martes, 30 de julio de 2024

El sentido del mundo está fuera del mundo

En On Poetry (2012), libro de ensayos surgido de su experiencia dirigiendo un taller de poesía, Glyn Maxwell presenta una teoría: la poesía es una lucha, en la página, del color negro contra el color blanco. Uno de los atributos de un buen poema, o de un poema resistente, sería su capacidad para no ser absorbido por el blanco de la página. Mientras desarrolla esta teoría y va dando ejemplos, aborda el caso de músicos de rock a quienes se ha considerado, también, poetas (Dylan, Cohen, Morrison, etc.). Según Maxwell, al aislar algunas letras (“poemas”) de estos autores es posible percatarse de que, sin el acompañamiento musical, el negro no posee energía suficiente para triunfar sobre el blanco, aunque existen algunas excepciones.

En la consideración de todos estos músicos-poetas prevalece su apreciación como músicos antes que como poetas, pero la obra de David Berman (1967-2019) es suficientemente problemática como para que no haya consenso respecto a qué aspecto de su trabajo es el más importante, si el musical (con sus diferentes proyectos: Silver Jews, Purple Mountains) o el escrito, representado por dos libros, Actual Air (poemas, aún sin traducción al español) y The Portable February (caricaturas/poemas visuales), así como el blog Menthol Mountains.

Queda claro que la popularidad de Berman, quien falleció hace cinco años, proviene de su trabajo musical, pero el lanzamiento de su primer libro de poemas lo colocó como una nueva voz, digna de ser comparada con la obra de James Tate, con quien estudió, o de John Ashbery. Actual Air es también algo extraño de atestiguar: un best seller de poesía que no es una absoluta mierda. En la imagen de su autor se reciclan muchos estereotipos: el genio incomprendido, el sabelotodo de humor retorcido, el hombre que reforma su vida gracias al reencuentro con la religión, el drogadicto genial que no sabe si es genial gracias a las drogas o pese a ellas, el hombre depresivo que no encuentra sentido a la vida y se entrega a un nihilismo sui géneris.

Las letras de muchas canciones de David Berman podrían traducirse y ser presentadas como poemas. Como buen orfebre, dio al indie rock dos elegantes e insuperables aperturas de álbum: pocas primeras líneas pueden superar “In 1984 I was hospitalized for approaching perfection”, que abre American Water (1998), posiblemente su trabajo mejor conocido, o “No I don’t really want to die, I only want to die in your eyes”, verso de “How to Rent a Room”, primera pieza de The Natural Bridge (1996), posiblemente la más apreciada por sus fans, Lana Del Rey incluida. Ternura y tremendismo.

Para Justin Taylor (El evangelio de la anarquía, 2011) los versos de Berman tienen el mismo efecto que “ciertos versos de la Biblia, ciertos aforismos de Zürau o algunos momentos de Los Simpson”. Logró como pocos un matrimonio armónico entre “baja” y “alta” cultura: tras su suicidio aparecieron homenajes en revistas y sitios literarios y musicales, pero también en el Nissan Stadium, casa de los Tennessee Titans, su equipo predilecto quizá por representar a Nashville, su hogar de adopción durante los años finales de su vida. Al enterarse de su muerte, Ed Park, autor de la novela Personal Days (2008), decidió ponerse en contacto con su hermana, que tenía su copia de Actual Air. La entrega del libro ocurrió bajo la lluvia, observada por un par de policías que sospechaban de aquello que veían y a quienes Park tuvo que explicar que no se trataba de venta de drogas sino de la entrega de un libro de poemas, de “los mejores poemas que he leído en mi vida”.

No es casual que Taylor ponga la obra de David Berman junto a los aforismos de Kafka. En ella podemos encontrar declaraciones casi incomprensibles pero hermosas (“toda el agua es agua clásica”, dice uno de los poemas de Actual Air) o verdaderas lecciones de vida (“No puedes cambiar cómo te sientes pero sí puedes cambiar cómo te sientes acerca de cómo te sientes, en un segundo o dos”, canta en “People”) o de estética zen (“deja que el espejo se exprese por la habitación”, en “Buckingham Rabbit”). El propio Berman declaró que componía en fragmentos, como verdadero producto de la posmodernidad. Sin ser jamás didácticos, sus aforismos suenan como la combinación de los escritos de un sabio del desierto, los murmullos de un drogadicto visionario o los refranes de una región empobrecida por los cambios económico-industriales propios del posfordismo.

Hay también algo de comediante en Berman, pues nunca dudó en usar su lírica para confundir el set de stand-up con el diván del psicoanalista. Los pocos conciertos grabados de los Silver Jews permiten apreciar que tenía un hábito similar al de John Ashbery al leer sus poemas en público. En ambos hubo siempre una pulsión por enrarecer aún más su obra, y así, mientras Ashbery podía dar una lista de ingredientes o posibles referencias que no terminaban realmente de “explicar” el poema que se preparaba para leer, Berman solía comentar el origen “autobiográfico” de algunas de sus canciones con la intención de “desmitificarlas”. Ambos eran aficionados a explicar las circunstancias personales que habían dado pie a partes de sus obras.

La lírica de David Berman es una investigación sobre cómo funciona el mundo, partiendo siempre desde diferentes ángulos. Hay una visión plena sobre cómo todos los objetos del mundo están conectados y tienen orígenes inverosímiles y maravillosos. En Cosas transparentes, una de las últimas novelas de Vladimir Nabokov, uno de los personajes dice que si observas detenidamente y con atención un objeto este puede mostrarte su historia. Vienen a la mente los siguientes versos de los “Cantos for James Michener”, parte II, contenidos en Actual Air: “La capilla del hospital le había comprado una máquina / de humo abollada a una banda local de heavy metal / que se desintegró debido a desacuerdos / sobre iconografía vikinga”. En “I Remember Me” un hombre que sufre un accidente que le arruina la vida compra el camión que lo atropelló con el dinero que recibe como compensación. A Berman le interesaba también la manera en la que se administra el mundo, y es común encontrar en sus canciones y poemas referencias a programas o empleados gubernamentales. Hay pequeñas notas antiantropocentristas en su obra, y el ejemplo más claro sería “Ballad of Reverend War Character”, donde canta cosas como “las estrellas no brillan sobre nosotros, sólo estamos en medio del camino que recorre su luz”.

Esta última canción es uno de sus trabajos más depresivos. Todo en ella está mal: hay un profesor de latín que huele a orines, un segundón de un equipo que no puede conseguir que alguien le dé aventón al finalizar el juego, una mujer muere en un sillón, alguien encuentra un gato muerto en un techo. Pocas canciones de los Silver Jews llegan a este nivel de desesperación y oscuridad. Berman prefería contrastar este tipo imágenes con otras en las que lo triste y lo bello hicieran algo de contrapeso a la desesperación. Incluso llegó a cantar sobre peripecias personales usando esquemas virtuosos de rima. El ejemplo ideal es la canción que abre su única producción bajo el nombre de Purple Mountains: “I met failure in Australia / I fell ill in Illinoise / I nearly lost my genitalia / to an anthill in Des Moines”. Pero incluso en esta canción desesperada logra incluir un par de aforismos brillantes, como este con tintes zen: “The end of all wanting is all I’ve been wanting” (“todo lo que he deseado es dejar de desear”) o “And a setback could be a setup / for a comeback if you don’t let up”.

David Berman fue, como John Berryman, un poeta desesperado y dado a temporadas depresivas. La leyenda romantiza este aspecto e incluso ambos pusieron de su parte. Durante uno de sus intentos de suicidio Berman se vistió con su traje de bodas e intento morir de una sobredosis en una habitación de hotel de lujo que apenas pudo costear. Leslie Jamison ha escrito contra la mitificación del alcoholismo de Berryman, proponiendo enfocarse en la vitalidad de su poesía. La vida de ambos es una serie de intervalos entre el consumo de sustancias, la depresión y una repentina vuelta a la vida con las esperanzas puestas en la mejora personal o la religión. Berman tardó gran parte de su vida en hacerse notar, debido a que no se sentía capaz de llevar a su banda en tours promocionales. Grabar con él fue también una tarea complicada durante los primeros años de los Silver Jews. Tras un retiro de diez años, su retorno como Purple Mountains en 2019 fue sorpresivo. No así su muerte, ocurrida el 7 de agosto del mismo año, a pocos días de comenzar el tour promocional de Purple Mountains.

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