lunes, 31 de julio de 2017

De luto doble

Es un día de luto para el cine. Hoy murieron dos leyendas de la pantalla grande: la actriz y directora francesa Jeanne Moreau (1928-2017) y el actor y dramaturgo estadounidense Sam Shepard (1943-2017). A continuación un recuento muy breve de sus carreras.

 

Jeanne Moreau fascinó a varios de los más grandes directores del siglo XX con su talento, belleza e inimitable voz grave. La actriz, que nació en París el 23 de enero de 1928, es uno de los ícono del cine galo. A Moreau no sólo se le recordará como “la actriz más grande del mundo”, como la nombró Orson Welles, que la dirigió en El proceso (1962), sino también como un símbolo feminista, emblema de la emancipación femenina por varios de sus trabajos. En La noche, de Michelangelo Antonioni, por ejemplo, interpreta a la pareja de Marcello Mastroianni en una relación desecha que se termina luego de una turbulenta fiesta. En Jules y Jim (1962), de Francois Truffaut, otra de las cumbres de Moreau, da vida a Catherine, personaje que mostró una feminidad más libre, menos idealizada que la de las musas hollywoodenses, y llena de contradicciones, algo que se había visto muy poco hasta ese momento en el cine. La francesa, que participó en más de 145 proyectos audiovisuales, también trabajó detrás de la cámara. Dirigió dos filmes de ficción y un documental sobre la actriz de Hollywood Lillian Gish. Luis Buñuel, Louis Malle y Rainer Werner Fassbinder fueron otros creadores que la inmortalizaron. En 2005 François Ozon la invitó a realizar una participación emblemática en El tiempo que queda (2005), filme en el que interpreta a la abuela amorosa y liberal de un joven desahuciado.

 

Sam Shepard, nacido el 5 de noviembre de 1943 en Illinois, saltó a la fama como actor en Días de cielo (1978), de Terrence Malick, donde interpretó a un cazafortunas que obliga a la mujer que ama a casarse con su jefe moribundo. Shepard, que siempre tuvo imagen de cowboy contemporáneo, intervino en filmes dramáticos al lado de varias de las actrices más célebres de los años ochenta: Jessica Lange, Diane Keaton o Sissy Spacek. Sin embargo, su gran oportunidad se la dio el director alemán Volker Schlöndorff en El viajero (1991), adaptación de la la novela Homo Faber (1957), de Max Frisch. El filme, en el que Shepard compartió créditos con Julie Delpy y Barbara Sukowa, es una alegoría de la pérdida de la confianza en la razón y el progreso. Como Walter Faber, nombre del personaje, el actor se convirtió en un referente importante de la representación de la crisis masculina en el cine anglosajón. Otra de las facetas del estadounidense es la de guionista y dramaturgo. Colaboró en los guiones de Zabriskie Point (1970), el filme americano de Antonioni, y de París, Texas (1984), de Wim Wenders. En 1979 ganó el premio Pulitzer por su obra Buried Child. Este año estrenó Never Here, de Camille Thoman, filme en clave de thriller que se presentó en el Festival de Cine de Los Ángeles.



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