martes, 26 de julio de 2022

Sueños, imágenes, ficciones

Un ilustrador en la Ciudad de México se deja llevar por la narración del diario de sueños que una modelo le envía desde Londres. Y también por sus fieles obsesiones: el fetiche primitivo y las islas de Pascua y Galápagos. Descarga todo sobre el papel con colores estridentes y trazos gruesos, superficies de alto contraste. Una escritora en Buenos Aires recibe esos dibujos sin pautas previas y les inventa una historia. Una pandemia los cruza a todos.

En los primeros meses del confinamiento provocado por el covid-19, cuando pensábamos que en dos semanas o un mes regresaríamos a las calles, Jorge Alderete, alias Dr. Alderete, artista gráfico argentino radicado en México, cofundador de la galería Vértigo y parte de Sonido Gallo Negro, desahogó el estrés del encierro, la incertidumbre, creando imágenes que evocaban una ficción distópica sin pies ni cabeza. Parte de lo que detonó este trabajo “sin pretensión alguna”, como explica en una entrevista por Zoom con La Tempestad, se inspiró en los diarios de sueños que Tessa Kuragi, artista y modelo, le enviaba desde Londres.

En algún punto entre “esto sólo va a durar dos semanas” y “quién sabe cuándo volveremos a la normalidad” Alderete empezó a ver aquellas imágenes como un proyecto editorial muy lejano a lo que había estado haciendo meses antes de la pandemia. Las imágenes llegaron hasta Buenos Aires, a una de las mentes más singulares de la narrativa latinoamericana, la escritora Mariana Enriquez. La autora de Nuestra parte de noche supo hilvanar esta serie de postales de acero y cromo, látex, máscaras, folclor y fetiche, monstruos marinos y atlantes y niños en forma de noticias falsas, porque “la gente cree en las mentiras mucho más que en la verdad”, se lee en una de ellas.

Dr. Alderete

Un libro

“Yo soy periodista además de escritora, entonces estoy muy acostumbrada a que me manden algo y me digan ‘escribí sobre esto’”, explica Enriquez. “Era un impulso que me venía muy bien para soltar la mano en un momento en que estaba un poco paralizada no sólo por el encierro, también por la incertidumbre. Por eso elegí un poco inconscientemente que fueran noticias falsas. Incluso hubo un pequeño cambio, porque al final escribí dos o tres que eran un poco autorreferenciales y después me di cuenta de que no, que tenía que ser un trabajo más distante respecto a mí. Esa distancia me permitía que fuera un tono bastante homogéneo. Hay historias que son ciertas y otras que no”.

“Yo soy periodista además de escritora, entonces estoy muy acostumbrada a que me manden algo y me digan ‘escribí sobre esto’”, explica Mariana Enriquez.  

La jamaiquina Tessa Kuragi, añade Alderete, “me mandaba sus diarios de sueños, uno un día, otro día dos… Conforme los recibía hacía imágenes. Yo estaba produciendo y produciendo, pero también necesitaba lo que dice Mariana, el disparador, porque mi trabajo tiene mucho que ver con la ilustración comercial y va de la mano de un encargo, de un estímulo externo. Hacía los dibujos basados en los sueños y después a Mariana se los mandaba solos, sin el texto que los disparó”.

Luego de varias idas y venidas entre el Dr. Alderete y Mariana Enriquez, el proyecto se concretó. El año de la rata es el título del libro impregnado de extrañamiento, publicado por Alboroto Ediciones en México y Libros del Zorro Rojo en España y Argentina. No es un diario de la pandemia o del encierro (¡gracias!), pues desde el principio se tomó la decisión “bastante consciente”, dice Alderete en la conversación, de no tocar el tema del covid-19. “Hay una especie de evento pero no sabemos bien cuál. La idea del contagio está todo el tiempo, pero son más como dispersiones”, agrega Enriquez.

Dr. Alderete

Fronteras del cuerpo

El título del libro hace referencia al horóscopo chino, al año de la rata en que cayó la pandemia, pero, como se mencionó antes, está poblado de referencias al fetiche, que es también ritual. ¿Podemos pensar el dibujo y la escritura como fetiche? “De alguna manera, en tanto herramienta mágica, entre todas las que hay, es la herramienta de protección”, responde Enriquez. “A veces pienso en la literatura como un montón de palabras que, en un determinado orden y con una determinada técnica, crean una nueva realidad, como la magia, y el fetiche es uno de los elementos.

“Me gustaba pensar, cuando hacía las imágenes, que era como normalizar situaciones que podían ser muy extrañas”, agrega el Dr. Alderete.  

Más allá de historias bizarras e imágenes grotescas, el libro reflexiona sobre el cuerpo. No de manera literal o evidente, tampoco pensando el cuerpo enfermo, sino en el hecho de que las narraciones y los dibujos lo miran profundamente. El cuerpo como una frontera que puede traspasarse, con la que se puede jugar y que, una vez atravesada, puede normalizarse. “Yo trabajo mucho el cuerpo en mi ficción en general”, explica la autora de Los peligros de fumar en la cama, “pero desde el lugar del horror. Ahora todo el mundo está hablando de esto por [la nueva película de] Cronenberg, esa línea de pensar el cuerpo como la última frontera, como el lugar más vulnerable de todos. Pero las imágenes [de Jorge Alderete] me parecieron básicamente juguetonas, sensuales la mayoría.

“Me gustaba pensar, cuando las hacía, que era como normalizar situaciones que podían ser muy extrañas”, agrega el artista gráfico. Y Enriquez añade: “El cuerpo fetichizado, el cuerpo divirtiéndose, el cuerpo gozando, el cuerpo tratando de buscar el placer en situaciones extrañas, como en el museo de placeres raros. Es decir, la idea de normalizar la sexualidad alternativa, por decirlo de alguna manera, fue algo divertido.

Publicación expandida

El año de la rata no sólo es un libro: se convirtió en una serie fotográfica (El año de la rata, las fotografías) realizada en Los Ángeles e inspirada en las imágenes del volumen. Fue una colaboración con el director y fotógrafo Christian Weber y la bailarina y coreógrafa Dalel Bacre, con el vestuario de Arturo Lugo. Bacre a su vez creó y adaptó imágenes de libro como performances de danza contemporánea que produjo y grabó con el apoyo de Weber, y que llevan por nombre Wild Night (el año de la rata).

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