lunes, 19 de agosto de 2024

Carlos Busqued contraataca

De una entrada del blog de Carlos Busqued, 2009: “A finales del año pasado, me pronosticaron la muerte para dentro de cinco años. Es decir (luego de sacar unas cuentas elementales) cuatro años y un mes a partir de ahora. Capaz tendría que ponerme a escribir sobre eso. O sobre otras cosas, que todavía no sé”. El pronóstico era erróneo, vivió doce años más. 

Como anoté a finales de junio, este mes Blatt & Ríos publicó, con el título Borderline Carlito, una selección de entradas de la bitácora electrónica de Busqued. En México empezará a encontrarse en librerías a partir de septiembre. La selección va de 2006 a 2009 (el blog se inició en 2004 y dejó de actualizarse en 2016) con un criterio aparente: aquellas que tuvieran que ver con la escritura de Bajo este sol tremendo, que Anagrama publicó en 2009, como parte de las novelas que concursaron por el Herralde de 2008 y que, como recuerdan, ganó Daniel Sada. Fue un año raro, con ocasión del premio se publicó la novela de Busqued, que es buenísima, pero también las de Iván Thays y Tryno “príncipe del sexo” Maldonado.

Leyendo este librito me entero de que Fogwill –me imagino que en un recuento de novelas destacadas de ese año– escribió para El País: “A pesar mío, debo sumar a la lista un producto multinacional impreso por la filial argentina de Anagrama: Bajo un sol tremendo, primera novela del treintañero Carlos Busqued, la más argentina de la terna y la más llamativa por su atmósfera de porro y el reguero de sangre sobre el que teje su trama. Al enterarme de que esta obra fue finalista del Premio Herralde 2008 me quedé pensando que un jurado latinoamericano la habría catapultado al primer rango del certamen y, también, a un imaginario Premio Súperherralde de la década que siguió a la revelación de Bolaño”. Debajo, comenta Busqued: “Epa. Vaya desde aquí mi total agradecimiento al señor Fogwill por mencionar la novela e, incluso, mejorarle el título. Si llego a cobrar un mango más de ahí (ya me hice recagar lo que buenamente me pagaron), los tragos y las putas corren a mi cargo”.

Carlos Busqued

Apenas leí este año Bajo este sol tremendo, y tiene gracia encontrar en Borderline Carlito los ejercicios o las notas de pasajes que llegaron a la novela mejoradas, o que de plano sólo se quedaron en borrador. Es un alivio descubrir, por ejemplo, que la subtrama del escritor que no sabe qué escribir no sobrevivió. También, incluso en las entradas que no tienen que ver directamente con su escritura, con su recepción o con la vacación en Brasil en la que aparentemente dilapidó el premio, se detecta esa atmósfera que hace destacar a la novela: un entorno sórdido y la psicología triste pero peligrosa de los hombres solitarios, que malgastan su tiempo viendo documentales, armando maquetas de aviones de la Segunda Guerra Mundial u obsesionándose con la pornografía. Ha pasado el tiempo. Tengo la impresión de que ese tipo de hombres ya no existen, sólo quedan sus caricaturas, figuras deslavadas, dóciles lectores de Jordan Peterson, remates de varios chistes de Virgen a los 40. No sé, más bien es un deseo.

Como sea, recomiendo el libro porque encuentro divertido el tono agresivo del humor del personaje delineado por Carlos Busqued en sus entradas. Algunos subrayados:

Pagué el teléfono, ya estoy de nuevo disponible para que me llamen los millones de indeseables que lo tienen agendado y nunca las cuatro o cinco personas de las que me alegraría recibir un llamado.

Jamás tuve un esplendor y aun así me las he arreglado para decaer, lástima que nunca requieran estas habilidades en los clasificados. Dios no juega a los dados, dijo Einstein. Stephen Hawking retrucó que no sólo juega, sino que hay veces en que los tira y no sabe dónde carajo han caído. Esto no sé a qué viene pero bueno, lo pongo igual, queda bien.

La mayoría del tiempo yo no hago nada. A veces me encuentro con alguien después de, ponele, una semana o un mes y me cuenta cosas y veo que el tiempo ha transcurrido para él. Por el contrario, yo me siento Fat Freddy de los Freak Brothers (y si alguno no sabe quiénes son los Freak Brothers yo diría que está perdiéndose algo) en ese capítulo en que toma la droga de la nada y desaparece (físicamente, deja una nubecita sobre la silla) durante doce horas y cuando vuelve a aparecer le preguntan qué sintió y dice: “¡No he sentido nada!”.

En fin, se hacen una idea. Me despido con ésta: “Para la gente linda que me quiere y me aprecia, sigo deseando lo mejor. El resto, como siempre, que coma mierda y se muera. Eso sí, besos a todos”.

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