Vale la pena pensar el momento que atravesaba la escena artística mexicana en 1992, cuando tuvo lugar la primera Bienal Monterrey de pintura y escultura. La década había comenzado con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que tuvo un efecto significativo en las dinámicas culturales y abrió la puerta a una mayor participación de la iniciativa privada en el campo cultural. El naciente certamen, que buscaba dar cabida al arte emergente y sus protagonistas a través de dos premios de adquisición, muy pronto tuvo que abrirse a los formatos que los nuevos artistas estaban utilizando.
Rumbo a su edición 15, la Bienal FEMSA, su nombre desde 2016, abre un paréntesis para ofrecer una mirada retrospectiva. Tres décadas que registran múltiples desplazamientos en la escena artística, atestiguados por la exposición 30 años en el mundo del arte. Una revisión de la Bienal FEMSA en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato (MAHG) de la ciudad de León.
Daniel Garza Usabiaga, curador de la muestra inaugurada el 2 de marzo –y director artístico de la edición XIV–, explica que, al revisar los distintos momentos del certamen, se encontró con que “la Bienal fue desde el principio un impulso importante para los artistas jóvenes de distintas partes del país. Se adquirieron piezas icónicas de, por ejemplo, Claudia Fernández, SEMEFO o Adolfo Patiño, pues ya en la segunda edición se abrió un premio para instalación. Es una instancia que desde muy temprano reconoció esta nueva práctica, lo que fue importante para fortalecer la escena emergente”.
La exposición en el MAHG consta de ocho decenas de piezas procedentes mayoritariamente de la Colección FEMSA, obras realizadas por 54 artistas entre los que se cuentan Betsabeé Romero, Carlos Amorales, Circe Irasema, Débora Delmar, Gabriel de la Mora, Iñaki Bonillas, Iván Krassoievitch, Jorge Méndez Blake, Marianna Dellekamp, Oswaldo Ruiz, Tania Ximena y Tercerunquinto. Tras 12 ediciones en Monterrey, la Bienal se volvió itinerante, lo que la ha llevado a los estados de Zacatecas, Michoacán y, a partir del 23 de mayo, Guanajuato (en distintos espacios de León y la capital).
Para la organización de 30 años en el mundo del arte, comenta Garza Usabiaga, “se tomó en cuenta cómo ha cambiado el evento, de un concurso por convocatoria abierta a un programa curatorial con obras comisionadas, que considera el lugar en el que se realiza y cuenta con un programa educativo y editorial”.
Dividido en tres secciones, este preámbulo de la 15 Bienal FEMSA incluye trabajos premiados y participantes en las ediciones anteriores. La primera parte muestra el modo en que fue incorporando nuevas formas de expresión. “Es una iniciativa receptiva al cambio y, a lo largo de estos años, del 92 a la fecha, ha sabido evolucionar, cambiar y transformarse”, puntualiza Luis Quirós, Gerente de Arte y Cultura de la Fundación FEMSA. La segunda retrata el momento en que se revisa el formato de la bienal para incorporar exposiciones curadas que pusieron a dialogar a artistas mexicanos con creadores de América Latina. Finalmente, el actual modelo itinerante, dejando atrás el concurso para adoptar un modelo colaborativo con actores de distintas regiones del país.
La sala recientemente renovada del Museo de Arte e Historia de Guanajuato alberga las transformaciones de la Bienal FEMSA a través de piezas que tienen un lugar relevante en el desarrollo del arte mexicano y latinoamericano. Entre las más de 80 incluidas conviene mencionar algunas especialmente significativas en la trayectoria del evento: Escuelas de arte (1992), de Adolfo Patiño; El alimento (1996), de Claudia Fernández; Memoria fosilizada (1998), del grupo SEMEFO (Teresa Margolles, Arturo Angulo y Carlos López); Pellejo herrado (Afganistán) (2009), de Dora Longo Bahia; o La compañía (2018), de Verónica Gerber Bicecci. ¿Es usted feliz? (1981), del chileno Alfredo Jaar, está presente en la muestra en la versión que presentó en la edición XII de la Bienal, en Monterrey.
“Destaco en la Bienal su capacidad de actualizarse a lo largo de los años, lo que implica una sensibilidad abierta a los cambios en el espacio artístico”, comenta Daniel Garza Usabiaga al hacer un balance de su experiencia como curador de 30 años en el mundo del arte. Tras Zacatecas (Nunca fuimos contemporáneos) y Michoacán (Inestimable azar), Guanajuato, la sede de la edición 15, La voz de la montaña, es el lugar en el que se repasa esta historia. La exposición, que podrá visitarse hasta el 14 de julio, estará acompañada de conversaciones y activaciones, lo mismo en línea que presenciales. Habrá que estar pendientes de las redes tanto de la Bienal FEMSA como del MAHG.
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