miércoles, 30 de enero de 2019

40 años, 40 voces

A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Diego Mur y Mauricio Rico, fundadores del proyecto artístico de danza contemporánea y arte visual Nohbords.

 

¿Cómo empezó su proceso creativo?

Mauricio Rico: Inicié en una compañía independiente de comedia musical. Después indagué sobre escuelas y entré al Centro de Educación Artística (CEDART), donde hice el bachillerato con especialidad en danza. Posteriormente entré a la carrera de teatro. Al descubrir que tenía potencial para bailar, comencé a tomar talleres en compañías independientes. No tengo una formación académica en danza, aprendí en las tablas. Así es como he construido mi carrera en las dos disciplinas. Nohbords es un espacio que no se cierra a una sola disciplina, aunque su medio principal es la danza contemporánea.

Diego Mur: Mi primera práctica fue la fotografía. A los 14 años empecé a usar Internet y descubrí mi vocación creativa. Inicié haciendo retratos, fotografiando cuerpos. Aprendí a través de la web. Me di cuenta que aunque amaba todo lo que tenía que ver con la imagen, era mayor mi interés por los cuerpos. Quería investigar formas, sí, pero desde los cuerpos. Eso me llevó a la danza, viendo videos en Internet de baile, gimnasia artística y clavados. En un viaje a Hermosillo conocí la danza contemporánea. Se trataba de la Compañía Antares, una de las más importantes a nivel nacional, dirigida por Miguel Mancillas, que tiene una escuela independiente que dirige Isaac Chau. Luego de tomar una clase, me extendieron una beca completa. Al terminar mi formación en Antares, seguí mis estudios en Bruselas.

Mauricio: Al invitarlo a dar un taller, Diego me contó de su proyecto personal y requirió de mi ayuda en temas de casting. Así, poco a poco, sin planearlo, empezamos a trabajar juntos. Coincidimos creativamente. Soy bueno para la producción y la gestión, así que me involucré en la parte ejecutiva. Ambos coordinamos la parte artística.

Diego: Nos interesa trabajar para los intelectuales de la danza, no es parte de nuestras inquietudes. Nuestro proyecto, por otro lado, no ha sido espontáneo, al contrario, todo lo hemos planeado.

¿Consideran que su orientación sexual tiene alguna influencia en su sensibilidad artística?

Mauricio: Definitivamente. Siempre me expreso a través de mi forma de vivir, de mi forma de ser. No es algo voluntario ya que trabajamos con nuestro propio material humano, nuestra vida y cuerpo.

Diego: Sí, todos partimos de nuestras vivencias y del entorno.

¿Cómo es su relación con la comunidad gay mexicana?

Diego: Una de las ideas del proyecto de Nohbords es romper con las ideas de qué es la danza contemporánea, cómo se construye y desde dónde se vive. Un ejemplo: Traición, que es una fiesta popular en la comunidad queer de la Ciudad de México, producida por NAAFI, nos invitó porque en sus eventos realizan performances. Nunca habían presentado danza contemporánea. Accedimos porque pensamos en llegar a personas transgénero, lesbianas, homosexuales, drags. Quizá a muchas de ellas les daría pereza ir a espacios formales para apreciar la danza. El ejercicio funcionó muy bien.

Mauricio: Esa sensibilidad es parte del proyecto.

Diego: Ha generado comentarios divertidos. A veces nos dicen que el proyecto es muy bueno, que les encanta que ambos seamos gays. Yo bromeo y pregunto cómo saben que lo somos; la gente responde que si el proyecto no fuera gestado por gays entonces no sería tan cool. Aunque parecen banales, esos comentarios hacen pensar que los jóvenes entienden una forma específica de crear y que pueden observar una sensibilidad no heteronormativa o machista que comúnmente no existe entre la gente heterosexual.

¿Ustedes creen que el arte tiene alguna relación con los movimientos sociales?

Mauricio: La situación política, económica y cultural nos ha hecho buscar otras formas de producción. No nos acomodamos solamente a partir de los apoyos institucionales o a la forma en que opera el gobierno para poder avanzar.

Diego: Al proponer a chicas transexuales para algunas de nuestras obras, siempre nos responden que no es posible. Hemos estado en procesos o lugares donde no son tan cercanos a temas de género o diversidad, pero nos respetan debido a nuestro trabajo. Eso nos hace alzar la voz para decir sí somos homosexuales. Suena a imposición, pero hay que tomar una postura y exigir respeto para todos. Somos un chingo.

¿Qué piensan del futuro de la danza, para dónde creen que va?

Diego: Yo creo que vamos lento, pero cada vez somos más. Confío en que de cada diez bailarines, hay uno o dos con una visión del arte más actual. Eso me hace sentir que sí podemos hacer un cambio, aunque suene bastante hippie, y acabar con las ideas antiguas de cómo el arte y la danza deben funcionar. Sí, hay muchísimo por delante. No creo en la idea de derribar a los dinosaurios, creo que podemos crear otros estándares, otras formas.

Mauricio: En la medida en que dignifiquemos nuestro trabajo, de forma personal y grupal, las cosas van a mejorar, al menos en este gremio, en esta disciplina. Uno de los puntos de resistencia de Nohbords es hacer esto en México. Cuando te va bien la salida fácil es irte al extranjero. Uno tiene que ser responsable de su proyecto y de su éxito.

¿Cómo ven los futuros de la comunidad LGBT+?

Diego: Vamos bien, pero a veces tengo miedo. Por momentos creo que vamos como un cohete, hacia arriba. El tener amistades transgénero y lesbianas me ha educado. Sin embargo me asusta pensar que vivo en una burbuja.

Mauricio: Si me coloco en el presente creo que vamos bien, estamos recorriendo un muy buen camino que conduce a la aceptación, aunque no es general y, por otro lado, tampoco es una garantía. Me siento libre de no tener que ocultarme, de no tener que fingir algo que no soy.

Diego: Estuvimos en Yucatán, fuimos a nuestra primera clase de voguing. Descubrimos que hay un gran movimiento queer en Yucatán. Gente con outfits increíbles, chicos de 21 años travestidos, heterosexuales acompañados de sus novias que se visten más alocados que los chicos trans. Es maravilloso porque se trata de una comunidad: todos formados para entrar al teatro y gozar. Las nuevas generaciones, que viven empapadas de Internet, viven todo esto con normalidad.

¿Qué recomiendan conocer?

Mauricio: Les recomiendo la película Clímax (2018), de Gaspar Noé. Me voló la cabeza. Es ruda, pero su lenguaje cinematográfico es grandioso.

Diego: Yo recomendaría una película que me cambió completamente la vida y me alejó mucho del peligro: Mysterious Skin (2005), de Gregg Araki. ¡Acérquense a la danza, como espectáculo, como práctica!

 

Aquí, el archivo de la serie 40 Años, 40 Voces



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