En la pared del recibidor cuelga una placa de mármol con una firma dorada. Dos emes de trazos alargados, una ele en forma de aguja, una zeta que cae y subraya; al final, una ene solitaria: Manuel Méndez. Abajo, también en dorado, el discreto remate: Taller de Costura. La que fuera casa del diseñador mexicano, pionero de la moda nacional, se ha abierto al público en forma de pequeño museo y casa de té. Se llama Casa Manuel y tiene la intención de mantener vivo el legado del fundador de la primera firma de alta costura mexicana, por la que hoy es reconocido como “el padre de la moda en México”.
En el número 21 de la calle Liverpool, en la colonia Juárez de la Ciudad de México, Manuel Méndez Narváez (1930-2014) pasó sus últimos 34 años de vida. La casa centenaria perteneció a Pedro Vargas; en 1980 se la compró a su viuda. El gran salón comedor, donde cada jueves se reunía a cenar con los amigos, sigue intacto. En las paredes, su colección de arte: Alberto Gironella, José García Ocejo, Carmen Parra y, para rematar, un sobrio retrato del diseñador realizado por su amigo Juan Soriano. “A Manuel le gustaba rodearse de arte y belleza. Decía que se estaba perdiendo el glamour en el mundo y eso le preocupaba mucho, porque el estilo era su forma de vida. Aquí conservamos las cosas que le gustaban: arte, libros, su colección de vasos, su colección de música, y al mismo tiempo le hacemos un homenaje ”: las palabras son de Carlos Ceja, impulsor del proyecto Casa Manuel junto a Jorge Preciado, y amigo cercano del diseñador.
Todo en Casa Manuel recuerda la pasión por los detalles y la influencia europea en los gustos del modisto: las tazas y teteras de porcelana, las charolas de tres pisos con bocaditos dulces y canapés (Royal Desserts), los cubiertos dorados. “Queremos que al pasar una tarde entre estos objetos, comiendo y bebiendo lo que le gustaba a Manuel, la gente pueda evocar su memoria y también interesarse por su labor, tan importante en la construcción de la industria de la moda nacional”.
Manuel Méndez empezó su carrera autodidacta en los años sesenta. Tuvo un primer taller en la Zona Rosa y, años después, se mudó a Polanco (de ahí se recuperó la placa de mármol con su firma) para estar más cerca de las mujeres que vestía: artistas, esposas de políticos y empresarios, socialités. Con Dolores del Río y Ofelia Medina lo unió una amistad cercana, a María Félix le confeccionó algunos atuendos. En la casa se conservan unos cuantos bocetos colgando de las paredes –la cintura muy marcada, la falda amplia y con movimiento– y muchos más en un archivo resguardado en el gran librero del salón. “Al crear un vestido para una ocasión especial, primero hacía todo un análisis de la clienta. Le preguntaba desde qué papel jugaba en el evento y cómo se quería sentir hasta los aspectos más pequeños de la celebración. Era un estudio completo de la persona para crear un diseño”, explica Ceja.
A mediados de los años setenta el diseñador presentó por primera vez una colección en París. Sus creaciones desfilaron también en Nueva York y Londres. Manuel Méndez fue el único diseñador nacional presente en el Salón Internacional, el exclusivo espacio para las grandes firmas de El Palacio de Hierro, junto a nombres como Givenchy, Karl Lagerfeld y Bill Blass. “En esa época se referían a él como ‘El Balenciaga mexicano’, cosa que le fascinaba porque si a alguien admiraba, por sobre todos, era al español”.
Casa Manuel abre de martes a domingo de 14:00 a 21:00 horas.
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