hoy The New York Times, que asegura que el chileno no violó a nadie. 

El topo, considerada por la crítica como una de las mejores películas del cine mexicano, era una de las obras consideradas para la muestra del Museo del Barrio. 



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Cancelan muestra de Jodorowsky en NY

El Museo del Barrio de Nueva York canceló una retrospectiva del cineasta y artista Alejandro Jodorowsky. Activistas locales presionaron a la institución para hacerlo, basándose en declaraciones que el creador hizo en un libro publicado en 1972 donde afirma que violó a la actriz Mara Lorenzio durante la grabación de El topo (1970), su más aclamada película. 

“Estamos comprometidos a presentar temas desafiantes y complejos, pero tenemos la responsabilidad de hacerlo de un modo que genere debates y diálogos constructivos”, dijo el mexicano Patrick Charpenel, director del Museo del Barrio, a Art News. “Sin embargo las declaraciones de Jodorowsky deben ser examinadas. Concluimos que una exhibición no es ahora mismo la plataforma adecuada para hacerlo”.  

En 2007, en entrevista con la revista Empire, Jodorowsky cambió la versión sobre el caso de Lorenzio: afirmó que el acto sexual había sido real pero, reviró, consensuado. En 2017 el chileno volvió sobre la historia: “Realmente la violé. Ella gritó y luego me contó que había sido violada antes. Para mí su personaje es frígido hasta que el Topo la viola y ella tiene un orgasmo”, dijo a The Telegraph. En esa misma entrevista Jodorowsky dijo haber hecho tales declaraciones para escandalizar al público.

“Las palabras no son actos”, dijo Pascale Montandon-Jodorowsky, la esposa del artista, según recoge hoy The New York Times, que asegura que el chileno no violó a nadie. 

El topo, considerada por la crítica como una de las mejores películas del cine mexicano, era una de las obras consideradas para la muestra del Museo del Barrio. 



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Contradecir al sentido común 

Tinta, plumón y pincel: con el uso de reglas y compases, Jonathan Miralda Fuksman ha desplazado la estética de la ilustración hacia el ámbito de las composiciones geométricas y los juegos espaciales. La legendaria Galería de Arte Mexicano (GAM) inicia sus actividades en 2019 con una muestra dedicada al artista mexicano, que se podrá ver en la Sala : gam, espacio de la galería dedicado al arte contemporáneo, a partir del 5 de febrero. 

La ciudad y sus habitantes, dos de los motivos recurrentes de Miralda Fuksman, han sido sintetizados en la exposición. Ésta es resultado de un ejercicio lúdico donde una selección de dibujos fueron amplificados y traducidos al ámbito pictórico. En las piezas, seleccionadas por los curadores Esteban King, Juan Pérez Figueroa y Bartolomé Delmar, por otro lado, un personaje recurrente recorre la ciudad imaginada por el artista. Entre zancadas y deslizamientos, reposos y caídas, la mirada es obligada a moverse con el mismo dinamismo de los trazos, quien observa se sumerge como lo haría un clavadista, zambulléndose entre líneas en permanente contorsión que se escapan a la clara identificación.  

La práctica de Miralda Fuksman, indisociable de la caricatura y la ilustración, propone mirar el entorno contradiciendo la lógica y el sentido común, Aquí, una muestra de su trabajo. 



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Contradecir al sentido común 

Tinta, plumón y pincel: con el uso de reglas y compases, Jonathan Miralda Fuksman ha desplazado la estética de la ilustración hacia el ámbito de las composiciones geométricas y los juegos espaciales. La legendaria Galería de Arte Mexicano (GAM) inicia sus actividades en 2019 con una muestra dedicada al artista mexicano, que se podrá ver en la Sala : gam, espacio de la galería dedicado al arte contemporáneo, a partir del 5 de febrero. 

La ciudad y sus habitantes, dos de los motivos recurrentes de Miralda Fuksman, han sido sintetizados en la exposición. Ésta es resultado de un ejercicio lúdico donde una selección de dibujos fueron amplificados y traducidos al ámbito pictórico. En las piezas, seleccionadas por los curadores Esteban King, Juan Pérez Figueroa y Bartolomé Delmar, por otro lado, un personaje recurrente recorre la ciudad imaginada por el artista. Entre zancadas y deslizamientos, reposos y caídas, la mirada es obligada a moverse con el mismo dinamismo de los trazos, quien observa se sumerge como lo haría un clavadista, zambulléndose entre líneas en permanente contorsión que se escapan a la clara identificación.  

La práctica de Miralda Fuksman, indisociable de la caricatura y la ilustración, propone mirar el entorno contradiciendo la lógica y el sentido común, Aquí, una muestra de su trabajo. 



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martes, 29 de enero de 2019

Revolución del jazz en Cuba

Se cumplen 60 años de la Revolución Cubana, hito de los movimientos sociales latinoamericanos. Se ha hablado muchos sobre sus logros y vicios pero, creemos, hace falta un ejercicio de revisión histórica de sus artes para rastrear otro tipo de transformación social ocurrida en la isla en las últimas décadas. La música es un caso interesante: las expresiones musicales cubanas suelen folclorizarse y atarse a dos o tres tópicos o gestos (el ritmo, la alegría, el sabor), pero en la realidad sus músicos entregan obras cada vez más complejas, más relacionadas con las vanguardias sonoras internacionales y, sin embargo, profundamente originales. El caso del jazz es ejemplar: en este siglo, el género ha entregado obras de un vocabulario singular, que transforman a su paso las propias preconcepciones sobre lo cubano. Aquí revisamos cinco casos:

 

Orlando Cachaíto López

Cachaíto (2001)

Podemos encontrar en el legendario contrabajista, fallecido en 2009, una especie de piedra fundacional para otra comprensión de la música cubana en el cambio de siglo. “Tumbao No. 5 – Para Charlie Mingus”, que retoma la línea de bajo de “Haitian Fight Song”, es el perfecto vínculo de jazz y son que músicos más jóvenes han retomado en los últimos años.

 

Gonzalo Rubalcaba

XXI Century (2011)

El nombre del disco es ya una declaración de principios. Rubalcaba, nacido en 1963, publicó XXI Century con una carrera ya consolidada a través de más de veinte álbumes. El pianista habanero buscaba agrietar, aún más, las paredes de los géneros, y si bien su acercamiento aún parece un tanto académico, demasiado virtuoso, representaba al mismo tiempo un salto cualitativo.

 

David Virelles

Mbokó (2014)

Acaso el jazzista caribeño más destacado del presente, Virelles, nacido en 1983, está reconfigurando, con paciencia, lo que entendemos por música cubana. El pianista rehúye de tópicos y profundiza en los códigos mismos de los lenguajes musicales: en el medio, encuentra una veta fertilísima, como lo demuestra Mbokó, su primer álbum bajo el sello de ECM.

 

Fabián Almazán & Rhizome

Alcanza (2017)

Almazán (La Habana, 1984) no teme a las decisiones osadas: su primer álbum, Personalities (2011), iniciaba con una pieza de Shostakovich pasada por filtros electrónicos. Con esa base, una suite como Alcanza parece una consecuencia lógica: el cubano deconstruye y alarga el formato canción hasta convertirlo, como dice Troy Dostert, en una entidad “energética y de potencia emocional”.

 

Aruán Ortiz

Cub(an)ism (2017)

La mezcla de complejidad técnica, soltura y elegancia de la obra de Aruán Ortiz recuerda, por momentos, a Vijay Iyer. No por nada publicó Random Dances and (A)tonalities en 2018, junto a un músico de la talla Don Byron. Es en Cub(an)ism, sin embargo, donde podemos entender la profundidad de su lenguaje. El jazz cubano, parece decirnos, es laberíntico y vital.

 



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Revolución del jazz en Cuba

Se cumplen 60 años de la Revolución Cubana, hito de los movimientos sociales latinoamericanos. Se ha hablado muchos sobre sus logros y vicios pero, creemos, hace falta un ejercicio de revisión histórica de sus artes para rastrear otro tipo de transformación social ocurrida en la isla en las últimas décadas. La música es un caso interesante: las expresiones musicales cubanas suelen folclorizarse y atarse a dos o tres tópicos o gestos (el ritmo, la alegría, el sabor), pero en la realidad sus músicos entregan obras cada vez más complejas, más relacionadas con las vanguardias sonoras internacionales y, sin embargo, profundamente originales. El caso del jazz es ejemplar: en este siglo, el género ha entregado obras de un vocabulario singular, que transforman a su paso las propias preconcepciones sobre lo cubano. Aquí revisamos cinco casos:

 

Orlando Cachaíto López

Cachaíto (2001)

Podemos encontrar en el legendario contrabajista, fallecido en 2009, una especie de piedra fundacional para otra comprensión de la música cubana en el cambio de siglo. “Tumbao No. 5 – Para Charlie Mingus”, que retoma la línea de bajo de “Haitian Fight Song”, es el perfecto vínculo de jazz y son que músicos más jóvenes han retomado en los últimos años.

 

Gonzalo Rubalcaba

XXI Century (2011)

El nombre del disco es ya una declaración de principios. Rubalcaba, nacido en 1963, publicó XXI Century con una carrera ya consolidada a través de más de veinte álbumes. El pianista habanero buscaba agrietar, aún más, las paredes de los géneros, y si bien su acercamiento aún parece un tanto académico, demasiado virtuoso, representaba al mismo tiempo un salto cualitativo.

 

David Virelles

Mbokó (2014)

Acaso el jazzista caribeño más destacado del presente, Virelles, nacido en 1983, está reconfigurando, con paciencia, lo que entendemos por música cubana. El pianista rehúye de tópicos y profundiza en los códigos mismos de los lenguajes musicales: en el medio, encuentra una veta fertilísima, como lo demuestra Mbokó, su primer álbum bajo el sello de ECM.

 

Fabián Almazán & Rhizome

Alcanza (2017)

Almazán (La Habana, 1984) no teme a las decisiones osadas: su primer álbum, Personalities (2011), iniciaba con una pieza de Shostakovich pasada por filtros electrónicos. Con esa base, una suite como Alcanza parece una consecuencia lógica: el cubano deconstruye y alarga el formato canción hasta convertirlo, como dice Troy Dostert, en una entidad “energética y de potencia emocional”.

 

Aruán Ortiz

Cub(an)ism (2017)

La mezcla de complejidad técnica, soltura y elegancia de la obra de Aruán Ortiz recuerda, por momentos, a Vijay Iyer. No por nada publicó Random Dances and (A)tonalities en 2018, junto a un músico de la talla Don Byron. Es en Cub(an)ism, sin embargo, donde podemos entender la profundidad de su lenguaje. El jazz cubano, parece decirnos, es laberíntico y vital.

 



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Bruno Dumont y la comedia

La productora Arte France Cinéma anunció el próximo filme de Bruno Dumont. Par ce demi-clair matin, título provisional, será protagonizado por la actriz Léa Seydoux, premiada en Cannes por su actuación en La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013), y por la humorista Blanche Gardin. El filme tratará sobre la caída de una periodista estrella de la televisión que atraviesa varios eventos desafortunados. Según la descripción ofrecida por la productora, la historia le permitirá a Dumont explorar el contexto social de la Francia contemporánea.

El creador ha dirigido hasta ahora once proyectos fílmicos, todos en los límites del realismo y el cine experimental. Dos de ellos han ganado el Gran Prix que otorga el Festival de Cannes: L’humanité (1999), que cuenta la historia de un policía deshumanizado que, a través de la investigación de un asesinato, recupera su contacto con la gente, y Flandres (2006)que sigue a un hombre que va a la guerra e intenta superar un trauma amoroso. Dumont ha demostrado ser versátil: ha dirigido películas experimentales (29 Palmas, 2003), dramas intimistas (Camile Claudel 1915, 2013), dos miniseries (El pequeño Quinquin, 2014; Coincoin y los inhumanos, 2018) e incluso musicales (Jeannette. La infancia de Juana de Arco, 2017).  

El francés, que ha dicho que su trabajo está más cerca de las artes visuales que del cine, presenta habitualmente tomas largas y close-ups que transforman al cuerpo humano en una pieza artística. Su trabajo está influido por diferentes creadores, entre ellos Stanley Kubrick, Ingmar Bergman, Pier Paolo Pasolini y Roberto Rossellini.

Mientras la filmación de esta nueva película comienza, Dumont trabaja en la producción de Jeanne, película que continúa su exploración de la vida de Juana de Arco, la legendaria heroína francesa. Se espera que Par ce demi-clair matin esté lista para estrenarse en el Festival de Cannes de este año.



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Bruno Dumont y la comedia

La productora Arte France Cinéma anunció el próximo filme de Bruno Dumont. Par ce demi-clair matin, título provisional, será protagonizado por la actriz Léa Seydoux, premiada en Cannes por su actuación en La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013), y por la humorista Blanche Gardin. El filme tratará sobre la caída de una periodista estrella de la televisión que atraviesa varios eventos desafortunados. Según la descripción ofrecida por la productora, la historia le permitirá a Dumont explorar el contexto social de la Francia contemporánea.

El creador ha dirigido hasta ahora once proyectos fílmicos, todos en los límites del realismo y el cine experimental. Dos de ellos han ganado el Gran Prix que otorga el Festival de Cannes: L’humanité (1999), que cuenta la historia de un policía deshumanizado que, a través de la investigación de un asesinato, recupera su contacto con la gente, y Flandres (2006)que sigue a un hombre que va a la guerra e intenta superar un trauma amoroso. Dumont ha demostrado ser versátil: ha dirigido películas experimentales (29 Palmas, 2003), dramas intimistas (Camile Claudel 1915, 2013), dos miniseries (El pequeño Quinquin, 2014; Coincoin y los inhumanos, 2018) e incluso musicales (Jeannette. La infancia de Juana de Arco, 2017).  

El francés, que ha dicho que su trabajo está más cerca de las artes visuales que del cine, presenta habitualmente tomas largas y close-ups que transforman al cuerpo humano en una pieza artística. Su trabajo está influido por diferentes creadores, entre ellos Stanley Kubrick, Ingmar Bergman, Pier Paolo Pasolini y Roberto Rossellini.

Mientras la filmación de esta nueva película comienza, Dumont trabaja en la producción de Jeanne, película que continúa su exploración de la vida de Juana de Arco, la legendaria heroína francesa. Se espera que Par ce demi-clair matin esté lista para estrenarse en el Festival de Cannes de este año.



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Atracción de color

Curada por Víctor Palacios, la muestra Semejante atracción presentará obras en las que Ilán Lieberman utiliza los tres colores primarios, que el creador concibe como estructuras esenciales, “similares a la forma en que percibimos el mundo a través de nuestros órganos sensibles; a la realidad y su construcción”. La exposición, que abrirá el 5 de febrero, será la primera de Lieberman en la galería Le Laboratoire. 

El artista mexicano ha centrado su trabajo en aspectos sensibles de la sociedad mexicana, apoyado en puntuales observaciones del entorno urbano, imágenes extraídas del periódico u otros medios de distribución. En 2016 presentó la muestra Soy de San Miguel del progreso/Ni kayot Xamikel del progreso en el Museo Amparo, inspirada en los coloridos volantes que la gente reparte en el metro. Lieberman, también, ha trabajado con puntillosa atención la creación de patrones y retículas. Es el caso de la serie Niño perdido (que se expuso en 2009 en la Galería de la Fundación Príncipe Claus de Ámsterdam, el Museo de Arte de El paso, en Texas, y el Museo de la Ciudad de México), en la que reprodujo a través de miles de puntos los retratos de infantes extraviados. 

Los trabajos que se presentarán en Le Laboratoire el creador los ubica entre el dibujo y la pintura con un interés particular en las derivaciones de color. La muestra, que se presentará en el marco de Zona Maco, se podrá ver hasta el 5 de abril.

Imagen – Sin título (acuarela sobre papel) (2017), de Ilán Lieberman



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Atracción de color

Curada por Víctor Palacios, la muestra Semejante atracción presentará obras en las que Ilán Lieberman utiliza los tres colores primarios, que el creador concibe como estructuras esenciales, “similares a la forma en que percibimos el mundo a través de nuestros órganos sensibles; a la realidad y su construcción”. La exposición, que abrirá el 5 de febrero, será la primera de Lieberman en la galería Le Laboratoire. 

El artista mexicano ha centrado su trabajo en aspectos sensibles de la sociedad mexicana, apoyado en puntuales observaciones del entorno urbano, imágenes extraídas del periódico u otros medios de distribución. En 2016 presentó la muestra Soy de San Miguel del progreso/Ni kayot Xamikel del progreso en el Museo Amparo, inspirada en los coloridos volantes que la gente reparte en el metro. Lieberman, también, ha trabajado con puntillosa atención la creación de patrones y retículas. Es el caso de la serie Niño perdido (que se expuso en 2009 en la Galería de la Fundación Príncipe Claus de Ámsterdam, el Museo de Arte de El paso, en Texas, y el Museo de la Ciudad de México), en la que reprodujo a través de miles de puntos los retratos de infantes extraviados. 

Los trabajos que se presentarán en Le Laboratoire el creador los ubica entre el dibujo y la pintura con un interés particular en las derivaciones de color. La muestra, que se presentará en el marco de Zona Maco, se podrá ver hasta el 5 de abril.

Imagen – Sin título (acuarela sobre papel) (2017), de Ilán Lieberman



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lunes, 28 de enero de 2019

El último día de Duchamp

Como parte de las conmemoraciones del quincuagésimo aniversario luctuoso de Marcel Duchamp (1887-1968), el artista visual, escritor y videoasta Donald Shambroom dio a conocer hace unas semanas Duchamp’s Last Day (2018), ensayo en el que hace una interpretación radical de las últimas horas del artista francés.

El texto se construye alrededor de dos preguntas. La primera: ¿fue la muerte de Marcel Duchamp una extensión de su trabajo artístico? La segunda se desprende de una anécdota. Pocos minutos después de que falleciera el creador, Man Ray tomó una fotografía del cuerpo yacente. Parece calmado: tiene el rostro pálido y el gesto sereno. ¿Quién es el autor de la fotografía? ¿Man Ray, quien disparó el obturador, o Marcel Duchamp? La respuesta, sugiere Shambroom se complica después de analizar las reflexiones del artista francés de conceptos como autoría y obra. Es posible que el propio Duchamp se haya convertido en uno de sus readymades (concepto definido como arte realizado mediante el uso de objetos considerados usualmente no artísticos y traducido al español como arte encontrado).

El opúsculo es fruto al mismo tiempo de una reflexión personal y de una investigación académica rigurosa. Está editado por David Zwirner Books, editorial dedicada a publicar obras raras, agotadas y novedades sobre cultura visual. Entre otras, The Psychology of an Art Writer, de Vernon Lee, y Letters to a Young Painter, del gran poeta Rilke. Todas ellas pueden conseguirse aquí.

Del 17 de mayo al 29 de septiembre de este año, la obra de Duchamp tendrá presencia en México, en una exposición curada por Massimiliano Gioni para el Museo Jumex. Su obra se expondrá junto con la del polémico Jeff Koons, de modo que puedan identificarse los paralelismos. Aquí la nota completa.



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El último día de Marcel Duchamp

Como parte de las conmemoraciones del quincuagésimo aniversario luctuoso de Marcel Duchamp (1887-1968), el artista visual, escritor y videoasta Donald Shambroom dio a conocer hace unas semanas Duchamp’s Last Day (2018), ensayo en el que hace una interpretación radical de las últimas horas del artista francés.

El texto se construye alrededor de dos preguntas. La primera: ¿fue la muerte de Marcel Duchamp una extensión de su trabajo artístico? La segunda se desprende de una anécdota. Pocos minutos después de que falleciera el creador, Man Ray tomó una fotografía del cuerpo yacente. Parece calmado: tiene el rostro pálido y el gesto sereno. ¿Quién es el autor de la fotografía? ¿Man Ray, quien disparó el obturador, o Marcel Duchamp? La respuesta, sugiere el autor Donald Shambroom se complica después de analizar las reflexiones del artista francés de conceptos como autoría y obra. Es posible que el propio Duchamp se haya convertido en uno de sus readymades (concepto definido como arte realizado mediante el uso de objetos considerados usualmente no artísticos y traducido al español como arte encontrado).

El opúsculo es fruto al mismo tiempo de una reflexión personal y de una investigación académica rigurosa. Está editado por David Zwirner Books, editorial dedicada a publicar obras raras, agotadas y novedades sobre cultura visual. Entre ellas, The Psychology of an Art Writer, de Vernon Lee, y Letters to a Young Painter, del gran poeta Rilke. Todas ellas pueden conseguirse aquí.

Del 17 de mayo al 29 de septiembre de este año, la obra de Duchamp tendrá presencia en México, en una exposición curada por Massimiliano Gioni para el Museo Jumex. Su obra se expondrá junto con la del polémico Jeff Koons, de modo que puedan identificarse los paralelismos. Aquí la nota completa.



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Volver a Salinger

El suspenso

El 27 de enero se cumplieron nueve años de la muerte de Jerome David Salinger (1919-2010). En su momento, su muerte inició una especulación sobre sus libros inéditos. Famosamente, el autor norteamericano vivió recluido a partir de 1953: tras publicar su exitosa y popular novela El guardián entre el centeno (1951) y Nueve cuentos (1953), una colección de relatos que se habían publicado, en su mayor parte, en el New Yorker entre 1948 y 1953, Salinger se mudó de Manhattan a Cornish, en New Hampshire, donde gradualmente fue distanciándose del mundo (al mismo tiempo que su fama y su aura crecían inflacionariamente). A partir de entonces, sólo publicó dos libros más, nuevas colecciones de relatos en los que distintos personajes de la familia Glass reincidían: Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción (1963).

A raíz de su muerte comenzó a hacerse eco de la existencia de nuevos libros inéditos, como se apuntó en el documental más o menos oportunista Salinger (2013), de Shane Salerno, que fue acompañado por una biografía homónima, co-escrita entre Salerno y David Shields (y que tuvo una recepción poco entusiasta por parte de la crítica). De acuerdo con el documental, entre 2015 y 2020 se publicarían, bajo instrucciones precisas del autor, al menos un relato inédito que tendría a Holden Caulfield como protagonista (el mismo, como sabemos, de El guardián entre el centeno); así como nuevas historias en las que volverían miembros de la familia Glass (con énfasis en Seymour). Además, se publicarían (de nuevo, de acuerdo al filme de Salerno), libros en los que se reflejarían las experiencias de Salinger en la Segunda Guerra Mundial –quien en los últimos meses de la guerra interrogó a prisioneros y, tras un colapso nervioso, mantuvo un breve matrimonio con una colaboradora nazi. El documental aseguraba que Salinger había planeado meticulosamente qué parte de su obra escrita entre 1941 y 2008 debía editarse, publicarse o descartarse.

Hasta ahora, sin embargo, ese material no ha llegado a los lectores. Es difícil imaginar un momento más oportuno (editorialmente) para la aparición de nuevos libros de Salinger, considerando que el pasado primero de enero se cumplió su centenario (para celebrarlo, a finales del año pasado Little, Brown and Company publicó una edición especial pero discreta de sus obras, en pasta dura y blanda).

Por supuesto, la accidentada historia editorial de la obra de Salinger (y su aura) se debe al celo que sentía por su propiedad intelectual (en 1974 aceptó ser entrevistado por el New York Times para denunciar la publicación no autorizada de The Complete Uncollected Short Stories of J.D. Salinger, Vols. 1 and 2, un libro de 1970 que incluye diecisiete relatos y que aún puede conseguirse de segunda mano a precios que oscilan entre los 200 y 550 dólares). El celo sigue vigente en sus herederos, quienes brevemente entorpecieron la publicación legítima de Three Early Stories (o Tres cuentos tempranos), una breve colección de relatos antes no reunidos, lanzada en junio de 2014 por The Devault-Graves Agency.

Salinger más allá de la adolescencia

¿Cómo leemos hoy a Salinger? Se ha escrito tanto sobre su obra y su leyenda negra –tanto en la academia como en medios de divulgación– que a ratos el personaje del escritor recluso parece pesar demasiado sobre su obra. Comúnmente, cuando se le recuerda o relee, se llama la atención principalmente a su novela El guardián entre el centeno, como un hito en las letras norteamericanas que recupera no sólo el género de la “novela de iniciación” sino tópicos como la rebeldía y la autenticidad juvenil. La novela, una lectura obligada en muchas instituciones educativas (a pesar de que en algún momento fue considerada una lectura nociva para la juventud) hoy parece casada inevitablemente con las lecturas de formación. Tanto así que a menudo su “tema” arrolla el estilo dinámico y directo de la prosa de Salinger, misma que se discute menos que la importancia de Salinger como persona. Al mismo tiempo, como otros autores edificantes, parece difícil leerlo fuera de un rango meramente emotivo. Beckett, un lector severo, leyó la novela en noviembre de 1953, como consta en sus cartas; en una a Loly Rosset, escribió: “¿Has leído El guardián entre el centeno de Salinger? Bowles me la prestó y me gustó mucho, mucho más que cualquier otra cosa desde hace mucho tiempo”. En otra, a Pamela Mitchell, del mismo mes, se expresa de manera similar. Siendo un autor tan disímil a Salinger, llama la atención que Beckett se limitara a opinar y a recomendar la novela. Tal vez allí esté la importancia de El guardián…, en su redondez y sencillez. Es, en muchos sentidos, una novela tradicional y transparente, pero efectiva y conmovedora; pero, sobre todo, la obra que esperaríamos de un autor que fue, ante todo, un cuentista. Debe decirse, también, que el impacto cultural de El guardián… va más allá de sus escándalos, como puede apreciarse en la obra del realizador Wes Anderson (por poner un ejemplo), poblada de pre-adolescentes cuando no de personajes que rinden un ¿homenaje? a los Glass de Salinger (como en Los excéntricos Tenembaum, de 2001).

Pero menos atención se le ha dado al giro religioso que adquirió la obra de Salinger a partir de 1953, cuando comenzó a interesarse seriamente en el budismo zen, como se apreció en sus libros de 1961 y 1963. Aquí sí valdría la pena realizar una lectura en tándem de su cuentística y las enseñanzas del budismo al mismo tiempo que se presta atención a la decisión de “darle la espalda” al mundo. Se trata de un tema que entronca con otro que también merece atención en su obra, ese proto-tratamiento del síndrome de estrés postraumático. Como se lee en relatos como “Un día perfecto para el pez banana”, “El tío Wiggly en Connecticut” (adaptado al cine en 1949 como Mi loco corazón) y otros de Nueve historias, la obra de Salinger ya anunciaban a la posguerra como un período que escondía, bajo una felicidad falsa, no sólo las profundidades de la angustia existencial, sino las secuelas de la violencia expresadas en desórdenes mentales.

Salinger fue un humanista en un sentido profundo. Como Tolstoi o Kierkegaard, creía que la literatura podía estar al servicio ya no digamos de la empatía o la ética, sino de la moral. Volver a él desde las coordenadas que exigen los encabezados de periódico –¿llegarán esos libros misteriosos?, ¿hay nuevas biografías con nuevos chismes?, ¿qué hay de Mark David Chapman?– sería lo mismo que confesar que su obra no ha tenido impacto en el lector.



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El suspenso

El 27 de enero se cumplieron nueve años de la muerte de Jerome David Salinger (1919-2010). En su momento, su muerte inició una especulación sobre sus libros inéditos. Famosamente, el autor norteamericano vivió recluido a partir de 1953: tras publicar su exitosa y popular novela El guardián entre el centeno (1951) y Nueve cuentos (1953), una colección de relatos que se habían publicado, en su mayor parte, en el New Yorker entre 1948 y 1953, Salinger se mudó de Manhattan a Cornish, en New Hampshire, donde gradualmente fue distanciándose del mundo (al mismo tiempo que su fama y su aura crecían inflacionariamente). A partir de entonces, sólo publicó dos libros más, nuevas colecciones de relatos en los que distintos personajes de la familia Glass reincidían: Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción (1963).

A raíz de su muerte comenzó a hacerse eco de la existencia de nuevos libros inéditos, como se apuntó en el documental más o menos oportunista Salinger (2013), de Shane Salerno, que fue acompañado por una biografía homónima, co-escrita entre Salerno y David Shields (y que tuvo una recepción poco entusiasta por parte de la crítica). De acuerdo con el documental, entre 2015 y 2020 se publicarían, bajo instrucciones precisas del autor, al menos un relato inédito que tendría a Holden Caulfield como protagonista (el mismo, como sabemos, de El guardián entre el centeno); así como nuevas historias en las que volverían miembros de la familia Glass (con énfasis en Seymour). Además, se publicarían (de nuevo, de acuerdo al filme de Salerno), libros en los que se reflejarían las experiencias de Salinger en la Segunda Guerra Mundial –quien en los últimos meses de la guerra interrogó a prisioneros y, tras un colapso nervioso, mantuvo un breve matrimonio con una colaboradora nazi. El documental aseguraba que Salinger había planeado meticulosamente qué parte de su obra escrita entre 1941 y 2008 debía editarse, publicarse o descartarse.

Hasta ahora, sin embargo, ese material no ha llegado a los lectores. Es difícil imaginar un momento más oportuno (editorialmente) para la aparición de nuevos libros de Salinger, considerando que el pasado primero de enero se cumplió su centenario (para celebrarlo, a finales del año pasado Little, Brown and Company publicó una edición especial pero discreta de sus obras, en pasta dura y blanda).

Por supuesto, la accidentada historia editorial de la obra de Salinger (y su aura) se debe al celo que sentía por su propiedad intelectual (en 1974 aceptó ser entrevistado por el New York Times para denunciar la publicación no autorizada de The Complete Uncollected Short Stories of J.D. Salinger, Vols. 1 and 2, un libro de 1970 que incluye diecisiete relatos y que aún puede conseguirse de segunda mano a precios que oscilan entre los 200 y 550 dólares). El celo sigue vigente en sus herederos, quienes brevemente entorpecieron la publicación legítima de Three Early Stories (o Tres cuentos tempranos), una breve colección de relatos antes no reunidos, lanzada en junio de 2014 por The Devault-Graves Agency.

Salinger más allá de la adolescencia

¿Cómo leemos hoy a Salinger? Se ha escrito tanto sobre su obra y su leyenda negra –tanto en la academia como en medios de divulgación– que a ratos el personaje del escritor recluso parece pesar demasiado sobre su obra. Comúnmente, cuando se le recuerda o relee, se llama la atención principalmente a su novela El guardián entre el centeno, como un hito en las letras norteamericanas que recupera no sólo el género de la “novela de iniciación” sino tópicos como la rebeldía y la autenticidad juvenil. La novela, una lectura obligada en muchas instituciones educativas (a pesar de que en algún momento fue considerada una lectura nociva para la juventud) hoy parece casada inevitablemente con las lecturas de formación. Tanto así que a menudo su “tema” arrolla el estilo dinámico y directo de la prosa de Salinger, misma que se discute menos que la importancia de Salinger como persona. Al mismo tiempo, como otros autores edificantes, parece difícil leerlo fuera de un rango meramente emotivo. Beckett, un lector severo, leyó la novela en noviembre de 1953, como consta en sus cartas; en una a Loly Rosset, escribió: “¿Has leído El guardián entre el centeno de Salinger? Bowles me la prestó y me gustó mucho, mucho más que cualquier otra cosa desde hace mucho tiempo”. En otra, a Pamela Mitchell, del mismo mes, se expresa de manera similar. Siendo un autor tan disímil a Salinger, llama la atención que Beckett se limitara a opinar y a recomendar la novela. Tal vez allí esté la importancia de El guardián…, en su redondez y sencillez. Es, en muchos sentidos, una novela tradicional y transparente, pero efectiva y conmovedora; pero, sobre todo, la obra que esperaríamos de un autor que fue, ante todo, un cuentista. Debe decirse, también, que el impacto cultural de El guardián… va más allá de sus escándalos, como puede apreciarse en la obra del realizador Wes Anderson (por poner un ejemplo), poblada de pre-adolescentes cuando no de personajes que rinden un ¿homenaje? a los Glass de Salinger (como en Los excéntricos Tenembaum, de 2001).

Pero menos atención se le ha dado al giro religioso que adquirió la obra de Salinger a partir de 1953, cuando comenzó a interesarse seriamente en el budismo zen, como se apreció en sus libros de 1961 y 1963. Aquí sí valdría la pena realizar una lectura en tándem de su cuentística y las enseñanzas del budismo al mismo tiempo que se presta atención a la decisión de “darle la espalda” al mundo. Se trata de un tema que entronca con otro que también merece atención en su obra, ese proto-tratamiento del síndrome de estrés postraumático. Como se lee en relatos como “Un día perfecto para el pez banana”, “El tío Wiggly en Connecticut” (adaptado al cine en 1949 como Mi loco corazón) y otros de Nueve historias, la obra de Salinger ya anunciaban a la posguerra como un período que escondía, bajo una felicidad falsa, no sólo las profundidades de la angustia existencial, sino las secuelas de la violencia expresadas en desórdenes mentales.

Salinger fue un humanista en un sentido profundo. Como Tolstoi o Kierkegaard, creía que la literatura podía estar al servicio ya no digamos de la empatía o la ética, sino de la moral. Volver a él desde las coordenadas que exigen los encabezados de periódico –¿llegarán esos libros misteriosos?, ¿hay nuevas biografías con nuevos chismes?, ¿qué hay de Mark David Chapman?– sería lo mismo que confesar que su obra no ha tenido impacto en el lector.



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Sebastião Salgado inspira una pieza escénica

El trabajo fotográfico del brasileño Sebastião Salgado, que en 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, ha dado pie a otros proyectos artísticos. El más conocido es el documental La sal de la tierra (2014), de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado. Sus imágenes, en las que ha captado conflictos internacionales, hambruna y migraciones, inspiraron a la compañía Inside The Body a crear la pieza Más corazón que piel, que se presentará en el Museo Universitario del Chopo. Se trata de una obra multidisciplinaria de Aladino Rivera Blanca que une la danza, la ópera, el teatro y las artes visuales. La obra plantea la siguiente pregunta: ¿cómo mantener el espíritu intacto en un mundo donde la crueldad está continuamente rebasándonos?

Rivera Blanca es bailarín y performer. Ha colaborado con creadores escénicos como Sasha Waltz y Dave St. Pierre. En 2008 fundó la compañía Inside The Body, que se ha presentado en Francia, Italia, Suiza, Luxemburgo, Canadá y Grecia. La coreografía de Más corazón que piel , que se divide en tres actos (resurrección, industrialización y naturaleza), es una colaboración entre Rivera Blanca y Zaratiana Randrianantenaina.  

La obra se podrá ver el 31 de enero y el 1, 7, 8, 9 y 10 de febrero. El precio de la entrada general será de $100, y para estudiantes, maestros y personas con credencial de INAPAM será de $50. El Museo del Chopo se encuentra en la calle Doctor Enrique González Martínez número 10, en la colonia Santa María la Ribera.

Imagen – ‘Más corazón que piel’



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Sebastião Salgado inspira una pieza escénica

El trabajo fotográfico del brasileño Sebastião Salgado, que en 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, ha dado pie a otros proyectos artísticos. El más conocido es el documental La sal de la tierra (2014), de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado. Sus imágenes, en las que ha captado conflictos internacionales, hambruna y migraciones, inspiraron a la compañía Inside The Body a crear la pieza Más corazón que piel, que se presentará en el Museo Universitario del Chopo. Se trata de una obra multidisciplinaria de Aladino Rivera Blanca que une la danza, la ópera, el teatro y las artes visuales. La obra plantea la siguiente pregunta: ¿cómo mantener el espíritu intacto en un mundo donde la crueldad está continuamente rebasándonos?

Rivera Blanca es bailarín y performer. Ha colaborado con creadores escénicos como Sasha Waltz y Dave St. Pierre. En 2008 fundó la compañía Inside The Body, que se ha presentado en Francia, Italia, Suiza, Luxemburgo, Canadá y Grecia. La coreografía de Más corazón que piel , que se divide en tres actos (resurrección, industrialización y naturaleza), es una colaboración entre Rivera Blanca y Zaratiana Randrianantenaina.  

La obra se podrá ver el 31 de enero y el 1, 7, 8, 9 y 10 de febrero. El precio de la entrada general será de $100, y para estudiantes, maestros y personas con credencial de INAPAM será de $50. El Museo del Chopo se encuentra en la calle Doctor Enrique González Martínez número 10, en la colonia Santa María la Ribera.

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viernes, 25 de enero de 2019

¿Quién es Alan Clarke?

Gracias a sus crudas representaciones de la clase trabajadora de Reino Unido, Alan Clarke (1935-1990) tiene un lugar en la cinematografía mundial. El realizador, que influyó a directores de distintas generaciones –por ejemplo Ken Loach, Gus Van Sant, Harmony Korine o Sean Baker–, trabajó principalmente en la televisión. Para la BBC dirigió una serie de filmes en los que actuaron Tim Roth y Gary Oldman, mucho tiempo antes de que a la pantalla chica se le considerara, como hoy, un oasis creativo. Este año FICUNAM dedica una retrospectiva al trabajo de Clarke.

El realizador, que solamente hizo tres largometrajes para cine, diseccionó el lado más oscuro de la vida británica; sus películas retratan a grupos despreciados. Los filmes Scum (1979), Made in Britain (1983) y The Firm (1989) son considerados una trilogía sobre la ira juvenil en Inglaterra. En Scum, cuya primera versión televisiva fue censurada por la propia BBC, muestra la violencia ejercida contra los jóvenes en un centro de detención; en Made In Britain, por otro lado, presenta a un skinhead de 16 años, al que encarna un jovencísimo Tim Roth, sin respeto por la autoridad. Gary Oldman es el protagonista de The Firm, cinta en el que interpreta a un agente de bienes raíces que en su tiempo libre se convierte en “Bex”, líder de un grupo de hooligans.

Su obra, en la que usó ampliamente la steadycam, es estilizada. En muchas secuencias de sus filmes se puede observar a los personajes caminando durante largo rato por calles y parajes solitarios. Elephant, película de 1989 en la que ficcionalizó una serie de asesinatos en Belfast, Inglaterra, inspiró a Gus Van Sant a crear una cinta con el mismo nombre y que retrata una situación similar.

Todas las películas mencionadas, así como otros títulos, se proyectarán en FICUNAM, que realizará del 28 de febrero al 10 de marzo.



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