“La habitación (interior de M) es un lugar suyo, pero no propietario. Está vacío de toda narración y de toda esperanza de salvación, y se encuentra lleno, en cambio, de sentidos que son silencios, lleno de articulaciones que no aspiran a la inteligibilidad sino a la consonancia y a la disonancia, los hilos quebradizos de un pensamiento”.
Marina Garcés en Común sin Ismo
En 2014, la revista PIN-UP y el Illinois Institute of Technology comisionaron a David Hartt una serie de retratos de siete edificios icónicos de la arquitectura del continente americano con el fin de celebrar la primera edición del Mies Crown Hall Americas Prize. De septiembre de 2018 a febrero de 2019, en la galería de Arquitectura y Diseño del Instituto de Arte de Chicago, la curadora Maite Borjabad retomó el trabajo de David Hartt para articular otra posición, sin duda, más productiva. La exhibición My Building Your Design usa el trabajo de Hartt como vehículo para discutir las implicaciones del habitar y sus narrativas, así como las complejidades estructurales implícitas en el campo de la arquitectura, sus voces y los discursos detrás del ambiente construido.
Con My Buildling, Your Design, Borjabad no sólo pone en cuestión la naturaleza de la imagen arquitectónica, sino su producción, circulación y la producción de subjetividades mediante sus dinámicas de poder. No obviemos un elemento clave que revela, precisamente, tales narrativas: Borjabad es la única mujer en esta ecuación.
Partiendo de la premisa de que exhibir arquitectura supone una asimetría de lenguajes y experiencias, una especie de contradicción, la muestra no apunta a resolver tal tensión sino a ponerla en el centro. MBYD es una exhibición bipolar, en palabras de la curadora, donde el diseño de exhibición juega acertadamente con los tropos más reconocibles del lenguaje de la experiencia y el de la técnica. Dos exhibiciones en una: con una serie de paneles que fragmentan el volumen de la galería, mas no trabajan como escenografía sino a modo de objetos coreográficos, la exhibición crea un espacio cercano a la estructura narrativa de una ficción documental. Una superficie blanca e impecable es el soporte para la serie de retratos de Hartt, dejando en claro que estamos ante la exploración de un artista. La superficie opuesta, con los elementos constructivos aparentes, es el soporte de una serie de sofisticadas operaciones curatoriales con las que Borjabad revela los procesos y las tensiones detrás del diseño de los edificios. De las casi instintivas acuarelas de proceso de Steven Holl a la destreza técnica de los planos de Smiljan Radic, la curadora hace evidente las técnicas narrativas necesarias para la gestación de una obra de arquitectura.
Hartt retrata momentos que profanan la noción de efigie de estos edificios. El espacio interior de los ductos de instalaciones del Nelson Atkins Museum, diseñado por Steven Holl, un bebedero junto a unas escaleras que sugieren que nos encontramos en el sótano del museo seguramente saliendo del toilette, o una perspectiva nada halagadora del interior de la Fundação Iberê Camargo de Siza. El tratamiento de las imágenes no busca el preciosismo habitual de la fotografía de arquitectura sino acaso la inmediatez y la sensualidad de lo banal (cercano al trabajo de Zoe Leonard); una especie de voyerismo urbano, presente en los retratos del Edificio Altamira de Rafael Iglesia en Rosario, Argentina; un edificio que sin duda demanda una lectura más profunda de ese espacio resuelto de manera brillante en una planta en L. La tensión provocada por esa mirada es exitosamente recalibrada por la curadora; cuando la intensidad del ojo de Hartt se vuelve casi invasiva, Borjabad nos regresa al plano y a la sección, pero no con ánimos de neutralizar la mirada de Hartt, sino de apuntar a la potencia del proyecto de arquitectura como contenedor de deseos y afectos que exceden lo tectónico.
Uno de los momentos más interesantes en la serie de imágenes ocurre en los paneles con las fotografías de la Biblioteca Pública de Seattle: mediante una imagen ligeramente sobreexpuesta y desenfocada dos visitantes son capturadas bajando una escalera con un perro; el efecto de la luz es tal que parecen haber sido transformadas en maqueta. Intencional o no, esta contracción de la realidad abre de nuevo un lugar de crítica a la disparidad entre realidad social y proyecto que tanto la curadora como el artista proponen; en el mismo panel, una fotografía de una maqueta del edificio sostiene irresoluble esta tensión; lo real re-escenificado se vuelve, también, un método de exploración para la disciplina.
En la parte posterior, un video que muestra a detalle la icónica sección diseñada por OMA. Un video que nos lleva a mirar a profundidad un archivo de AutoCAD en el que Borjabad nos guía mediante una coreografía en la pantalla que nos revela detalles constructivos. Y tal operación invierte la crudeza de la técnica en un potencial afectivo. Durante una de mis visitas escuché a un par de personas en la audiencia quejándose de no poder controlar el video-recorrido y la frustración que eso les generaba. ¿Es que estamos completamente plegados con nuestras herramientas? Aquí, la cuestión de si la técnica es hecha por quien la domina o si el que domina la técnica ha sido definido por ella se vuelve tangible, fantasmal.
Las distintas velocidades sugeridas por la curadora abren incluso la posibilidad de una ética distinta en la disciplina. Tomemos el ejemplo de la Capilla del Retiro en Auco, Chile, de Undurraga Devés Arquitectos. En este espacio, Hartt, quizá influenciado por la naturaleza religiosa del lugar enfoca su mirada en elementos que parecieran apuntar a una presencia poética más allá de lo social. El encuentro del cristal con el concreto, la piedra con el suelo y otras sugerencias de gravedad material, resumen la sublimación tectónica que los arquitectos precian de virtuosismo. Pero la arquitectura, como esta exhibición nos señala, existe no sólo en distintos formatos sino en una multiplicidad disonante de posiciones, capaces de producir un conocimiento urgente para este globo convulso que habitamos.
Un retrato supone un sujeto, y es aquí donde, a nivel discursivo, la prácticamente irresoluble condición de hito de los edificios embrolla la intención de convertirlos en un elemento más de la urbe. La narrativa detrás del estatus de sus autores, de su irrefutable genialidad, si bien no es desmantelada, la acertada intervención de Borjabad pone en crisis sus fundamentos.
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