jueves, 20 de enero de 2022

Descolonizar la memoria

De vez en cuando aparece en los medios internacionales el tema de Haití. Vemos en las noticias pandillas en las calles, golpes de Estado, escasez de alimentos, magnicidios, desastre ecológico. Parecería que Haití comparte el destino fatal de muchos países del llamado Sur Global. El análisis, como casi siempre sucede, se queda en la superficie y, a menudo, culpabiliza a la población de estos países por no romper las inercias que los hunden en la miseria, la corrupción y la violencia. Sin embargo, la historia de Haití fue, en el momento de su independencia en 1804, una señal esperanzadora del fin del colonialismo europeo en América. Poco conocida en las lecciones que se enseñan en las escuelas, la rebelión haitiana ha permanecido como un hecho casi anónimo al cual se acercan sólo los especialistas.

El sistema colonial develado, texto-manifiesto cuya segunda parte no pudo ser escrita, es un documento muy importante para entender la historia del subdesarrollo y sus raíces. Jean-Louis Vastey (1781-1820) perteneció a los affranchis, mulatos libres dueños de plantaciones y de esclavos. Sin embargo, este grupo era segregado por la élite blanca que dominaba la isla. Vastey pertenece a aquella estirpe de luchadores sociales que aprovecha el conocimiento para llevarlo a la rebelión social.

Hay varios elementos importantes en El sistema colonial develado que lo hacen precursor de la manera en cómo entendemos el colonialismo en nuestros tiempos. Quizás el más destacable es que la liberación de los negros debía dar la batalla en el plano ideológico. Adelantándose por muchos años a autores como Frantz Fanon quien, ya en el siglo XX, definieron el “blanqueamiento” como un modo de perpetuar la dominación del blanco sobre los antiguos colonizados, Vastey supo que sus compatriotas tendrían que consolidar su posición en el mundo legitimando su cultura y combatiendo los innumerables prejuicios de los europeos hacia los esclavos recién liberados. El autor previó que el colonialismo tendría una segunda etapa, mucho más sutil pero igualmente dañina para los países recién independizados de América Latina: la opresión ahora sería a través de boicots comerciales, tratados desventajosos y, sobre todo, diferentes tipos de coacciones para explotar sus recursos naturales. La industrialización de los siglos XIX y XX se nutrió de ese sistema.

El manifiesto de Vastey es una arenga para que no se olviden los motivos profundos de la independencia. En la segunda parte del documento el autor hace una extensa recopilación de las atrocidades de los blancos sobre la población negra: torturas, asesinatos, despojos e infinidad de suplicios para someter a sus víctimas. En estos pasajes, además, hay una ironía: Vastey contrasta la cultura ancestral negra –por ejemplo, la egipcia– con innumerables ejemplos de la barbarie blanca en sus países de origen: campesinos violentos, grupos sociales sin ningún rastro de empatía y, mucho menos, de organización pacífica. En una época en la que no se ponía en duda el concepto occidental de civilización, El sistema colonial develado cuestiona el desarrollo y el progreso, pretextos que fueron y siguen siendo usados para legitimar el discurso de dominación europeo y, posteriormente, estadounidense.

El manifiesto de Vastey sufrió la misma suerte que la efímera independencia de Haití. El rey Henri Christophe se suicidó ante la amenaza de un golpe de Estado y el imperio Francés, que nunca se resignó a perder sus dominios en América, terminó por imponer una deuda que destruyó el futuro del país. Vastey fue asesinado pocos días después. El experimento monárquico –aun con todas sus contradicciones– fue la primera vez que los esclavos tomaron el control de su destino y echaron a sus opresores. Esto no es poca cosa, pues el resto de los países de América Latina –independizados en los años posteriores– siguieron una ruta que, simplemente, traspasó el poder de una élite a otra, creando un gatopardismo político que aún nos sigue cobrando factura.

La primera rebelión de esclavos en América fue inspiración suficiente para obras como El reino de este mundo de Alejo Carpentier o La Tragédie du Roi Christophe de Aimé Césaire; sin embargo, sus fuentes intelectuales habían sido ignoradas hasta el rescate, en español, de El sistema colonial develado hecho por Viandante Cooperativa Editorial. Conocer la obra de personajes como Jean-Louis Vastey nos permite situar las luchas del siglo XXI desde una posibilidad pasada que, aparentemente, quedó amputada, pero que nos sigue enseñando y marcando una ruta que no se puede abandonar si se desea, realmente, combatir las viejas y nuevas desigualdades que sufrimos.

Jean-Louis Vastey, El sistema colonial develado, edición y estudio preliminar de Juan Francisco Martínez Peria, prólogo de Marlene Daut, epílogo de Agustín Laó-Montes, traducción del francés de Laura Léger, Viandante Cooperativa Editorial, Ciudad de México, 2021

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