martes, 1 de febrero de 2022

Notas sobre el color de la sangre

Entre el 16 de enero y el 14 de febrero de 2015, PJ Harvey grabó en Londres el álbum The Hope Six Demolition Project en Somerset House –edificio neoclásico del siglo XVIII que actualmente es utilizado para proyectos artísticos y educativos– en sesiones abiertas al público, con el propósito de mostrar el proceso creativo en sus diferentes facetas. Algunas personas podían presenciar momentos de creatividad o bien, si tenían mala suerte, ver a Harvey y a sus músicos afinando o reacomodando los instrumentos. La artista británica suele hablar ampliamente sobre sus modos de trabajo en entrevistas, insistiendo siempre en la importancia de los hallazgos durante los procesos de grabación.

En 2020 Harvey comenzó la reedición de su obra en vinil. Para acompañar los relanzamientos ha publicado los demos de cada álbum, mostrando versiones previas de las piezas que los integran. Hasta ahora habían consistido casi completamente en grabaciones en vivo dentro del estudio, donde la estructura y la melodía de las canciones se perfilaban casi completas. Pero el caso del último lanzamiento, los demos de Let England Shake (2011), es distinto. El disco ha sido visto como un cambio abrupto en la trayectoria de PJ Harvey, y ciertamente es una pieza extraña en su discografía. Los registros disponibles desde el 28 de enero revelan algunos aspectos de esa extrañeza.

Preguntas sobre la guerra

En Let England Shake no sólo hay un cambio brusco en lo musical, sino también en lo lírico: si antes las letras eran parte de la creación de un personaje, que sólo en ciertos aspectos era PJ Harvey (pero que, como sucede con los poetas líricos, la crítica tendía a identificar con la artista), aquí aparece una galería de personajes unidos por el tema de la guerra. No una guerra en específico sino la idea de la guerra, ligada a la historia de Inglaterra: hay referencias a la campaña de Galípoli, a la invasión de Afganistán posterior al 11-S y a Irak. ¿Qué pueden hacer los Estados soberanos para evitar las guerras? ¿Es parte del interés de los Estados evitar las guerras?

La guerra, dicen Deleuze y Guattari, es “irreductible al aparato de Estado, exterior a su soberanía, previa a su derecho”. La idea central del álbum parece ser una versión melancólica de esta idea. ¿Puede Inglaterra pedir la paz, siendo una de las naciones que más guerras ha provocado? ¿Es posible amar a un país así? ¿Qué pasa con los afectados? ¿Es posible cantar sobre la guerra sin glorificar la muerte inútil? De cierta manera, Let England Shake es heredero de “Army Dreamers”, la canción de Kate Bush cantada desde un punto de vista maternal que lamenta la pérdida de vidas jóvenes, incluida por la BBC en una lista de canciones “inapropiadas” para ser emitidas por radio durante la primera Guerra del Golfo.

Tejido de voces

La principal característica del álbum es la pluralidad de voces. En entrevistas realizadas cuando apareció, Harvey cita nombres como Harold Pinter, Goya y T.S. Eliot como inspiración. Como en La tierra baldía, en Let England Shake la intertextualidad juega un papel importante. Uno de los aspectos formales más interesantes de estos demos es precisamente que su carácter de obra no terminada, de maqueta, muestra más abiertamente citas y referencias que en la versión final del disco están más asimiladas, como los sampleos de The Four Lads, Eddie Cochran o Said El Kurdi.

En ocasiones el sample es tan prominente que desorienta. Es como escuchar dos canciones al mismo tiempo, lo que en términos intertextuales genera un juego rico en significados. Es comprensible, desde una sensibilidad pop, que esto haya cambiado en las versiones finales del álbum. El demo de la canción que da nombre al disco incorpora el hit de novelty pop “Istanbul (Not Constantinople)” de The Four Lads, el cuarteto vocal canadiense de los años cincuenta; en la versión final de “Let England Shake”, aparece sólo citada en el xilófono.

Canciones más convencionales como “The Last Living Rose” o “The Glorious Land” figuran en versiones muy cercanas a las finales. Lo mismo ocurre con “Written on the Forehead”, que llama la atención porque en la versión del álbum incorpora explícitamente el sample de “Blood & Fire”, la pieza de reggae de Niney the Observer a partir de la que fue hecha, y que Harvey recontextualiza para hacer referencia a la participación de Inglaterra en la última invasión a Irak. Algo similar ocurre en “England”, que tanto en el demo como en la versión del disco utiliza ampliamente un sample de la pieza tradicional iraquí “Kassem Miro”, interpretada por Said El Kurdi. Piezas como “On Battleship Hill” aparecen en hermosas versiones acústicas, y en “The Colour of Earth”, cantada en el álbum por el ex Birthday Party y ex Bad Seeds Mick Harvey, oímos la voz de PJ Harvey.

Líneas de fuga

La pista más importante de esta publicación es “The Words that Maketh Murder”, que gira en torno a una línea del “Summertime Blues” de Eddie Cochran. La canción, narrada/cantada desde el punto de vista de un soldado que ha visto horrores indescriptibles, es un ejemplo perfecto de la manera en la que el rock puede renovarse a partir de una revisión crítica de su pasado, en una época en la que a la prensa musical parece fascinarle anunciar su muerte cada que es posible. Si ha de madurar como forma artística, quizá deberá relacionarse de esta manera con su acervo. La canción de PJ Harvey podría pensarse como un comentario o una nota al pie de la línea de Cochran, cuyo sample se convierte en el demo en un ritornello maniático durante los casi cuatro minutos de duración, mientras que en la versión final aparece apenas como una línea que se repite al final.

Volvamos a Deleuze y Guattari: “el ritornello puede desempeñar otras funciones, amorosa, profesional o social, litúrgica o cósmica: siempre conlleva, tiene como concomitante una tierra, incluso espiritual, mantiene una relación con lo Natural, lo Originario […] Improvisar [sobre el ritornello] es unirse al Mundo, o confundirse con él”. Harvey establece una relación crítica con las obras que samplea o a las que hace referencia a lo largo de Let England Shake. Improvisa sobre una frase aislada de esas piezas en bucle (“Take me back to Constantinople / No you can’t go back to Constantinople”; “Blood, blood, blood / Blood and fire”; “Well, I’ll take my problem to the United Nations / Well I’ll take my problem to the United Nations”) y les hace brotar “líneas de fuga” que las conducen a nuevos caminos.

En “The Words that Maketh Murder” la hipérbole de un berrinche adolescente (“Well, I’ll take my problems to the United Nations”) es convertida en una reflexión irónica y desencantada sobre la incapacidad de resolver diplomáticamente conflictos armados (“What if I take my problems to the United Nations?”). La visión apocalíptica de este álbum disuelve la festividad original de algunos de sus samples y los reincorpora como parte de su visión desesperanzada. Si algo revelan estos demos es que Let England Shake es un objeto cultural mucho más complejo y rico de lo que podría pensarse escuchando sólo su versión final.

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