martes, 9 de mayo de 2017

Munch curado por Knausgård

Su intolerable lucidez lo hace uno de los personajes más vertiginosos del expresionismo, la obra de Edvard Munch se formuló en la vigilia de la desesperación y la oscuridad de inicios del siglo XX. En Munch las emociones confieren una nueva forma de conocimiento. En este escenario la obra de Munch converge con los fantasmas de la narrativa del escritor noruego Karl Ove Knausgård, que ha develado los sueños descarnados de su viscoso mundo interno y su lucha.

 

El Museo Munch, en Oslo, en colaboración con Knausgård, inaugura una muestra que busca sortear una nueva visión, emocional y fresca de la cosmovisión de Munch. La exhibición, que lleva como título Hacia el bosque (por una pintura de Munch de 1897) está conformada por 143 obras, repartidas en cuatro salas, muchas de ellas no expuestas previamente. Lo que pretende Knausgård, como curador de la muestra, es crear un diálogo con el espectador, generar una dinámica donde el asistente, en una metáfora valiosa, se adentra en un bosque.

 

Knausgård creyente de la emocionalidad alterna su trabajo en este proyecto, «Lo que he aprendido de él tiene que ver con las cosas que no acaba, con los esbozos que abandona, como si no importara porque es otra cosa lo que importa. También su perseverancia y su valentía: él tenía la fórmula del éxito y lo dejó atrás. Decidió no hacer más piezas maestras porque le interesaba el proceso. Es muy raro todo lo que tiene que ver con Munch, pero creo que es muy útil en relación con la escritura. A veces vaciaba el cuadro, lo sacaba todo excepto algo pequeño y el resultado sigue siendo potente».



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