viernes, 29 de marzo de 2024

Derivas de Kate Zambreno

¿Puede una obra literaria contener la energía de Internet, su naturaleza distraída?”, se pregunta la narradora de Derivas (2020; La Uña Rota, 2023), la tercera “novela” de Kate Zambreno. Entrecomillo novela porque, a diferencia de las dos anteriores –O Fallen Angel (2009; drama familiar inspirado por John Milton y los trípticos de Francis Bacon) y Green Girl (2014; novela sobre una estadounidense que intenta sobrevivir en Londres trabajando en una tienda departamental y cuya narración es interrumpida constantemente, a la manera de una película de Godard, por citas de autores diversos: Lispector, Sartre, Benjamin, Woolf, Barthes, Rhys)–, en Derivas, la única que porta el subtítulo Una novela, la autora parece más bien problematizar la idea misma de género literario.

Derivas forma parte del ciclo de libros de corte ensayístico que la autora ha producido a la par de sus novelas, en los que la autora misma cumple aquello que se pregunta en la cita que abre este artículo. Los libros de Kate Zambreno son un adaptación literaria de la manera en la que usamos y experimentamos Internet: con un interés distraído y múltiple, a veces obsesivo y a veces superficial, frecuentemente caótico, contradictorio, complementario, con mil pestañas abiertas al mismo tiempo y con música saliendo de dos de ellas al mismo tiempo.

La autora estadounidense ha reflexionado sobre la importancia de las redes sociales, principalmente Tumblr y Blogspot, en la configuración de la identidad de las adolescentes y postadolescentes que usaron estas páginas. Nos dice al final de Heroines (2012), su estudio sobre las “esposas del modernismo”: “Primero su LiveJournal. Ahora su Tumblr. Muchas de estas páginas de Tumblr están escritas brillantemente. Muchas de estas chicas se identifican fuertemente como escritoras y artistas. Estos cuadernos visuales fetichizan lo hecho a mano, la letra manuscrita, los sentimientos profundos”. Y más adelante “[Es como una] Obra de los pasajes de sus fragmentos, la chica con su casillero decorado, su propio moodboard, tan diverso y fragmentado como ella, usualmente elegante aunque caótico, intenso a veces, emo, promiscuo, hermoso, confuso, inconexo, anárquico, irreverente, cinéfilo, consumido”.

En Mi libro madre, mi libro monstruo (2017; La Uña Rota, 2022) la autora nos entregó su primer libro Tumblr (Heroines, por su parte, habría sido su libro Blogspot, ya que surgió a partir de los primeros textos publicados en su ya desaparecido blog Frances Farmer Is My Friend): una colección de reflexiones fragmentarias sobre el duelo familiar, la obra de Louise Bourgeois, la moda victoriana de fotografiar los muertos, Roland Barthes, la relación con su madre, la obra de Henry Darger y algunas fotografías de su madre, Barbara Loden y María Falconetti como Juana de Arco. Derivas sería el segundo libro Tumblr, pero sus largas digresiones no podrían estar más alejadas de la prosa fragmentaria y minimalista de Mi libro madre…, que en muchos momentos es más cercana a la poesía (y acaso lo sea, dentro de su propio subgénero: poesía documental).

Mi libro madre, mi libro monstruo y Derivas son, de momento, la única parte de la obra de Kate Zambreno que se ha traducido a nuestro idioma, y pueden pensarse como dos momentos completamente distintos de un mismo continuum ensayístico-autobiográfico. Ambos concentran años de trabajo y redacción y por eso mismo comparten algunos rasgos temáticos y formales. Los cuadernos en los que Zambreno trabajó Mi libro madre… fueron llenados a lo largo de 10 años y luego ensamblados para formar el libro. De este mismo proceso surgió Appendix Project, que consiste en una serie de textos que ensambló para leer en público durante las presentaciones y el tour de prensa de Mi libro madre… (se negaba a seguir leyendo este libro) y funciona como complemento temático o apéndice del libro base. De igual manera, Derivas comenzó a escribirse aproximadamente en 2015 y siguió una composición caótica hasta su eventual publicación. Del mismo modo Mi libro madre, mi libro monstruo tiene un libro de acompañamiento, Screen Tests, en el que resurgen muchos de los temas y obsesiones que aparecen en Derivas, principalmente algunas obsesiones cinematográficas y la relación con el padre, basada en su entusiasmo por las películas de John Wayne y Hitchcock.

Dubravka Ugrešić, escritora croata con un corpus ensayístico-biográfico con muchos puntos en común con la obra de Zambreno, dice, al inicio del prólogo de su Ficcionario americano: “Todos los libros tienen una historia propia, íntima, de su origen. Esta historia permanece oculta para el lector y tiene un significado sólo para el autor. A veces, sin embargo, es difícil separar la historia de cómo surge el libro del libro en sí mismo, a veces la historia de su origen es el propio libro”. La historia de Derivas es la historia de su propia composición. O quizá, más bien, la historia de los problemas personales, formales y temáticos que surgieron durante su composición. Nos dice la narradora: “Qué es lo que me está apartando de la escritura del libro? El calor, el perro, el aire acondicionado, el deseo de existir en tiempo presente, el pensamiento constante, la enfermedad, coger, víveres, cocinar, yoga, soledad y tristeza, Internet, depresión política, mi período, obsesión con productos de skin care, el capitalismo tardío, mirar series obsesivamente en la computadora, competencia y celos por la atención que reciben otros escritores, confusión sobre la novela, dar vueltas sin terminar nada, leer investigar, masturbarse, el tiempo pasando”. 

Derivas capturó con cierta presciencia el tedio pandémico, y su publicación en pleno 2020 no pudo ser más oportuna. Es una novela sobre un tipo de encierro, similar al vivido por la población general hace pocos años, en el que todo el tiempo libre del que se dispone para escribir no hace sino ejercer presión y abrumar a la narradora/autora. Paradójicamente, la “novela” continúa fluyendo al descubrir que puede enumerar las frustraciones y obstáculos que se supone que impiden su redacción. Derivas es también una novela sobre el cuerpo. Si bien gran parte de la obra de Kate Zambreno consiste en reflexiones continuas, fragmentarias y reiterativas, en una mímesis de los procesos de pensamiento, hay además un énfasis en el papel que el cuerpo juega dentro de la literatura, su producción y su lectura. En primera instancia tenemos el cuerpo de la autora/narradora, enfatizado en las constantes referencias a la menstruación, el sexo y la masturbación, así como el dolor, el vómito, el envejecimiento, los pedos. Algunos pasajes hacen eco de Ulises, la gran épica sobre el cuerpo humano. Pero a la escritora le interesan también los cuerpos controlados históricamente.

Este tema fue explorado más a fondo en Heroines, donde Zambreno explica las diferencias entre la recepción de ciertos tipos de obras, completamente dependiente del sexo o el género de quien la produce. Muchos aspectos que se romantizan cuando se trata de sujetos masculinos se patologizan cuando se trata de sujetos femeninos. “Angustia: cuando es de ella es patológica, cuando es de él es existencial”. Derivas abre con una reflexión sobre la libertad creativa y de movilidad que tuvo Rilke al escribir algunos de sus poemas importantes y la contrasta con la manera en la que a Clara Westoff, su esposa, le fueron impuestas otras expectativas (la maternidad, el cuidado de la casa) debido a dinámicas de género que todavía prevalecen. La narradora del libro encuentra una situación similar con su esposo, quien parece gozar de mejores condiciones de trabajo mientras ella vive en la precariedad laboral e intelectual, sin una universidad en la que pueda trabajar de manera fija, en constante competencia con otros colegas, expuesta al acoso y a abusos.

Otra cuestión importante es el cuestionamiento de la forma. En algún momento la narradora se pregunta si Derivas no es su propia forma: una especie nueva de notas ensayísticas con cierto contenido autobiográfico, entre el posteo superficial de las redes sociales, la reflexión estética y la escritura fragmentaria. La naturaleza distraída de la autora/narradora le permite avanzar únicamente de esta manera en la escritura del libro. De ahí que continúe entrecomillando novela. Acaso porque la autora ha escogido este género y este subtítulo de manera irónica: sabe que no está escribiendo una novela sino una cosa nueva, distinta, una forma que es más natural a su estilo de escritura. De igual manera podría haber cierto oportunismo comercial: ciertamente una “forma nueva” es comercialmente menos viable que el modo hegemónico de escritura literaria.

Esto último tiene un costado cínico, ya expuesto, y otro que no lo es: la autora consigue disfrazar de novela (formato convencional y vendible) un género experimental. Kate Zambreno problematiza la separación entre autora y personaje, así como la noción de autoficción. A lo largo de la “novela” hay un ir y venir constante entre la ficción y lo referencial; la autora no se identifica completamente con la narradora-protagonista, pero usa fotografías suyas para ilustrar pasajes del libro, un recurso no tan lejano al de W.G. Sebald. De ahí la facilidad y la necesidad de confundir las identidades constantemente. No obstante, como revelan los escritos biográficos sobre Sebald aparecidos recientemente, debemos ser cuidadosos al asumir como biográficos datos revelados en este tipo de novelas.

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