I. Podríamos encontrar un hilo que va del cine al denominado giro documental del arte. Los métodos que emplea cada artista son muy distintos, pero los une la radicalidad de intenciones: su deseo se centra en hacer visible lo invisible; su necesidad de verdad ofrece una relación material con lo real; su peso referencial deja a un lado la oposición teórica reapropiándose del pensamiento crítico. Es un compromiso no solo cinematográfico o artístico, también es una manera de situarse en el mundo. En definitiva, las corrientes documentales son una forma de arte político, social y militante que renuncia a la tradición hegemónica liberando las imágenes y los sonidos de su condición significante. Estas obras se sustentan en una estética compleja, reabren un amplio espectro experiencial que renueva las posibilidades interpretativas de la percepción.
II. Estas reflexiones permiten no sólo explicar el arte documental, sino también elucidar los caminos de experimentación sonora que emprende Lawrence Abu Hamdan (Amán, Jordania, 1985) en sus instalaciones, donde resuenan muchas de estas cuestiones. Además de artista sonoro, Abu Hamdan es un investigador del espacio. Al abordar proyectos es muy consciente de la relación entre cuerpo, contexto político y tecnologías para hacerlos visibles. Vinculado a las investigaciones del grupo Forensic Architecture, en su práctica documental mezcla diferentes registros (la descripción geográfica o la historia, la entrevista, la reconstrucción o la captación de acciones en directo) y materiales (fotos, dibujos, mapas, comentarios y textos) que abren caminos a la experimentación perceptiva. Y dentro de esta incansable indagación se descubre un arte que da otra forma a lo político, que trata de abolir la representación y en su lugar muestra lo que ha sido: nos acerca a la acción, al testimonio, a maneras de actuar y modos de escuchar.
III. En sus planteamientos sobre la imagen y la historia, Georges Didi-Huberman apunta que el conocimiento histórico acontece en el “ahora”, es decir, en un estado de experiencia presente que se desprende de textos, imágenes o testimonios del pasado. Dicho de otra forma, el conocimiento es un momento de memoria y legibilidad. Pero es algo más: es un límite de lo pensable y lo imaginable, más allá de lo visible y lo audible. Es un punto crítico que provee condiciones para ver y escuchar de otro modo. Se puede notar que la mirada de Abu Hamdan convierte el sonido en un recurso estético que rebasa su condición meramente técnica. O como sugiere Eyal Weizman, se trata de una hiperestética vinculada con el sonido en sus múltiples dimensiones. Pero, una vez más, no sólo es cuestión de la singularidad del acontecimiento, sino de abrir el sentido del sonido al algo que el sonido no capta.
IV. Las instalaciones de Lawrence Abu Hamdan tienen al sonido como protagonista. Sus proyectos, mayoritariamente ensayos e indagaciones, persiguen sus posibles fugas, su cualidad vinculante, su capacidad de penetrar y moverse en los límites. Todos, en cualquier caso, nos enfrentan a imágenes infiltradas sobre las que nos cuestionamos su efecto, su idea de realidad o sobre su potencia para traspasar fronteras. Es una manera de entender el sonido como un agente relacional que descubre un espacio enrarecido en el tiempo. Un buen ejemplo es 45th Parallel (2022), una obra que analiza el carácter inestable de las fronteras y la porosidad de los límites. La historia se centra en un caso judicial del asesinato a tiros de un joven mexicano desarmado por un agente de la patrulla fronteriza de Estados Unidos en 2010. El agente dispara desde territorio americano, no obstante la bala cruza la frontera y mata a Hernández en México. Resulta particularmente interesante el modo en que la voz del cineasta danés-palestino Mahdi Fleifel conduce el video por la tensión que se genera entre espacio y sonido, por la necesidad de poner en tela de juicio las historias oficiales y por la manera en que se difuminan las fronteras. En el hilvanado de planos y reflexiones hay una propuesta que mezcla lo teatral, lo lúdico y lo emotivo. Algo que, hasta cierto punto, conduce sin titubeos y con aplomo documental a un lugar para la reflexión y un tiempo colmado por todo aquello que se va cuestionando e indagando. Del cruce entre sonido, espacio y memoria se desprende una compleja dimensión estética que es a la vez voz y escucha, recuerdo y reflexión, arte y ensayo. Al margen de cualquier argumento u otro elemento de la historia oficial, 45th Parallel expresa una particular versión de los hechos que nos enfrenta a inquietudes políticas, legales, geográficas y éticas.
V. Al abordar la interrelación entre imagen y visión, Paul Virilio destaca la influencia de las técnicas policiales en la instrumentalización de la imagen. Este acercamiento multidimensional, a decir del filósofo francés, ha tenido una gran repercusión no sólo en la propaganda y la publicidad, sino también en el arte moderno y en la emergencia del documentalismo. Ciertamente la comunicabilidad policial lanza una mirada inminente exterior a la sociedad, es decir, “ver sin ser visto”. Además de ser tecnologías de visión y control –la robótica, la vigilancia computarizada, las redes telemáticas– crean imágenes que traspasan los límites de lo público y lo privado. Al hilo de estas ideas, Walled Unwalled (2018) de Abu Hamdan pareciera extender su problematización a cuestiones políticas de la escucha. El propósito de Walled Unwalled, a decir del autor, es explorar los límites del sonido y la manera en que la tecnología se filtra más allá de las paredes para hacer evidente lo que sucede en el interior de diferentes recintos. Este ensayo sonoro, además de ser un dispositivo para ver, se convierte en un medio para explorar las relaciones y los contextos en que lo perceptible tiene lugar. Así, el espacio pasa a ser un personaje de circulación, volviéndolo incidental al desarrollo de una narrativa guiada por la percepción de los sonidos. Sus demostraciones empíricas y artísticas hacen una clara referencia al concepto de “muro”, al uso político y social de las vallas y las fronteras y a las condiciones de violencia, tortura y vulnerabilidad de los derechos humanos. Pero, además, cabe señalar que estas experiencias reclaman una implicación inusual de la percepción, descubriendo posibilidades estéticas desde acercamientos que evocan diversas formas de voz, testimonio y escucha. Al hacerlo proponen rupturas auditivas que desnaturalizan la representación figurativa de lo registrado, revelando los mecanismos de sus operaciones y exigiendo una participación inusitada del sentido auditivo de los espectadores.
VI. El ruido suele ser entendido como un sonido desarticulado, que puede resultar estridente, en ocasiones molesto. Muchas veces, incluso, es un recurso desechado, porque se considera una opción inconsecuente, ciertamente arbitraria. Lo ruidoso, por lo tanto, remite el descontrol de una presencia acústica, lo que demuestra su grado de complejidad y versatilidad, poniendo en duda la aparente neutralidad de nuestra percepción auditiva y visual. Si nos centramos en Conflicted Phonemes (2012) veremos que todos estos aspectos resuenan y se mezclan en un continuum sonoro de experiencias encontradas. Esta obra analiza las políticas fonéticas en los controles migratorios. Pero ¿es posible determinar legalmente el país de origen de una persona a través del acento y la pronunciación? O, dicho de otra forma, ¿se puede establecer la biografía de una persona por medio de su voz? Son estas preguntas las que desatan uno de los puntos centrales de Conflicted Phonemes. Para Lawrence Abu Hamdan la cuestión no reside en representar las voces de los sujetos, sino en crear las condiciones estéticas para escucharlos, es decir, cómo se escuchan y por qué se escuchan. En el conflicto entre una documentación objetiva y fidedigna y la voluntad de evidenciar el artificio de toda representación, Abu Hamdan expone las oscilaciones entre lo determinado y lo indeterminado, el murmullo y el barullo, la voz y el cuerpo. En este proceso de percepción emergen consideraciones psicológicas y fenomenológicas que hacen referencia a cómo sentimos y pensamos durante la proyección del video. El trabajo del artista presenta una necesaria disrupción entre la hegemonía de las imágenes frente al sonido, nos permite acercarnos desde una nueva óptica al arte audiovisual. El caso de Conflicted Phonemes es relevante no sólo porque denuncia la falacia de la representación, sino también porque crea escenarios concretos que sugieren asociaciones estéticas y semánticas divergentes.
VII. Lo que desde el principio ha importado a Lawrence Abu Hamdan es recuperar la materialidad del sonido, analizar su carácter físico, trazar un mapa cualitativo, en suma, hacer hipótesis sobre sus posibles fugas y consecuencias. Su obra no sólo ilumina una parte oscura, invisible, silenciada de los acontecimientos, facilita una percepción auditiva expansiva en la que el sonido alcanza tanta notoriedad como las imágenes visuales. Se trata de evidenciar cómo la violencia transforma nuestra relación con el espacio, con la voz y el cuerpo, con los límites y las fronteras. Volviendo a Didi-Huberman, podríamos añadir que es una crítica de la violencia donde es necesario aprender a escuchar, no sólo a mirar. Es una crítica en la que es necesario desmontar los dispositivos, es decir, describir la relación en que se construyen los estados de las cosas. En proyectos como Air Conditioning (2021) y The Diary of a Sky (2023) Abu Hamdan expone las constantes invasiones de aeronaves israelíes del espacio aéreo libanés, a lo largo de más de 15 años. Con información recopilada en la biblioteca digital de la ONU el artista construyó la web airpressure.info, una base de datos de acceso público en la que se interrelaciona información vinculada con la duración, la trayectoria y el tipo de aeronave. Air Conditioning y The Diary of a Sky diseccionan el nexo entre consecuencias sonoras, espaciales y psicológicas derivadas de la ocupación militar prolongada. Pero más allá de mostrar la violación de la soberanía del territorio libanés, el cielo se convierte en objeto de estudio. Abre y aguza la percepción en un sentido diferente para pensar la violencia integrada a la cotidianidad, para problematizar el aire como territorio que no pertenece a nadie en especifico pero es violentado, vulnerable a agresiones tóxicas y sonoras.
Así, la investigación de Lawrence Abu Hamdan muestra un conjunto de líneas, trazos, sonidos y violaciones en las que tienen lugar consecuencias jurídicas indisociablemente unidas a aspectos éticos, psicológicos y políticos. Y en este trayecto lleno de bifurcaciones nos descubre formas visuales y sonoras que recontextualizan el material encontrado o archivado, el rol de testigo anónimo y el papel de la comunidad en la indagación colectiva. El documento, en definitiva, adquiere el estatus de archivo pendiente de futuras intervenciones creativas, desatando teorías dispares y discordantes entre sí. En el espectador interesado surge la curiosidad de conocer. Pues lo que el sonido y la imagen ponen en escena no es otra cosa que posibilidades estéticas de producción de verdad en las que los espectadores podrían ser transmisores de conocimiento, de lo que los contextos permiten o dificultan, desbordando la práctica documental hasta el punto en que es posible construir un lugar de encuentro de colaboraciones artísticas y técnicas.
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