viernes, 5 de enero de 2024

Un escapista

Patricio Pron es un escapista. Si sus libros fuesen álbumes musicales pertenecerían a géneros muy distintos, e incluso sería comprensible si alguien, un despistado, digamos, sostuviese que títulos como Lo que está y no se usa nos fulminará, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, La vida interior de las plantas de interior, El comienzo de la primavera, Nosotros caminamos en sueños, Mañana tendremos otros nombres y La naturaleza secreta de las cosas de este mundo no pertenecen al mismo artista. Entre sus cuentos y novelas parece siempre como si Pron se dispusiera a retar la versión que tenemos de su escritura, la versión que él mismo tiene de aquello que escribe; en ese sentido, estamos hablando de un bien muy escaso en el panorama actual de la literatura latinoamericana. Mientras muchos se preocupan por procurar un tema, una trama, ciertos personajes acorde a las expectativas y tributarios de una época específica, Patricio Pron escribe. No tiene concesiones ante prácticamente nada que no sea la literatura, su familia y su gato y ni ahí, porque sabe que conceder algo a la idea de literatura implica fallar, dejarla en las mismas condiciones en las cuales se encuentra ahora y eso es algo que ningún escritor serio puede permitirse.

Como lectores de Pron hemos transitado entre cuentos esquizofrénicos y pensados hasta su último detalle, hemos leído novelas y narraciones que lo mismo usan el diario, la nota periodística, la biografía, el testimonio, la glosa, el comentario, el ensayo, el fragmento, el blog, el diario, la bitácora, una canción de Dylan y hasta Google Maps. No es que todo sea literatura, pero cuando un escritor, y sobre todo un lector, cuenta con los recursos suficientes para convertir cualquier materia en materia literaria nos da la impresión de que todo es susceptible de aparecer en un libro y cumplir con la máxima levreriana de que una novela es todo aquello que encontramos entre tapa y tapa. Pero no es verdad, para hacer eso se requiere atención, se requiere entendimiento, se requiere una sensibilidad mediada por la inteligencia y una inteligencia atravesada por la sensibilidad, se requiere un lenguaje y un pensamiento que lidere ese lenguaje, pero también un orden de lecturas y referencias que sedimenten el paso de lo no-literario a lo literario; se requiere, por encima de cualquier cosa, y aunque parezca una obviedad, saber leer y saber escribir –no es que para escribir sea requiera ser Patricio Pron, pero tampoco estamos diciendo lo contrario. No es fácil.

Novelas, conjuntos de relatos y volúmenes de poesía toman recursos de otras ciencias o artes, y sin masticarlos demasiado los ponen en una página y lo llaman literatura, pero la enfermedad no es literatura, los comportamientos de los animales no son literatura, las anécdotas de nuestros abuelos y la lista del súper tampoco lo son, pero pueden serlo, y pocos escritores conocen ese truco mejor que Patricio Pron. En sus libros siempre se corre el riesgo de que la anécdota no importe, el tema nunca es caduco, sus personajes toman una buena cantidad de balas a nombre de sus lectores, con tal de abrir un camino que como seres humanos no veríamos tan sencillo tomar, las referencias no son vertidas con ánimo de echarnos un relativo conocimiento en la cara sino siempre con la intención de reflejar un compromiso que poco o nada tiene que ver con alguna estructura de poder.

Pron escribe desde los puentes que van de la literatura a la realidad y de regreso. Y ahí se mantiene, aún a riesgo de perder una presencia mediática que en última instancia ni siquiera le importa. Sabe perfectamente que quien duda de sí mismo se disuelve en el mercado de la época. Lleva consigo esa voluntad de resistencia que siempre admiró Lezama Lima, es capaz de mirar con la misma humanidad que Sebald, la inteligencia de Félix de Azúa y el sentido del humor de Dylan. Es un escritor global pero no en el sentido de que imite formas y procesos de producción propios del mercado, sino porque ha aprovechado absolutamente cada fragmento de conocimiento que ha tenido la oportunidad de recabar.

Y, ante ese mercado, Pron escapa. Es precisamente lo que hacen sus personajes, y lo hacen porque reconocen que esa huída puede ser la única forma en la que puedan mantener ese compromiso tan alto que han establecido consigo mismos y con la vida y con el arte. Como ellos, es muy probable que jamás concluya su búsqueda y nos deje, a los que estamos aquí, a los que van a leerlo y a los que no, en fin, al resto, sin algunas respuestas, y ése es precisamente el acto de generosidad más grande que Patricio Pron tiene con todos nosotros.

Este texto se leyó en la presentación, en la librería El Desastre de la Ciudad de México, de la última novela de Patricio Pron, La naturaleza secreta de las cosas de este mundo (Anagrama, 2023)

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