miércoles, 25 de mayo de 2016

Desfetichización del objeto escultórico

 

Estamos en una casona porfiriana de la colonia San Rafael, en la Ciudad de México. Estamos aquí para ver Mañana, mañana, obras de Chantal Peñalosa expuestas en en Casa Maauad. Comenzamos a recorrer el espacio y nos encontramos con una sala dentro de la que se despliegan varios módulos rectangulares alrededor de las paredes. Están colgados del techo con hilos casi imperceptibles, como si la artista hubiera diseñado una maqueta a escala humana. Los módulos parecen réplicas de vitrinas, lo cual los dota de un carácter escultórico. Cada uno es un cristal enmarcado con perfil de aluminio; detrás se han pegado periódicos con cinta adhesiva.

 

La exposición tiene como referente a la ciudad de Tecate, donde la artista reside. Sin embargo, en sus obras el lugar nunca aparece de manera explícita, funciona más bien como telón de fondo político, social y material que tiene como consecuencia una forma de vida afectada por el narcotráfico y la economía neoliberal.

 

Mañana, mañana forma parte de un proyecto más extenso, titulado Tenemos muchos recuerdos de ese lugar, lo único que no recordamos es el día que dejamos de ir. En ese proyecto Peñalosa se aproxima a la plaza Cuchamama, el segundo centro comercial que se construyó en su ciudad. Durante la década de los noventa, la plaza funcionó para sus habitantes como un símbolo de estatus y progreso. Con el paso del tiempo, respondiendo a la situación política y económica de Tecate, los locales comenzaron a cerrar. Ahora sólo unos cuantos permanecen abiertos. Las vitrinas de los locales cerrados fueron tapizadas con periódicos.

 

I

Estamos ante una instalación. Su peculiaridad es que los objetos escultóricos son los que conforman el espacio. En su artículo “Política de la instalación” (se encuentra recopilado en Volverse público), Boris Groys apunta que la diferencia entre una instalación y una exposición radica en que la primera depende de la soberanía del artista para decidir qué es lo que muestra, mientras que la segunda está diseñada por un curador, que tiene que responder públicamente por las decisiones que ha tomado. También apunta que el soporte material de la instalación es el espacio mismo, «esto no significa, sin embargo, que la instalación sea de algún modo “inmaterial”. Por el contrario, la instalación es lo material par excellence ya que es espacial y su ser en el espacio es la definición más general del ser material».

 

Aunque en Mañana, mañana no hay curaduría, el concepto de instalación es importante porque fue Peñalosa quien decidió la disposición de los objetos escultóricos, que construyen el propio espacio en unidades individuales que se repiten.

 

 

II

En la instalación la configuración de los materiales que constituye a los objetos despliega un comentario sobre el propio estatuto de conformación y circulación del lenguaje escultórico en el siglo xx. Como señaló Benjamin Buchloh en la monografía Gabriel Orozco (Conaculta, 2006), desde la década de los cincuenta del siglo pasado la escultura ha adoptado dentro de su concepción las formas en que los objetos cotidianos se nos presentan para su consumo, pues incorporan al contenedor económico o a las estrategias comerciales de soporte, como la caja, el mostrador y la vitrina «estableciendo así correspondencias explícitas entre el taller como lugar de producción a la tienda como lugar de distribución, o entre la compulsiva forma en que el sujeto privado colecciona objetos fetiche y los lugares institucionales en los que se dota a las colecciones públicas de un significado autoritario».

 

Los objetos escultóricos que Peñalosa presenta en la exposición hacen eco de esta tradición pero en un sentido contrario. En el análisis de Buchloh la escultura adopta estrategias de distribución comercial de la mercancía. Sin embargo, no abandona su cualidad de objeto susceptible de convertirse en fetiche. En las vitrinas que conforman la instalación también se utilizan estas estrategias pero, como mencionamos anteriormente, el hecho de que el objeto escultórico esté subordinado a la instalación y a la relación que el espectador tiene con el espacio que configura cancela la posibilidad de su fetichización; como unidad independiente implicaría el desmembramiento de la pieza.

 

III

A la salida de la sala con vitrinas hay dos mesas con copias de noticias de periódicos que la artista seleccionó y que hablan sobre el supermercado, el clima, la compra y venta de automóviles y la reforma educativa. Estas hojas funcionan como sinécdoque; el espectador puede llevar consigo a casa parte de la información que fue producida en Tecate, pero que hace eco del panorama social y económico que aqueja a México.

 

En la tercera habitación de la galería se cambia el ritmo de la exposición, abandonamos el espacio de las mesas para sumergirnos en la proyección del video de una montaña que aparece grabada en cámara fija. Vemos la mano de la artista en primer plano, simulando recorrer repetitivamente la montaña con el movimiento de dos de sus dedos. El guiño directo es al mito de Sísifo, condenado a llevar una piedra hasta la cima de una montaña; antes de llegar, como sabemos, la piedra volvía a rodar hacia abajo. En el video aparecen frases que aluden a la inutilidad del trabajo y a la espera en la rutina repetitiva del ser humano.

 

Este texto se publicó en la versión impresa de La Tempestad 110, mayo de 2016.

 

 



from La Tempestad http://ift.tt/1Rr9F9T
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

No hay comentarios:

Publicar un comentario