Sus edificios transformaron el paisaje de algunas zonas de la Ciudad de México, pero sigue siendo prácticamente desconocido entre los estudiosos de la arquitectura moderna en el país. Boris Albin (1924-2017) fue uno de los practicantes más rigurosos del llamado estilo internacional; formado como ingeniero civil, construyó más de tres centenares de edificios entre los cincuenta y los ochenta del siglo pasado. Lejos de concebirse como un artista, se definió siempre como un profesional de la construcción.
Gracias a Alejandro Leal Menegus, autor de La otra vivienda colectiva moderna en México (2019) y otros trabajos sobre el ingeniero Albin, hoy es posible conocer su itinerario vital. Nacido en Odesa en una familia de comerciantes judíos, las convulsiones de la historia lo llevaron a exiliarse con los suyos inicialmente en Harbin (enclave ruso en China donde, por cierto, nació Vladimir Kaspé), para recalar en México en 1935. Se formó en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM y, al comenzar los cincuenta, construyó su primer proyecto, un edificio de departamentos en la Condesa (Puerto Real 38), inversión inmobiliaria de su propia familia.
Un rasgo saliente del estilo de Boris Albin es la preeminencia del plano horizontal, lo mismo en viviendas unifamiliares que en departamentos. Las fachadas acristaladas son apenas una envolvente para acentuar las losas.
Como explica Leal Menegus en el libro sobre los condominios verticales de Boris Albin, su obra se desarrolló principalmente en las zonas del área metropolitana donde se asentaron los miembros de la comunidad judía, a la que pertenecían sus clientes: las colonias Condesa, Polanco y Lomas de Tecamachalco. A diferencia de otros ingenieros que se abocaron a la construcción de edificios carentes de expresión (lo que les valió reproches de, por ejemplo, Enrique del Moral), Albin cultivó una arquitectura comercial que incorporó las lecciones plásticas de figuras como Mario Pani o Augusto H. Álvarez. Un rasgo saliente de su estilo es la preeminencia del plano horizontal, lo mismo en viviendas unifamiliares que en departamentos. Las fachadas acristaladas son apenas una envolvente para acentuar a los protagonistas del espacio: las losas.
Recompensas pragmáticas
En una ciudad con riesgo sísmico y crecimiento descontrolado, resulta notable el hecho de que siga en pie la gran mayoría de las obras de Boris Albin. Además de la calidad constructiva que caracterizó a su práctica, puede arriesgarse otro motivo: el estilo neutro y funcional, los espacios generosos y abiertos, vuelven a sus inmuebles adaptables a las necesidades de nuevos habitantes. (Puedo decirlo de primera mano, pues viví por unos años en uno de sus edificios característicos: el departamento era un festín de espacio y luz, y su pragmatismo permitía organizar los ambientes de distintas maneras.)
En una ciudad con riesgo sísmico y crecimiento descontrolado, resulta notable el hecho de que siga en pie la gran mayoría de las obras de Boris Albin. Sus edificios se adaptan a las necesidades de nuevos habitantes.
Aunque la impronta de Albin se manifiesta sobre todo en la ética laboral y el profesionalismo de muchos de sus colaboradores, así como en su incidencia en la imagen de colonias de alto nivel económico, no puede desestimarse su impacto en la obra de algunos colegas. Pensemos por ejemplo en el edificio Parque España 47 (2001), de TEN Arquitectos, con sus balcones ligeros a lo largo de la fachada acristalada y la planta baja ciega a la calle. El joven Enrique Norten trabajó con el ingeniero y, como se ve, no sólo recibió lecciones constructivas.
El azar ha llevado al Estudio Mero a intervenir dos obras habitacionales de Boris Albin. La primera, en el condominio Mazatlán 36 (1961), implicó reformular el penthouse, un agregado al edificio situado en una esquina privilegiada de la Condesa, que a esa altura permite ver el Castillo de Chapultepec. PH Mazatlán (2021) flexibiliza el espacio (no diseñado por Albin) para responder a las necesidades de una pequeña familia, haciendo del lugar una suerte de vivienda-estudio flotante, de límites porosos con el exterior; un cubo acristalado que pone a dialogar el estilo internacional con materiales y texturas de una manera concreta de vivir.
Casa Quijote
Fundado en 2017, Estudio Mero es un despacho capitalino de arquitectura e interiorismo encabezado por Rodrigo Degetau y Horacio Gutiérrez Merediz. Tras PH Mazatlán, la arquitectura de Boris Albin volvió a aparecer en su camino. En este caso, una de las 41 viviendas que construyó entre 1962 y 1981 en Lomas de Tecamachalco, Estado de México. El inmueble original, de 1963, había sido modificado de forma evidente, y los propietarios querían, antes que una restauración, la apertura de posibilidades dentro de su esquema original.
El diseño de Albin pertenece a un período en el que el ingeniero había depurado al máximo sus procedimientos constructivos. En Casa Quijote Estudio Mero respetó la distribución de los espacios y el esquema general de la vivienda y la transformó a través de gestos específicos, para imprimirle un carácter contemporáneo. En primer lugar, la sala y el comedor se abren al jardín a través de puertas corredizas que conducen a una terraza antes no contemplada, demarcada ahora por un muro extendido y una pérgola que lleva su ritmo al interior.
En Casa Quijote Estudio Mero respetó la distribución de los espacios y el esquema general de la vivienda y la transformó a través de gestos específicos, para imprimirle un carácter contemporáneo.
Las intervenciones en Casa Quijote tienen dos constantes: por un lado, el uso intensivo de superficies de madera, que integra los espacios y les otorga calidez; por otro, en cercanía con las ideas de Albin, la búsqueda de flexibilidad a través de elementos corredizos, que permiten disposiciones diferenciadas en el interior de la vivienda. En el trabajo de Estudio Mero hay una gramática de las superficies, lo mismo en el concreto estriado de los muros exteriores que en los listones de madera que comunican la sala y el jardín.
Relectura de Boris Albin
Aunque sería deseable que algunos edificios de Albin fueran preservados, lo cierto es que el área en la que destacó, la vivienda, es la más sujeta a la presión del cambio. Su “popular moderno”, como lo ha llamado Alejandro Leal Menegus, tiene como principal virtud la capacidad de ser adaptado a las necesidades e incluso las fantasías del estilo de vida contemporáneo del sector socioeconómico al que dirigió su arquitectura. El proyecto de Estudio Mero reinterpreta el orden espacial de la vivienda y extrae su potencial contemporáneo.
Aunque sería deseable que algunos edificios de Boris Albin fueran preservados, lo cierto es que el área en la que destacó, la vivienda, es la más sujeta a la presión del cambio.
Poco afecto a la teoría, Boris Albin practicó su oficio con gran firmeza conceptual. Su “Credo arquitectónico” está regado de ideas útiles para entender su obra: claridad en las soluciones, sencillez y sobriedad, plasticidad refinada, lucidez. En suma, su labor se rigió siempre por una voluntad modernizadora dentro del camino abierto por la Bauhaus, si bien con influencia evidente del estilo de vida estadounidense, que las clases medias altas mexicanas buscaban emular.
En Casa Quijote, Estudio Mero trabajó sobre una casa ya modificada y le devolvió no su aspecto sino sus principios: simplicidad espacial, funcionalidad, flexibilidad y amplitud. En ese sentido, hace justicia al tipo de vivienda proyectada por el ingeniero Albin. Si el estilo internacional ignoró las particularidades culturales del entorno, sus mejores cultores dejaron abiertas posibilidades al futuro. Fue el caso de Boris Albin.
La entrada Por el camino de Boris Albin se publicó primero en La Tempestad.
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