Julieta Fierro, astrónoma y anfitriona del Pícnic Bajo la Sombra organizado por la UNAM, informa que Tenochtitlán se fundó un día de eclipse. Hoy, sábado 14 de octubre, venimos a las islas de Ciudad Universitaria para observar el mismo fenómeno. Una convergencia entre Luna y Sol, otra forma de mostrar que el tiempo es circular como habían calculado los mayas. Además, según el mito nahua de Los Cinco Soles, nuestro presente fue creado bajo el signo del movimiento, igual que las órbitas espaciales.
“Somos viajeros cósmicos. Los teotihuacanos sabían que venimos de las estrellas y a su luz regresaremos”, relata Armando Blanco, profesor de historia y danza del CCH Oriente, ante cincuenta personas que observan su ritual azteca. A las 9:20 Blanco y su grupo de danza saludan a los cuatro puntos cardinales. Veinte danzantes, en su mayoría mujeres, forman un círculo haciendo sonar los ayoyotes en sus pies. Cada paso representa un elemento: agua gira en un solo pie, tierra es más veloz que viento, pero hoy celebran al fuego, al Sol que será devorado de acuerdo con el mito mexica.
Los nahuas pensaban que el universo estaba constituido por esos cuatro elementos. “Una creencia que coincide con las ideas aristotélicas”, refiere el profesor. Hace una pausa para denunciar que la UNAM no divulga la filosofía nahua tanto como el pensamiento griego en sus facultades. “Damos una batalla tremenda para descolonizar la educación”, afirma el azteca performático. Una mujer sahúma la danza con copal. Al mismo tiempo palpitan dos tambores (huéhuetl). Cada paso dibuja su elemento al ritmo del teponaztli. Tip-tum-tum-tip-tum-tum. Viento. Tu-tu-tu-tu-tum. Agua. Tum-tu-tu-tum-tu-tu. Tierra. Ataviado con un penacho grande, Blanco describe a la danza como “poesía en movimiento”.
Tres horas antes, el clima desfavorable nublaba cualquier esperanza de ver un eclipse. En el pumabús hacia Rectoría algunos jóvenes comentaban que seguramente llovería sobre los telescopios; otros más pesimistas pronosticaban una granizada como el día anterior. Afortunadamente el cielo está despejado a las 10:00, y podremos observar cómo oscurece una esquina del Sol. Alberto Becerra, padre, ajusta su telescopio, mientras Alberto, hijo, enseña al público cómo funciona. Al fondo del cilindro hay un espejo cóncavo que dirige los rayos de luz hacia un espejo plano y diagonal ubicado en medio del tubo; este segundo espejo rebota la luz, en un ángulo de 90 grados, hacia la abertura donde se ubica el ocular. El telescopio incluye un filtro solar con certificación ISO-12312-2, para que todas las personas puedan utilizarlo gratis, sin dañarse la vista.
De pronto se oye un gran escándalo alrededor del escenario, cerca de la Torre de Humanidades. Parece que han adelantado el concierto de Bostich + Fussible, pero resulta ser una conferencia sobre los eclipses impartida por Julieta Fierro.
De pronto se oye un gran escándalo alrededor del escenario, cerca de la Torre de Humanidades. Parece que han adelantado el concierto de Bostich + Fussible, pero resulta ser una conferencia sobre los eclipses impartida por Julieta Fierro. Más de quinientas personas están reunidas para escucharla. Ella, con su habitual entusiasmo, complace al público quitándose un suéter rojo y agitándolo en el aire, como una rockstar. “Una antigua leyenda china cuenta que un dragón colosal devora al Sol durante los eclipses, y para ahuyentarlo es necesario hacer mucho ruido”, relata la astrónoma. Ella también convoca al desmadre cósmico gritando: “Lo que sabemos hacer los mexicanos es echar relajo y divertirnos”. Si el pícnic fuera Woodstock, Julieta Fierro sería Janis Joplin. “Aunque la Luna es 400 veces más chiquita que el Sol, está 400 veces más cerca y por eso puede cubrirlo en apariencia”, expone. Sucede lo mismo cuando cubres con tu pulgar a una persona que se encuentra lejos. Gracias a ese efecto, hace milenios se comprobó que la Tierra tiene forma esférica, ya que su sombra es redonda en los eclipses lunares.
En Yucatán, Campeche y Quintana Roo podríamos ver a la Luna ocultando el 90% del Sol. Sin embargo, este eclipse solar será parcial en Ciudad de México. Es decir, solo veremos una sombra cubriendo el 70%. “¡Ay! ¡Está divino! Véanlo, me está regalando una gran sonrisa, le está regalando una sonrisa maravillosa a esta gran comunidad”, expresa Julieta, levantando su mirada hacia el protagonista del mediodía. Quince minutos antes de las 11:00 el sol proyecta un enjambre de medias lunas a través de los árboles. Los resquicios entre ramas operan como una cámara oscura: un orificio menor que el objeto permite que menos luz atraviese hacia otra superficie, los rayos se concentran en ese único punto y se produce una proyección nítida.
De acuerdo con Protección Civil hoy somos 70 mil personas en el campus. Hay muchos niños emocionados por mirar a través de los lentes certificados que regaló el Instituto de Astronomía (IA-UNAM). Se trata del primer evento astronómico para las niñas que escuchan la invitación de Julieta Fierro: “Si se quieren dedicar a la ciencia, háganlo. Es divertido, interesante y trabajas feliz todos los días”. No solo niñas y niños disfrutan este acontecimiento. María de Lourdes Pérez mira el eclipse, por primera vez con un telescopio, a sus 79 años. Recuerda que cuando era joven utilizó el reflejo de una cubeta para ver un eclipse. Entonces ella vivía en un rancho, cerca de San Lázaro, y las gallinas corrieron a sus nidos porque anocheció de repente. “Luego los animales empezaron a salir porque era mañana otra vez”, cuenta riéndose. Acompañan a Lulú su hija Azucena y Francisco, su yerno. Desde 2017 esta pareja vive con la mirada en el cielo. La primera vez que observaron juntos un eclipse fue ese mismo año en Oregón. Francisco comenta que Azucena le parece tan brillante como una estrella y él refleja su luz. “Cumplimos la función del Sol y la Luna”, dice sonriéndole a su esposa.
Son las 11:10. El beso entre Sol y Luna se encuentra en su apogeo. Cuando la Luna se interpone los aztecas con lentes negros hacen sonar sus ocarinas. La convergencia dura apenas cuatro minutos.
Son las 11:10. El beso entre Sol y Luna se encuentra en su apogeo. Cuando la Luna se interpone los aztecas con lentes negros hacen sonar sus ocarinas. La convergencia dura apenas cuatro minutos. En cualquier lugar quienes no alcen la vista notarán este repentino cambio de luz, cómo se empaña la claridad del sábado. “Más que el eclipse me emociona ver a tantos jóvenes”, confiesa Lulú. Durante casi ocho décadas ha visto muchos cambios en México. Antes los ferrocarriles le inspiraban miedo, y asistía al Cine Olimpia con su padre. Ahora la fachada de aquel cine se convirtió en una sex shop, y le atemoriza el cambio climático. “Es tan grande el Universo que una no tiene idea de dónde está parada”, declara con asombro.
Bajo el Sol menguante, Armando Blanco también habla de nuestro lugar en el cosmos: “Todo es sagrado, incluso nosotros. Los nahuas se asumían colaboradores de los dioses para impedir la destrucción de nuestro presente (el quinto sol)”. A las 12:50, Tonatiuh (Sol, en náhuatl) ha recuperado su circunferencia completa. La fiesta astronómica provoca resaca en las islas. Los desvelados duermen bajo los árboles, encima de sus mochilas o abrazando a sus parejas mientras arriba del escenario afinan las bandas que se presentarán esta tarde. Durante el festival Música Contra el Olvido, Nortec: Bostich + Fussible, GRLS, The Wookies, Tex Tex y el I.M.S. ahuyentarán al dragón que devora al Sol.
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