Fue un movimiento principalmente británico, el de la arquitectura high-tech, con exponentes como Norman Foster, Michael y Patty Hopkins o Richard Rogers. Dentro de esta tendencia de extrema modernidad, Nicholas Grimshaw supo dar a sus edificios un sello particular donde la ingeniería y la arquitectura apuntan a una suerte de futurismo lírico. El proyectista inglés falleció el pasado 15 de septiembre a los 85 años de edad, dejando tras de sí una obra significativa, que conviene estudiar para pensar en las ciudades futuras.
La arquitectura que practicó Grimshaw hace de la estructura un elemento expresivo, pero además aprovecha los avances tecnológicos para imaginar posibilidades espaciales y ambientales. Como en el caso de otros exponentes high-tech, destacó con proyectos de infraestructura antes que de vivienda. Sus edificios incorporaron inquietudes climáticas y, en paralelo, fueron pensados para tener más de una vida, conscientes de que la sociedad cambia de forma cada vez más rápida. Para recordar al arquitecto inglés elegimos cinco obras que concentran las virtudes de su trabajo.
Fábrica Herman Miller
Bath, 1976
Situada a orillas del río Avon, esta instalación industrial mejoró los espacios de trabajo para el personal de la empresa a través de una estructura de simplicidad y eficiencia máximas. En 2019 la propia firma Grimshaw se encargó de darle una segunda vocación, convirtiéndola en la Escuela de Arte y Diseño de Bath, lo que reafirma la idea de una arquitectura flexible.

Fotografía: Jo Reid y John Peck
Pabellón Británico Expo ’92
Sevilla, 1992
Construida con elementos prefabricados en el Reino Unido, esta estructura temporal se diseñó pensando en un rápido montaje y las condiciones climáticas del verano andaluz. Una pared de agua cinética de 65 metros de largo indicaba la fachada principal y enfriaba el clima interior. Las múltiples actividades durante la Expo ’92 ocurrieron en un escenario de ligereza fabril.

Fotografía: Jo Reid y John Peck
Estación Internacional Waterloo
Londres, 1993
Uno de los proyectos emblemáticos de Grimshaw. El arquitecto planteó una reinvención radical de la marquesina victoriana de hierro y cristal del siglo XIX para desarrollar una estación de trenes larga y curvada, una bóveda acristalada y asimétrica que envuelve los andenes a la manera de un capullo translúcido. Una infraestructura emocionante para fungir de puerta hacia Europa.

Fotografía: Jo Reid y John Peck
Proyecto Edén
Cornualles, 2001
“Pedí la octava maravilla del mundo y la conseguí”, declaró Tim Smit, cofundador del Proyecto Edén. Un conjunto de cúpulas geodésicas albergan invernaderos con exuberantes ecosistemas vegetales. Ligeras y translúcidas, minimizan el material estructural y maximizan la luz natural, creando un mundo interior que crea un verdadero paraíso donde antes hubo una cantera de arcilla.

Fotografía: Hufton + Crow
Aeropuerto Pulkovo
San Petersburgo, 2014
Pensada para proteger a los pasajeros de las variables climáticas de la zona, esta terminal crea un espacio de transición para alrededor de 12 millones de personas al año. La cubierta de prismas inclinados no es sólo un espectáculo geométrico que evoca las formas y las tonalidades de los techos de San Petersburgo, sino que está diseñada para encauzar el agua de deshielo.

Fotografía: Yuri Molodkovets
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