Algunas películas de Alice Rohrwacher

1. Según Federico Fellini no hay principio ni fin, tan sólo una infinita pasión por la vida. En el cine un buen comienzo y un buen final se encuentran muy próximos, entrelazados en el todo que conforma la realidad. Por esa razón, a pesar de saber cómo acaban, vemos las películas múltiples veces: antes que la narración nos atraen las imágenes, que nos invitan a regresar en busca de un misterio inagotable. En las películas de Alice Rohrwacher (Fiesole, 1981) resuenan muchas de estas cuestiones.

Rohrwacher estudió filosofía y literatura en la Universidad de Turín. En 2006 dirigió un episodio de Checosamanca, documental que plasma el espíritu político de nueve cineastas que dan voz a los silenciados en la Italia contemporánea. Su primer trabajo como directora en solitario es la historia de un niño de Calabria que crea un mundo de fantasía a partir de los desechos de un río local. Puede decirse que, más que una representación estable del mundo, sus películas dan lugar a imágenes que muestran la fascinación por la tierra, la tradición, los mitos, la música, el amor.

2. La fábula y el realismo mágico son algunas de las formas adoptadas por Alice Rohrwacher, que la vinculan al universo onírico de Fellini, el espíritu contestatario y colectivo de Pasolini o el universo filosófico existencial de Rossellini. Sin lugar a dudas tiene detrás el importante legado del neorrealismo italiano. Su objetivo no es el realismo óptico, al menos tal y como lo suelen describir las películas convencionales, sino uno que devela la vida diaria, los pequeños gestos, la energía de lo colectivo. En su cine la creatividad se despliega como un proceso que concierne a una forma de estar, de relacionarse, de jugar e imaginar el mundo.

Fotograma de Corpo celeste (2011), de Alice Rohrwacher

Corpo celeste (2011), su ópera prima, expone la tradición popular y el peso de la religión en un pequeño pueblo calabrés situado al sur de Italia. Relata la vida de Marta, de trece años, que junto a su madre y su hermana se muda de Suiza al sur de Italia, donde es enviada a la iglesia local para preparar su confirmación; lejos de encontrar consuelo espiritual, la religión se manifiesta como extraña y un tanto cruel. Contribuye el predominio del estilo documental y el uso de la cámara en mano, que acentúa la ingenuidad, la indecisión, la fragilidad, la desconfianza y el desencanto de los personajes. El empleo de luz natural, la textura del granulado y el alto contraste en la fotografía aportan un tono de tristeza y sombría belleza.

3. Más que un ensayo sobre la memoria, la obra de Rohrwacher es quizás una poética sobre el gesto de filmar la realidad, contemplar ese gesto y expresarlo como escritura autónoma. Sus imágenes son realidades físicas y presencias visibles de trazos mnémicos, incluso más reales que los propios recuerdos. Es sobre todo un trabajo minucioso que tiene que ver con el tiempo, con su transcurso y aquello que constituye el flujo continuo de la vida: lugares, momentos, discontinuidades. Su filmografía tiene un componente autobiográfico, quizá fortuito, tal vez inconsciente, pero en cierto modo revelador.

Más que un ensayo sobre la memoria, la obra de Rohrwacher es quizás una poética sobre el gesto de filmar la realidad, contemplar ese gesto y expresarlo como escritura autónoma.

Las maravillas (2014), sobre una familia de apicultores, narra la historia de Gelsomina y sus tres hermanas, que experimentan un cambio inesperado en sus vidas tras la llegada de Martin, un chico alemán inscrito en un programa de rehabilitación para jóvenes, y la participación de su comunidad en un concurso de televisión. Constituye una fábula que entrelaza relatos de una vida en el campo libre e improvisada, que por momentos rememora la vida nómada de los circos ambulantes, articulando el carácter accidental de la existencia a través de la estructuración de fragmentos de realidad. La cineasta teje tramas siempre abiertas, sus personajes son energías en movimiento que parecen proseguir otros relatos porque la existencia sigue su curso a través de diferentes manifestaciones, que se convierten en presagios de lo que vendrá.

Fotograma de Las maravillas (2014), de Alice Rohrwacher

4. De aparente simpleza, el cine de Alice Rohrwacher se define casi enteramente por la manera en que cámara analógica opera como un “ojo mágico” que permite ver lo imperceptible. En ese acto de captura privilegia la idea de la visión directa –que siempre estuvo en el núcleo del neorrealismo– que, a su vez, da cuenta de un lenguaje desarticulado. La estrategia se realiza de manera brillante en Lazzaro feliz (2018), largometraje rodado en 16 mm que se centra en la vida de Lazzaro y su entorno campesino. Es una historia de exclusión, la de una comunidad explotada por una cruel marquesa que a través de un contrato agrícola condena a los habitantes de la región a una condición cercana a la esclavitud.

De aparente simpleza, el cine de Alice Rohrwacher se define casi enteramente por la manera en que cámara analógica opera como un “ojo mágico” que permite ver lo imperceptible.

El pasaje de lo rural a lo urbano constituye uno de los principales ejes narrativos del cine Rohrwacher. Como en Corpo celeste y Las maravillas, el desplazamiento territorial (o destierro) es el tema central de Lazzaro feliz, una fábula moderna que contrapone pasado y presente como una evocación de la fantasía, como la elaboración de un sueño o la cristalización imaginaria de una experiencia, derivas que la autora enfatiza mostrando un contrapunto estético y ético entre el paisaje natural –amplio y soleado, aunque árido y no siempre acogedor– y el paisaje citadino –una atmósfera gris y fría, sórdida e incluso desangelada. Rohrwacher actúa como documentalista, concentrando su atención en elementos capaces de penetrar en los deseos y las alegrías de sus personajes. La película esquiva las explicaciones lineales porque propone un diálogo entre lo conocido y lo desconocido.

5. En el documental colaborativo Futura (2021) Alice Rohrwacher se acompaña de dos figuras destacas del cine italiano: Pietro Marcello y Francesco Munzi. Sigue las estrategias de Comizi d’amore (1964) de Pasolini, un filme-encuesta donde el autor, con micrófono en mano, pregunta a personas de todo el país qué piensan del amor, el sexo, las relaciones prematrimoniales, la infidelidad, la homosexualidad, la prostitución y el divorcio. Marcello, Munzi y Rohrwacher hacen del ejercicio una profunda exploración, un estudio a la vez antropológico y filosófico de la juventud contemporánea, atrapada entre la esperanza y el pesimismo.

Fotograma de Futura (2021), de Pietro Marcello, Francesco Munzi y Alice Rohrwacher

Si tuviera que adscribirse a un género, Futura podría considerarse una roadmovie –gestada en el contexto de un viaje interrumpido por la pandemia de covid-19– que se convierte en testimonio de los desafíos, las aspiraciones y los temores de una generación que enfrenta un porvenir incierto. Como en películas anteriores, los rostros revelan todo tipo de afectos: miedo, alegría, ingenuidad, odio, seducción, resignación o indiferencia. El diálogo que se produce durante el rodaje parece guiar el ritmo de la imagen; reafirma el encuentro a través de la mediación de la cámara, transformándose en un intercambio.

6. Uno de los rasgos distintivos del cine de Alice Rohrwarcher es la exploración del potencial del medio fílmico –en 35 mm, en Super 16, en una cámara no profesional de 16 mm–, de la capacidad del entorno físico de imprimir sus huellas en la superficie fotosensible de la película. Este encuentro con el mundo, latente en la imagen, permite a la autora tejer distintas historias que nos muestran su materialidad cambiante. Su compromiso político y estético aspira a liberar las imágenes de sus convenciones y prejuicios, con la intención de crear un nuevo tipo de cine sobre la vida y la historia de las comunidades de la Italia contemporánea.

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