Los escritos que se recogieron en esta selección proceden de cuatro cuadernos de Valerio Magrelli, numerados 11, 12, 13 y 14. El cuaderno 11 se redactó del 9 de abril de 1985 al 23 de mayo de 1989; el cuaderno 12, del 20 de junio de 1989 al 7 de septiembre de 1994; el cuaderno 13, del 12 de julio de 1994 al 24 de noviembre de 2006; y el cuaderno 14, del 24 de noviembre de 2006 al 30 de julio de 2016.
El carácter heterogéneo de estos textos pretende presentar el ejercicio de una escritura en progreso. Muchos de los puntos de partida permanecen como se registraron en los cuadernos; otros, desde el estado embrionario, han sido reescritos y publicados de diversas formas: la prosa se reorganizó en versos, y los versos, por otra parte, acogieron variantes, alteraciones, extensiones y, en algunos casos, han sido transformados en prosa.
Los textos suceden respetando el orden cronológico de redacción; los números indican, respectivamente, el cuaderno y la página de la que fueron extraídos. Algunos apuntes dialogan entre sí a distancia; para mostrar su continuidad, se colocaron uno seguido de otro.
Agradecemos al autor la revisión de estas versiones.
– Nota y traducción del italiano de Roberto Bernal
[11, 11]
La mujer que sonríe después de saludar a alguien sigue arrastrando por un momento lo que queda de su expresión y sin ningún destinatario.
[12, 17]
La sonrisa se expande como las ondas producidas por una piedra en el agua estática. Surge del rostro y se ondula alrededor del cuerpo, radiante, y esos labios, esa curva, le hacen una reverencia.
[11, 22]
La poesía es un hecho personal, íntimo, “aprisionado”, ni más ni menos que como las pesadillas. El poeta está entre el sacerdote y el enigmista. La poesía es una pesadilla artesanal, artificio artesanal, pero pesadilla.
[11, 23]
Llegó el verano, infinito, inoportuno,
con todas las promesas
destinadas a permanecer inacabadas.
Es un patrimonio que no se devuelve
el regalo que aflige y decepciona
el más grande arrepentimiento,
porque pactado
que ya transcurrió el futuro,
conclusión del tiempo.
[11, 26]
Tal vez la poesía es el revestimiento que se produce de la oxidación en una superficie hasta entonces cubierta, protegida dentro de un tejido corporal. En esos primeros momentos de dolor hay algo nuevo que ya anuncia una nueva defensa: la piel vuelve a crecer, el vello, la capa que se reforma sobre la abrasión. En esto, la escritura es siempre tatuaje, decoración, dibujo, que sólo puede nacer sobre una cicatriz. Como si el engaño ocultara siempre la herida.
[11, 50]
De reliquia a la clonación.
Por tanto, el corazón estaba en lo cierto
cuando rogaba conservar
el fragmento del ser amado.
Aquí, con el tiempo, transformamos
la devoción en química
y a la pobre mecha de cabello,
en objeto de recuerdos que se incendian
en texto vivo, en delgada palabra:
proyecto de renacimiento […] y aurora.
[11, 81]
Fui sacado de la nada,
sorteado del azar,
formado por un encuentro
convocado desde la posible
alineación y virtual
extracción de la suerte
[12, 60]
Soy literalmente un hombre de pocas palabras. Siempre uso las mismas (material de rastreo). Prefiero recurrir a una cita mía (o a las citas en general) en lugar de re-decir. Economía autárquica. Régimen de autosuficiencia emocional.
[12, 154]
Es mi sueño enfermizo y frustrado envolverme en una manta del no-ser, enrollarme en los cultivos de la nada, alejándome, yéndome.
[13, 18-19]
Cada proyecto culmina como Apolo y Dafne. Como en la estatua de Bernini, apenas me acerco a la presa, ésta se transforma en una corteza dura, la carne en una rígida cáscara bibliográfica. El placer desaparece, y, en lugar de una mujer, me encuentro abrazando un deber, un trabajo.
[13, 30]
Odio intentar dormir. Esperar dormir es como esperar al autobús (pero que no aparece).
[13, 41]
Esperar el sueño como a un autobús. En la parada. Paciente.
[14, 19]
Debió ocurrir cuando las raíces tocaron la corteza: el veneno comenzó a circular, subiendo por el tronco, hasta las ramas y las hojas. Ahora soy un cadáver atravesado por la nada. Rezo mal, quedé inutilizable, excepto para decir que, una vez que te toca, aunque sea con un rasguño, para la enfermedad no hay defensa.
[14, 35]
El antidepresivo es el cable delgado
que me pone en órbita,
suspendido en el espacio,
finalmente, lejos
de la cápsula de la muerte
de una vida aprisionada.
Déjenme, por fin, pasear
ligero y
vacío por el vacío sideral,
augurio de un mundo libre de cargas.
[14, 40]
Para mí, la mirada de quien escribe es la de un hombre que está a punto de ser arrollado.
[14, 43]
Muerte, terrible dragón
que resguarda el tesoro
del no-ser,
tan terrible como grande
el don que protege,
el sueño de una morfina eterna
que finalmente detendrá
la punción-incendio-llaga
de la conciencia.
Conciencia es sufrimiento.
Por eso el golpe se llama “de gracia”.
[14, 62]
Despertar después del sedante y volver a mi celda en la prisión. “¡¿Por qué me trajeron aquí!?”. (Más tarde esta sensación se desvanece; pero una vez allí, lloré.)
[14, 64]
Mientras continúe blasfemando, no puedo decir que no soy cristiano. No puedo convertirme en laico, no puedo liberarme de la sombra que el Padre echó sobre mi vida. Una vida a la sombra de la Culpa, una vida en el signo del Castigo. ¿Cuándo creceré? ¿Cuándo podré finalmente convertirme en Ateo? ¿Cuándo dejaré de creer en mi verdugo?
[14, 69]
Quisiera estar muerto, pero no se puede tener todo en la vida.
[14, 90]
Incompetencia, plagio, estupidez = incapacidad de encomendar cualquier cosa. El mío será el único ataúd con clavos martillados por dentro, en la imposibilidad de confiar en alguien que pueda hacerlo desde fuera.
[14, 105]
Hijo = murciélago que avanza en la oscuridad haciendo rebotar ondas-radio en la figura opuesta de su padre. Para no estrellarse contra él.
[14, 135]
No me considero posmoderno, pero propongo una pospoética, que nazca después y no antes de la escritura (que no la guíen las explicaciones y las interrogantes).
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