jueves, 31 de octubre de 2024

El pasado compartido

No existe registro fotográfico de mucha de la gente que habitó la isla de Janitzio, en Michoacán, durante las primeras décadas del siglo pasado. La bisabuela del artista Rogelio Séptimo pertenece a ese grupo de personas: sería imposible conocer sus rasgos de no ser porque su bisnieto se dio a la tarea de reconstruirlos con inteligencia artificial. La idea de atrapar en una imagen parte del pasado familiar dio origen al proyecto Exhumar la memor.IA. Visiones del lago, en el que Séptimo recopiló testimonios, descripciones e imágenes antiguas para combinarlas con un software generativo y exhumar los rostros de algunos habitantes del lago de Pátzcuaro que, como su bisabuela, no dejaron huella fotográfica. 

Después de ganar el Premio de Adquisición de la XX Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen, Exhumar la memor.IA. Visiones del lago se presentó como uno de los platos fuertes del Festival Tragaluz, realizado a finales de septiembre en el Centro Cultural Clavijero de Morelia. La exposición reúne 20 piezas impresas y objetos diversos, una mesa de activación y módulos gráficos que hacen explícito el proceso comunitario que fue vital para la creación de los retratos.

“Al crear el retrato de mi bisabuela como primera imagen surgió la idea de evocar la memoria de la isla y los relatos que surgen de los antepasados como práctica en la convivencia familiar. Esto fue el detonante para sumar a los habitantes de la isla”: Rogelio Séptimo.

El fotógrafo explica cómo creció el proyecto hasta abarcar todas las comunidades del lago: “En principio era sobre la memoria colectiva de la isla de Janitzio, lugar de origen de mi familia, pero al construir los retratos me di cuenta de que en realidad hablaba de una identidad más amplia. La memoria es un bien compartido relacionado con el ritual de la muerte en la región lacustre y se transmite a través de generaciones mediante relatos, imágenes y prácticas culturales. Al crear el retrato de mi bisabuela como primera imagen surgió la idea de evocar la memoria de la isla y los relatos que surgen de los antepasados como práctica en la convivencia familiar. Esto fue el detonante para sumar a los habitantes de la isla, sus archivos y testimonios, con quienes comparto el sentido de identidad”.

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo, de la serie Exhumar la Memor.IA. Visiones del lago (2022)

A través de las “mesas de trueque” los voluntarios aportaron imágenes (sólo para escanear), recuerdos y referencias con los que la inteligencia artificial realizó su labor especulativa. A cambio recibieron un retrato posible de su antepasado, al cual cada familia otorga su propio sitio. “Para mí tenía sentido utilizar procesos inherentes al territorio: una mesa como espacio de identidad e intercambio voluntario de memorias. En mi infancia solía acompañar a mis abuelos, quienes salían desde la isla de Janitzio a vender pescado en las comunidades; muchas veces se llevaba a cabo el trueque en estas rutas de comercio, lo que me marcó profundamente. En su mayoría las imágenes son de eventos familiares como vacaciones, fiestas, reuniones, las cuales me sirvieron para poder establecer un promedio de rasgos faciales y también construir el pasado a través de sus descendientes actuales. La mesa de trueque es un espacio en donde el otro y yo nos volvemos iguales a través de nuestro pasado”.

Poner en el centro esta dinámica ancestral de comercio y socialización entre las comunidades purépechas refuerza la importancia de la participación colectiva en el quehacer de Rogelio Séptimo. En la serie de 2012 titulada Somne trabajó con los relatos de sueños que la gente le compartía por correo. Las imágenes resultantes se realizaron con una técnica alternativa de fotografía sin cámara surgida de las investigaciones del artista sobre las cualidades de transferencia lumínica de la pulpa de papel al material fotosensible.

Las piezas que componen el proyecto Exhumar la memor.IA se completan con una línea monocromática en el vidrio, conformada a partir de pixeles de las imágenes de archivo escaneadas en las mesas de trueque. “La línea funciona como un enlace entre el pasado y presente: los metadatos forman parte del resultado final. La idea es superponer dos generaciones desde el presente y viceversa”.

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo en el Festival Tragaluz, Morelia

La identidad, el origen, la memoria como bien compartido y la exploración de herramientas son los ejes que vertebran el trabajo de Séptimo, que tiene un proyecto anterior realizado con inteligencia artificial, Globoflexia (2022), y está trabajando en uno más: Fast Fashion, sobre el consumo voraz. En Exhumar la memor.IA el cruce de fotografía análoga y software, que supone la unión de opuestos, surge a partir de la nostalgia por el territorio y el duelo.

La identidad, el origen, la memoria como bien compartido y la exploración de herramientas son los ejes que vertebran el trabajo de Séptimo, que tiene un proyecto anterior realizado con inteligencia artificial, ‘Globoflexia’ (2022), y está trabajando en uno más: ‘Fast Fashion’, sobre el consumo voraz.

En julio de 2022 leí que la portada de la revista Cosmopolitan había sido realizada con inteligencia artificial por la artista Karen X. Cheng, a través de la plataforma Dall-e. En ese momento tuve la curiosidad de explorar la herramienta con la idea de recrear un retrato relacionado con los migrantes michoacanos en Estados Unidos y su relación con el recuerdo de sus lugares de origen en México, pues yo fui migrante en Canadá. Rondaba en mi cabeza el duelo por mi abuelo recién fallecido y la manera en que finalizaba un etapa de mi vida con relación a la isla: ya no habría más familiares directos viviendo ahí. Entonces recordé un sueño recurrente en el cual platicaba con mi bisabuela, a la cual nunca conocí, y me enfoqué en tratar de construir su retrato desde la memoria en el sueño. Cuando lo obtuve lo utilicé en uno de los altares que se realizaron en casa de mi abuelo, para el ritual de Día de Muertos. Poco después surgió la idea de crear una memoria colectiva con estos retratos de la isla”. 

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo, de la serie Exhumar la Memor.IA. Visiones del lago (2022)

La pregunta obligada en un proyecto como Exhumar la memor.IA es la postura del artista en torno a las posibilidades de la inteligencia artificial en la fotografía. Más allá de sus alcances formales, ¿piensa que existen límites éticos para utilizarla? “En ese sentido, para mí la IA es una herramienta que puede ampliar posibilidades creativas si el artista sabe cómo integrarla de forma orgánica al proceso de producción de imágenes, sin olvidar el factor humano en la propuesta. Creo que los límites éticos no pertenecen a la IA en sí, sino más bien a los aspectos morales de la persona que la emplea. En mi caso exploré un concepto desde la parte personal y de la manera en que yo he vivido el ritual de la muerte en las tradiciones de la isla. La herramienta me ha servido para darle un sentido material a la parte inmaterial de lo que reside en el interior de nosotros”.

The post El pasado compartido first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/kc53MwI
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

El pasado compartido

No existe registro fotográfico de mucha de la gente que habitó la isla de Janitzio, en Michoacán, durante las primeras décadas del siglo pasado. La bisabuela del artista Rogelio Séptimo pertenece a ese grupo de personas: sería imposible conocer sus rasgos de no ser porque su bisnieto se dio a la tarea de reconstruirlos con inteligencia artificial. La idea de atrapar en una imagen parte del pasado familiar dio origen al proyecto Exhumar la memor.IA. Visiones del lago, en el que Séptimo recopiló testimonios, descripciones e imágenes antiguas para combinarlas con un software generativo y exhumar los rostros de algunos habitantes del lago de Pátzcuaro que, como su bisabuela, no dejaron huella fotográfica. 

Después de ganar el Premio de Adquisición de la XX Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen, Exhumar la memor.IA. Visiones del lago se presentó como uno de los platos fuertes del Festival Tragaluz, realizado a finales de septiembre en el Centro Cultural Clavijero de Morelia. La exposición reúne 20 piezas impresas y objetos diversos, una mesa de activación y módulos gráficos que hacen explícito el proceso comunitario que fue vital para la creación de los retratos.

“Al crear el retrato de mi bisabuela como primera imagen surgió la idea de evocar la memoria de la isla y los relatos que surgen de los antepasados como práctica en la convivencia familiar. Esto fue el detonante para sumar a los habitantes de la isla”: Rogelio Séptimo.

El fotógrafo explica cómo creció el proyecto hasta abarcar todas las comunidades del lago: “En principio era sobre la memoria colectiva de la isla de Janitzio, lugar de origen de mi familia, pero al construir los retratos me di cuenta de que en realidad hablaba de una identidad más amplia. La memoria es un bien compartido relacionado con el ritual de la muerte en la región lacustre y se transmite a través de generaciones mediante relatos, imágenes y prácticas culturales. Al crear el retrato de mi bisabuela como primera imagen surgió la idea de evocar la memoria de la isla y los relatos que surgen de los antepasados como práctica en la convivencia familiar. Esto fue el detonante para sumar a los habitantes de la isla, sus archivos y testimonios, con quienes comparto el sentido de identidad”.

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo, de la serie Exhumar la Memor.IA. Visiones del lago (2022)

A través de las “mesas de trueque” los voluntarios aportaron imágenes (sólo para escanear), recuerdos y referencias con los que la inteligencia artificial realizó su labor especulativa. A cambio recibieron un retrato posible de su antepasado, al cual cada familia otorga su propio sitio. “Para mí tenía sentido utilizar procesos inherentes al territorio: una mesa como espacio de identidad e intercambio voluntario de memorias. En mi infancia solía acompañar a mis abuelos, quienes salían desde la isla de Janitzio a vender pescado en las comunidades; muchas veces se llevaba a cabo el trueque en estas rutas de comercio, lo que me marcó profundamente. En su mayoría las imágenes son de eventos familiares como vacaciones, fiestas, reuniones, las cuales me sirvieron para poder establecer un promedio de rasgos faciales y también construir el pasado a través de sus descendientes actuales. La mesa de trueque es un espacio en donde el otro y yo nos volvemos iguales a través de nuestro pasado”.

Poner en el centro esta dinámica ancestral de comercio y socialización entre las comunidades purépechas refuerza la importancia de la participación colectiva en el quehacer de Rogelio Séptimo. En la serie de 2012 titulada Somne trabajó con los relatos de sueños que la gente le compartía por correo. Las imágenes resultantes se realizaron con una técnica alternativa de fotografía sin cámara surgida de las investigaciones del artista sobre las cualidades de transferencia lumínica de la pulpa de papel al material fotosensible.

Las piezas que componen el proyecto Exhumar la memor.IA se completan con una línea monocromática en el vidrio, conformada a partir de pixeles de las imágenes de archivo escaneadas en las mesas de trueque. “La línea funciona como un enlace entre el pasado y presente: los metadatos forman parte del resultado final. La idea es superponer dos generaciones desde el presente y viceversa”.

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo en el Festival Tragaluz, Morelia

La identidad, el origen, la memoria como bien compartido y la exploración de herramientas son los ejes que vertebran el trabajo de Séptimo, que tiene un proyecto anterior realizado con inteligencia artificial, Globoflexia (2022), y está trabajando en uno más: Fast Fashion, sobre el consumo voraz. En Exhumar la memor.IA el cruce de fotografía análoga y software, que supone la unión de opuestos, surge a partir de la nostalgia por el territorio y el duelo.

La identidad, el origen, la memoria como bien compartido y la exploración de herramientas son los ejes que vertebran el trabajo de Séptimo, que tiene un proyecto anterior realizado con inteligencia artificial, ‘Globoflexia’ (2022), y está trabajando en uno más: ‘Fast Fashion’, sobre el consumo voraz.

En julio de 2022 leí que la portada de la revista Cosmopolitan había sido realizada con inteligencia artificial por la artista Karen X. Cheng, a través de la plataforma Dall-e. En ese momento tuve la curiosidad de explorar la herramienta con la idea de recrear un retrato relacionado con los migrantes michoacanos en Estados Unidos y su relación con el recuerdo de sus lugares de origen en México, pues yo fui migrante en Canadá. Rondaba en mi cabeza el duelo por mi abuelo recién fallecido y la manera en que finalizaba un etapa de mi vida con relación a la isla: ya no habría más familiares directos viviendo ahí. Entonces recordé un sueño recurrente en el cual platicaba con mi bisabuela, a la cual nunca conocí, y me enfoqué en tratar de construir su retrato desde la memoria en el sueño. Cuando lo obtuve lo utilicé en uno de los altares que se realizaron en casa de mi abuelo, para el ritual de Día de Muertos. Poco después surgió la idea de crear una memoria colectiva con estos retratos de la isla”. 

Rogelio Séptimo

Rogelio Séptimo, de la serie Exhumar la Memor.IA. Visiones del lago (2022)

La pregunta obligada en un proyecto como Exhumar la memor.IA es la postura del artista en torno a las posibilidades de la inteligencia artificial en la fotografía. Más allá de sus alcances formales, ¿piensa que existen límites éticos para utilizarla? “En ese sentido, para mí la IA es una herramienta que puede ampliar posibilidades creativas si el artista sabe cómo integrarla de forma orgánica al proceso de producción de imágenes, sin olvidar el factor humano en la propuesta. Creo que los límites éticos no pertenecen a la IA en sí, sino más bien a los aspectos morales de la persona que la emplea. En mi caso exploré un concepto desde la parte personal y de la manera en que yo he vivido el ritual de la muerte en las tradiciones de la isla. La herramienta me ha servido para darle un sentido material a la parte inmaterial de lo que reside en el interior de nosotros”.

The post El pasado compartido first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/kc53MwI
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Más sorteos, menos elecciones

La reciente polémica por el uso de la tómbola para la designación de cargos a elegir del Poder Judicial mexicano ha evidenciado muchos prejuicios sobre el azar y la democracia. Más allá de las críticas informadas sobre el proceso, convendría poner sobre la mesa dos puntos importantes: la llamada “fatiga democrática” y la brecha cada vez más amplia entre gobernantes y gobernados. Mientras se defiende a ultranza la democracia electoral aumentan los índices de abstencionismo y el juego queda sólo para el voto duro de los partidos, fenómeno que agudiza la polarización en el debate público.

Un libro que ofrece propuestas interesantes para alejarnos del fundamentalismo electoral, es decir, la idea de que la democracia consiste sólo en marcar una boleta, es Contra las elecciones (2017), del filósofo y arqueólogo belga David Van Reybrouck. El texto describe cómo el azar (por medio de diferentes procedimientos) funcionó como un elemento clave en la vida política de Occidente desde la Atenas clásica hasta la Revolución Francesa y la fundación de Estados Unidos en el siglo XVIII. Ambos sucesos dieron inicio a una época contradictoria en la cual, efectivamente, se ampliaron los derechos de los ciudadanos mientras se consolidaba una aristocracia legitimada no por el derecho de sangre sino por elección directa. Hay que recordar, para aclarar este punto, que la Revolución Francesa eliminó a la monarquía, pero eso no significó que el pueblo interviniera en las decisiones del gobierno. Como lo documenta el historiador francés Henri Guillemin en su libro ¡Los pobres, a callar! (1989), el voto estuvo restringido a los terratenientes y hombres que pudieran demostrar que tenían un patrimonio suficiente. El control del gobierno no iba a estar cerca de la gente común. Por otro lado, los padres fundadores de Estados Unidos justificaron la captura del poder por la élite, ya que el país debía ser conducido por “los mejores”.

La historia antes del final del siglo XVIII tiene innumerables ejemplos de sorteos hechos para involucrar a la comunidad en el ejercicio de gobierno. Van Reybrouck describe muchos métodos –algunos engorrosos, por cierto– que servían para que la gente participara en la política y, al mismo tiempo, legitimara las decisiones. En algunos casos había un filtro para los que aspiraban a un puesto que requería un conocimiento más especializado, pero siempre se insertaba un sorteo en la decisión. Incluso Estados fundados por una aristocracia comercial, por llamarla de alguna manera, como la República de Venecia, incluían el sorteo para repartirse los cargos. De esta manera se atenuaban las fricciones entre la élite gobernante.

¿Cuál sería la ventaja de fomentar las tómbolas y los sorteos en la elección de cargos públicos? En primer lugar, hacer más representativa la conformación de los órganos de gobierno. La fatiga democrática y el escepticismo que generan las elecciones son resultado de que los partidos políticos han monopolizado el poder en beneficio de clanes que recuerdan las dinastías feudales. El ciudadano mira desde lejos a las élites que compiten por su voto. El periodista Owen Jones, en su libro Chavs: la demonización de la clase obrera (2011), describe el cambio social en la composición de los políticos del Reino Unido: los representantes del Partido Laborista que llegaban al Parlamento y que pertenecían a las clases populares fueron sustituidos por miembros de familias acomodadas, egresados de universidades de élite.

¿Qué preocupaciones o prioridades pueden tener los privilegiados que nunca han vivido la vida de la mayoría de los ciudadanos? ¿No sería beneficioso, como saludable contrapeso, la inclusión de otros miembros de la sociedad? Algunos dirán que, en lugar de un sorteo, la escalera meritocrática es la vía adecuada para que los interesados participen de las decisiones gubernamentales a través de una carrera que garantice su preparación. Como sabemos, la meritocracia sólo existe en las películas aspiracionales que venden la fantasía de la justa recompensa a una vida llena de esfuerzos. Por otro lado, ¿qué nos garantiza, en los tiempos actuales, que los “mejor preparados” son los que dirigen la política del país? La democracia electoral, como cualquier persona puede ver, se ha sometido a las reglas del marketing y vende a influencers, futbolistas, actores de televisión y cualquier personaje cuya fama garantice votos. ¿Ellos están mejor preparados que los otros ciudadanos que han quedado fuera del juego?

Las elecciones, además de haber sido privatizadas por los partidos políticos, tienen el riesgo de la no deliberación. Las campañas demonizan al enemigo y funcionan, cada vez más, como ejercicios para fortalecer el voto duro. Una vez que un candidato gana se convierte en el único portavoz de la voluntad popular. Convendría preguntarse: ¿tachar una boleta cada tres o seis años –en el caso de México– es suficiente para legitimar a un gobierno? Es cierto, los partidos publican sus plataformas políticas y se espera, al menos, que sus votantes potenciales estén pendientes de sus promesas de campaña. Sin embargo, una vez que el ciudadano acude a las urnas, como refiere el escritor francés François Bégaudeau en su libelo Menuda papeleta. Cómo entretenerse durante un domingo electoral, acaba su vida útil que sólo se reinicia cuando se acerca el próximo ciclo electoral. El ejercicio de gobierno ya forma parte de la política profesional y de los funcionarios elegidos.

En Contra las elecciones David Van Reybrouck muestra distintos experimentos en países europeos para integrar a la ciudadanía a la política real y a la gestión pública. A veces se usa el sorteo no para elegir a un funcionario sino para seleccionar una muestra representativa de un país o una localidad. Este grupo diverso ejerce una especie de democracia deliberativa, es decir, foros que debaten posibles soluciones para diversos problemas que aquejan a sus comunidades. El proceso, transparentado en Internet, contribuye a la legitimidad de muchos proyectos de gobierno que, posteriormente, son votados en referendos cuyos resultados apuntan, generalmente, al consenso y no a la división. ¿Son procesos costosos? Por supuesto. Habría que consultar, sin embargo, las sumas millonarias que se gastan todos los años en elecciones que provocan altos índices de abstencionismo.

Existe, por último, un elemento muy importante en la inclusión del sorteo para romper el monopolio del poder producto del dogma del voto y del fundamentalismo electoral. Si el capitalismo tiende, por naturaleza, a la concentración que impide la defensa de puntos de vista diferentes al del libre mercado y la dictadura de la ganancia a toda costa, ¿qué pasaría si las comunidades practican, a través de métodos incluyentes, una verdadera democracia, es decir, una forma de gobierno que privilegie el bien común sobre los intereses de unos pocos? Esta pregunta no ha pasado desapercibida para la élite y sus aliados, que se benefician de la llamada democracia liberal, aunque tenga cada vez más descrédito. Por esta razón cualquier proyecto que pretenda romper la hegemonía de las elecciones como única vía para lograr la representatividad es atacado consistentemente por políticos y medios tradicionales. Sin embargo, a juzgar por la fatiga democrática que se vive en muchos países, pensar en un modelo radicalmente diferente es la única salida antes de que aparezcan en el horizonte propuestas cada vez más elitistas o reaccionarias, como atacar el voto universal. Aún hay tiempo.

The post Más sorteos, menos elecciones first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/SFkpbn0
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Más sorteos, menos elecciones

La reciente polémica por el uso de la tómbola para la designación de cargos a elegir del Poder Judicial mexicano ha evidenciado muchos prejuicios sobre el azar y la democracia. Más allá de las críticas informadas sobre el proceso, convendría poner sobre la mesa dos puntos importantes: la llamada “fatiga democrática” y la brecha cada vez más amplia entre gobernantes y gobernados. Mientras se defiende a ultranza la democracia electoral aumentan los índices de abstencionismo y el juego queda sólo para el voto duro de los partidos, fenómeno que agudiza la polarización en el debate público.

Un libro que ofrece propuestas interesantes para alejarnos del fundamentalismo electoral, es decir, la idea de que la democracia consiste sólo en marcar una boleta, es Contra las elecciones (2017), del filósofo y arqueólogo belga David Van Reybrouck. El texto describe cómo el azar (por medio de diferentes procedimientos) funcionó como un elemento clave en la vida política de Occidente desde la Atenas clásica hasta la Revolución Francesa y la fundación de Estados Unidos en el siglo XVIII. Ambos sucesos dieron inicio a una época contradictoria en la cual, efectivamente, se ampliaron los derechos de los ciudadanos mientras se consolidaba una aristocracia legitimada no por el derecho de sangre sino por elección directa. Hay que recordar, para aclarar este punto, que la Revolución Francesa eliminó a la monarquía, pero eso no significó que el pueblo interviniera en las decisiones del gobierno. Como lo documenta el historiador francés Henri Guillemin en su libro ¡Los pobres, a callar! (1989), el voto estuvo restringido a los terratenientes y hombres que pudieran demostrar que tenían un patrimonio suficiente. El control del gobierno no iba a estar cerca de la gente común. Por otro lado, los padres fundadores de Estados Unidos justificaron la captura del poder por la élite, ya que el país debía ser conducido por “los mejores”.

La historia antes del final del siglo XVIII tiene innumerables ejemplos de sorteos hechos para involucrar a la comunidad en el ejercicio de gobierno. Van Reybrouck describe muchos métodos –algunos engorrosos, por cierto– que servían para que la gente participara en la política y, al mismo tiempo, legitimara las decisiones. En algunos casos había un filtro para los que aspiraban a un puesto que requería un conocimiento más especializado, pero siempre se insertaba un sorteo en la decisión. Incluso Estados fundados por una aristocracia comercial, por llamarla de alguna manera, como la República de Venecia, incluían el sorteo para repartirse los cargos. De esta manera se atenuaban las fricciones entre la élite gobernante.

¿Cuál sería la ventaja de fomentar las tómbolas y los sorteos en la elección de cargos públicos? En primer lugar, hacer más representativa la conformación de los órganos de gobierno. La fatiga democrática y el escepticismo que generan las elecciones son resultado de que los partidos políticos han monopolizado el poder en beneficio de clanes que recuerdan las dinastías feudales. El ciudadano mira desde lejos a las élites que compiten por su voto. El periodista Owen Jones, en su libro Chavs: la demonización de la clase obrera (2011), describe el cambio social en la composición de los políticos del Reino Unido: los representantes del Partido Laborista que llegaban al Parlamento y que pertenecían a las clases populares fueron sustituidos por miembros de familias acomodadas, egresados de universidades de élite.

¿Qué preocupaciones o prioridades pueden tener los privilegiados que nunca han vivido la vida de la mayoría de los ciudadanos? ¿No sería beneficioso, como saludable contrapeso, la inclusión de otros miembros de la sociedad? Algunos dirán que, en lugar de un sorteo, la escalera meritocrática es la vía adecuada para que los interesados participen de las decisiones gubernamentales a través de una carrera que garantice su preparación. Como sabemos, la meritocracia sólo existe en las películas aspiracionales que venden la fantasía de la justa recompensa a una vida llena de esfuerzos. Por otro lado, ¿qué nos garantiza, en los tiempos actuales, que los “mejor preparados” son los que dirigen la política del país? La democracia electoral, como cualquier persona puede ver, se ha sometido a las reglas del marketing y vende a influencers, futbolistas, actores de televisión y cualquier personaje cuya fama garantice votos. ¿Ellos están mejor preparados que los otros ciudadanos que han quedado fuera del juego?

Las elecciones, además de haber sido privatizadas por los partidos políticos, tienen el riesgo de la no deliberación. Las campañas demonizan al enemigo y funcionan, cada vez más, como ejercicios para fortalecer el voto duro. Una vez que un candidato gana se convierte en el único portavoz de la voluntad popular. Convendría preguntarse: ¿tachar una boleta cada tres o seis años –en el caso de México– es suficiente para legitimar a un gobierno? Es cierto, los partidos publican sus plataformas políticas y se espera, al menos, que sus votantes potenciales estén pendientes de sus promesas de campaña. Sin embargo, una vez que el ciudadano acude a las urnas, como refiere el escritor francés François Bégaudeau en su libelo Menuda papeleta. Cómo entretenerse durante un domingo electoral, acaba su vida útil que sólo se reinicia cuando se acerca el próximo ciclo electoral. El ejercicio de gobierno ya forma parte de la política profesional y de los funcionarios elegidos.

En Contra las elecciones David Van Reybrouck muestra distintos experimentos en países europeos para integrar a la ciudadanía a la política real y a la gestión pública. A veces se usa el sorteo no para elegir a un funcionario sino para seleccionar una muestra representativa de un país o una localidad. Este grupo diverso ejerce una especie de democracia deliberativa, es decir, foros que debaten posibles soluciones para diversos problemas que aquejan a sus comunidades. El proceso, transparentado en Internet, contribuye a la legitimidad de muchos proyectos de gobierno que, posteriormente, son votados en referendos cuyos resultados apuntan, generalmente, al consenso y no a la división. ¿Son procesos costosos? Por supuesto. Habría que consultar, sin embargo, las sumas millonarias que se gastan todos los años en elecciones que provocan altos índices de abstencionismo.

Existe, por último, un elemento muy importante en la inclusión del sorteo para romper el monopolio del poder producto del dogma del voto y del fundamentalismo electoral. Si el capitalismo tiende, por naturaleza, a la concentración que impide la defensa de puntos de vista diferentes al del libre mercado y la dictadura de la ganancia a toda costa, ¿qué pasaría si las comunidades practican, a través de métodos incluyentes, una verdadera democracia, es decir, una forma de gobierno que privilegie el bien común sobre los intereses de unos pocos? Esta pregunta no ha pasado desapercibida para la élite y sus aliados, que se benefician de la llamada democracia liberal, aunque tenga cada vez más descrédito. Por esta razón cualquier proyecto que pretenda romper la hegemonía de las elecciones como única vía para lograr la representatividad es atacado consistentemente por políticos y medios tradicionales. Sin embargo, a juzgar por la fatiga democrática que se vive en muchos países, pensar en un modelo radicalmente diferente es la única salida antes de que aparezcan en el horizonte propuestas cada vez más elitistas o reaccionarias, como atacar el voto universal. Aún hay tiempo.

The post Más sorteos, menos elecciones first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/SFkpbn0
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

miércoles, 30 de octubre de 2024

Sobre el fin del mundo

El tema del fin del mundo ha aparecido en distintas ocasiones en la historia de la cristiandad y en cada época han surgido profetas que anunciaron como inminente el último día. Es singular que hoy esta función escatológica, que la iglesia permitió decaer, haya sido asumida por científicos que se presentan cada vez más como profetas que predicen y describen con absoluta certeza las catástrofes climáticas que llevarán al final la vida en la Tierra. Singular, pero no sorprendente, si consideramos que, en la modernidad, la ciencia sustituyó a la fe y asumió una función propiamente religiosa; más aún, resulta –en todos los sentidos– la religión de nuestro tiempo, en lo que los hombres creen (o al menos tiene fe).

Como toda religión, tampoco la religión de la ciencia puede carecer de una escatología, es decir, de un instrumento que, manteniendo a los fieles en el terror, refuerza su fe y, a la vez, asegura el dominio de la clase sacerdotal. Apariciones como la de Greta Thunberg son, en este sentido, sintomáticas: Greta cree ciegamente en los científicos que profetizan y esperan el fin del mundo en el año 2030, exactamente como los milenaristas en la Edad Media creían en el inminente regreso del Mesías para juzgar al mundo. No menos sintomática es una figura como la del creador de la hipótesis de Gaia, un científico que, concentrando sus diagnósticos apocalípticos en un sola causa –los porcentajes de CO2 en la atmósfera–, declaró, con asombrosa ingenuidad, que la salvación de la humanidad estaba en la energía nuclear. Que en ambos casos el mensaje que está en juego tenga carácter religioso y no científico se derrumba a partir de la función central que tiene un vocablo tomado de la historia de la filosofía cristiana: la salvación.

El fenómeno resulta mucho más inquietante en tanto que la ciencia nunca incluyó la escatología entre sus tareas, y es posible que la asunción de su nuevo papel profético traicione la conciencia de su propia e innegable responsabilidad en las catástrofes cuyo advenimiento predice. Naturalmente, como toda religión, también la religión de la ciencia tiene escépticos y adversarios, es decir, los adeptos de la otra gran religión de la modernidad: la religión del dinero. Pero las dos religiones, en apariencia divididas, son secretamente solidarias. Sin duda ha sido la alianza –cada vez más estrecha– entre ciencia, tecnología y capital la que determina la situación catastrófica que los científicos denuncian hoy.

Debe quedar claro que estas consideraciones no pretenden tomar posición en cuanto a la realidad del problema de la contaminación y de las transformaciones perjudiciales que la revolución industrial ha producido en las condiciones materiales y espirituales de los seres vivos. Al contrario, manteniéndose en guardia contra la confusión entre religión y verdad científica, entre profecía y precisión, se trata de no permitir que partes interesadas dicten acríticamente sus opciones y razones que, en un análisis final, no pueden ser más que políticas.

18 de noviembre de 2019

Traducción del italiano de Roberto Bernal

Agradecemos a la señora Agnese y al autor la amable autorización para traducir y publicar este material

The post Sobre el fin del mundo first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/txU52ep
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Sobre el fin del mundo

El tema del fin del mundo ha aparecido en distintas ocasiones en la historia de la cristiandad y en cada época han surgido profetas que anunciaron como inminente el último día. Es singular que hoy esta función escatológica, que la iglesia permitió decaer, haya sido asumida por científicos que se presentan cada vez más como profetas que predicen y describen con absoluta certeza las catástrofes climáticas que llevarán al final la vida en la Tierra. Singular, pero no sorprendente, si consideramos que, en la modernidad, la ciencia sustituyó a la fe y asumió una función propiamente religiosa; más aún, resulta –en todos los sentidos– la religión de nuestro tiempo, en lo que los hombres creen (o al menos tiene fe).

Como toda religión, tampoco la religión de la ciencia puede carecer de una escatología, es decir, de un instrumento que, manteniendo a los fieles en el terror, refuerza su fe y, a la vez, asegura el dominio de la clase sacerdotal. Apariciones como la de Greta Thunberg son, en este sentido, sintomáticas: Greta cree ciegamente en los científicos que profetizan y esperan el fin del mundo en el año 2030, exactamente como los milenaristas en la Edad Media creían en el inminente regreso del Mesías para juzgar al mundo. No menos sintomática es una figura como la del creador de la hipótesis de Gaia, un científico que, concentrando sus diagnósticos apocalípticos en un sola causa –los porcentajes de CO2 en la atmósfera–, declaró, con asombrosa ingenuidad, que la salvación de la humanidad estaba en la energía nuclear. Que en ambos casos el mensaje que está en juego tenga carácter religioso y no científico se derrumba a partir de la función central que tiene un vocablo tomado de la historia de la filosofía cristiana: la salvación.

El fenómeno resulta mucho más inquietante en tanto que la ciencia nunca incluyó la escatología entre sus tareas, y es posible que la asunción de su nuevo papel profético traicione la conciencia de su propia e innegable responsabilidad en las catástrofes cuyo advenimiento predice. Naturalmente, como toda religión, también la religión de la ciencia tiene escépticos y adversarios, es decir, los adeptos de la otra gran religión de la modernidad: la religión del dinero. Pero las dos religiones, en apariencia divididas, son secretamente solidarias. Sin duda ha sido la alianza –cada vez más estrecha– entre ciencia, tecnología y capital la que determina la situación catastrófica que los científicos denuncian hoy.

Debe quedar claro que estas consideraciones no pretenden tomar posición en cuanto a la realidad del problema de la contaminación y de las transformaciones perjudiciales que la revolución industrial ha producido en las condiciones materiales y espirituales de los seres vivos. Al contrario, manteniéndose en guardia contra la confusión entre religión y verdad científica, entre profecía y precisión, se trata de no permitir que partes interesadas dicten acríticamente sus opciones y razones que, en un análisis final, no pueden ser más que políticas.

18 de noviembre de 2019

Traducción del italiano de Roberto Bernal

Agradecemos a la señora Agnese y al autor la amable autorización para traducir y publicar este material

The post Sobre el fin del mundo first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/txU52ep
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

martes, 29 de octubre de 2024

‘Esta cuerpa mía’, de Uri Bleier

Comienzo a escribir y no puedo quitarme de la cabeza a Paul Preciado, también a Camila Sosa Villada. O mejor: a Camila Sosa Villada y a Paul Preciado. Tampoco me quito de la cabeza a Mónica Ojeda ni a María Fernanda Ampuero ni a Fernanda Melchor. Voy escribiendo y voy recordando también lugares, ciudades, barrios y esquinas. También avenidas. Se activan mapas mentales a partir de referencias concretas, de datos empíricos que ayudan a ir avanzando de manera más clara hacia ciertos espacios de sombra, de poca luz en realidad: de muy poca luz, de mucha incertidumbre y de mayor violencia.

Sexo y Violencia se encuentran. Sexo y Violencia y Mierda como personajes, como nombres propios de un Presente que sirve como soporte y como plataforma para ir sembrando historias: un suelo/asfalto que sirve para transportar tramas que son fragmentos de un Todo que es Nada. Las mayúsculas ayudan a ir nombrando para hacer un boceto de lo que será un territorio bien definido y bien delimitado por lo que se cuenta, por lo que se narra, por lo que se nombra (incluso por aquello que no puede nombrarse porque hay cosas que no hay que nombrar: que no nos es dado nombrar). Todo sucede como en un territorio de guerra: Esta cuerpa mía, de Uri Bleier.

*

¿Un giro en la narrativa joven de México? Más allá de unos cuantos nombres, no hay mucho desde dónde indagar en nuestras novelas recientes. Muchas historias de nuestra narrativa se hicieron viejas muy pronto y ya huelen a otros tiempos, sobre todo cuando se piensa en escritores y escritoras que rondan los cuarenta y pico de años. Qué extraño, ¿verdad? Muy extraño si pensamos que esas voces nos hicieron creer que algo era refrescante. Pocas veces se puede engañar a la literatura, a ese acto que llega como una apuesta de oficio y coraje, de recursos y de pocas concesiones.

Pero recuerdo algunas novelas que se sostienen, recuerdo cuando leí Canción de tumba (2011), de Julián Herbert. Recuerdo que me sacudió. Recuerdo que me hizo pegarme a cada página como si de eso dependiera que pudiera seguir respirando. Otra es Temporada de huracanes (2017) de Melchor y en el ínterin muy pocos nombres de acá, de México. Pero sí varias de Ecuador (Ampuero, Ojeda) o Argentina (Fernández, Schweblin). Recuerdo que en el contexto mexicano algunos nombres de escritorxs jóvenes se fueron como llegaron y que otros, más interesados en otros oficios, olvidaron que la literatura no perdona.

Cuando leí Testo yonqui (2008), hace poco más de diez años, tuve el presentimiento de que algo estaba sucediendo en términos de pensamiento contemporáneo, y muchos años después ese presentimiento quedó confirmado por Yo soy el monstruo que os habla (2020) o Un apartamento en Urano (2019). Leer y releer a Paul Preciado siempre se vuelve una lección en el tiempo y, particularmente, en estos tiempos de la cultura de la cancelación o de la autocancelación.

Uri Bleier

Uri Bleier, un escritor que recién hace su aparición con la novela Esta cuerpa mía, se formó en esos terrenos duros donde la literatura es vivencia y la vivencia es una manera de intentar ponernos en un lugar que podríamos llamar mundo contemporáneo.

*

La escritura de Bleier ha intentado poner la cuerpa por delante, no las ideologías ni las correcciones. Una cuerpa que se sabe otrx, una cuerpa que es sexo y que es deseo. Una cuerpa/deseo, un deseo/cuerpa. Una cuerpa atravesadx por la necesidad, por sus posibilidades. Una cuerpa que es transgredida. Una cuerpa trans.

Las narradoras y escritoras que mencioné arriba fueron/son escuela para Uri Bleier: le enseñaron a hacer preguntas. Fue el lugar donde aprendió a buscar: una voz y una condición. Así, abrió espacio a una condición narrativa que quiebra estereotipos y hace un reconocimiento de sus lecturas, se monta en el tren de aquellas lecturas que lo marcaron, que le mostraron posibilidades en un mundo donde la novela parecía no saber para dónde ir (y siempre sabe, paradójicamente, adónde puede ir incluso a fuerza de hacer puro round de sombra).

*

Inicié este texto con los nombres que, creo, abrieron esas posibilidades narrativas. Esta cuerpa mía busca nombrar lo que no se había podido nombrar, y para hacerlo Bleier tuvo que hacerse de recursos literarios, estructuras y tiempos que hacen sostenible no sólo a Mónica, el personaje principal, sino todas esas relaciones con las que se topará en su travesía por un pequeño gran infierno que es la ruta CDMX/trans/prostitución/drogas/ /violencia… y mejor ahí le paramos.

En ese mapeo de la vida se hacen múltiples trayectos, se cuelan lugares que conocemos bien en otras novelas (Tijuana, siempre TJ), Iztapalapa y las esquinas (puntos) bien conocidas: Tlalpan o División del Norte… La vida que no es un juego de niños ni de personajes poco creíbles sino hecha a puros tiros entre pesos pesados, entre gandallas de talla mayor donde el mal aparece en toda su dimensión y donde los ríos de merca chafa y sexo duro se conjugan para verle la cara a ese mal en toda su expresión, en toda su dimensión, entre todos sus machines (que son hartos).

*

“A la niña la encontraron inconsciente” (p. 94).

“La niña entendió entonces lo que es sobrevivir” (p. 95).

*

No sé por qué pero esta novela y sus personajes me recordaron a José Revueltas. No me recordaron a Bolaño ni a Vila-Matas; no me recordaron a Aira ni Borges sino El Apando y a escritoras como Patricia Highsmith y su aproximación al triunfo del mal (y ahí deben estar siempre Bataille y Capote). Me pregunto cómo puede un escritor que lanza una primera novela indagar en esos cruces referenciales, brincándose modos de hablar para toparse con un lenguaje directo y sórdido donde las palabras se tocan y se muerden como pan duro que hay que remojar para que pase, nada de cafecito sino pura saliva, de la buena, de esa que hay que juntar para escupir sobre las cosas y, no pocas veces, sobre la vida.

¿Hay que estar en el infierno para narrar el infierno? No lo sé. Uri Bleier lo hace con elegancia, con la soberbia de alguien que sabe su oficio (como Mónica cuando sale a la esquina). Lo hace con música y un beat que va poniendo las frases en su lugar y que, ojo, propone giros narrativos que no son cualquier cosa y, además, lo hace sin chantajes ideológicos: Mónica/Leonardo será una de las trans más vividas, experimentadas, asediadas y golpeadas, pero será también quien enarbola la defensa de sus compañeras de esquina en un país y un mundo plagados de feminicidios.

El giro literario demandaba la posibilidad de abrirle espacio a esa voz narrativa (la de un personaje encarnado), pero demandaba también no darse baños reivindicativos cuando Mónica nombra los nombres de aquellas que murieron violentadas. Y el lector tiene que repetir esos nombres: la literatura como acción para nombrar. Todo sucede desde el lugar que Bleier levantó con inteligencia y con coraje: desde un lugar llamado literatura contemporánea.

*

Cerraré con un fragmento de la biografía del autor que aparece en las guardas del libro: “Nací chilango, judío y joto. Amabas tres a mucha honra. Me mal gradué en Negocios Internacionales por la Universidad Iberoamericana e hice una maestría en Negocios y Administración del Futbol en el Instituto Johan Chuyff. Como ven no fue fácil aprender a quererme, pero aquí estamos”.

The post ‘Esta cuerpa mía’, de Uri Bleier first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/Tdao9SY
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

‘Esta cuerpa mía’, de Uri Bleier

Comienzo a escribir y no puedo quitarme de la cabeza a Paul Preciado, también a Camila Sosa Villada. O mejor: a Camila Sosa Villada y a Paul Preciado. Tampoco me quito de la cabeza a Mónica Ojeda ni a María Fernanda Ampuero ni a Fernanda Melchor. Voy escribiendo y voy recordando también lugares, ciudades, barrios y esquinas. También avenidas. Se activan mapas mentales a partir de referencias concretas, de datos empíricos que ayudan a ir avanzando de manera más clara hacia ciertos espacios de sombra, de poca luz en realidad: de muy poca luz, de mucha incertidumbre y de mayor violencia.

Sexo y Violencia se encuentran. Sexo y Violencia y Mierda como personajes, como nombres propios de un Presente que sirve como soporte y como plataforma para ir sembrando historias: un suelo/asfalto que sirve para transportar tramas que son fragmentos de un Todo que es Nada. Las mayúsculas ayudan a ir nombrando para hacer un boceto de lo que será un territorio bien definido y bien delimitado por lo que se cuenta, por lo que se narra, por lo que se nombra (incluso por aquello que no puede nombrarse porque hay cosas que no hay que nombrar: que no nos es dado nombrar). Todo sucede como en un territorio de guerra: Esta cuerpa mía, de Uri Bleier.

*

¿Un giro en la narrativa joven de México? Más allá de unos cuantos nombres, no hay mucho desde dónde indagar en nuestras novelas recientes. Muchas historias de nuestra narrativa se hicieron viejas muy pronto y ya huelen a otros tiempos, sobre todo cuando se piensa en escritores y escritoras que rondan los cuarenta y pico de años. Qué extraño, ¿verdad? Muy extraño si pensamos que esas voces nos hicieron creer que algo era refrescante. Pocas veces se puede engañar a la literatura, a ese acto que llega como una apuesta de oficio y coraje, de recursos y de pocas concesiones.

Pero recuerdo algunas novelas que se sostienen, recuerdo cuando leí Canción de tumba (2011), de Julián Herbert. Recuerdo que me sacudió. Recuerdo que me hizo pegarme a cada página como si de eso dependiera que pudiera seguir respirando. Otra es Temporada de huracanes (2017) de Melchor y en el ínterin muy pocos nombres de acá, de México. Pero sí varias de Ecuador (Ampuero, Ojeda) o Argentina (Fernández, Schweblin). Recuerdo que en el contexto mexicano algunos nombres de escritorxs jóvenes se fueron como llegaron y que otros, más interesados en otros oficios, olvidaron que la literatura no perdona.

Cuando leí Testo yonqui (2008), hace poco más de diez años, tuve el presentimiento de que algo estaba sucediendo en términos de pensamiento contemporáneo, y muchos años después ese presentimiento quedó confirmado por Yo soy el monstruo que os habla (2020) o Un apartamento en Urano (2019). Leer y releer a Paul Preciado siempre se vuelve una lección en el tiempo y, particularmente, en estos tiempos de la cultura de la cancelación o de la autocancelación.

Uri Bleier

Uri Bleier, un escritor que recién hace su aparición con la novela Esta cuerpa mía, se formó en esos terrenos duros donde la literatura es vivencia y la vivencia es una manera de intentar ponernos en un lugar que podríamos llamar mundo contemporáneo.

*

La escritura de Bleier ha intentado poner la cuerpa por delante, no las ideologías ni las correcciones. Una cuerpa que se sabe otrx, una cuerpa que es sexo y que es deseo. Una cuerpa/deseo, un deseo/cuerpa. Una cuerpa atravesadx por la necesidad, por sus posibilidades. Una cuerpa que es transgredida. Una cuerpa trans.

Las narradoras y escritoras que mencioné arriba fueron/son escuela para Uri Bleier: le enseñaron a hacer preguntas. Fue el lugar donde aprendió a buscar: una voz y una condición. Así, abrió espacio a una condición narrativa que quiebra estereotipos y hace un reconocimiento de sus lecturas, se monta en el tren de aquellas lecturas que lo marcaron, que le mostraron posibilidades en un mundo donde la novela parecía no saber para dónde ir (y siempre sabe, paradójicamente, adónde puede ir incluso a fuerza de hacer puro round de sombra).

*

Inicié este texto con los nombres que, creo, abrieron esas posibilidades narrativas. Esta cuerpa mía busca nombrar lo que no se había podido nombrar, y para hacerlo Bleier tuvo que hacerse de recursos literarios, estructuras y tiempos que hacen sostenible no sólo a Mónica, el personaje principal, sino todas esas relaciones con las que se topará en su travesía por un pequeño gran infierno que es la ruta CDMX/trans/prostitución/drogas/ /violencia… y mejor ahí le paramos.

En ese mapeo de la vida se hacen múltiples trayectos, se cuelan lugares que conocemos bien en otras novelas (Tijuana, siempre TJ), Iztapalapa y las esquinas (puntos) bien conocidas: Tlalpan o División del Norte… La vida que no es un juego de niños ni de personajes poco creíbles sino hecha a puros tiros entre pesos pesados, entre gandallas de talla mayor donde el mal aparece en toda su dimensión y donde los ríos de merca chafa y sexo duro se conjugan para verle la cara a ese mal en toda su expresión, en toda su dimensión, entre todos sus machines (que son hartos).

*

“A la niña la encontraron inconsciente” (p. 94).

“La niña entendió entonces lo que es sobrevivir” (p. 95).

*

No sé por qué pero esta novela y sus personajes me recordaron a José Revueltas. No me recordaron a Bolaño ni a Vila-Matas; no me recordaron a Aira ni Borges sino El Apando y a escritoras como Patricia Highsmith y su aproximación al triunfo del mal (y ahí deben estar siempre Bataille y Capote). Me pregunto cómo puede un escritor que lanza una primera novela indagar en esos cruces referenciales, brincándose modos de hablar para toparse con un lenguaje directo y sórdido donde las palabras se tocan y se muerden como pan duro que hay que remojar para que pase, nada de cafecito sino pura saliva, de la buena, de esa que hay que juntar para escupir sobre las cosas y, no pocas veces, sobre la vida.

¿Hay que estar en el infierno para narrar el infierno? No lo sé. Uri Bleier lo hace con elegancia, con la soberbia de alguien que sabe su oficio (como Mónica cuando sale a la esquina). Lo hace con música y un beat que va poniendo las frases en su lugar y que, ojo, propone giros narrativos que no son cualquier cosa y, además, lo hace sin chantajes ideológicos: Mónica/Leonardo será una de las trans más vividas, experimentadas, asediadas y golpeadas, pero será también quien enarbola la defensa de sus compañeras de esquina en un país y un mundo plagados de feminicidios.

El giro literario demandaba la posibilidad de abrirle espacio a esa voz narrativa (la de un personaje encarnado), pero demandaba también no darse baños reivindicativos cuando Mónica nombra los nombres de aquellas que murieron violentadas. Y el lector tiene que repetir esos nombres: la literatura como acción para nombrar. Todo sucede desde el lugar que Bleier levantó con inteligencia y con coraje: desde un lugar llamado literatura contemporánea.

*

Cerraré con un fragmento de la biografía del autor que aparece en las guardas del libro: “Nací chilango, judío y joto. Amabas tres a mucha honra. Me mal gradué en Negocios Internacionales por la Universidad Iberoamericana e hice una maestría en Negocios y Administración del Futbol en el Instituto Johan Chuyff. Como ven no fue fácil aprender a quererme, pero aquí estamos”.

The post ‘Esta cuerpa mía’, de Uri Bleier first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/Tdao9SY
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

lunes, 28 de octubre de 2024

Microgramas, nueva colección

Una nueva colección de libros, con nombre inspirado en Robert Walser, comienza a aparecer lentamente en las mesas de novedades de las librerías mexicanas. Se trata de Microgramas, la apuesta con la que la Universidad de Sonora inicia un nuevo ciclo en su labor editorial. El proyecto tiene un arranque prometedor, con trabajos lo mismo de autores consagrados que de voces renovadoras del panorama literario mexicano.

“Microgramas está pensada para aquellos lectores atentos que gozan del desafío intelectual que implican los títulos que se salen de lo meramente comercial y están más enfocados en lograr alcances artísticos y reflexivos que en ser parte de tendencias”, explica Iván Ballesteros Rojo, coordinador del Fondo Editorial Universidad de Sonora. Hace algunas semanas aparecieron los primeros volúmenes: La Matanza. Últimos principitos, de Mario Bellatin; Ella era Hemingway / No soy Auster, de Enrique Vila-Matas; y Maquetas humanas, de Franco Félix. Aunque se trabaja ya en nuevos textos, por ahora se puede confirmar el cuarto libro de la colección: Detectives de objetos, de Shaday Larios.

Ella era Hemingway / No soy Auster es una nueva edición del breve volumen aparecido en Barcelona en 2008 bajo el sello Alfabia. Estos dos ensayos narrativos son acompañados por “Un día hay vida”, texto de Vila-Matas escrito el día de la muerte de Paul Auster, el pasado 30 de abril. La cuarta de forros se pregunta: “¿Cómo se acercan sus literaturas? ¿Cómo se alejan irremediablemente? ¿Por qué se desea escribir, aun cuando siempre se escriba desde el yo, como el otro, como ese autor que te hechiza cuando no eres autor sino lector?”. Una pequeña joya de la literatura contemporánea.

Microgramas

En La Matanza el lector encontrará una muestra de “nueva escritura” de Mario Bellatin, sobre la que habló en una entrevista reciente: “estoy escribiendo un nuevo libro que está dividido en principitos, pues es como si nunca terminara de comenzar, y al que llamo La Matanza. En él hay una remembranza de los escritos previos, pero es como si los recordara mal, deformados, como ocurre en los sueños, donde se superponen las historias”. Este libro, anuncian los editores, “constituye una pieza clave y personalísima para entender el proyecto de aniquilación que el autor ha puesto en marcha”. Un texto ineludible para los interesados en la escritura contemporánea.

Tras la novela Lengua dormida (2022), Franco Félix regresa con su segunda colección de relatos, Maquetas humanas. La imaginación desbordante del autor de Hermosillo está bien representada en estos seis cuentos: “un demonio nace paralelamente a la muerte de una partera en un remoto pueblo sonorense; los pensamientos de un bebé, llenos de curiosidad y suspenso, se entrelazan con los pasos furtivos de la maldad; un influencer y un grupo de astronautas compiten, en la carrera espacial más épica del año, en la búsqueda de un extraño isótopo codiciado por Estados Unidos y su presidenta, Scarlett Johansson; los aztecas conquistan España montados en majestuosos dragones; y en el pintoresco pueblo de Tip Top, la ejecución pública de dos bandidos se convierte en un caos tragicómico”.

Los títulos de la colección Microgramas pueden adquirirse en cualquier parte de México a través de la librería de la Universidad de Sonora. Próximamente estarán a la venta en las sucursales de Gandhi y el Fondo de Cultura Económica.

The post Microgramas, nueva colección first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/B0PYXU1
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Microgramas, nueva colección

Una nueva colección de libros, con nombre inspirado en Robert Walser, comienza a aparecer lentamente en las mesas de novedades de las librerías mexicanas. Se trata de Microgramas, la apuesta con la que la Universidad de Sonora inicia un nuevo ciclo en su labor editorial. El proyecto tiene un arranque prometedor, con trabajos lo mismo de autores consagrados que de voces renovadoras del panorama literario mexicano.

“Microgramas está pensada para aquellos lectores atentos que gozan del desafío intelectual que implican los títulos que se salen de lo meramente comercial y están más enfocados en lograr alcances artísticos y reflexivos que en ser parte de tendencias”, explica Iván Ballesteros Rojo, coordinador del Fondo Editorial Universidad de Sonora. Hace algunas semanas aparecieron los primeros volúmenes: La Matanza. Últimos principitos, de Mario Bellatin; Ella era Hemingway / No soy Auster, de Enrique Vila-Matas; y Maquetas humanas, de Franco Félix. Aunque se trabaja ya en nuevos textos, por ahora se puede confirmar el cuarto libro de la colección: Detectives de objetos, de Shaday Larios.

Ella era Hemingway / No soy Auster es una nueva edición del breve volumen aparecido en Barcelona en 2008 bajo el sello Alfabia. Estos dos ensayos narrativos son acompañados por “Un día hay vida”, texto de Vila-Matas escrito el día de la muerte de Paul Auster, el pasado 30 de abril. La cuarta de forros se pregunta: “¿Cómo se acercan sus literaturas? ¿Cómo se alejan irremediablemente? ¿Por qué se desea escribir, aun cuando siempre se escriba desde el yo, como el otro, como ese autor que te hechiza cuando no eres autor sino lector?”. Una pequeña joya de la literatura contemporánea.

Microgramas

En La Matanza el lector encontrará una muestra de “nueva escritura” de Mario Bellatin, sobre la que habló en una entrevista reciente: “estoy escribiendo un nuevo libro que está dividido en principitos, pues es como si nunca terminara de comenzar, y al que llamo La Matanza. En él hay una remembranza de los escritos previos, pero es como si los recordara mal, deformados, como ocurre en los sueños, donde se superponen las historias”. Este libro, anuncian los editores, “constituye una pieza clave y personalísima para entender el proyecto de aniquilación que el autor ha puesto en marcha”. Un texto ineludible para los interesados en la escritura contemporánea.

Tras la novela Lengua dormida (2022), Franco Félix regresa con su segunda colección de relatos, Maquetas humanas. La imaginación desbordante del autor de Hermosillo está bien representada en estos seis cuentos: “un demonio nace paralelamente a la muerte de una partera en un remoto pueblo sonorense; los pensamientos de un bebé, llenos de curiosidad y suspenso, se entrelazan con los pasos furtivos de la maldad; un influencer y un grupo de astronautas compiten, en la carrera espacial más épica del año, en la búsqueda de un extraño isótopo codiciado por Estados Unidos y su presidenta, Scarlett Johansson; los aztecas conquistan España montados en majestuosos dragones; y en el pintoresco pueblo de Tip Top, la ejecución pública de dos bandidos se convierte en un caos tragicómico”.

Los títulos de la colección Microgramas pueden adquirirse en cualquier parte de México a través de la librería de la Universidad de Sonora. Próximamente estarán a la venta en las sucursales de Gandhi y el Fondo de Cultura Económica.

The post Microgramas, nueva colección first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/B0PYXU1
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

viernes, 25 de octubre de 2024

Bettie bajando una escalera

Alberto Perera, artista barcelonés que se formó en diseño de modas y desde hace más de una década habita distintos espacios de la ciudad de México, ha transitado por diversas facetas profesionales que van de atender un guardarropa en una fiesta a probar suerte como camboy erótico en la web. Entre otras aptitudes, Perera es un ávido consumidor de cultura pop. El Señor Blobby, por ejemplo, se encuentra en su lista de personajes predilectos: una botarga rosa de la televisión británica de los noventa que causó sensaciones ambivalentes. La siguiente reflexión retoma, por un lado, la archivalización desde lo que Lucy Lippard anticipó frente a las prácticas artísticas efímeras que surgieron en los años sesenta y, por otro, el carácter paradójico de esta obligada interdependencia. Es decir, pensar el dibujo, el video y la escultura como las formas de archivalización de las que Perera se sirve para aprehender apenas residuos de su acontecer performático.

Angelyne the Billboard Queen, otro de los personajes que Perera frecuenta, se hizo famosa en 1984 al autopromocionarse en espectaculares publicitarios donde manejaba un Corvette rosa por Los Ángeles y se vestía del mismo color. Hace algunos años el artista tuvo una cita con ella, reconocida ahora como la influencer original, en el estacionamiento de un sitio de hamburguesas de la metrópolis californiana, donde adquirió todo tipo de merchandising y logró tomarse una foto (hoy en día, por mil dólares, puedes comprar una “experiencia personal” con la celebridad y pasear con ella en su automóvil). Alberto Perera reflexiona sobre la cercanía de su encuentro con la idea de un reality show sin cámaras, donde la mirada del espectador termina de construir la identidad de quien se está dejando ver, una ficción que irrumpe y deforma la realidad. En su programa As It Lays, de 2012, el artista Alex Israel –otro experto de la cultura mediática– preguntó a Angelyne: si fuera posible legalizar cualquier crimen, ¿cuál sería? Ella respondió con premeditada ingenuidad: “¡El suicidio! …de animales de peluche”.

Alberto Perera

Encuentro entre Alberto Perera y Angelyne the Billboard Queen, Los Ángeles, 2013

Este ambiente tragicómico evoca la retrospectiva de Mike Kelley Ghost and Spirit, que se exhibe en la Colección Pinault de París desde octubre de 2023 y continuará en la Tate Modern de Londres hasta marzo de 2025. Kelley utiliza animales de peluche no sólo para explorar el incómodo espacio que separa a la niñez de la adultez, sino para cuestionar los roles sociales que tratan de encapsular distintos símbolos identitarios: “Estoy allí pero estoy intentando hacer que se vuelva difícil afirmar quién es esa persona”. Con relación a los antihéroes que protagonizan sus trabajos videográficos, Kelley se autodefinió como multiindividuo, en resistencia a cualquier lectura identitaria definitiva, un concepto que recuerda el trabajo de Perera.

Bettie Tiniebla es quizás el personaje más recurrente en la trayectoria performática de Perera, donde es fácil encontrar retazos de Angelyne o de Elvira Mistress of the Night. Su nombre surge de una asociación antagónica: Bettie Page, pin-up americana de los años cincuenta, y Tinieblas, leyenda de la lucha libre que a los 85 años no se ha quitado su icónica máscara. En el video Mi día libre, presente en su exposición individual más reciente, Lo personal es patético (alojada en la galería OMR de la Ciudad de México durante el verano de 2024), se encuentra Bettie (interpretando a Beatriz) trabajando en una oficina, fumando a escondidas y, sobretodo, mirando con desconcierto después de que su jefa, Nancy, le cancelara su día libre. El escenario es un espacio laboral precarizado, donde Bettie ocupa, con demasiada naturalidad, cierta vestimenta, cierto cubículo y cierta extensión telefónica. Su mirada abismal es la entrada al artilugio de una máscara de látex que fracasa en el ocultamiento y, en su lugar, descubre. La máscara, en esa reverencia a la otredad, tensiona la dualidad entre feminidad y monstruosidad.

Alberto Perera

Detrás de cámaras del video Mi día libre (2024), de Alberto Perera

A finales de septiembre la misma galería, en su sede LagoAlgo, inauguró la exposición colectiva Capítulo VI: Rituales, con curaduría de Roselin Rodríguez Espinosa. Abierta hasta enero de 2025, la muestra toma como base la colección de máscaras mexicanas que el antropólogo Jaled Muyaes y la profesora Estela Ogazón reunieron durante la década de los setenta, en yuxtaposición con obras de 16 artistas contemporáneos de diversas latitudes. Además de presentar en distintos momentos el performance protagonizado por Bettie Tiniebla, La verdad… no hay nada, Alberto Perera planeó incluir una versión solidificada en cerámica de la máscara en cuestión, pero no pudo hacerlo. Como me explicó tras la inauguración: “Se me explotó la máscara en el horno, obvio un día antes de exponerla, je je”.

Marcel Duchamp explicó que ser fatalista le permitió aceptar el quiebre de La novia desnudada por sus solteros, incluso, o El gran vidrio (1915-1923). Es sabido que al ser transportada después de su exposición en el Brooklyn Museum (1926-1927) los vidrios se estrellaron, generando un patrón que parece deliberado. Duchamp restauró la escultura en 1936 y tiempo después declaró que las grietas, en realidad, resultaban una mejora. Además, Duchamp se aseguró de declarar a esta obra como “definitivamente inacabada”. Mantener cierto entusiasmo por el fatalismo y reconocer el derecho a lo inacabado aparecen como la vía para transitar cualquier manifestación artística.

Si ya resultaba claro que el trabajo de Perera surge en el quiebre, en la identidad vulnerada, en el punto donde la media se rasga y el labial se corre, no fue hasta el obvio de su propio mensaje que apareció una de sus manifestaciones más sucintas. Lo impredecible de su práctica se concretó en la explosión de la cerámica: se trataba de Bettie resistiendo cualquier pronóstico. La archivalización, entonces, visibiliza la ausencia de quien lleva la máscara, el huésped que Bettie corrompe. Su aparición performática llega para demostrar la existencia de un guion incompleto y un escenario sin bambalinas.

Alberto Perera

Captura del video Un mundo nuevo (2020), de Alberto Perera. Fotografía: Quentin Saunier

Epílogo

Cuenta el artista que un día estaba Bettie esperando cruzar Paseo de la Reforma cuando un hombre desde su automóvil le gritó: ¡Fea! En este insulto se había completado su existencia.

The post Bettie bajando una escalera first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/v1aybWY
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad

Bettie bajando una escalera

Alberto Perera, artista barcelonés que se formó en diseño de modas y desde hace más de una década habita distintos espacios de la ciudad de México, ha transitado por diversas facetas profesionales que van de atender un guardarropa en una fiesta a probar suerte como camboy erótico en la web. Entre otras aptitudes, Perera es un ávido consumidor de cultura pop. El Señor Blobby, por ejemplo, se encuentra en su lista de personajes predilectos: una botarga rosa de la televisión británica de los noventa que causó sensaciones ambivalentes. La siguiente reflexión retoma, por un lado, la archivalización desde lo que Lucy Lippard anticipó frente a las prácticas artísticas efímeras que surgieron en los años sesenta y, por otro, el carácter paradójico de esta obligada interdependencia. Es decir, pensar el dibujo, el video y la escultura como las formas de archivalización de las que Perera se sirve para aprehender apenas residuos de su acontecer performático.

Angelyne the Billboard Queen, otro de los personajes que Perera frecuenta, se hizo famosa en 1984 al autopromocionarse en espectaculares publicitarios donde manejaba un Corvette rosa por Los Ángeles y se vestía del mismo color. Hace algunos años el artista tuvo una cita con ella, reconocida ahora como la influencer original, en el estacionamiento de un sitio de hamburguesas de la metrópolis californiana, donde adquirió todo tipo de merchandising y logró tomarse una foto (hoy en día, por mil dólares, puedes comprar una “experiencia personal” con la celebridad y pasear con ella en su automóvil). Alberto Perera reflexiona sobre la cercanía de su encuentro con la idea de un reality show sin cámaras, donde la mirada del espectador termina de construir la identidad de quien se está dejando ver, una ficción que irrumpe y deforma la realidad. En su programa As It Lays, de 2012, el artista Alex Israel –otro experto de la cultura mediática– preguntó a Angelyne: si fuera posible legalizar cualquier crimen, ¿cuál sería? Ella respondió con premeditada ingenuidad: “¡El suicidio! …de animales de peluche”.

Alberto Perera

Encuentro entre Alberto Perera y Angelyne the Billboard Queen, Los Ángeles, 2013

Este ambiente tragicómico evoca la retrospectiva de Mike Kelley Ghost and Spirit, que se exhibe en la Colección Pinault de París desde octubre de 2023 y continuará en la Tate Modern de Londres hasta marzo de 2025. Kelley utiliza animales de peluche no sólo para explorar el incómodo espacio que separa a la niñez de la adultez, sino para cuestionar los roles sociales que tratan de encapsular distintos símbolos identitarios: “Estoy allí pero estoy intentando hacer que se vuelva difícil afirmar quién es esa persona”. Con relación a los antihéroes que protagonizan sus trabajos videográficos, Kelley se autodefinió como multiindividuo, en resistencia a cualquier lectura identitaria definitiva, un concepto que recuerda el trabajo de Perera.

Bettie Tiniebla es quizás el personaje más recurrente en la trayectoria performática de Perera, donde es fácil encontrar retazos de Angelyne o de Elvira Mistress of the Night. Su nombre surge de una asociación antagónica: Bettie Page, pin-up americana de los años cincuenta, y Tinieblas, leyenda de la lucha libre que a los 85 años no se ha quitado su icónica máscara. En el video Mi día libre, presente en su exposición individual más reciente, Lo personal es patético (alojada en la galería OMR de la Ciudad de México durante el verano de 2024), se encuentra Bettie (interpretando a Beatriz) trabajando en una oficina, fumando a escondidas y, sobretodo, mirando con desconcierto después de que su jefa, Nancy, le cancelara su día libre. El escenario es un espacio laboral precarizado, donde Bettie ocupa, con demasiada naturalidad, cierta vestimenta, cierto cubículo y cierta extensión telefónica. Su mirada abismal es la entrada al artilugio de una máscara de látex que fracasa en el ocultamiento y, en su lugar, descubre. La máscara, en esa reverencia a la otredad, tensiona la dualidad entre feminidad y monstruosidad.

Alberto Perera

Detrás de cámaras del video Mi día libre (2024), de Alberto Perera

A finales de septiembre la misma galería, en su sede LagoAlgo, inauguró la exposición colectiva Capítulo VI: Rituales, con curaduría de Roselin Rodríguez Espinosa. Abierta hasta enero de 2025, la muestra toma como base la colección de máscaras mexicanas que el antropólogo Jaled Muyaes y la profesora Estela Ogazón reunieron durante la década de los setenta, en yuxtaposición con obras de 16 artistas contemporáneos de diversas latitudes. Además de presentar en distintos momentos el performance protagonizado por Bettie Tiniebla, La verdad… no hay nada, Alberto Perera planeó incluir una versión solidificada en cerámica de la máscara en cuestión, pero no pudo hacerlo. Como me explicó tras la inauguración: “Se me explotó la máscara en el horno, obvio un día antes de exponerla, je je”.

Marcel Duchamp explicó que ser fatalista le permitió aceptar el quiebre de La novia desnudada por sus solteros, incluso, o El gran vidrio (1915-1923). Es sabido que al ser transportada después de su exposición en el Brooklyn Museum (1926-1927) los vidrios se estrellaron, generando un patrón que parece deliberado. Duchamp restauró la escultura en 1936 y tiempo después declaró que las grietas, en realidad, resultaban una mejora. Además, Duchamp se aseguró de declarar a esta obra como “definitivamente inacabada”. Mantener cierto entusiasmo por el fatalismo y reconocer el derecho a lo inacabado aparecen como la vía para transitar cualquier manifestación artística.

Si ya resultaba claro que el trabajo de Perera surge en el quiebre, en la identidad vulnerada, en el punto donde la media se rasga y el labial se corre, no fue hasta el obvio de su propio mensaje que apareció una de sus manifestaciones más sucintas. Lo impredecible de su práctica se concretó en la explosión de la cerámica: se trataba de Bettie resistiendo cualquier pronóstico. La archivalización, entonces, visibiliza la ausencia de quien lleva la máscara, el huésped que Bettie corrompe. Su aparición performática llega para demostrar la existencia de un guion incompleto y un escenario sin bambalinas.

Alberto Perera

Captura del video Un mundo nuevo (2020), de Alberto Perera. Fotografía: Quentin Saunier

Epílogo

Cuenta el artista que un día estaba Bettie esperando cruzar Paseo de la Reforma cuando un hombre desde su automóvil le gritó: ¡Fea! En este insulto se había completado su existencia.

The post Bettie bajando una escalera first appeared on La Tempestad.



from La Tempestad https://ift.tt/v1aybWY
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad