lunes, 15 de abril de 2019

Una mirada nueva

Al conocer el recorrido de Lila Avilés (Ciudad de México, 1982), estudiante de la carrera de artes escénicas en Casazul, es fácil adivinar que era cuestión de tiempo para que comenzara a dirigir sus propios proyectos. Avilés desempeñó múltiples actividades en su faceta escénica: actriz, diseñadora de vestuario y directora asistente. Se le recuerda como la hermana de la protagonista del filme cómico Ella es Ramona (Hugo Rodríguez, 2015). Avilés, sin embargo, siempre se sintió más cómoda entre quienes están detrás del escenario y la cámara. “Las oportunidades de los actores en México están reducidas a los estereotipos. No había mucho espacio hacia dónde moverme”, confiesa.

Comenzó en la realización fílmica de forma autodidacta. A sus primeros cortometrajes los considera juegos, ensayos en los que se entrenó en el lenguaje cinematográfico. En 2016 ganó el primer lugar del concurso del Ecofilm Fest con el cortometraje La fertilidad de la tierra. Al año siguiente finalizó Nena, en el que utilizó a su tía como conejillo de indias.

Lo que detonó la realización de La camarista (2018), su primer largometraje, fue el proyecto fotográfico que Sophie Calle hizo al infiltrarse como mucama en un hotel en Venecia a inicios de los ochenta. La creadora se dedicó a documentar los objetos y los residuos de los huéspedes. Lo de Calle, sin embargo, sólo fue un punto de partida. En 2013 Avilés montó la obra La camarera, que se presentó en el hotel Presidente Intercontinental. Este escenario terminó por servir como locación para la película, que sigue la rutina de Evelia, una trabajadora atrapada en su rutina laboral. Avilés asegura que consiguió captar la opresión resultante de pasar mucho tiempo en el hotel: el desarrollo de la cinta se constriñe a los interiores, los pasillos y las habitaciones. Al tratarse de una ficción sobre el trabajo, la ópera prima de la directora se emparenta con el cine de los Dardenne, cuya obra es una reflexión sobre la precariedad laboral en el mundo contemporáneo.

Resulta interesante el espejeo que existe entre La camarista, que ganó el premio de mejor largometraje en el Festival de Cine de Morelia, con otras películas que abordan la división del trabajo y el antagonismo de clase. Se trata de un tema que se ha abordado en los relatos de la empleada doméstica y nana de Roma, los empleados del rancho de la familia burguesa de Nuestro tiempo y los trabajadores del complejo vacacional de Tiempo compartido. “Es muy curioso que las películas coincidan. Para mí estos temas son México”, afirma Avilés. El debut de la directora es promisorio en un panorama en el que hace falta diversificar los puntos de vista.

Publicado en La Tempestad 141 (diciembre de 2018-enero de 2019)



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