miércoles, 31 de julio de 2019

En busca de la excelencia

Mazda, como parte de su campaña #FeelAlive, ha elegido a tres personalidades creativas cuyo trabajo se relaciona con los valores de la marca: trabajar con pasión hasta alcanzar los objetivos, cuidar los detalles y ser mejor todos los días. Nuestro director, Nicolás Cabral, es el primero de la serie.

Aquí, presentamos el video, filmado en la redacción de La Tempestad, que con 21 años de trayectoria se ha propuesto, sin rendirse, difundir la excelencia artística.

#FeelAlive from La Tempestad on Vimeo.



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En busca de la excelencia

Mazda, como parte de su campaña #FeelAlive, ha elegido a tres personalidades creativas cuyo trabajo se relaciona con los valores de la marca: trabajar con pasión hasta alcanzar los objetivos, cuidar los detalles y ser mejor todos los días. Nuestro director, Nicolás Cabral, es el primero de la serie.

Aquí, presentamos el video, filmado en la redacción de La Tempestad, que con 21 años de trayectoria se ha propuesto, sin rendirse, difundir la excelencia artística.

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La construcción del presente

“Más que nada nos interesaba hacer una película que revelara al espectador el proceso plástico y escultórico; con respecto a lo narrativo, queríamos conjuntar los cuentos de hadas con la realidad chilena”, dice Cristóbal León, que junto a Joaquín Cociña dirigió La casa lobo (2018), una película extraordinaria realizada con la técnica de stop motion que cuenta la historia de María, una mujer que se refugia en una casa luego de escapar de una colonia nazi. 

Colonia Dignidad, una secta que se instaló en el sur de Chile en los años sesenta, fundada por Paul Schäfer, un ex enfermero nazi, inspiró el argumento del filme. «Cuando era niño se le representaba en los medios como una villa alemana idílica cuyos integrantes supuestamente habían llegado para ayudar a las víctimas del terremoto de Valdivia de 1960. La vida de la colonia (que producía pan, materiales de construcción y tenía un hospital moderno para la época) estaba organizada para satisfacer los deseos sexuales de Schäfer, un pedófilo que abusó de los niños varones de su comunidad y también de infantes chilenos. Colonia Dignidad, además, tuvo conexiones con la dictadura de Pinochet: sirvió de cuartel de inteligencia, de campo de tortura y exterminio”, explica León. 

Aunque el argumento es punzante, la potencia de La casa lobo es su forma, que permite atestiguar la creación de sus personajes y ambientes, concebidos por los realizadores como esculturas e instalaciones. Esta aproximación estética les viene de su trabajo como artistas visuales. 

Las obras previas del dúo sentaron las bases del largometraje. Cansado de hacer animaciones digitales (“porque ya se gasta suficiente tiempo revisando el correo electrónico”), en 2007 Cristóbal se encontró con Joaquín, que estaba haciendo dibujos en carboncillo a gran escala; luego contactaron a Niles Atallah (director de otra película chilena singular, Rey) con la idea de dirigir un filme animado sobre el proceso de hacer y borrar un dibujo; de ahí surgieron los cortometrajes animados Lucía (2007) y Luis (2008).

El tríptico de 2011 “El tercer mundo” (una videoinstalación que agrupa los cortos Padre, madre, El templo y El arca) es otro momento importante que definió su trabajo. “Para hacer esta serie de películas introdujimos el juego de rol en nuestro proceso creativo; escribimos los guiones imaginándonos que éramos seres elegidos, nos inspiramos en Miguel Serrano, un poeta chileno nazi que creía que Hitler era un avatar que venía a cambiar el destino de la humanidad; algunos de sus libros son buenos y otros malos, sin embargo es uno de los pocos chilenos que ha intentado crear una mitología propia”, explica Cristóbal. Con un stoyboard de apenas cuatro dibujos, los creadores improvisaron todo lo que ocurría en medio de dichas imágenes en el taller de trabajo.

Cristóbal León durante una presentación en ESCINE

Para La casa lobo, escribieron un manifiesto en el que destacan los siguientes puntos: «Es pintura en cámara», «No hay muñecos”, «Todo se puede transformar como una escultura”, «Es un plano secuencia”, «María es bella” y “Es un taller, no un set”. 

Este planteamiento, apenas una guía, da cuenta de un proceso más cercano a las artes visuales que al cine. Con influencia de Francis Bacon, de las ilustraciones de los cuentos de hadas, de la animación de Europa del este y también de especiales navideños como Juanito escarcha y Rodolfo, el reno (producidos por Rankin/Bass), los creadores muestran frente a la cámara cómo toman forma sus personajes (cuyas enormes cabezas recuerdan a las inquietantes esculturas del artista alemán Thomas Shütte), construidos con cinta adhesiva y también con pintura, así como la forma en que mutan de color y tamaño, como si se tratara del making of del filme (que se plantea como una película producida al interior de Colonia Dignidad); los sets, por otro lado, no son maquetas sino instalaciones de tamaño real.

“Hay que ofrecer espacios de libertad, que el público encuentre posibilidades de hacer, que sepa que crear es fácil, no nos interesa ocultar el acto creativo. Estéticamente es interesante: hay dos dimensiones que ocurren simultáneamente: la narrativa y la de la estructura material. Cuando ves un cuadro de Rembrandt, por ejemplo, ves la figura, pero también la mancha, la grieta entre la representación y la realidad material; es algo muy rico, perturbador, sugerente, un misterio. Hay una escena en El mago de Oz que siempre me fascinó, es aquella en la que el perro de Dorothy corre a la cortina donde se esconde el mago real, que le dice que se aleje de ahí; me gustaría ver más películas donde se vea al hombre detrás de la cortina, donde el artificio quede expuesto”, detalla el artista. 

“Como guionista hay algo importante en el cine, se trata de la construcción del presente. ¿Cómo se hace eso”, dice Alejandra Moffat, que funge como guionista del filme junto a los directores. “En La casa lobo ese presente se construye mientras se devela la forma en que se está creando la película; se trata de un viaje pesadillesco, inquietante, porque no sabes qué va a pasar, no sabes en qué se va a transformar”.

Cristóbal León apela a modelos de creación y producción que resistan a la hegemonía de empresas como Disney, que han implantado una estética basada en la imitación de la realidad, que no permite la improvisación ni el accidente. 

La casa lobo también es ejemplo de cómo darle seguimiento a un proyecto: su realización, que inició en 2013, llevó a sus creadores a residencias en varios países (en México estuvieron en la extinta Casa Maauad) y a muchos museos donde montaron instalaciones en las que los asistentes eran testigos de los procesos de trabajo.


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La mejor televisión del mundo

 

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Esta no es una reseña de ‘El libro de imágenes’



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La construcción del presente

“Más que nada nos interesaba hacer una película que revelara al espectador el proceso plástico y escultórico; con respecto a lo narrativo, queríamos conjuntar los cuentos de hadas con la realidad chilena”, dice Cristóbal León, que junto a Joaquín Cociña dirigió La casa lobo (2018), una película extraordinaria realizada con la técnica de stop motion que cuenta la historia de María, una mujer que se refugia en una casa luego de escapar de una colonia nazi. 

Colonia Dignidad, una secta que se instaló en el sur de Chile en los años sesenta, fundada por Paul Schäfer, un ex enfermero nazi, inspiró el argumento del filme. «Cuando era niño se le representaba en los medios como una villa alemana idílica cuyos integrantes supuestamente habían llegado para ayudar a las víctimas del terremoto de Valdivia de 1960. La vida de la colonia (que producía pan, materiales de construcción y tenía un hospital moderno para la época) estaba organizada para satisfacer los deseos sexuales de Schäfer, un pedófilo que abusó de los niños varones de su comunidad y también de infantes chilenos. Colonia Dignidad, además, tuvo conexiones con la dictadura de Pinochet: sirvió de cuartel de inteligencia, de campo de tortura y exterminio”, explica León. 

Aunque el argumento es punzante, la potencia de La casa lobo es su forma, que permite atestiguar la creación de sus personajes y ambientes, concebidos por los realizadores como esculturas e instalaciones. Esta aproximación estética les viene de su trabajo como artistas visuales. 

Las obras previas del dúo sentaron las bases del largometraje. Cansado de hacer animaciones digitales (“porque ya se gasta suficiente tiempo revisando el correo electrónico”), en 2007 Cristóbal se encontró con Joaquín, que estaba haciendo dibujos en carboncillo a gran escala; luego contactaron a Niles Atallah (director de otra película chilena singular, Rey) con la idea de dirigir un filme animado sobre el proceso de hacer y borrar un dibujo; de ahí surgieron los cortometrajes animados Lucía (2007) y Luis (2008).

El tríptico de 2011 “El tercer mundo” (una videoinstalación que agrupa los cortos Padre, madre, El templo y El arca) es otro momento importante que definió su trabajo. “Para hacer esta serie de películas introdujimos el juego de rol en nuestro proceso creativo; escribimos los guiones imaginándonos que éramos seres elegidos, nos inspiramos en Miguel Serrano, un poeta chileno nazi que creía que Hitler era un avatar que venía a cambiar el destino de la humanidad; algunos de sus libros son buenos y otros malos, sin embargo es uno de los pocos chilenos que ha intentado crear una mitología propia”, explica Cristóbal. Con un stoyboard de apenas cuatro dibujos, los creadores improvisaron todo lo que ocurría en medio de dichas imágenes en el taller de trabajo.

Cristóbal León durante una presentación en ESCINE

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Este planteamiento, apenas una guía, da cuenta de un proceso más cercano a las artes visuales que al cine. Con influencia de Francis Bacon, de las ilustraciones de los cuentos de hadas, de la animación de Europa del este y también de especiales navideños como Juanito escarcha y Rodolfo, el reno (producidos por Rankin/Bass), los creadores muestran frente a la cámara cómo toman forma sus personajes (cuyas enormes cabezas recuerdan a las inquietantes esculturas del artista alemán Thomas Shütte), construidos con cinta adhesiva y también con pintura, así como la forma en que mutan de color y tamaño, como si se tratara del making of del filme (que se plantea como una película producida al interior de Colonia Dignidad); los sets, por otro lado, no son maquetas sino instalaciones de tamaño real.

“Hay que ofrecer espacios de libertad, que el público encuentre posibilidades de hacer, que sepa que crear es fácil, no nos interesa ocultar el acto creativo. Estéticamente es interesante: hay dos dimensiones que ocurren simultáneamente: la narrativa y la de la estructura material. Cuando ves un cuadro de Rembrandt, por ejemplo, ves la figura, pero también la mancha, la grieta entre la representación y la realidad material; es algo muy rico, perturbador, sugerente, un misterio. Hay una escena en El mago de Oz que siempre me fascinó, es aquella en la que el perro de Dorothy corre a la cortina donde se esconde el mago real, que le dice que se aleje de ahí; me gustaría ver más películas donde se vea al hombre detrás de la cortina, donde el artificio quede expuesto”, detalla el artista. 

“Como guionista hay algo importante en el cine, se trata de la construcción del presente. ¿Cómo se hace eso”, dice Alejandra Moffat, que funge como guionista del filme junto a los directores. “En La casa lobo ese presente se construye mientras se devela la forma en que se está creando la película; se trata de un viaje pesadillesco, inquietante, porque no sabes qué va a pasar, no sabes en qué se va a transformar”.

Cristóbal León apela a modelos de creación y producción que resistan a la hegemonía de empresas como Disney, que han implantado una estética basada en la imitación de la realidad, que no permite la improvisación ni el accidente. 

La casa lobo también es ejemplo de cómo darle seguimiento a un proyecto: su realización, que inició en 2013, llevó a sus creadores a residencias en varios países (en México estuvieron en la extinta Casa Maauad) y a muchos museos donde montaron instalaciones en las que los asistentes eran testigos de los procesos de trabajo.


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La mejor televisión del mundo

Hemos visto ese rostro antes. Tiene algo simplón, vago. Pero no hace falta esforzarse en recordar: rápidamente podemos comprobar, en internet, que es verdad, que ya lo habíamos visto en algún lado (¡salió en varias películas de James Bond!). Pero de donde nos suena es del primer episodio de Black Mirror, “The National Anthem”, que se transmitió por primera vez a finales de 2011. Allí, Rory Kinnear interpretó a un primer ministro británico, Michael Callow, que se ve forzado (a través de un complejo plan ideado por un artista que involucra el secuestro de un miembro de la realeza) a tener relaciones sexuales con un cerdo, acto que se transmite en vivo. Es una trama disparatada, satírica, pero que se presentaba con un tono serio, ominoso. Tuvo su éxito. Entonces, en 2011, los temas que se atacaban eran la obsesión por la cultura de las celebridades, el ecosistema de las opiniones de pacotilla de las redes sociales, y un vacío moral llenado y rellenado por posiciones encontradas y de corta duración. ¡Ha pasado el tiempo desde entonces! Sin embargo, las cosas no han mejorado. Ahora volvemos a ver la cara de pasmo de Kinnear interpretando a Stephen Lyons, el mayor de los hermanos Lyons, la familia británica a través de la que vemos el “nuevo” mundo creado para Years and Years (2019), la serie de Russel T. Davis.

Producción conjunta de la BBC y HBO, los seis episodios de Years and Years se transmitieron entre mayo (en el Reino Unido) y finales de junio (a través de HBO) pasados. Se ha comentado ya que tiene varios puntos en común con la serie de Charlie Brooker. Destaquemos uno: Black Mirror y Years and Years aprendieron una lección importante de autores de la ciencia ficción como J.G. Ballard o William Gibson, ambas series no sólo escriben sobre el presente mirando al futuro, sino que sus futuros tienen una cercanía peligrosa. Mejor dicho: en lugar de futuros, estas narraciones parecen subirle el volumen al presente. Parece natural que, en nuestra época, en la que se consume una nostalgia por lo que ocurrió hace cinco minutos (ya sea la década de los ochenta, los noventa o la primera década de los 2000) el imaginario futurista responda con una urgencia similar. Abarcando un lapso de una década (2019-2029) Years and Years no sólo normaliza algunas ideas progresistas (en la familia protagónica hay relaciones interraciales, homosexuales, individuos discapacitados fuertes…) sino que se atreve a imaginar las del mañana (lo que parece sólo una adolescente deprimida, obsesionada por las tecnologías de la comunicación, resulta ser una transhumana).

Pero en Years and Years existe un mundo fuera de los dramas familiares, y es demasiado parecido al nuestro. En cierta medida está el drama del cambio climático, pero sobre todo los horrores de la política: odio al migrante, colapsos financieros, nacionalismos recrudecidos que desembocan en campos de concentración (y, se tiene fe, en actos revolucionarios). Ya sea por necesidad narrativa o por idiosincrasia británica, Years and Years tiene algo de insular: su visión se concentra en una familia entre conservadora y liberal, y sólo es de soslayo que nos percatamos del mundo de allá afuera. Aunque, concedamos, también hay un personaje inmigrante (pero que tal vez sea demasiado guapo para sentirnos mal por él). Los peores pecados de la familia Lyons son cometidos por el personaje interpretado por Kinnear: Stephen es el hombre blanco prototípico. Como tal, está desde el inicio de la serie en una senda hacia la autodestrucción. Siempre con su cara de pasmo pasa de ser un banquero, a un hombre autoexplotado, a un hombre infiel, a un colaboracionista con un régimen fascista que sólo parece concebir la salvación en actos de autoinmolación. Tiene algo de esquemático, pero creo que no se le puede exigir demasiado, en ese sentido, a relatos moralizantes. Se trata, claro, de otro de los puntos en común con Black Mirror.

Tal vez deberíamos concentrarnos aquí en la dirección, los valores de producción, el uso reiterativo en momentos climáticos de la pieza “Into the Future” de Murray Gold. Pero demos un paso de la crítica de cine (o televisión) a la crítica cultural. Como pasó con “Bandersnatch”, el principal problema con Years and Years es que es televisión demasiado entretenida. Ballard, en una entrevista publicada en Re/Search en 1984: «La televisión no debería ser buena; en un sentido anacrónico, el error más grande que uno puede cometer es tener un canal de alta calidad. Los ingleses se complacen en pensar que su televisión es la mejor del mundo, pero la televisión no debe ser buena. Es como decir que uno tiene la mejor comida chatarra del mundo. La comida chatarra tiene que ser mala; si aplicamos la ley de Gresham (el dinero malo desplaza al bueno) uno nunca disfrutará de ningún alimento bueno; todo el mundo terminará comiendo esas maravillosas hamburguesas y chop-sueys de los restaurantes de comida para llevar, y la verdadera cocina –francesa, italiana, india o china– desaparecerá de nuestra cultura. Este proceso se está llevando a cabo en este país. […] La decadencia británica, pienso, en buena medida, se puede atribuir a que tenemos la mejor televisión del mundo; nuestra televisión no es basura».

Eran mejores tiempos, cuando la mejor televisión del mundo sólo estaba en el Reino Unido. Tristemente, ahora también se puede ver en México o en la India. Televidentes, co-habitantes del mundo: se nos llamará a formar parte de una revolución (ecológica, política, sexual, da igual) pero preferiremos verla por la tele.


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La reunión de Scorsese

 

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Hemos visto ese rostro antes. Tiene algo simplón, vago. Pero no hace falta esforzarse en recordar: rápidamente podemos comprobar, en internet, que es verdad, que ya lo habíamos visto en algún lado (¡salió en varias películas de James Bond!). Pero de donde nos suena es del primer episodio de Black Mirror, “The National Anthem”, que se transmitió por primera vez a finales de 2011. Allí, Rory Kinnear interpretó a un primer ministro británico, Michael Callow, que se ve forzado (a través de un complejo plan ideado por un artista que involucra el secuestro de un miembro de la realeza) a tener relaciones sexuales con un cerdo, acto que se transmite en vivo. Es una trama disparatada, satírica, pero que se presentaba con un tono serio, ominoso. Tuvo su éxito. Entonces, en 2011, los temas que se atacaban eran la obsesión por la cultura de las celebridades, el ecosistema de las opiniones de pacotilla de las redes sociales, y un vacío moral llenado y rellenado por posiciones encontradas y de corta duración. ¡Ha pasado el tiempo desde entonces! Sin embargo, las cosas no han mejorado. Ahora volvemos a ver la cara de pasmo de Kinnear interpretando a Stephen Lyons, el mayor de los hermanos Lyons, la familia británica a través de la que vemos el “nuevo” mundo creado para Years and Years (2019), la serie de Russel T. Davis.

Producción conjunta de la BBC y HBO, los seis episodios de Years and Years se transmitieron entre mayo (en el Reino Unido) y finales de junio (a través de HBO) pasados. Se ha comentado ya que tiene varios puntos en común con la serie de Charlie Brooker. Destaquemos uno: Black Mirror y Years and Years aprendieron una lección importante de autores de la ciencia ficción como J.G. Ballard o William Gibson, ambas series no sólo escriben sobre el presente mirando al futuro, sino que sus futuros tienen una cercanía peligrosa. Mejor dicho: en lugar de futuros, estas narraciones parecen subirle el volumen al presente. Parece natural que, en nuestra época, en la que se consume una nostalgia por lo que ocurrió hace cinco minutos (ya sea la década de los ochenta, los noventa o la primera década de los 2000) el imaginario futurista responda con una urgencia similar. Abarcando un lapso de una década (2019-2029) Years and Years no sólo normaliza algunas ideas progresistas (en la familia protagónica hay relaciones interraciales, homosexuales, individuos discapacitados fuertes…) sino que se atreve a imaginar las del mañana (lo que parece sólo una adolescente deprimida, obsesionada por las tecnologías de la comunicación, resulta ser una transhumana).

Pero en Years and Years existe un mundo fuera de los dramas familiares, y es demasiado parecido al nuestro. En cierta medida está el drama del cambio climático, pero sobre todo los horrores de la política: odio al migrante, colapsos financieros, nacionalismos recrudecidos que desembocan en campos de concentración (y, se tiene fe, en actos revolucionarios). Ya sea por necesidad narrativa o por idiosincrasia británica, Years and Years tiene algo de insular: su visión se concentra en una familia entre conservadora y liberal, y sólo es de soslayo que nos percatamos del mundo de allá afuera. Aunque, concedamos, también hay un personaje inmigrante (pero que tal vez sea demasiado guapo para sentirnos mal por él). Los peores pecados de la familia Lyons son cometidos por el personaje interpretado por Kinnear: Stephen es el hombre blanco prototípico. Como tal, está desde el inicio de la serie en una senda hacia la autodestrucción. Siempre con su cara de pasmo pasa de ser un banquero, a un hombre autoexplotado, a un hombre infiel, a un colaboracionista con un régimen fascista que sólo parece concebir la salvación en actos de autoinmolación. Tiene algo de esquemático, pero creo que no se le puede exigir demasiado, en ese sentido, a relatos moralizantes. Se trata, claro, de otro de los puntos en común con Black Mirror.

Tal vez deberíamos concentrarnos aquí en la dirección, los valores de producción, el uso reiterativo en momentos climáticos de la pieza “Into the Future” de Murray Gold. Pero demos un paso de la crítica de cine (o televisión) a la crítica cultural. Como pasó con “Bandersnatch”, el principal problema con Years and Years es que es televisión demasiado entretenida. Ballard, en una entrevista publicada en Re/Search en 1984: «La televisión no debería ser buena; en un sentido anacrónico, el error más grande que uno puede cometer es tener un canal de alta calidad. Los ingleses se complacen en pensar que su televisión es la mejor del mundo, pero la televisión no debe ser buena. Es como decir que uno tiene la mejor comida chatarra del mundo. La comida chatarra tiene que ser mala; si aplicamos la ley de Gresham (el dinero malo desplaza al bueno) uno nunca disfrutará de ningún alimento bueno; todo el mundo terminará comiendo esas maravillosas hamburguesas y chop-sueys de los restaurantes de comida para llevar, y la verdadera cocina –francesa, italiana, india o china– desaparecerá de nuestra cultura. Este proceso se está llevando a cabo en este país. […] La decadencia británica, pienso, en buena medida, se puede atribuir a que tenemos la mejor televisión del mundo; nuestra televisión no es basura».

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martes, 30 de julio de 2019

Espacios independientes e instituciones

“Los espacios independientes y las instituciones coinciden en señalar los vacíos y las deficiencias del sistema político para diseñar un proyecto que beneficie a la comunidad cultural excluida del sistema económico del arte”. Esto considera la artista visual Tamara Ibarra (que trabaja en la intersección entre producción, curaduría e investigación), encargada de moderar «Espacios expositivos: retos de la independencia, interacciones institucionales”, la tercera mesa de discusión de Radiografía de la escena emergente, una iniciativa de La Tempestad que cuenta con el apoyo del proyecto Bi de la Fundación BBVA Bancomer. En el encuentro, que se llevó a cabo en el espacio cultural independiente Casa Tomada, también participaron los artistas Marco Aviña (cofundador de Ladrón Galería) e Iván Krassoievitch (director del espacio independiente Carta Blanca), así como Ana Cristina Flores Ponce, directora del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC). 

A partir de los años noventa se abrieron nuevas posibilidades para las artes visuales en México, lo que propició discursos, espacios e incluso instituciones distintos a los que habían caracterizado a la escena local. Casi tres décadas después, la Ciudad de México es reconocida como una de las capitales de la creación contemporánea. Sin embargo, es tangible que esa escena se ha transformado sustancialmente. «A diferencia de la escena emergente de los noventa, actualmente hay en México mayor receptividad a las propuestas de colectivos y espacios independientes, como parte de un ecosistema artístico más consolidado”, asegura Flores Ponce, que propone consultar los modelos implementados por iniciativas como Cráter Invertido, Escuela de la Paz, Obrera Centro, Torolab y la Granja Transfronteriza. 

“Carta Blanca nació en 2018 con el objetivo de otorgar a artistas, curadores, pensadores y demás agentes culturales la oportunidad de desarrollar ejercicios expositivos con una duración de un mes dentro de un cubo blanco (de aproximadamente 15 metros cuadrados)”, detalla Krassoievitch. «El proyecto no tiene convenios ni apoyos de instituciones, tampoco se pronuncia en contra de éstos: ambas situaciones son indispensables para la vida cultural de este país”, señala el gestor y artista. 

«El intercambio de conocimientos, directorios y metodologías –o la falta de éstas– es el motivo común de trabajo entre los independientes y las instituciones, para entender la función de ambos dentro de un tiempo marcado por el deterioro de la naturaleza y la aceleración tecnológica”, explica Ibarra sobre la interdependencia entre ambos agentes. Aviña considera que la ventaja de los espacios independientes es generar colaboraciones fuera de las disciplinas artísticas y destaca que una de las potencias de estas iniciativas es que no se quedan en la superficie, es decir en las exposiciones, sino que permiten “ir directo a la médula, conocer de cerca al creador”. 

Para ampliar la información sobre el tema, en el número 148 de La Tempestad, pronto en los puntos de venta habituales, se encontrará el cuadernillo que agrupa los textos que los participantes prepararon a partir de la mesa de discusión. El siguiente video es, también, un registro del encuentro.

Radiografía de la escena emergente – “Espacios expositivos: retos de la independencia, interacciones institucionales” from La Tempestad on Vimeo.


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A partir de los años noventa se abrieron nuevas posibilidades para las artes visuales en México, lo que propició discursos, espacios e incluso instituciones distintos a los que habían caracterizado a la escena local. Casi tres décadas después, la Ciudad de México es reconocida como una de las capitales de la creación contemporánea. Sin embargo, es tangible que esa escena se ha transformado sustancialmente. «A diferencia de la escena emergente de los noventa, actualmente hay en México mayor receptividad a las propuestas de colectivos y espacios independientes, como parte de un ecosistema artístico más consolidado”, asegura Flores Ponce, que propone consultar los modelos implementados por iniciativas como Cráter Invertido, Escuela de la Paz, Obrera Centro, Torolab y la Granja Transfronteriza. 

“Carta Blanca nació en 2018 con el objetivo de otorgar a artistas, curadores, pensadores y demás agentes culturales la oportunidad de desarrollar ejercicios expositivos con una duración de un mes dentro de un cubo blanco (de aproximadamente 15 metros cuadrados)”, detalla Krassoievitch. «El proyecto no tiene convenios ni apoyos de instituciones, tampoco se pronuncia en contra de éstos: ambas situaciones son indispensables para la vida cultural de este país”, señala el gestor y artista. 

«El intercambio de conocimientos, directorios y metodologías –o la falta de éstas– es el motivo común de trabajo entre los independientes y las instituciones, para entender la función de ambos dentro de un tiempo marcado por el deterioro de la naturaleza y la aceleración tecnológica”, explica Ibarra sobre la interdependencia entre ambos agentes. Aviña considera que la ventaja de los espacios independientes es generar colaboraciones fuera de las disciplinas artísticas y destaca que una de las potencias de estas iniciativas es que no se quedan en la superficie, es decir en las exposiciones, sino que permiten “ir directo a la médula, conocer de cerca al creador”. 

Para ampliar la información sobre el tema, en el número 148 de La Tempestad, pronto en los puntos de venta habituales, se encontrará el cuadernillo que agrupa los textos que los participantes prepararon a partir de la mesa de discusión. El siguiente video es, también, un registro del encuentro.

https://vimeo.com/350842939


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«Historias de la noche»

Historias de la noche, de Fabiola Torres-Alzaga y Mara Fortes Acosta, es el cuarto título de la serie «Libros/Proyecto», proyecto editorial del Espacio de Arte Contemporáneo (ESPAC) que explora el desarrollo de ideas artísticas dentro del espacio del libro. El volumen parte del diálogo entre la luz y la oscuridad en el universo del cine para recorrer una geografía que se extiende más allá de la película, el encuadre o la pantalla. El espacio “negativo” del cine trasladado al set dibujístico y literario se vuelve un escenario donde anécdotas, reflexiones, diálogos y perspectivas ofuscadas detonan nuevas complicidades entre imagen y movimiento.

Torres-Alzaga, encargada de las imágenes del libro, toma el cine y la magia escénica como la base de su proyecto para explorar la forma en que percibimos, creando obras que no siempre son lo que parecen ser. A través del dibujo, la fotografía, el video, el cine, la escultura y la instalación, juega con la delgada línea entre lo real y lo ocular, lo que permite al espectador ver ambas cosas, también con la mecánica de la ilusión y la ilusión misma. Por otro lado, Fortes Acosta, editora especializada en proyectos editoriales relacionados con el cine, realizó los textos.

Aquí, un adelanto de Historias de la noche, que se presentará mañana en ESPAC a las 19:30 horas; durante el evento también se dará a conocer Katastrofe Pruffs, proyecto de José Luis Sánchez Rull que también forma parte de la serie LIbros/Proyecto. Verónica Gerber Bicecci y los autores atenderán la presentación.


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Exposiciones de agosto

Días únicos: el estudio y su archivo, de Yvonne Venegas

La muestra, que se podrá ver en el MUAC del 24 de agosto al 17 de noviembre, reflexiona sobre las metodologías del retrato en el estudio fotográfico Venegas Fotografia Fina, que los padres de la artista abrieron en 1972 en Tijuana; privilegiando las imágenes que fueron descartadas, aquellas que no cumplieron las expectativas del retrato idealizado, Yvonne Venegas documenta la evolución histórica de la fotografía y reflexiona en sus implicaciones sobre la construcción estética de cierta identidad social.

Hacer cosas con palabras, de Noé Hernández

Un proyecto que explora el uso, el aprendizaje y la activación de lenguas no occidentales habladas en México como experiencias descolonizadoras; la recopilación está hecha de grabaciones de campo y música grabada en vinilos. La muestra se presentará en el MUCA-Roma hasta el 13 de octubre. 

Ismo, Ismo, Ismo: Cine experimental en América Latina, de Jesse Lerner y Luciano Piazza

El proyecto curado por Lerner y Piazza revisa filmes históricos, contemporáneos y emergentes de, entre otros países, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Puerto Rico y los Estados Unidos. A través de diversos programas se invita a los espectadores a realizar un recorrido por diversos materiales encontrados en archivos fílmicos o provenientes de los circuitos de producción contemporánea más recientes en América Latina. Destacan “Armonías urbanas/Ciudades disonantes”, “Mirada foránea”, “Realizadores experimentales de América Latina” y “Superficies alteradas”. La muestra se verá en la sala 5 del Museo Tamayo del 3 de agosto al 27 de octubre.



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Exposiciones de agosto

Días únicos: el estudio y su archivo, de Yvonne Venegas

La muestra, que se podrá ver en el MUAC del 24 de agosto al 17 de noviembre, reflexiona sobre las metodologías del retrato en el estudio fotográfico Venegas Fotografia Fina, que los padres de la artista abrieron en 1972 en Tijuana; privilegiando las imágenes que fueron descartadas, aquellas que no cumplieron las expectativas del retrato idealizado, Yvonne Venegas documenta la evolución histórica de la fotografía y reflexiona en sus implicaciones sobre la construcción estética de cierta identidad social.

Hacer cosas con palabras, de Noé Hernández

Un proyecto que explora el uso, el aprendizaje y la activación de lenguas no occidentales habladas en México como experiencias descolonizadoras; la recopilación está hecha de grabaciones de campo y música grabada en vinilos. La muestra se presentará en el MUCA-Roma hasta el 13 de octubre. 

Ismo, Ismo, Ismo: Cine experimental en América Latina, de Jesse Lerner y Luciano Piazza

El proyecto curado por Lerner y Piazza revisa filmes históricos, contemporáneos y emergentes de, entre otros países, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Puerto Rico y los Estados Unidos. A través de diversos programas se invita a los espectadores a realizar un recorrido por diversos materiales encontrados en archivos fílmicos o provenientes de los circuitos de producción contemporánea más recientes en América Latina. Destacan “Armonías urbanas/Ciudades disonantes”, “Mirada foránea”, “Realizadores experimentales de América Latina” y “Superficies alteradas”. La muestra se verá en la sala 5 del Museo Tamayo del 3 de agosto al 27 de octubre.



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lunes, 29 de julio de 2019

La reunión de Scorsese

Hoy el Lincoln Center anunció que The Irishman, la nueva película de Martin Scorsese, abrirá la edición 57 del Festival de Cine de Nueva York, que se desarrollará del 27 de septiembre al 13 de octubre. El filme (que reúne a Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel) se podrá ver en salas selectas y en Netflix a finales de este año. 

La nueva aventura de Scorsese –en la que el mexicano Rodrigo Prieto funge como cinefotógrafo– sigue a Frank The Irishman Sheeran (De Niro), un asesino a sueldo de la mafia al que se le atribuyen más de 25 asesinatos relacionados con el hampa. A través de diversos flashbacks que se remontan treinta años atrás (motivo por el cual los actores fueron rejuvenecidos con efectos digitales), la película se centra en la desaparición de Jimmy Hoffa (Pacino), el poderoso jefe de un sindicato de camioneros.

The Irishman, que entre su extensa lista de productores cuenta con la participación del mexicano Gastón Pavlovich, es la sexta colaboración entre Scorsese y Keitel; sin embargo lo que tiene más emocionado a los cinéfilos es la reunión del director con De Niro, ya que su filme anterior fue Casino, en 1995; The Irishman (que también vuelve a juntar a De Niro con Joe Pesci) es su noveno proyecto con conjunto. 

Kent Jones, director del Festival de Cine de Nueva York, ha generado más entusiasmo el declarar que se trata de un trabajo maestro. 

Aquí, las primeras imágenes del filme.


TAMBIÉN TE RECOMENDAMOS….

 

Donde siempre ha corrido la sangre

 

Estreno de ‘High Life’, de Claire Denis

 

Esta no es una reseña de ‘El libro de imágenes’

 



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La reunión de Scorsese

Hoy el Lincoln Center anunció que The Irishman, la nueva película de Martin Scorsese, abrirá la edición 57 del Festival de Cine de Nueva York, que se desarrollará del 27 de septiembre al 13 de octubre. El filme (que reúne a Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel) se podrá ver en salas selectas y en Netflix a finales de este año. 

La nueva aventura de Scorsese –en la que el mexicano Rodrigo Prieto funge como cinefotógrafo– sigue a Frank The Irishman Sheeran (De Niro), un asesino a sueldo de la mafia al que se le atribuyen más de 25 asesinatos relacionados con el hampa. A través de diversos flashbacks que se remontan treinta años atrás (motivo por el cual los actores fueron rejuvenecidos con efectos digitales), la película se centra en la desaparición de Jimmy Hoffa (Pacino), el poderoso jefe de un sindicato de camioneros.

The Irishman, que entre su extensa lista de productores cuenta con la participación del mexicano Gastón Pavlovich, es la sexta colaboración entre Scorsese y Keitel; sin embargo lo que tiene más emocionado a los cinéfilos es la reunión del director con De Niro, ya que su filme anterior fue Casino, en 1995; The Irishman (que también vuelve a juntar a De Niro con Joe Pesci) es su noveno proyecto con conjunto. 

Kent Jones, director del Festival de Cine de Nueva York, ha generado más entusiasmo el declarar que se trata de un trabajo maestro. 

Aquí, las primeras imágenes del filme.


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Donde siempre ha corrido la sangre

 

Estreno de ‘High Life’, de Claire Denis

 

Esta no es una reseña de ‘El libro de imágenes’

 



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Ambrosi-Etchegaray en la UNAM

La Facultad de Arquitectura de la UNAM presenta la exposición Un lugar: murales del territorio, de la oficina Ambrosi-Etchegaray, en la Galería José Luis Benlliure. La muestra, disponible hasta el 17 de agosto, propone un recorrido sereno desde lo individual a lo colectivo; hacia la inmersión de un sujeto autoconsciente en la colectividad geográfica y social.

Ambrosi-Etchegaray es una oficina de arquitectura fundada en 2011 en la Ciudad de México por Jorge Ambrosi y Gabriela Etchegaray, quienes curaron el Pabellón de México en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2018; en 2916 la firma recibió el primer lugar para la construcción del pabellón de la Feria de las Culturas Amigas 2016 en el Zócalo capitalino.

Un lugar: murales del territorio es una sucesión de vacíos que se experimenta y se descubre en paralelo a la sucesión de escalas desde la galería hasta el vacío delimitado por dos murales de piedra que representan al territorio de México; acceder a la exhibición, transitarla y recorrerla supone un ejercicio de conciencia e interacción del cuerpo con el espacio.

Las piezas en piedra y la selección ilustrada que conforman la exhibición fueron parte del Pabellón México en la Muestra Internacional de Arquitectura en la Bienal de Venecia de 2018.


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Novedades editoriales

8 edificios de Frank Lloyd Wright al Patrimonio Mundial

Mención honorífica para C Cúbica

 



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La Facultad de Arquitectura de la UNAM presenta la exposición Un lugar: murales del territorio, de la oficina Ambrosi-Etchegaray, en la Galería José Luis Benlliure. La muestra, disponible hasta el 17 de agosto, propone un recorrido sereno desde lo individual a lo colectivo; hacia la inmersión de un sujeto autoconsciente en la colectividad geográfica y social.

Ambrosi-Etchegaray es una oficina de arquitectura fundada en 2011 en la Ciudad de México por Jorge Ambrosi y Gabriela Etchegaray, quienes curaron el Pabellón de México en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2018; en 2916 la firma recibió el primer lugar para la construcción del pabellón de la Feria de las Culturas Amigas 2016 en el Zócalo capitalino.

Un lugar: murales del territorio es una sucesión de vacíos que se experimenta y se descubre en paralelo a la sucesión de escalas desde la galería hasta el vacío delimitado por dos murales de piedra que representan al territorio de México; acceder a la exhibición, transitarla y recorrerla supone un ejercicio de conciencia e interacción del cuerpo con el espacio.

Las piezas en piedra y la selección ilustrada que conforman la exhibición fueron parte del Pabellón México en la Muestra Internacional de Arquitectura en la Bienal de Venecia de 2018.


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Entrar en fricción 

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viernes, 26 de julio de 2019

Muestra de Lucía Vidales

Sala:GAM presenta Noche durante el día, un proyecto de Lucía Vidales curado por Paulina Ascencio que consta de una serie de pinturas y esculturas funcionales con ideas sobre el desnudo, el paisaje, el bodegón y la vanitas que dialoga con el trabajo de artistas mexicanas del siglo XX. 

La muestra de Vidales (que se verá hasta el 30 de septiembre) tiene como resultado un cuerpo de obra que articula gestos sensibles para crear un imaginario donde criaturas extrañas conviven en escenarios abstractos, además de reflexionar sobre la condición de ser pintora.

La Sal:GAM es una iniciativa de la Galería de Arte Mexicano (GAM) creada para la exhibición de obras de artistas contemporáneos, un espacio para explorar expresiones disruptivas con respecto al pasado plástico. Su objetivo es continuar con la misión de la galería de difundir la producción artística nacional y entablar diálogos con la de otras latitudes.


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Donde siempre ha corrido la sangre

 

‘Sinestesia olfativa’ en el Museo del Perfume

 

Imitar a un Nobel

 



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