Es posible que el trabajo de John Baldessari sea uno de los más accesibles para las distintas audiencias del arte contemporáneo. No es complicado dialogar con una obra hecha de figuras familiares y textos directos. Es muy probable que, en paralelo, sea una de las más complejas en la historia reciente del arte. La maestría de Baldessari (San Diego, California, 1931) consiste en ocultar las profundidades bajo la superficie. Contrario a sus intereses artísticos, se le considera el pionero del arte pedagógico o de la educación del arte, y también uno de los representantes más destacados del arte conceptual. El legado estético de John Baldessari comprende pinturas, textos, apropiaciones, instrucciones y fotomontajes, siempre con humor. Pero sobre todo, en un mundo en el que la educación artística aspira al éxito económico, la posibilidad de desaprender para hacer arte y entenderlo.
El 11 de noviembre abrió sus puertas, en el Museo Jumex, Aprendiendo a leer con John Baldessari. Curada por Kit Hammonds, “la exposición se inspira en su práctica artística que aborda temas pedagógicos, los cuales aparecen en su obra desde los años sesenta hasta la actualidad. La dicotomía entre aprender y desaprender, en el método idiosincrásico y lúdico de Baldessari, se manifiesta en un estudio de su trabajo presentado de forma alfabética: es una didáctica subvertida que muestra la tensión entre el texto y la imagen”. La tarde anterior a la inauguración de la exposición, John Baldessari conversó con el también artista y pedagogo Abraham Cruzvillegas sobre la educación en el arte, el desaprendizaje y el lenguaje. La charla revela la personalidad informal de un artista de tremenda complejidad, que al mismo tiempo ha dedicado su vida a despojar al arte de sus halos de misterio y pedantería.
Abraham Cruzvillegas: Quiero que hablemos de ti, pero antes quiero decirte algo sobre mí: desde que era niño quise ser artista, y cuando llegó el momento de ir a la universidad me desilusioné de las dos escuelas de arte que teníamos en la Ciudad de México. Una es de la UNAM [FAD] y la otra es de la Secretaría de Educación [La Esmeralda]. Me parecieron malísimas. En ese momento tenía 17 años y decidí que no iba estudiar arte, sino pedagogía. Tengo una licenciatura en pedagogía, pero continúe siendo artista. En la universidad tuve un proceso educativo paralelo, estudiando teorías de educación, paradigmas de libertad y educación libertaria en contraste con la educación positivista y el sistema estructuralista. Luego me uní al Taller de los Viernes de Gabriel Orozco; durante cuatro años nos reunimos libremente en su estudio en el sur de la ciudad. Fue un gran proceso de entendimiento de la práctica del arte.
Mi primera pregunta es sobre tu práctica como educador. En el mundo del arte todos te vemos como uno de los principales educadores. ¿Cómo fue tu aproximación a la enseñanza? ¿Dónde estudiaste?
John Baldessari: Estudié en la Universidad de San Diego, California. Tomé cursos de arte y me enganché, empecé a pintar, luego no pude parar. Creo que en ese sentido soy autodidacta. No sé de dónde obtuve la reputación de maestro, no tengo idea.
AC: Creo que sé cómo ocurrió…
JB: Dime.
AC: Se debe a que tu práctica se reconoce como de avanzada.
JB: Bueno, eso tiene sentido…
AC: No solamente la enseñanza, sino tu práctica… La naturaleza homogénea de ambas: tu arte y tu enseñanza son lo mismo.
JB: Cuando estaba enseñando en CalArts me parece que hice algunos textos y preguntas para artistas que han abonado también a mi reputación como maestro.
AC: ¿Cómo fue ese período en CalArts? ¿Aprendiste algo?
JB: Tenía un salón de clase y cuando nos reuníamos yo solamente hablaba. Hacía todo el esfuerzo para reducir la diferencia entre los estudiantes y yo, que era un alumno más. Tuve muchos artistas famosos, ahora y en aquel tiempo, como Matt Mullican, Jim Weilling y David Salle.
AC: Cuando comenzaste a estudiar en CalArts, ¿tenías educación formal en teoría o pedagogía?
JB: Solamente mis lecturas, pero no tomé clases.
AC: Me acuerdo de Iván Ilich, el educador, que también era un anarquista de cierto tipo. Era austriaco, creo, pero se estableció en México. Escribió propuestas para una educación liberadora; uno de sus libros se llama La sociedad desescolarizada, donde el propósito es del desaprender en lugar de aprender. Me gustó mucho tu trabajo el que quemaste todas tus piezas. Para mí eso es sinónimo de desaprender.
JB: Hice una pieza usando una palabra en inglés que solamente tiene un significado: defenestración [defenestration]. Defenestración significa “tirar algo por la ventana”, así que le pedí a mi ex esposa que arrojara piezas de cartón de color por la ventana y luego lo fotografié. Esa pieza también fue una tarea para la clase.
AC: Hay algo que me gusta de tu trabajo, algo que pasa por el lenguaje, la parte de la educación que no es moral. En cambio está vinculado a la religión. ¿Cómo lidias con eso sin ser un moralista?
JB: De adolescente leí la Biblia al derecho y al revés, especialmente la versión del rey Jacobo, creo que de ahí obtuve el gusto por la elocuencia del lenguaje.
AC: ¿Y cómo enfrentas el hecho de ser llamado “artista conceptual”?
JB: Bueno, si gugleas “artista conceptual” te toparás conmigo, Lawrence Weiner, Joseph Kosuth, Robert Barry y Bruce Nauman. Eso es todo.
AC: Estaba pensando en un elemento de tu trabajo, un aspecto que me encuentro frecuentemente y del que no he leído nada: el sexo. No sé si lo haces a propósito, si presentas cierto contenido sexual que nunca es literal ni didáctico.
JB: Sí, se me vienen a la cabeza algunas de esas piezas que están en la expo de Jumex hechas por un rotulista. Una de mis favoritas, que está en el Museo de La Jolla, es Terms Most Useful in Describing Creative Works of Art. Para hacerla revisé revistas de arte, seleccioné palabras durante seis meses que ahora estoy seguro que nadie usa.
AC: En términos de representación, cuando recurres a un rotulista o a una fotografía hecha por alguien más, usas algo que alguien más dijo.
JB: Sí, retoco los significados. Me gusta hacerlo porque creo en el arte como apropiación. Ver una pintura o tomar una idea de alguien más y solamente reciclar. Luego alguien más tomará eso y así…
AC: Regresando a la idea de educación, ¿crees que el arte, fuera de la escuela, puede ser en paralelo como una herramienta educativa, como dispositivo no necesariamente didáctico?
JB: Eso depende mucho de los contextos y de los compañeros estudiantes.
AC: Pregunto eso porque muy a menudo los espectadores de arte buscan un mensaje o un contenido o algo que puedan tomar como educativo: “Esta obra debería decirme algo acerca de mi realidad”.
JB: Realmente creo en la desmitificación del arte. Es todo lo que puedo decir. El arte no debe ser una religión.
AC: Pero de cualquier modo es interesante la manera en la que todavía lidias con el hecho de que a menudo das mensajes irónicos y humorísticos. ¿Cómo llegaste a ese modo de, digamos, “educar” sin educar?
JB: Creo que solamente se trata de hacer a las personas conscientes de las cosas.
AC: Estoy tratando de señalar la educación de distintas maneras porque, claro, creamos un espejismo de la educación, como si fuera un sistema o una panacea, que no es. Creo que se trata de aproximarse críticamente a la educación, a la manera en que puede producir preguntas y no respuestas.
JB: Trabajas con lo que puedes. Me acuerdo que una vez caminando en el Met alguien dentro de un grupo de patrones o coleccionistas de arte hablaba sobre una pintura y capté una de sus miradas y… bueno… uno hace lo que puede [risas].
AC: Quiero preguntarte sobre la manera en la que has producido lenguaje o discurso durante un largo tiempo, acerca del modo en que ves el arte hoy, no como un profesor sino como un estudiante, un estudiante de hace mucho tiempo.
JB: Cada día mi hija, que también ama el lenguaje, me manda un acertijo alrededor de una palabra; yo respondo el acertijo con una palabra que tiene una vaga conexión. Ella dice látigo; y yo respondo latigazo. Te mantiene alerta. Cuando conduzco, constantemente estoy mirando anuncios.
AC: ¿Qué estás leyendo?
JB: El último libro que leí fue Moby Dick, sin ninguna razón en particular. Mi trabajo generalmente involucra textos e imágenes. Tenía esta gran pintura de una ballena blanca, y eso me atrapó; luego comencé a hacer pinturas de icebergs. Debido a eso terminé haciendo pinturas de pingüinos. No sé adónde me van a llevar los pingüinos.
AC: ¿Y qué escuchas estos días?
JB: He sido muy malo para escuchar últimamente. Tengo una fantástica colección de discos pero, no sé por qué, me gusta trabajar en silencio.
Publicado en La Tempestad 129 (diciembre de 2017)
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