Todos los nombres: ရဲရင့်သက်ဇွဲ
Introducción de Daniel Malpica
1. El bosque: သစ်တော
La incertidumbre es gris y asalmonado es el otoño de la Europa nororiental.
En noviembre de 2010 un poeta cruza la frontera entre Rusia y Finlandia, oculto en la parte trasera de un automóvil. Bosque voraz. Si se empalman abedules por una extensión considerable de tiempo se forma un papel tapiz, un moteado, el temblor y el miedo de una región que corresponde al territorio histórico-geográfico de Carelia, que podría definirse como la transición entre dos naciones.
Venido desde Moscú siendo originario de Myanmar (antes Birmania), le tomó veinte horas llegar a la ciudad de Oulu, ubicada en la costa del Golfo de Botnia, parte septentrional del mar Báltico.
Arribado al temblor de su destino, interrogado por oficiales de policía, el poeta se identifica con el único nombre que le pertenece. El de escritor. Ese nombre es Ye Yint Thet Zwe (Rangún, 1964).
2. La sombra: အရိပ်
Un mes antes en Tailandia, en medio de una conferencia coordinada por la organización Reporteros sin Fronteras, un individuo ruso-americano, un pollero, ofrece al poeta la oportunidad de manejar su viaje hasta Finlandia por la sospechosa y generosa cantidad de mil euros. El trato incluía: identificación con visado ruso a nombre de Ye Yint; boleto de avión Bangkok-Moscú; veinte horas de automóvil hasta las puertas de la estación de policía de la capital de la región de Ostrobotnia del Norte, donde el poeta pronunciaría el par de palabras que marcarían su destino en Finlandia: political refugee.
Ye Yint es hospitalizado inmediatamente.
3. El libro: စာအုပ်
Veinte años atrás en la capital de Myanmar, 1990, el mismo poeta abandona la ciudad de Rangún con destino a Malasia, a dos años de las protestas prodemocráticas en su país de origen, que derivarían en un brutal golpe de Estado militar budista y cuyo ápice de violencia ha perdurado hasta nuestros días, particularmente en lo que refiere al caso de los musulmanes rohingya. Dichas protestas son también conocidas como Levantamiento 8-8-88. A partir de entonces el poeta viviría doce años entre Malasia y Singapur.
Los musulmanes en Myanmar carecen de la ciudadanía oficial emitida por el gobierno militar. Sobre el estado de la nación, el poeta sabe que la represión es un libro abierto, la sevicia sucede entre sus páginas
De aquella tarde, de aquella fuga, surge su nombre total, el de poeta, y a partir de entonces jamás le sería posible volver a escribir (o quizás escribirse) de la misma forma.
4. Lo vital: သက်
La estructura de los nombres en Myanmar difiere de la mayor parte de los nombres modernos porque no siguen el sistema de apellidos familiares transmitidos de generación en generación. Es una práctica común del país que los nombres de las personas muten o se reemplacen por completo después de vivido algún acontecimiento importante. El birmano, una lengua en la cual todas las palabras son de una sola sílaba, construye sus nombres a partir de palabras individuales con significados concretos o variables, dependiendo la forma en que son pronunciadas:
Ye Yint (ရဲရင့်) podría traducirse literalmente como “valentía o audacia”, el término Thet (သက်) es algo cercano a la palabra “vida” y Zwe (ဇွဲ) refiere la “convicción o perseverancia”. Así pues, de la explicación del poeta se infiere que el nombre compuesto (ရဲရင့်သက်ဇွဲ) sería algo así como la “audaz convicción vital” o, dicho de una forma más dramática, Ye Yint Thet Zwe.
5. Las flores: ပန်း
2004, mediados de abril, flor de cerezo sobre los canales de Tokio. El final de dos etapas para el poeta: la del Hanami, tradición japonesa centrada en observar la belleza de las flores, y la del presidio.
Al poeta, ahora trémulo, le arrebataron dos años de la infancia de su hijo. Ciertos pétalos sólo se pierden corriente abajo, pero la dicha de volver a estar con su familia es un jardín incomparable. En la tradición popular islámica, como parte de la exégesis del Corán, se habla del jardín islámico como metáfora del paraíso. Se dice que Dios, en respuesta a la negación de Abraham de dejar este mundo, ordena al arcángel Gabriel tomar plantas aromáticas del Paraíso y entregárselas a Abraham. Éste, al olerlas, decide aceptar el paraíso, comprobando así la superioridad de la muerte sobre esta vida.
Por otro nombre, el de musulmán, el poeta es conocido en las calles cubiertas de pétalos de Takadanobaba, el barrio birmano. Sobre el restaurante de su esposa, la cabeza de la familia, se levanta una mezquita. Vender carne de puerco hace del lugar un mal negocio. La contradicción.
6. El fuego: မီး
Ahara, biblioteca clandestina, 2016. Desde hace años en la misma metrópolis japonesa, en el mismo barrio birmano, un grupo de disidentes se ha dado a la tarea de rescatar libros en el interior de un departamento, y yo estoy presente para observarlo. El grupo es grande y su labor está ligada a la unión de trabajadores birmanos en Japón. El poeta de los muchos nombres fue miembro fundador de la biblioteca.
Aquella colección es quizás el acervo más grande de literatura, filosofía e historia birmana que existe fuera de Myanmar. La biblioteca es un lugar extraño, en la habitación aledaña a los libreros hay diez personas reunidas, una mesa repleta de comida, dos carriolas, alcohol, una caminadora eléctrica. No queda claro cuántas personas viven en el departamento, pero los libros han sido catalogados y numerados meticulosamente.
Un joven birmano del grupo celebra la publicación próxima de su libro de prosa, ellos saben que el patrimonio intelectual de una nación se conjuga entre el pasado, el presente y el legado. La biblioteca es, también, casa editorial.
El poeta birmano no está presente en aquella reunión, sus compatriotas no le conocen por el nombre de poeta, pero su nombre y su confianza le dieron puertas abiertas al autor de este texto para presenciar un fenómeno cultural que de otra forma permanece bastante hermético. Hay escepticismo en la comunidad, y se entiende.
7. La jungla: တော
Fotografías de principios del nuevo milenio muestran a un escritor décadas más joven en medio del monzón tropical. El poeta se encuentra rodeado por la armada estudiantil en la frontera con Tailandia. Regularmente, durante esos años, realizaba visitas furtivas a su país.
Hay males que se sincronizan. Los males inmediatos. El mal de la dictadura militar, el mal de la tortura, de la opresión de las ideas. Ese es el mal a secas. Pero después está la biología. El mal del movimiento, de los relámpagos en la función cognitiva, el mal del dolor y de las alteraciones en el sistema nervioso. Entre ambos males se gesta un mal tercero, un mal abstracto, que es el mal del terror y las pesadillas, el mal de la depresión, del trauma, que termina siendo el mal mismo de la poesía.
El poeta fue encarcelado en Myanmar de 2002 a 2004. De la celda surgió su mal de Parkinson. Sobre esos años el poeta es breve.
8. La memoria: မှတ်ဉာဏ်
Una vez en Finlandia las autoridades se preguntan cómo es posible que una persona con Parkinson recuerde, de aquellos años en la cárcel, un libro completo de poesía, su propia poesía. El poeta responde que la poesía, así como los nombres, no es susceptible al olvido.
Ellos creen que el poeta miente.
9. El agua: ရေ
En 2018 el poeta birmano me recibe en la sala de su departamento en Helsinki. Sentados a la mesa de la cocina, la esposa del poeta me sirve un vaso de una bebida parecida al tepache, ellos la fermentan. Entre anécdotas y humor el poeta cuenta que, para ellos, beber alcohol se mide en dedos de Buda, los mismos dedos monumentales de las estatuas en Myanmar.
Dos años antes fui editor de la poesía de Ye Yint para su primer libro con traducciones al finés y el inglés We Hate War, Mother (KK, 2016), publicado en Helsinki. En esa edición se basan las presentes traducciones al español del escritor Amado Peña, que visitó Helsinki en 2016, durante un programa de intercambio entre el proyecto de literatura en el que yo trabajaba y la Universidad Veracruzana.
De unos años a la fecha el poeta birmano se ha vuelto una figura constante en la escena literaria de Helsinki, participando en antologías, festivales, ferias del libro y slams de poesía. Y es ahí donde, quizás, aquella audaz convicción vital sea eso que corre como un río entre naciones, individuos y literaturas.
En 2021, durante el tiempo que cumplí con mi labor como miembro de la junta directiva del PEN finlandés, editamos el libro Sulava, una antología de literatura multilingüe finlandesa donde Ye Yint se encuentra entre sus páginas. El libro compila el trabajo de 22 autoras y autores de Finlandia con traducciones a múltiples lenguas. El poeta birmano forma parte de un fenómeno de transformación y apertura forzada que Finlandia ha experimentado más intensamente durante los últimos diez años, con la idea de pensar el translingüismo como parte inevitable del corpus literario de una nación.
Al finalizar nuestra reunión el birmano me muestra el carnet de su permiso de residencia, como asilado político. Lleva su nombre de poeta, pero la sorpresa es la leyenda subsiguiente. En el documento emitido por el servicio de inmigración finlandés dice: Es imposible garantizar la identidad de esta persona.
10. La luz: အလင်း
Nombrar las cosas es una forma de dar realidad al mundo, es la síntesis y el testimonio de algo que, para quien observa, sólo existe como promesa. Así como algunos nombres se iluminan, otros se ensombrecen, se pierden. En algún archivo de los servicios de inteligencia de Myanmar un expediente criminal lleva inscrito el otro nombre del poeta, el de nacimiento.
El poeta sabe, contrario a lo que podría pensarse, que su nombre de origen perdió sentido en la infancia y no en la celda. Aquel nombre fue disuelto por su padre en azotes, luego de que confesara su deseo de perseguir la poesía. El recuerdo es una broma suave e insignificante comparada con las prisiones en Myanmar. Aquel recuerdo rompió el nombre y ensambló al poeta.
Once poemas
Traducciones de Amado Peña
¡Madre, odiamos la guerra!
Odiamos la guerra, madre.
Recordamos con claridad el tiempo
cuando dijeron que nos íbamos a la guerra.
La odiamos tanto
que la recordamos con toda claridad.
Cuando la justicia y la espada compiten
aférrate a la justicia
y suelta el arma.
Espada y justicia.
Ése es el poema que mi madre solía contarnos.
Oh, madre,
diste forma a una época
y pronto volaste.
Nosotros, tus hijos,
estamos en el camino de la esperanza.
Cuando la justicia y la espada compiten
me sostengo de la justicia
y tomo mi arma.
Y pelearemos hasta ganar la guerra.
Sin embargo, odiamos la guerra, madre.
Odiamos cada una de las guerras.
No quiero preguntar por qué llora
“La abuela está llorando,
llora mientras reza.
Sigue llorando cuando voy a trabajar.
No quiero preguntar por qué llora la abuela.
Ni tengo el corazón para hacerlo.”
La voz de mi nieta
viene de internet.
Cuando la conexión es lenta,
mi corazón casi se rompe de tristeza.
Madre está llorando.
Escucho a madre llorar.
Tiene un hijo tras las rejas
y otro en una tierra lejana.
Todos sus nietos han crecido,
prefieren buscar la esperanza
que vengar a la abuela.
Esta es la historia, y no tengo
palabras para consolarte, madre.
Desde tierras lejanas, pasando Thingyan,
regresa tu amado hijo mayor.
Es todo lo que quería cuando dijeron
que lo iban a cambiar de prisión.
Esa mañana su corazón se rompió.
Como si vivo, pero musitando
por los labios de los caídos,
llega un tartamudeo confuso.
Por favor, no sueltes ni una sola lágrima
Oh, madre, madre, madre.
La abuela está llorando,
llora mientras reza.
Llora cuando va al trabajo,
llora cuando regresa.
La abuela está llorando.
No tengo el corazón para preguntarle.
No tengo el valor para preguntarle.
Shakespeare no sabía nada acerca del verano en el círculo polar
Después de que la nieve se derrite,
aquí llega una hermosa primavera.
Aun cuando en el fondo las personas
sean buenas se habla mal del invierno
aunque se haya ido.
Sí, el invierno se ha ido.
Ese lugar de arriba en el círculo polar
por dos tercios del año
funciona como un refrigerador.
Aquí, donde la luz escasea,
a todos nos hace falta vitamina D.
Hablemos de igualdad porque todos
la necesitamos, la vitamina D.
Aquí las personas necesitan el verano
tanto como sus antepasados el fuego.
Todo el invierno traman ideas
que dejan libres en verano.
Después de que el hielo se derrite
el mar revive su vida común.
Los pájaros cantan
y las personas gritan al mismo tiempo,
sólo porque el sol brilla.
Aquí, en el invierno, la nieve cubre la tierra con más gracia
que la ropa encima de cualquier supermodelo.
En verano la gente olvida la tristeza de su humanidad.
“Deja que la vida sea corta”
recuerdo bien que dijo Shakespeare
y ahora lo sé –
el verano en el círculo polar es mucho más corto que la vida misma.
Sufriendo la noche europea
Estuve mucho tiempo lejos de mi amor.
La extrañé tanto,
mientras leía nuestras cartas una y otra vez.
Incluso a veces hablábamos por teléfono.
Sin embargo, cedí ante la estupidez, la apatía,
la indiferencia y la tristeza
que me llevó al borde de la muerte.
Esparcí mi desesperación por doquier.
Calándola.
No sé cómo mi madre la soportaba.
Recordé a los rebeldes y a sus padres
y recordé cómo los encarcelaron,
dejados a su suerte durante décadas.
Por suerte, los hijos de mi hermano tienen un nuevo principio.
Las razas son diferentes
como los idiomas
y los climas, también.
Ahí construyen un sistema
que envidiamos tanto,
que quisimos implantar en nuestro país.
Todo eso hicimos con buenas intenciones y con lo mejor que pudimos.
Y aun así fue el mismo sistema el que rompió a mi querida en pedacitos.
Por suerte, ellos la salvaron,
la reconstruyeron.
Tuve suerte de tenerla de regreso,
la vida que mi madre me dio.
Por supuesto, mi vida todavía es insegura y frágil.
A menudo por las noches escucho silbar a los trenes
una y otra vez.
Sufriendo la noche europea II
Palomita.
Tal vez tenga que cargar esto a la tumba.
Tu anhelo infinito,
el invierno incoloro
y una tierra extraña.
Mi palomita.
Una madre puede cargar
sueños, esperanzas,
y preocupaciones.
Y una buena esposa, también.
Mi amor.
No pude darte
una vida de lujos y comodidad.
Mi dedo no tiene poderes mágicos.
Perdóname, mi amor,
por poner la libertad de mi país antes que a mi familia.
Sacrifiqué su alegría para alimentar mi orgullo.
Oh, mi amada.
Recuerdas el día cuando fui tan tonto
que nuestra hija tuvo que darme una lección.
“A veces sacrificamos nuestras necesidades por nada,
ya que no da fruto ni resultado.”
Eso fue lo que ella me dijo y no había nada que responder.
Mi pequeña paloma.
Yazgo en una cama de hospital,
observando los copos caer.
Vuelan hasta golpear la ventana.
Me recuerda esa pequeña historia.
La que trata sobre las hojas que caen.
En la mano de Dios
Flores y árboles,
pájaros y su dulce trino.
La naturaleza y los bosques, colinas, aguas,
todos los hombres y animales
– ¿no son acaso la creación de nuestro Dios?
No quiero saber si el drama del jardín del Edén
fue severo o gentil.
O si el sabor de las frutas
fue amargo o dulce.
No importa.
Yo, mi cuerpo y mente,
mientras buscaba mi vida y su sentido,
noté que ya no estaba en mis manos.
Sin embargo, a medida que encontraba el cielo nocturno en el centro del margen de mis sueños,
me di cuenta, por primera vez, que había estado en la mano de Dios.
El inicio y el final son tan prohibidos
como las manzanas del Edén.
Los pájaros han regresado a casa. ¿Y las personas de sus quehaceres?
Amo los copos de nieve.
También amo las montañas grandes nevadas.
Me compadezco de la vida en el mar.
Durante el invierno, se convierte en un patio de juegos,
pero cuando el verano regresa vuelve a ser agua.
Yo, también, me convertí en objeto de lástima
cuando el país del ecuador se enterraba en un invierno oscuro.
Sin embargo, sólo es luto de mis días pasados.
Gente, gente
incluso si somos de diferentes colores
o de diferentes creencias
somos iguales.
Todos volamos de nuestros nidos
buscando algo mejor.
Como los pájaros en el invierno.
Para las personas, que son igual que yo,
quiero decirles:
No somos más que pájaros con quehaceres.
Sólo aquellos que han sido oprimidos
conocen la opresión.
Incluso en un mundo de paz y quietud
sueños terribles acosarán el sueño de los durmientes.
Cuando me entero de las heridas y las cicatrices de los otros
parece que veo un documental.
Cada una de sus emociones se estremecen en mi corazón
y trae lágrimas a mis ojos.
No puedo creer que un humano pueda cometer algo inhumano.
Uno no puede comparar la realidad con los sueños,
o a la historia con las películas.
Para todos nosotros, dejar nuestro país y nuestra familia
duele tanto como una daga en el corazón.
Vivir en un país extraño,
en una cultura extraña,
hablando una lengua extraña.
Algunos dicen que la vida es más fácil sin amargura.
Yo creo que no.
El sentimiento de dejar a mis amigos sufriendo
me mata a cada momento.
Las calles están vacías y la noche nos invita.
¿Amanecemos con tristeza
o acaso no hemos dormido?
Con calma, amigo mío,
la tensión no es tan simple.
Aquí puedes darle una mejor vida a tu familia.
Incluso la familia y amigos que hemos dejado
se alegrarían de verte partir.
Puedes decorar el mundo con tu libertad.
Pero, en realidad, no estamos solos o escasos de esperanza.
Aunque diferimos en color y apariencia
la sangre corre en nuestras venas con el mismo rojo.
Así como no podemos tolerar el dolor,
no podemos tolerar la opresión.
Confío en que esta tierra aliviará mi dolor.
Los pájaros han regresado a casa
tal vez nosotros también hemos regresado.
Acertijos
Cuando un niño nace en este mundo
el llanto empieza.
Llegamos aquí en un cuerpo desnudo
con las manos vacías
sin nada que regalar.
Cuando dejamos este mundo,
el llanto acaba.
Dejamos este mundo con las manos vacías,
sin nada que llevarnos.
Al final, mi cuerpo siempre regresa
a su principio,
a su fuente.
El mismo cuerpo
que llevó la verdad por dentro
durante toda su existencia.
¿Qué tan probable es que dos puntas de aguja se toquen
si una ha estado en la tierra
y la otra cayó del cielo?
Buda dice:
“Es más probable que esas dos agujas se toquen
a que nazcas como un ser humano en este mundo.”
La pena y los dolores nunca se explican.
La hambruna y la sed nunca se satisface.
Vida… vida… vida.
La verdad acerca de la vida está escrita en los obituarios.
¡Sólo estamos aquí como invitados!
¿Qué dejamos en nuestra visita?
¿Qué hacemos entre la cuna y la tumba?
¿Qué logramos en ese tiempo?
¿Somos nosotros quienes debemos preguntarnos esto?
Déjame con mi tristeza
Como cuando Adán abrazó a Eva en el principio de los tiempos
tú llevas mi sueño.
Nada dura para siempre.
Yo digo: “Ya no vengas a verme a la cárcel.”
Sus lágrimas agrietan mi corazón.
El amor crece
de la igualdad y la libertad,
crece de la democracia
y de los hermanos de guerra,
así que, por favor, no llores.
Las manos del tiempo rompen la presa
que retienen las lágrimas.
Mi lengua enredada
hace que las palabras se peguen a mi garganta.
Tal vez haya mucho que decir.
Por suerte los ojos hablan.
“¿Hay algo que necesites?”
pregunta mi amor, sin aliento
y en voz baja,
como a la distancia.
Aprieto los dientes y recupero mis fuerzas.
“Por favor, cuídate,
si encuentras a alguien decente,
vuelve a casarte”, le digo,
y el tiempo de visita termina.
La conversación acaba.
Lo único que escucho es su respiración rápida
y el sonido de las rejas al cerrarse,
haciendo que los pájaros emprendan el vuelo.
Ahora el cielo es tan oscuro como ellos.
Nunca más la volví a ver.
Si Dios no lo desea, ni siquiera una hoja se agita en el viento
“Madre, madre”.
Susurro suavemente.
Las lágrimas corren por mis sienes.
Puedo sentir que el invierno se acerca
por entre los rayos del sol
que brillan en las hojas más verdes.
El verano se retira lentamente.
Lejos están las horas del sol de medianoche.
Las noches regresan a la vida
con seguridad y firmeza.
El gentil ciclo de las estaciones
hace que la vida parezca
una búsqueda accidentada.
Y precisamente eso es, madre,
ya que peleo contra la muerte.
Lejos están los días de ayuno y ya es tiempo de rezar.
Rezar por mi padre difunto.
Rezar por mi madre quien se quedó atrás.
Rezar por mi familia dividida.
Rezar por mi amada Birmania.
Rezar por la madre tierra.
Por todo esto rezo mientras las lágrimas escurren por mi cara.
Oh, madre.
“Por favor regresa, hijo”
Escucho a tu voz decirlo
una y otra vez.
No sé si podré
arrodillarme a tus pies y arrepentirme de nuevo.
¡Oh, madre!
Conozco mi propia enfermedad.
La conozco mejor que cualquiera.
Por más de cuarenta años.
He vivido.
He amado a mi padre.
He amado a mi madre.
He amado a mis dos hermanos.
He amado a los hijos de mis hermanos.
He amado a mi esposa.
He amado a mi hija y a mi hijo.
He amado a mis parientes.
He amado a todas las personas sin importar su fe.
He amado a mis amigos y a sus conocidos.
He amado los poemas acerca del amor por la verdad.
Oh, madre,
ya he cumplido con las cosas que amo,
pero todavía me falta cumplir con lo demás.
Sólo no he podido hacerlo todavía.
Madre, vivir solo me ha dado tiempo de pensar.
Pensar sobre los que se suicidan
y lentamente aprendí a entenderlos, madre.
A pesar de todo, antes de mi muerte,
quiero abrazarte otra vez, madre.
Quiero vivir con mi esposa y mis hijos otra vez.
Otra vez quiero escribir los poemas que amo.
Madre, todos estos sueños y deseos me hacen desafiar a la muerte.
Noche estremecedora
Un viento fuerte ha golpeado contra una noche estremecedora.
He escuchado una música de cuerdas durante la noche,
pero el violín ahora es un hombre roto,
la necesidad de una risa forzada.
La noche oscura es terrible
cuando el estruendo de la tormenta se acerca.
Siento que el tiempo ha venido a terminar con sus derechos.
Se escucha un grito desesperado otra vez.
Ya no puedo volver a dormir.
Me levanto a abrir la ventana.
Escucho las noticias en la radio.
¿Por qué hay una protesta?
¿Qué derechos les han quitado?
Las conversaciones son sólo bullicio.
Tu cerebro funciona,
el cuerpo ahora empezará a moverse.
En el futuro
las batallas en el cielo y en la tierra estarán completas.
Ahora sé lo que debo hacer.
Los pasos son de los mismos dueños de la vida.
Ya he salido.
La noche oscura es terrible.
Las tormentas tienen viento.
La entrada La poesía de Ye Yint Thet Zwe se publicó primero en La Tempestad.
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