En el universo de los superpoderes sonoros, la multiinstrumentista y compositora Yuka Honda tendría el papel de una traductora sumamente intuitiva: podría incorporar, mezclar o transpolar elementos disímiles con una soltura desacomplejada o, si se quiere, con una antisolemnidad deliberada. Tendría, además, el poder de hacer que esa traducción funcionara.
Yuka Honda ha logrado abrir un crisol sonoro único y distintivo sin casarse del todo con un método, un género o un estilo, lo cual le ha permitido exploraciones sonoras que lo mismo han estado emparejadas con el pop electrónico mutante de aires trip hop (Cibo Matto), que con las dislocaciones abstractas e improvisatorias del Nueva York de hace dos décadas.
The Plastic Ono Band, Fig, Floored by Four, Butter 08, John Zorn…Yuka Honda es también una cocinera musical que solventa con belleza el rol de chef comandante o el de ayudante-aprendiz que absorbe lo mejor de los utensilios de cocina. También es pareja de Nels Cline, improvisador californiano y guitarrista de cabecera de Wilco desde 2004, con quien tiene un proyecto musical, CUP, el cual se presentará en la Ciudad de México este jueves 23 de enero en 316 Centro, aprovechando la primera visita de Wilco a nuestro país.
He tenido la oportunidad de escuchar varios de tus proyectos colaborativos y como solista, y noto que te tomas bastante tiempo para cada uno. Y si bien tu relación con Nels no es nueva, hasta ahora podemos escucharlos juntos en este disco. ¿Qué papel ha jugado el tiempo tanto en el proyecto como en la creación y el desarrollo del álbum?
Hemos estado colaborando como dúo desde hace una década, más o menos, y es una colaboración en donde hay amor y respeto mutuo, pero también vínculos con distintos tipos de música; venimos de mundos completamente diferentes y eso al final se impone. Éramos como dos grandes montañas y necesitábamos tiempo para pasar juntos y convertirnos en una sola. No queríamos apresurarnos, sino que el proceso fuera totalmente orgánico. No queríamos forzarlo sólo por sacarlo rápido, nos aseguramos de que fuera real y natural.
Algo que percibo en el disco debut de CUP es que hay una amalgama entre ideas preconcebidas e improvisación. ¿Cuál ha sido el eje que le da vida al proyecto y cómo resulta todo esto a la hora de presentarlo en vivo?
Queríamos expresar la visión musical de ambos. Nos pasamos toda la vida pensando cosas como: ¿Cuál es la música que amamos y cómo se construye? Hay un elemento de la arquitectura de la música que se encuentra presente en la música de CUP, que es la parte escrita, la parte compuesta y la estructura de lo que hacemos.
Y luego está la improvisación, que es muy importante para los dos. Es, digamos, una expresión del momento, una oportunidad para expresar nuestras intuiciones y conexiones de forma simultánea. Creo que es importante para los dos que ambas cosas estén siempre en la música. Y hacemos eso tanto en la grabación como en las presentaciones en vivo.
Me gusta pensar en tu trabajo como un organismo natural, una planta de colores luminosos, tal vez. En el caso de CUP esa idea la percibo como un derivado de la belleza, el amor y las cosas más íntimas. ¿Qué tan distinto fue darle forma al disco respecto a tus otros proyectos?
Lo que dices de la planta es muy bonito, gracias. CUP es un proyecto basado en mi relación más íntima: tenemos, Nels y yo, mucha comunicación ya que vivimos juntos. Todos los días intercambiamos pensamientos e ideas sobre lo que está pasando, sobre lo que nos gusta o nos interesa. Todo esto es parte de la música y probablemente por eso se siente como una planta en crecimiento: está vivo, es un organismo vivo y está cambiando todos los días. El álbum es como una foto de esta planta de color brillante.
Creo que CUP es una declaración abierta, hay algo abierto todo el tiempo en la música, como en la vida misma.
Si tuvieras que transmitir de una forma visual o en una línea el sonido de CUP a alguien que no pudiera escucharlo, ¿cómo lo harías?
Me resulta imposible hablar de música, especialmente la mía, porque creo que es difícil hacerlo y ser completamente objetivo. Quizás una forma de describirlo es que, si la música fuera comida y CUP un restaurante, no serviría sólo un tipo de comida. Tomamos la comida que nos gusta y la mezclamos de una manera única; es una mezcla de cosas muy personales.
Y también creo que gracias a la libertad y la integración evolucionan las cosas; así es como supongo que es nuestra música.
En las oportunidades que han tenido de presentar CUP, ¿cómo ha sido el diálogo y la respuesta del público? Siento que es un desafío presentar un mundo íntimo a públicos diferentes que muchas veces no están tan familiarizados con su contexto.
Realmente no lo sabemos, ¿sabes? El público es un ente y un término demasiado amplio. Una cosa que he aprendido al hacer esto durante mucho tiempo es que a algunos siempre les gustará así nada más y a otros los llevarán a un lugar mucho más profundo. Y otras personas simplemente no te entenderán o no les gustará.
Yo sólo lo veo, no lo pienso demasiado. Con suerte podemos conectarnos a través del sonido en sí, que es algo un tanto más abstracto. Luego, a través de eso tal vez compartimos algo de contexto, pero siempre es algo que se encuentra abierto a la interpretación de cualquiera.
¿Piensas en ocasiones cómo se relaciona tu música con los lugares en los que tocas?, ¿has pensado algo al respecto de tu próxima presentación en México?
Personalmente siento una conexión muy especial con México, con su pueblo y su cultura. Me encanta cómo la gente puede ser consciente y también espiritual. En este momento me encuentro en la península de Yucatán y me encanta porque así me decían cuando era pequeña, quisiera que la gente me llamara así. Me conecto con este realismo mágico que siento con mucha fuerza. Me encantaría volver a tocar tantas veces como sea posible.
¿Qué es lo más importante para ti al momento de crear música?
Es muy simple: me encanta. Así que trato de hacerla, luego la grabo y luego la escucho, lo mismo al día siguiente y al siguiente. Y para entonces todavía me tiene que gustar, porque a veces sólo me gusta por un momento y después ya no. Cuando me sigue gustando sé que esa música es importante para mí. Es como si hubiera alguien más viviendo dentro de mí y esa otra persona tomara las decisiones.
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