Le Corbusier no solo fue el mejor arquitecto del siglo XX, sino también un artista visual poco común que, a partir de las geometrías de su período purista (desde 1918 hasta la segunda mitad de la década de 1920), desarrolló a través de su acercamiento con el surrealismo y con las obras de Picasso y Léger, un lenguaje sintético altamente potente y evocador. En la base de su trabajo como pintor se encuentra un cuerpo de obra gráfica extremadamente rico y todavía poco conocido. En Museo Nivola en la ciudad sarda de Orani, en Italia, presenta la exposición Le Corbusier, lecciones de modernismo, que se concentra en el trabajo gráfico del arquitecto.
De un total de más de 300 obras, el museo seleccionó 64 piezas que conforman una narrativa del desarrollo de la obra de Le Corbusier tanto en Europa como América. Por un lado la muestra escudriña el universo creativo del maestro del modernismo y, por otro lado, explora un periodo importante de su biografía, su relación con Costantino Nivola.
El Museo Nivola está dedicado a la obra de una de las figuras más prominentes del contexto internacional de la síntesis del arte, de la integración entre artes vivas y la arquitectura. Nivola es una figura clave de los intercambios culturales entre Italia y Estados Unidos. El museo posee una colección permanente de esculturas, pinturas y diseños de Nivola en los que se constata la relación entre el arte, la arquitectura y el paisaje.
Le Corbusier y Nivola, que se conocieron en 1946 en Nueva York, mantuvieron una estrecha amistad durante varios años. La casa del italiano, donde Le Corbusier fue un frecuente huésped, sirvió de refugio al creador suizo. Las enseñanzas de Le Corbusier fueron determinantes para el desarrollo de Nivola, que con los años se acercó al modernismo, cambiando su filiación expresionista.
La muestra se podrá ver hasta el 17 de marzo.
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