Como ocurre con muchos poetas italianos destacados –tanto del pasado como del presente–, el editor, profesor y poeta Antonio Riccardi (Parma, 1962) ha pasado desapercibido entre los lectores de nuestra lengua. Riccardi fue director de Mondadori y desde el 2019 dirige la editorial Aboca. En 2022 el sello Garzanti reunió su Poesie 1987-2022. Esta es apenas la segunda ocasión que su trabajo se traduce al español.
–Selección y traducciones de Roberto Bernal
Una sola ocasión vi llorar a mi padre
Una sola ocasión vi llorar
a mi padre, una sola, al principio
de su oscuridad, y nunca más.
Lloraba como llora quien se enfrenta
solo a la vida que se derrumba
inclemente, ahora aterradora.
Ninguna tregua en el descenso
ninguna redención al alcance.
Sólo yo que mentía sobre la posteridad.
En el cementerio de Cattabiano
En una mañana de luz ecuatorial
en el cementerio de Cattabiano
vi a tres jóvenes faisanes
buscar la sombra entre las tumbas.
eran el día y mes de la muerte
de mi padre, Pier Giovanni,
con la misma luz y el calor de entonces,
pero en otra vida, con mayor desaliento
y ya más en la posteridad.
Ahora quisiera referir todo
Ahora quisiera referir todo
a la noble precisión de los gestos
de las palabras y de los silencios
de los saludos y las confesiones
entre nosotros sin ningún desperdicio
sin equivocaciones o falsos pudores
sin el desgano de los acontecimientos
o las desconfianza desolada de los objetos.
¿Abrazo o captura?
La figura grabada en nuestro abrazo
no es la misma que se ve en ambos lados
pero en la parte dulce de su mundo
nosotros somos tú y yo, inclinados al viento,
si al amor de una falsa tranquilidad
regresamos como los perros a la calma.
La luz bajo las cosas
Hoy la luz camina bajo las cosas
y se las lleva con el viento.
De algún modo nosotros también perdemos
nuestras costumbres y propiedades
posiblemente a causa de la nostalgia.
El inicio del silencio
El silencio comienza
en la mente y se extiende
y se confunde con el aire
que la recamara comprime
dilatando moléculas contra
las bisagras de la noche
que no están abiertas o que no han roto
la pequeña cueva del cuerpo
donde luces de aviones perforan
el cielo
la galaxia
surgiendo de la tierra
o cayendo
suavemente en la lentitud.
Cosas que aprendí del amor contigo
Cosas que aprendí del amor contigo:
tu dedicación, mi dedicación:
estábamos atrapados, felices, suspendidos,
en cada ocasión temblando juntos
y después, de la nada, oscurecía
nuestra pequeña fortuna
con la advertencia de una guerra
bajo la forma del reproche.
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