–¿Cuál es su proyecto?
–Me gustaría pintar la naturaleza. Sería formidable renovar mi banco de imágenes mentales. Es excesivamente occidental.
Esto es, en esencia, lo que pretendía la ilustradora e historietista francesa Catherine Meurisse cuando se trasladó a Kioto. Durante varios meses se estableció en Villa Kujoyama, una residencia para artistas cuya idea original surgió del interés del poeta, entonces embajador de Francia en Japón, Paul Claudel. Como Centro Franco-Japonés de Intercambios y Creación se inauguró el 5 de noviembre de 1992. Meurisse quiso “inspirarse y retomar su labor bajo una nueva perspectiva, surgida en los ricos paisajes japoneses, con el fin de darle un nuevo sentido a su obra y redescubrirse a sí misma”.
Catherine Meurisse (Niort, 1980) estudió Lenguas Modernas e Historia del Arte en la Universidad de Poitiers. Pronto empezó a colaborar con la revista satírica Charlie Hebdo. En 2020 fue aceptada en la Academia de Bellas Artes francesa, en la sección de grabado y dibujo, con lo que se convirtió en la primera historietista en formar parte de esta institución. Compagina sus tareas en la Academia con sus trabajos en medios de comunicación escritos como Libération, Télérama o L’Observateur.
La obra de Meurisse como dibujante e historietista oscila entre sus peculiares “manuales” de literatura, llenos de humor e ironía –como queda reflejado en La comedia literaria (2008), donde la autora francesa “nos sumerge en una alocada danza que rompe con los tabúes que suponen nuestros maestros para caricaturizarlos y llevarlos hasta extremos ridículos, mostrándonos sus grandezas y sus miserias, cada una más divertida que la anterior”– o trabajos como Le Pont des arts (2012), donde emplea su ingenio en el dibujo y el diálogo para acercarnos a las extraordinarias relaciones surgidas entre escritores y pintores a lo largo de la historia: Proust y Vermeer, Zola y Cézanne, George Sand y Delacroix, Diderot y Greuze.
La ilustradora francesa ha creado además álbumes donde la naturaleza cobra todo el protagonismo. Es el caso de Los grandes espacios (2018), donde rememora su infancia en el campo: “Multitud de árboles que plantar, jardines en los que soñar y ser soñado… Cada esqueje tiene su propia historia y Meurisse observa y vive así la naturaleza por primera vez. […] El lugar de su infancia , ¡donde se puede ser irresistiblemente libre!”.
En La joven y el mar (2022; publicada por Impedimenta en español, como sus anteriores trabajos) la naturaleza vuelve a tener un papel muy relevante. A través de los pasos de la propia autora nos adentramos en los paisajes del medio rural japonés. Tenemos la oportunidad de conocer la historia y las costumbres de ese país, pero de una forma divertida y desenfadada. Las ilustraciones de Catherine Meurisse recuerdan, por momentos, el tipo de estampado japonés surgido en el siglo XVII con el nombre de Ukiyo-e, grabados de una estética muy refinada.
La entrada Sobre Catherine Meurisse se publicó primero en La Tempestad.
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