martes, 19 de octubre de 2021

Alejandra España: naturaleza interior

El estudio de Alejandra España (Ciudad de México, 1982) es un espacio íntimo donde se suspenden en el tiempo proyectos, ideas, piezas terminadas o en proceso que dejan a la vista el impulso de la artista. Una de las particularidades del lugar es que se encuentra dentro de la Preparatoria Popular “Mártires de Tlatelolco”, por lo que tiene un aura distinta a la de los estudios privados. El tercer piso del edificio está ocupado por talleres de artistas, lo que genera un ambiente de compañerismo que se extiende por toda la escuela. Se encuentra, además, muy cerca de un eje vial, así que los sonidos de la ciudad se funden con los de la hechura de las piezas. La puerta del estudio de España, de metal pintado en gris, aparece en un pasillo de superficies de cemento con las letras A.E.

Conocí el trabajo de Alejandra España en el Salón ACME de 2019. Recuerdo haber recorrido el espacio de General Prim mientras descubría piezas notables de muchos artistas. Una serie de collages montados en la pared, realizados con recortes de papel sobre un soporte de madera, permaneció conmigo mucho tiempo. En la feria me hablaron un poco de su proceso de trabajo y, cuando llegamos a su estudio, tuve la impresión de que la explicación se desplegaba en el espacio: ahí dentro se gestaba un proceso intuitivo, creativo y en constante diálogo con la naturaleza de los materiales.

Alejandra España

Alejandra España en su estudio. © Ignacio Ponce

Hay una constante en el imaginario de España. “Es como la matriz”, comenta: “la relación con la naturaleza siempre ha estado muy presente en mi vida; dibujar animales es algo que me llamó la atención desde niña. También encuentro una relación con el paisaje porque mi papá era pintor y me quedé con la idea romántica del artista que sale a pintar en el campo. En este mundo tan descarnado la naturaleza aparece como un tema de carácter global que me importa tocar”.

“En este mundo tan descarnado la naturaleza aparece como un tema de carácter global que me importa tocar.”    

El estudio está lleno de ecosistemas micro y macro: en una mesa de trabajo se extiende un collage de gran formato en proceso, junto a retazos de papeles de colores sobre un lienzo de tonos azules, negros y blancos; en otra mesa hay dibujos abstractos hechos con tinta de colores y algunas otras ilustraciones de animales. Las paredes tienen también un par de lienzos con personajes animalescos y paisajes. Destacan los tonos rojos, azules y amarillos en contraste con los trazos negros de la tinta china. Fauna silvestre de México, Fotolibro de animales, Grandes santuarios del mundo animal: son algunos títulos de libros que se asoman en una repisa de madera. Goya y Rembrandt también están presentes.

Alejandra España

Una mesa de trabajo en el estudio de Alejandra España. © Ignacio Ponce

Paisajes interiores

Al ir desentrañando los motivos de su trabajo, descubro que la palabra naturaleza apunta en dos direcciones: la del paisaje (flora y fauna como temas inagotables) y la de esencia material de los soportes. “Soy muy manual. Traduzco la naturaleza como inspiración en colores, formas y texturas… Y me doy cuenta de que las referencias del paisaje y lo natural ya existen en uno. ¿Cuál es tu paisaje interno, cuál es la sensación que te queda después de haber estado en el campo o en un recorrido dentro o fuera de la ciudad? Todas estas impresiones las llevo al papel, a la cerámica o a la ilustración, por ejemplo. Encuentro en la naturaleza la fuente de inspiración más grande”.

La imagen del paisaje interior me hizo pensar en Agnès Varda, quien decía que si abriéramos a las personas encontraríamos paisajes dentro de ellas. Este punto de la conversación nos llevó a otro proyecto, Lugares intangibles, una animación que Alejandra España realizó entre 2013 y 2014, que muestra justamente paisajes dentro del cuerpo humano para dar imágenes a las sensaciones que nos habitan. A este proyecto sumó una narrativa colectiva a partir del cuestionario realizado en el laboratorio de la Quiñonera, en el que preguntó, por ejemplo, de qué color y forma serían la intuición o el miedo o la alegría. El proyecto se concretó en una animación cuadro por cuadro realizada en el estudio de los View Masters.

Alejandra España

Alejandra España en su estudio. © Ignacio Ponce

Alejandra España imagina lo micro y lo macro, algo enorme que es al mismo tiempo pequeño, como si las montañas fueran también granos de arena.    

Al trasladar la pregunta por el paisaje interior, España dijo que imaginaba lo micro y lo macro, algo enorme que es al mismo tiempo pequeño, como si las montañas fueran también granos de arena. Pensé entonces que la fascinación por la naturaleza aparecía de manera inmediata y orgánica en su trabajo porque era también una manera de conectar con las composiciones internas y externas del arte y el paisaje. No se trata sólo de una contemplación de la naturaleza para después trasladarla a la obra, sino que es otro modo de entender cómo simbolizamos la vida en tiempo presente. “Es terrorífico estar consciente todo el tiempo de que uno está vivo, pero en ese acto transformador te puedes asentar para seguir adelante. Cómo nos vinculamos con lo que nos rodea y cómo damos sentido a nuestra existencia son las preguntas que todos nos hacemos; me interesa darles respuesta a partir de mi trabajo”.

Naturaleza material

Al retomar la idea de la naturaleza en los soportes utilizados, pensamos en Anni Albers, para quien los materiales contenían la clave del proceso creativo. Alejandra España coincide con esta idea, reconoce que cada material tiene su propia naturaleza. Aunque el dibujo le permite aterrizar las ideas, si algo le gusta lo rehace y reinterpreta en distintos soportes. “Casi no hago bocetos. No pienso ‘lo voy a hacer aquí para no arruinarlo acá’. Todo tiene su naturaleza y su energía, es mejor aprovecharlas”. Es como si el material le indicara por dónde accionar. “El collage, por ejemplo, funciona de forma muy intuitiva; una forma sugiere la siguiente para ir jugando. Es una cosa muy lúdica que no veo como ocurrencia sino como experimentos que surgen del trabajo con los materiales, que se vuelven una extensión de lo que estás viviendo, de lo que necesitas expresar, de lo que te resulta importante”.

Desde 2019 España ha explorado el textil como una apuesta por la colaboración con Alberto Ruiz en Teotitlán del Valle; trabaja con la biología, la alquimia, la química, la pintura y la tradición del tapiz. “La hechura del tapiz es un proceso que implica la espontaneidad del dibujo. Como son pigmentos naturales es probable que con el paso del tiempo cambien, tendrán su propia degradación”. La conciencia del cambio en los materiales, aún en una pieza terminada, nos obliga a seguir hablando del mundo de lo natural, en donde todo está en constante transformación. Entonces sus piezas empiezan a volverse una metáfora de los procesos de la Tierra, “como si fueran ingredientes terrestres que se van juntando con el tiempo y empiezan a generar distintas texturas y capas de minerales de distintos grosores… como cortes transversales que también son cortes del tiempo y de la historia”.

© Ignacio Ponce

Esta misma pulsión se presenta en sus libros de artista, que llegan a nosotros (lectores y espectadores) como un espacio en potencia donde juegan colores y formas y se despliegan distintos caminos para relacionarnos con el mundo y el arte. “Los libros de artista siempre me inquietaron. Uti Non Abuti (2010) –del latín ‘Use pero no abuse’– fue mi tesis de la carrera. Lo hice como un acto de rebeldía, porque en algún momento los maestros me dijeron ‘Te tienes que especializar. No puede ser que hagas dibujo, cerámica, grabado…’. El libro de artista fue el vehículo para detonar más de una materia”. Hay aquí literatura, ilustración científica e incluso escultura, es un libro que tiene algo de performativo. Eon Loop (2009), por su parte, está lleno de monstruos marinos que aluden a las fuerzas del universo; el juego de las páginas permite crear nuevos personajes.

Aquí y ahora

Los libros de artista de Alejandra España son mundos con muchas posibilidades, lo mismo en la experiencia lectora que en la cuestión estética. Nos devuelven la conciencia del aquí y el ahora, dan al lector la posibilidad de accionarlos. La artista, de hecho, activa su propia: recientemente realizó en el Museo Carrillo Gil una lectura musicalizada de su poema There Was Perhaps junto al músico Garret Riley.

Los libros de Alejandra España nos devuelven la conciencia del aquí y el ahora, dan al lector la posibilidad de accionarlos.    

España obtuvo en 2020 el premio de adquisición de la Bienal de Pintura Rufino Tamayo, y este año ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte, con cuyo apoyo desarrollará el proyecto El centro se constituye de su periferia, una reflexión sobre lo que nos rodea y el modo en que nosotros mismos nos volvemos periferia de algo o alguien. Está pensado como una pintura de 360 grados –un primer acercamiento de la artista a la instalación– en tres locaciones distintas: Cuatro Ciénegas, la sierra wirárika entre Jalisco y Nayarit y en las cercanías del volcán Xitle. Después de escucharla hablar sobre collages, dibujos, libros de artista, video, literatura y demás soportes que ha explorado, la instalación aparece como un salto casi natural dentro de las posibilidades de lo multidisciplinario.

Después de la conversación con Alejandra España queda la sensación de conexión con la naturaleza y los materiales que coexisten en cada una de sus obras.

El estudio de Alejandra España. © Ignacio Ponce

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