La producción narrativa de Jim Dodge (1945) consta de tres novelas, todas traducidas al español: Jop (Capitán Swing, 2011), relato pastoral cercano a una atmósfera fabular, publicado originalmente en 1983, protagonizado por una pata con tendencias alcohólicas y un par de granjeros; No se desvanece (Alpha Decay, 2017), road novel aparecida en 1987 en la que, en medio de una trama de noir cómico y delirio kerouaquiano, aparecen meditaciones sobre los orígenes y la importancia espiritual del rock & roll; y Stone Junction (Alpha Decay, 2007), de 1990, posiblemente la obra maestra de Dodge, cuyo subtítulo, Una epopeya alquímica, anuncia sus alcances épico-irónicos.
Quizá la parte irónica se entiende mejor teniendo en mente el subtítulo de Stone Junction en su idioma original: An Alchemical Pot-boiler. Pot-boiler es un término usualmente despectivo para referirse a obras escritas principalmente por dinero, es decir literatura comercial o, en otras palabras, pulp. Trae a la mente, también, la preparación de un guisado (o una pócima) en un caldero. Stone Junction, por su parte, hace referencia a la piedra filosofal que, como Godzilla en cierta novela de Pynchon, puede o no haber aparecido en la narración. Tenemos, entonces, una preparación que mezcla lo popular –pulp, cómics, novelas de caballería (el pulp de su tiempo), canciones de rock y piezas de folk tradicional, outlaw country, teorías de la conspiración, panfletos de religiones de una sola persona, literatura beat (en la primera parte del libro aparece brevemente Japhy Ryder)– con lo sublime y lo oculto –magia blanca, tradiciones alquímicas, alquimia contemporánea, ocultismo, new age, magia negra, misticismo, zen, novelas de caballería (que actualmente son consideradas alta literatura), la Biblia.
Por la densidad de los materiales parecería que hablamos de un libro complicado, pero no es el caso. Stone Junction es, ante todo, una novela de formación, digna de figurar dentro de ese canon de obras que, si bien no fueron escritas con un público de jóvenes o jóvenes adultos en mente, son comúnmente consideradas lecturas importantes de juventud: Tonio Kröger, Las tribulaciones del estudiante Törless, La metamorfosis, Siddartha, 1984, Poe, Wells, El corazón de las tinieblas, Emily Brönte, Un mundo feliz, Wilde, El túnel, Kerouac, Vonnegut, etc.
Stone Junction es la biografía de Daniel Pearse. La novela nos cuenta la historia del héroe del día de su nacimiento al momento de su desaparición final. La cercanía sonora entre Pearse y Percy, i.e. Percival, no es la única referencia a los romances artúricos. También las encontramos en la búsqueda del grial y en que al protagonista se le llega a comparar con un caballero medieval idealizado. Como Small World de David Lodge, protagonizada por otro Percival, Persse McGarrigle –cuyo grial es una chica (grial, girl)–, la novela de Dodge superpone la tradición inglesa del mock-epic –parodias de los poemas épicos que trasladaban sus escenarios a entornos más cotidianos, o que tenían como héroes a animales (véase “El cuento del capellán de monjas” de Los cuentos de Canterbury)– y la épica “seria”, dando como resultado una picaresca que no termina por inclinarse del todo ni por la seriedad ni por la parodia: puedes seguir sus enseñanzas en serio, bajo tu propio riesgo, o bien tomar la novela a la ligera, también bajo tu propio riesgo.
Daniel Pearse es, entonces, una especie de caballero artúrico en harapos, nacido cuando su madre, huérfana, tenía sólo dieciséis años y vivía en un orfanato religioso, a merced de los caprichos de las monjas. Annalee Pearse abandona el orfanato al nacer su hijo y pronto, gracias a un transportista y músico llamado Smiiling Jack, se encuentra en una especie de refugio clandestino que resulta ser su primer contacto con la AMO (Alliance of Magicians and Outlaws), la Alianza de Magos y Forajidos, una red informal de ayuda para anarquistas, poetas, brujas, magos, científicos, alquimistas, falsificadores, cultivadores y desarrolladores de drogas, ladrones y jugadores de póker.
Bajo la protección y guía de la AMO, los Pearse desarrollan diferentes habilidades y consiguen cierta prosperidad. La madre tiene diversos amoríos con algunos de los visitantes de sus refugios hasta que cae enamorada de Shamus, un alquimista formado por la red de educación de la AMO, que planea robar Uranio como parte de un plan mayor: prometió a su principal mentor que haría lo posible por que los elementos volvieran a ser 92, es decir, que lucharía por eliminar los elementos transuránicos. No obstante, la conspiración para robar uranio al gobierno fracasa debido a que alguien la delata. Como consecuencia Annalee muere en una explosión en un callejón, mientras Shamus y el resto de los involucrados desaparecen en la clandestinidad. Daniel, que la acompañaba, cae en coma tras la explosión. Al despertar se encuentra bajo la tutela de Volta, uno de los principales organizadores de la AMO, que le ofrece comenzar una serie de aprendizajes de la mano de diversos maestros pertenecientes a la organización, así como su ayuda para investigar la muerte de su madre.
La educación de Daniel ocupa la mayor parte de la novela. A lo largo de este Bildungsroman mitad Tolkien y mitad Brautigan lo encontramos aprendiendo a falsificar documentos y billetes, conectarse con la naturaleza, abrir cajas fuertes, jugar póker profesionalmente, disfrazarse e imitar personas. Dodge consigue mantener en tensión momentos que otros novelistas despacharían en un par de párrafos. Llama la atención, sobre todo, una partida de póker que se extiende a lo largo de quince páginas y hace entrar a Stone Junction directamente a un discreto grupo de novelas que explotan este juego como artilugio narrativo y que incluye obras como Oscar y Lucinda, de Peter Carey; La música del azar, de Paul Auster; Divisadero, de Michael Ondaatje; y La última partida, de Tim Powers. De cierta manera anuncia el regreso de la novela maximalista/enciclopédica en los años noventa.
Thomas Pynchon, uno de los principales entusiastas de la novela, para la que escribió primero un blurb y después un prólogo, ha comentado que es una especie de canto elegíaco a una forma de vida preinternet, una sociedad más analógica que dentro “del cibermundo que estaba a punto de estallarle encima”. Pynchon agrega: “Miras Windows 95 en la pantalla y te dices ‘Magia’. Pero para quienes entienden el sistema hasta su nivel molecular, no hay ningún elemento mágico, todo resulta ser simple y penoso trabajo repetitivo […] Ahora bien, Stone Junction es precisamente fiel al otro tipo de magia, la verdadera, la magia de siempre, sin barreras, contraria a los hechos, con M mayúscula”. Daniel Pierce nace en 1966 y las primeras cien páginas de la novela cubren el resto de la década y los años setenta. Entrados los ochenta, mientras ocurre la presidencia de Reagan y se van asentando las bases de Internet, va adquiriendo los saberes que utilizará para prestar servicios a la AMO. El prólogo de Pynchon resulta menos sorpresivo si consideramos que por las mismas fechas en las que apareció Stone Junction se publicó Vineland, otra novela con redes descentralizadas de ayuda mutua y hippies en la que son más evidente la victoria y control totales del Estado policial reaganiano.
Pero quizá la narración (casi) contemporánea de Stone Junction con la que resulta más interesante compararla es Neuromante, precisamente porque la novela de William Gibson encarna esa otra magia mecánica de la que habla Pynchon en su prólogo. Case, el hacker que protagoniza el relato, y Pearse tienen algunos puntos en común, principalmente que ambos son forajidos pero también porque, a su manera, son los elegidos para acceder a algo importante y potencialmente peligroso: Case a un servidor vía el ciberespacio y Pearse a una bóveda custodiada por agentes de la CIA. Siguiendo los argumentos de Pynchon, es posible pensar Stone Junction y Neuromancer como reversos mutuos.
Otro posible libro de acompañamiento de Stone Junction es La contracultura a través de los tiempos: de Abraham al acid-house, de Ken Goffmann (a.k.a. R.U. Serious), ensayo que propone que dentro de la historia de la contracultura caben todas las producciones culturales que se han opuesto a lo hegemónico a lo largo de la historia. En su novela Jim Dodge propone tácitamente un revisionismo parecido, al rescatar diversas tradiciones paganas y clandestinas y ponerlas a funcionar como un contrapoder al Estado contemporáneo, con el que libran una guerra secreta interminable. Como novela de formación, Stone Junction amasa una cantidad de saberes alternativos de diversos calibres. No creo ser la única persona que piensa que es sano dejarla al alcance de personas más jóvenes.
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