jueves, 28 de marzo de 2019

Daniel Kraus: “Todos somos monstruos en potencia”

Encargado de finalizar la novela inconclusa de George A. Romero, Daniel Kraus (Míchigan, 1975) visitó la Ciudad de México para participar en el Festival Luz & Lit, organizado por MAKE Literary Productions. El estadounidense ha desarrollado su obra a partir de la creación de monstruos contemporáneos; sus criaturas pueblan las hojas y las imágenes de, entre otras historias, Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambas adaptadas a medios audiovisuales.

 

Tu trabajo como escritor está vinculado a la creación de monstruos, ¿éstos son una metáfora de alguna realidad específica?

Crecí en una ciudad pequeña, en Iowa; en casa veíamos en la televisión las viejas películas producidas por Universal, por ejemplo Frankenstein (1931) y El monstruo de la laguna negra (1954), donde salían monstruos por los que sentía gran simpatía; luego llegaron otras cintas con criaturas de apariencia espeluznante que mutaron debido al uso de armas nucleares y que, debido a ello, había que destruir; en los ochenta, con los filmes de Freddy Kruger y Viernes 13, se instaló el cine slasher. Muchas personas dicen que quienes se sienten desajustados en el mundo se identifican con los monstruos; es una hipótesis interesante, pero no estoy seguro de que sea del todo cierta. Como escritor me interesa lo opuesto: en la vida real, cuando alguien es diferente a ti, sientes curiosidad, quieres ayudarlo, deseas entenderlo.

De alguna forma esa es la labor del escritor, ¿no?

Ese es el trabajo, sí, es interesante cómo hacerlos criaturas vivaces, con dimensión. ¿Por qué los monstruos son agresivos? Porque nosotros los agredimos primero. El monstruo de la laguna negra es el gran ejemplo: una criatura que vive su vida en el Amazonas, que no se mete con nadie, y en cuanto los blancos se bajan de su embarcación se obsesionan con él.

Hay un universo entero de monstruos y otras cosas inquietantes, ¿cuáles son tus principales referentes?  

Cuando tenía 10 o 11 comencé a leer a Stephen King, así que es, obviamente, una gran influencia; pero lo que más me impresionó siendo chico fue la serie Twilight Zone (1959-1964), que presentaba historias extrañas, algunas muy inquietantes, pero que no intentaban darte una lección; yo veía sus episodios con mi madre. George A. Romero es otra gran influencia; en sus películas hay algunos aspectos de lo que hablo, de la confrontación de las personas. Ray Bradbury, por supuesto.

Has escrito libros como Trollhunters: Cazadores de trolls (2015) y La forma del agua (2018), ambos llevados a medio audiovisual; ¿de dónde surge una historia como la de, por ejemplo, Scowler, en la que narras la historia de un homicida y del hijo que intenta detenerlo?

Esa historia está basado en una pesadilla muy perturbadora que tuve cuando tenía 12 o trece años; al crecer, olvidé el sueño, pero luego volvió a mí. Muchos de mis libros retoman viejas ideas que tuve hace mucho tiempo; lo que ocurre es que un día todo eso cobra sentido. Scowler es, ahora que lo pienso, similar a Twilight Zone: tiene un par de personajes, todo sucede en un mismo lugar y todos pelean como en una película de Romero. Hablando de Romero, tuve la fortuna de reescribir la novela de zombis que dejó inclusa y que pronto será publicada.

Es muy interesante que retomes tus sueños, ¿llevas un diario onírico?, ¿cuál es tu proceso de trabajo?

Tomo notas; no escribo todo, pero apunto las ideas que tengo, ¡aunque no a mitad de la noche! Las ideas germinan a través de los años; como te decía, escribo y luego pasan los años y algo hace que las ideas regresen y resulten lógicas. Es un proceso muy largo, como te podrás imaginar.

¿Crees que existen monstruos entre nosotros?

Hay gran potencial en eso: una de las cosas que hago en mi trabajo es tomar los personajes de monstruos y preguntar qué siente uno por ellos; eso lo hace más complicado. No hablo de los monstruos fantásticos sino de los monstruos humanos; nunca he estado interesado en la lucha del bien y del mal; me interesa más lo que es potencialmente malo o peor, porque eso nos concierne a todos; todos tenemos momentos en los que elegimos lo malo; como escritor me gusta pensar en qué momento lo malo se convierte en más malo y cuánta simpatía podemos extender en ello. Hay menos monstruos entre otros que monstruos dentro de nosotros; somos monstruos en potencia. Creo que si queremos sentir simpatía por los demás es necesario aceptar que la gente tiene ideas distintas y, también, entender nuestro lado malo, nadie es perfecto; el verdadero entendimiento del extraño consiste en entender lo bueno y lo malo.



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