La literatura japonesa ha sido vista muchas veces a través del lente del exotismo. Occidente ha moldeado un Japón lleno de geishas, samuráis, haikus, culto a la antigüedad y ritos sintoístas que, a menudo, tienen poco que ver con el país que existe en nuestro siglo. Autores contemporáneos como el bestseller Haruki Murakami intentan romper el estereotipo, pero entregan a cambio un Japón borroso, casi ahistórico, integrado a una globalidad que apenas discute a través del vacío existencial de sus personajes. Quizás el periodismo o géneros gráficos como el manga van más allá retratando coyunturas traumáticas para la nación, como la Segunda Guerra Mundial y las bombas atómicas.
A pesar de la homogeneidad que, a la distancia, presenta Japón, hay una historia convulsa –oculta, podría decirse– que habla de visiones enfrentadas y purgas que han moldeado al país actual. Una parte de esa historia es la del Partido Comunista japonés, organización que tuvo su apogeo en las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado, y que fue casi desarticulada en los años posteriores. La literatura no fue ajena a ese movimiento y varios escritores reflejaron, en sus obras, las utopías, luchas y contradicciones del comunismo japonés. La editorial argentina También El Caracol rescató, en 2020, una muestra de estos textos con el título Bajo un cielo oscuro cargado de nieve. Antología de literatura proletaria japonesa. En la reunión de narraciones hecha por Miguel Sardegna se mezclan la curiosidad histórica, el rescate de la memoria y el reencuentro con la llamada “literatura comprometida”, es decir, hecha con una clara convicción política y, en el caso de los movimientos de izquierda, con la intención de despertar la conciencia del lector de su época. Esta vocación, desplazada durante la segunda mitad del siglo XX a favor de cierta experimentación que privilegió la forma sobre el fondo, parece un rara avis en la sociedad japonesa que, como afirma el historiador Morris Berman, es una versión hiperbolizada del capitalismo estadounidense.
Hay en la antología dos tipos de textos: los “cuentos murales” o la “ficción de pared” (Kabe Shōsetsu) y los relatos que tienen un desarrollo más elaborado. Los primeros son un producto de la literatura proletaria japonesa; la idea, como lo describe Miguel Sardegna en el prólogo, era escribir ficciones breves, de lectura rápida, que plantearan situaciones con las cuales la clase trabajadora se sintiera identificada. En esta vertiente, que sortea el panfleto para hablar desde lo complejo y lo ambiguo, destaca el cuento que abre el volumen, “La prostituta”, de Yoshiki Hayama (1894-1945). La historia, directa y sin florituras, relata el encuentro de un hombre con una prostituta regenteada por unos desconocidos. La mujer, inerme por el efecto de sedantes y enfermedades provocadas por la pobreza, es un objeto para que la use quien pueda pagar a sus captores. La justificación que dan ellos a su acción es que, en esa sociedad, la sobrevivencia es la única guía más allá de consideraciones éticas o humanas. El fuerte se apodera del débil y lo explota hasta las últimas consecuencias. El relato recuerda a la novela breve del Nobel Yasunari Kawabata, La casa de las bellas durmientes, publicada originalmente en 1961. Si en Kawabata la apropiación del cuerpo de la mujer se convierte en un ritual estético que, incluso, rehúye el contacto explícito, en Hayama se revela como un acto brutal que despoja a la víctima de su humanidad. Curiosamente Kawabata –con otros autores de la época como Junichiro Tanizaki– conocieron bien a los escritores comunistas, aunque sus propuestas fueron por caminos opuestos.
“15 de marzo de 1928” de Takiji Kobayashi (1903-1933) pertenece a los relatos de largo aliento –el más extenso de la antología– y destaca por narrar un hecho real: la purga de comunistas en el llamado “incidente del 15 de marzo” a manos del gobierno imperial de Japón. La élite del país, amparada en las Leyes de Preservación de la Paz de 1925, hechas para combatir a los movimientos de izquierda proletaria en el país, persiguió sin descanso a sus enemigos ideológicos. “15 de marzo de 1928” es, por méritos propios, un relevante relato carcelario que, nutrida seguramente por la información que recibió Kobayashi en aquellos años convulsos, se mueve en los territorios de la “no ficción”. No es, en absoluto, una narración maniquea, sino que retrata, sin mayores filtros, las torturas que sufrieron los detenidos (más de mil 500 personas, según algunas fuentes). Además del plano explícito del texto, es decir, la violencia cometida contra los comunistas en los centros de detención, hay una perspectiva psicológica que dota de humanidad a los protagonistas, un coro de voces que se preguntan si la lucha valió la pena y si el honor puede mantenerse mientras sus captores deciden si viven o mueren. Se acuñó, en aquel entonces, un término, tenkō (traducido como “cambio de dirección”, que servía para identificar a aquellos militantes comunistas que habían renunciado –o fingido renunciar– a sus ideales después de ser sometidos a tortura. Kobayashi –autor, entre otras obras, de la novela Kanikosen (El pesquero), un improbable bestseller actual que merece un análisis por separado– profetizó, con su historia, su muerte ocurrida en 1933 después de ser detenido y torturado por sus actividades ilegales. Al igual que en otros cuentos de la antología, se conservó la censura en algunas frases o palabras; también se resaltan otros términos desaparecidos por las autoridades para acercar nuestra lectura a la de aquella época.
Con traducción directa de japonés de Masako Kano y Mariana Alonso, Bajo un cielo oscuro cargado de nieve. Antología de literatura proletaria japonesa podría parecer, para algunos lectores, un libro curioso con escasos vínculos con la actualidad. Sin embargo, basta investigar un poco para encontrar un panorama interesante del comunismo en ese país y, en general, con las ideas de izquierda en apariencia enterradas bajo el capitalismo extremo. El Partido Comunista sigue, a pesar de todo, existiendo en la política japonesa. Pero resulta más importante la revitalización o el resurgimiento de las ideas de izquierda gracias a la erosión social provocada por el liberalismo económico que ha estancado salarios, aumentado la pobreza y dejado sin futuro a las generaciones más jóvenes. Habrá que estar atentos a la literatura nipona de estos años. Quizá, como ocurrió con la literatura proletaria de las primeras décadas del siglo XX, comiencen a surgir voces que reflejen la crisis del capitalismo global aterrizadas en la realidad del país asiático. Sería, por supuesto, el primer paso para tratar de imaginar un escenario diferente.
La entrada Los otros japoneses se publicó primero en La Tempestad.
from La Tempestad https://ift.tt/CiPGErf
via IFTTT Fuente: Revista La Tempestad
No hay comentarios:
Publicar un comentario